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Matrimonio Civil Homosexual

Por: Fernando Rouaux (fuente ARGENPRESS.info) (Fecha publicación:12/12/2004)

 

Las parejas del mismo sexo tienen el mismo derecho a casarse por civil que las parejas de distinto sexo. Así opinó hoy la Suprema Corte de Justicia canadiense, declarando constitucionales los más de 3000 casamientos que se dieron en seis provincias y el territorio de Yukon entre personas de igual sexo.

Mientras el país esperaba ansioso la decisión, la cadena de radio CBC hablaba con dos jóvenes (una mujer y un hombre) que crecieron en familias de parejas de mujeres.

Tratando de descubrir cuáles eran las experiencias vividas al crecer en un hogar de tales características, se les preguntó si extrañaban la presencia de un padre, o si sintieron la necesidad de una figura masculina en la familia. El muchacho comentó que, efectivamente, le habría gustado que hubiera un hombre en la familia, pero que de ninguna manera necesitaba un padre. Lo dijo como quien podría haber dicho, 'me habría gustado tener un hermanito'. Nada que fuera diferente de un hijo único de madre soltera o viuda. La chica, en cambio, dijo que jamás sintió nada por el estilo.

En el caso de estos dos chicos, el hecho de haber tenido dos mamás, sin embargo, no fue sin ningún costo. Desde muy chicos, descubrieron que había 'algo distinto' acerca de su familia. No que hubieran sentido nada extraño en su familia, sino que había algo raro en cómo los trataban sus compañeros del colegio. Ahí sintieron por primera vez que había algo negativo asociado a la homosexualidad.

El uso constante y natural de palabras despectivas, equivalentes a nuestros tradicionales tortilleras, puto, trolo o marica, y otros, les causaba rechazo y la sensación de que había algo negativo asociado a ellas, y por lo tanto a su familia. Les resultaban ofensivas e hirientes, como a cualquier chico le lastima que insulten y ofendan a sus padres, o, como en este caso, sus madres.

En forma más directa y mostrando cuánto influyen en ellos los modelos de sus padres y la sociedad, los niños del colegio se burlaban de ellos, eran crueles con ellos por el simple hecho de que no tenían un papá, y en cambio tenían dos mamás. No que hubiera algo diferente en ellos mismos, sino que había algo distinto en sus familias. Ambos dijeron haber 'ocultado' a su familia por muchos años, evitando que sus amigos vayan a su casa.

Cuando fueron adolescentes, se encontraron en una curiosa posición: la de tener que defender su propia heterosexualidad frente a los demás (lo que era para ellos un sinsentido), ya que sus compañeros asumían que por ser hijos de parejas homosexuales, ellos serían homosexuales también. Nunca antes se les había ocurrido que su propia orientación sexual tuviera que ver con la orientación sexual de sus madres.

Habiendo heredado la pesadísima carga cultural del catolicismo inquisidor europeo y su poderosa influencia política, en Argentina no nos encontramos ni cerca de una ley de matrimonio civil que respete la igualdad de las personas. En vez de dejar que cada uno haga lo que mejor le parezca con su vida, preferimos meternos en la vida privada de los otros, juzgar, acusar, prohibir. En vez de darnos la libertad de elegir y dársela a los otros para poder convivir en paz, preferimos condenar al otro a ser igual, preferimos su doble vida y su marginación.

En Argentina sin duda abunda la gente de buen corazón que dice respetar la igualdad de las personas y las elecciones personales de cada uno, y por eso respetan a los homosexuales. Pero no aceptan, por ejemplo, la posibilidad de que éstos puedan adoptar hijos, que se puedan casar como ellos mismos pueden.

Los argumentos más comunes son que estaríamos privando al niño que adoptarían este tipo de parejas de su 'derecho a tener un papá y una mamá', que sería más propenso a la homosexualidad y que sufriría mucho por tener una familia así.

Como explica la comunidad homosexual argentina, los chicos crecidos en familias homosexuales abundan en Argentina tanto como en cualquier otro lugar, ya que cuando dos personas se aman y desean tener hijos no hay ley que lo pueda impedir, sino sólo condenar. Se trata de reconocer sus derechos humanos o negárselos. De que su situación sea legal o no. Nada más (y nada menos) que eso.

Si aceptamos que 'tener un papá y una mamá' es un derecho ciudadano, ¿por qué no obligar por ley a que los padres y madres viudos o solteros se casen inmediatamente? ¿Por qué no quitarles los hijos y dárselos a parejas de hombres y mujeres? No se conoce que haya gente bogando por el derecho 'a tener un papá y una mamá' de miles de chicos argentinos que no son hijos de parejas homosexuales y no tienen uno o el otro.

El hecho de que estos chicos criados por dos padres o dos madres vayan a ser homosexuales no resiste ningún contraste con la realidad. Pero, en último caso ¿cuál es el problema? Los hijos de padres obesos tienden a ser obesos, los de padres petizos, pelados, no videntes, negros, blancos, rubios o lo que fuere, tienen efectivamente tendencia a ser como sus padres. ¿Les decimos a los obesos que no pueden tener ni adoptar hijos porque los van a ser obesos? ¿Prohibimos el casamiento entre dos personas no videntes, para defender el derecho del niño a ver?

Finalmente, se argumenta también que la prohibición es un acto de compasión, ya que los chicos sufrirían. En esto hay que estar de acuerdo: los chicos de parejas homosexuales sufren. Pero, ¿por qué sufren? La experiencia de estos dos jóvenes canadienses, nos da una pauta. Cuando se les preguntó si pensaban que la opinión dada por la Corte Suprema de Justicia a favor del matrimonio homosexual mejoraría la situación de chicos como ellos, ninguno dudó un segundo: el sufrimiento que tuvieron fue por tener que lidiar permanentemente con la crueldad de los otros chicos, producto de su increíble ignorancia, explicaron. La decisión de la Suprema Corte va a ayudar a combatir esa ignorancia y eliminar de a poco la crueldad y el prejuicio.

En Argentina, por supuesto, el casamiento entre personas del mismo sexo y el reconocimiento de sus derechos humanos se va a dar tarde, aunque seguro, como se dio el voto femenino, la ley de divorcio, la patria potestad compartida y tantas otras cosas. Como siempre, la Iglesia luchará en contra, atrasando al país y los derechos del ciudadano lo más que pueda, y quizás, dentro de unos cientos, o miles de años, si todavía existe, aceptará oficialmente que, después de todo, los homosexuales tienen los mismos derechos que el resto de los seres humanos que Dios ha creado. A las generaciones siguientes les parecerá desopilante, será una nota de color como la tardía aceptación de la Iglesia de que las mujeres, después de muchos años de estudio y reflexión, sí tienen alma.

Mientras tanto, y hasta que la ignorancia se disipe a fuerza de la experiencia de otros países y la lucha de muchos, en Argentina miles de personas tendrán que vivir en la oscuridad y la ilegalidad, tratados como ciudadanos de segunda, sin que se respeten sus más básicos derechos humanos.

 


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Última modificación: 30 de July de 2010