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"Donde la Iglesia no engendre una fe liberadora, sino que difunda opresión, sea esta moral, política o religiosa, habrá que oponerle resistencia por amor a Cristo".
Jürgen Moltmann

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Mi papa preferido. Por Fray Betto (sacerdote de la Orden de los Dominicos)

 

Prefiero un papa que defienda a las mujeres adúlteras del moralismo exacerbado y que no se escandalice si a la vera de una fuente encuentra a una mujer que está viviendo con su sexto hombre. Que cuando ella se acerque para darle de beber, en vez de censuras, llene ese corazón voraz del amor de Dios. 

Un papa que, entre el derecho a la vida y la ley, opte por el primero; que denuncie a los ricos que oprimen a los pobres y les haga devolver el cuádruplo de lo que robaron. Y que tenga la osadía de decir al hombre rico que desde joven cumple todos los mandamientos: 'Te falta tomar partido a favor de los pobres'. 

Sueño con un papa despojado del fasto y peregrino por los caminos del mundo, rodeado de pescadores y artesanos, de mendigos y portadores de deficiencias, capaz de proclamar a los teólogos de la ortodoxia que las prostitutas les precederán en el Reino de Dios. 

Pido al Espíritu un papa que agradezca a Dios haber escondido la revelación a los grandes y habérsela concedido a los pequeños; que proclame bien alto que son bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia y que, por esta razón, son perseguidos por los poderosos; y que enseñe que no se debe gobernar como los tiranos que se hacen llamar benefactores, sino como aquel que sirve. 

Mi papa preferido recrimina a los fieles que se niegan a erradicar el hambre de las multitudes y enseña que compartir los bienes de la Tierra y los frutos del trabajo humano es la condición para que todos tengan vida y vida en plenitud. Y no le da pereza buscar la soledad de los montes para entregarse al amor de Dios en la oración. 

Deseo un papa que llore por la muerte de su amigo, muestre misericordia con los pecadores y no aprisione a la Iglesia en un espiritualismo vacío, sino que enseñe que el Padre Nuestro es sinónimo de Pan Nuestro. 

Espero un papa que se atreva a escoger como sucesor suyo a un hombre casado, incluya en su grupo más íntimo a mujeres llamadas María, Juana, Susana, y se sienta rechazado cuando Marta lo deja a solas con María para ocuparse del cuidado de la casa. 

Quiero un papa que critique al gobernador que castigó a su primo por denunciarlo como corrupto y compare al rey con la zorra. Que no acepte que la casa de Dios se transforme en un lugar de comercio y de especulación financiera, y que tenga el coraje de cerrar las puertas del Banco del Espíritu Santo con sede en el Vaticano. 

Permita el Señor que en breve tengamos un papa que atienda a un oficial romano, a una mujer fenicia, a un doctor de la ley, sin pedirles comprobante de identidad religiosa ni negarles favores. 

El papa de mis sueños adopta como símbolo de su fe, el pan y no la cruz, y hace del compartir la comida y la bebida un sacramento. No teme ser preso, torturado y condenado a muerte por los poderosos que se erigen en oráculos divinos, y prefiere la compañía de los pecadores a los supuestamente santos. 

Prefiero un papa que ose condenar a los infiernos a un rico derrochador y enviar a los cielos a un pobre mendigo lleno de llagas; bendiga como legítima la ocupación de un sembrado de trigo por quienes tienen hambre y critique a los que acumulan tierras sobre tierras. 

Ruego para que un día nos sea dado un papa capaz de hacer de la Iglesia luz en el mundo, sal en la comida, levadura en la masa, y en donde prevalezca el amor sobre la disciplina, la misericordia sobre la condena, la alegría sobre el dolor, la gracia sobre el pecado, el perdón sobre la censura, la tolerancia sobre la intransigencia, el servicio sobre el autoritarismo. 

Quiero algo muy sencillo: un papa en cuyo rostro, gestos, palabras e iniciativas se transparente Jesús de Nazaret.


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Última modificación: 30 de July de 2010