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Inmaculada Concepción. Por Quito Mariani
La lectura del evangelio que acabamos de escuchar no tiene nada que ver con la festividad que celebramos que es el título de María como Inmaculada Concepción. Este título se refiere al nacimiento de María y lo que leímos de Lucas está referido al nacimiento de Jesús.Lo que pasa es que, no habiendo referencias escriturísticas sobre el nacimiento de maría y como el título central en que basan todos los demás es su maternidad de Cristo el texto de Lucas sirve para todas las ocasiones parecidas a ésta. Inmaculada es “sin mancha”. Ahora bien ¿qué puede pensarse cuando referido a la concepción se habla de mancha en este obsesionado ambiente antisexual de la iglesia de hoy? Seguramente que en la concepción no hubo la mancha de la sexualidad. No es así sin embargo. El dogma proclamado antes del cierre del Vaticano I, haciendo Pio IX uso anticipado del dogma de la infalibilidad pontificia, afirma que María fue desde su concepción libre del pecado original en atención a los méritos previstos del mismo Cristo que gozó también de esta inmunidad. No han sido suficientes las constantes explicaciones para aclarar esa ausencia de ligazón de la palabra inmaculada con la ausencia de sexualidad en la concepción de María. Así, desde luego, se torna este título en motivo de admiración, de extrañeza, de fe que contradice la razón y deja al margen toda posibilidad de imitación por parte de los cristianos para quienes María es vanguardia en la fidelidad a Cristo. Tratamos por eso de recuperar el verdadero concepto.
Pecado original Pero al intentar la explicación correcta nos encontramos con otro obstáculo, el pecado original. ¿en qué consiste? Hasta hace poco no había problema. Se trata de una mancha heredada de nuestros primeros padres imaginarios, Adán y Eva, que se borra con el bautismo. Así se describe en el Génesis. Unos primeros padres que no existieron. Unos primeros hombres creados perfectos que no fueron tales, una falla en la obediencia al recibir el ofrecimiento de la mujer en una sabrosa y perfumada manzana mendocina. La ciencia ha demostrado suficientemente la aparición del hombre por evolución hasta una cantidad de parejas que pasan por el “erectus”, el “sapiens” y el sapiens sapiens, hasta nosotros que seguimos evolucionando, sin ponernos denominación en cada etapa. Asimismo es muy claro que el homre no fue perfecto sino que fue creciendo en perfección desde un estado primitivo y animal. Lo que pasa es que, cuando hay realidades que resultan inexplicables se recurre a lo que llamamos “mito” (la raíz es “mentira”) que es una construcción imaginativa comunitaria para explicar lo que resulta misterioso en determinado momentos de una cultura. Así esa especie de superavit que hay para el mal que no se proporciona a nuestros errores y nuestra malicia que, concretamente explican muchos sufrimientos, se personalizó en los demonios o en una falla original del ser humano que desobedeció a Dios. De distintos modos estos mitos existen en todas las culturas. Para unas el pecado original fue el primer asesinato, para otras el germen de la discordias por una manzana, así como para la Biblia una manzana apetitosa en manos de la mujer. Y, como esta explicación resulta fácilmente accesible se la acepta como una realidad. Y así se carga sobre esos imaginarios primeros padres toda la culpa de los males que nos suceden. Sin embargo todo se soluciona con un proceder muy fácil. El bautismo, como se hace con agua, lava la mancha del pecado original. Una descripción sencilla y creíble.
Solución fácil pero a la vez, antiracional, primero porque no hay ninguna demostración de que hayan desaparecido en los bautizados los rastros de ese pecado cualesquiera que ellos sean, segundo porque sin borrar ese pecado por el bautismo no se podría ser hijo de Dios y así unos pocos solamente serían los hijos y los demás no tendrían ni esa dignidad ni ese derecho a ser respetados como tales.
Una visión de sentido común Los teólogos modernos que no le esquivan el bulto al razonamiento de la fe, o sea que se atreven a pensar sin permiso, ya hace mucho tiempo que han descartado esa concepción que hace pecadores a los recién nacidos. El concepto de pecado en muchos textos bíblicos se identifica con el mal y el sufrimiento, no necesariamente con el acto voluntario de hacer el mal. K.Rahner un teólogo de mucho prestigio decía que había que erradicar el concepto de pecado en la tradición del mal con que nos contagiamos de humanidad y por lo tanto de limitación, todos los que nacemos. Un razonamiento no exento de humor sugería en un libro que se pone mucho énfasis por parte de la iglesia en el argumento de que el aborto es un crimen contra un inocente, aumentando así la malicia del acto Y se preguntaba ¿inocente? No, la Iglesia dice que es un pecador. Y originalmente pecador. No hace falta meterse en una argumentación contraria. Se trata de ver contrasentidos irónicos que encierran muchas afirmaciones eclesiásticas. La deficiencia, limitación o defecto con que todos nacemos proviene de la misma imperfección creatural del hombre. Además hay como una especie de efecto negativo que aumenta la limitación natural y que resulta de la suma de muchos actos equivocados o maliciosos de los seres humanos cuya predisposición se expone desde la libertad a obrar el bien o inclinarse hacia el mal que tiene sus seducciones, como explícitamente lo indica Pablo en su carta a los romanos. (cap.VII) Toda esa carga heredamos desde nuestro origen, así como heredamos las conquistas y progresos que otros han hecho con lucha y sufrimiento. La liberación de la limitación original por el bautismo es una liberación puesta en marcha, no realizada. Porque nos alineamos detrás de Jesús de nazaret que se fijó como misión encomendada por el Padre, liberar de los males acarreados por esa deficiencia original para instaurar en el orden del espíritu y del cuerpo, del individuo y la sociedad el reinado de Dios que es de amor y felicidad.
María en su Inmaculada Concepción ¿Qué mensaje nos trae entonces esa mujer María, vanguardia de nuestro seguimiento a Cristo, con este título de liberada de la limitación original? Un mensaje de aliento para la lucha por vencer personal y comunitariamente todas las imperfecciones con que innegable e inevitablemente se va cargando la humanidad en su marcha hacia la plenitud de sus posibilidades. Porque la ambigüedad de nuestra situación mitad cielo y mitad barro, mitad vuelo y mitad lastre, no puede dar como resultado un avance lineal sino un avance zigzagueante del que hay que ir aprovechando los bueno y disminuyendo lo malo y perjudicial. El pesimismo de quienes sólo evalúan lo que es peor puede ser a veces por lo menos, realista, pero es un lujo que no podemos permitirnos quienes creemos en un Cristo hombre nuevo que quiere que los sigamos en constante y esperanzada lucha de renovación. María es sembradora de lucha, vanguardia de esperanza, inquietud de solidaridad con lo que descubrimos conducente a la felicidad, y de rechazo o denuncia de lo que la impide. Y así la veneramos en su título de madre de Cristo y madre nuestra. P. Quito Mariani |
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