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Otro Dios es posible. Por Bruno Bimbi“La Biblia no debe ser leída en forma literal, sino tomando en cuenta el contexto histórico en el que fue escrita. Pasajes bíblicos aislados y fuera de contexto han sido usados para justificar el racismo y el sometimiento de las mujeres, así como hoy son usados para atacar a los homosexuales. Pero todos somos iguales ante Dios y es posible ser gay y ser religioso”. Las palabras citadas fueron pronunciadas en el salón de la Pastoral Anchieta, ubicado en el subsuelo de la Iglesia “Sagrado Coração”, en el campus de la Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro (PUC-Rio). Allí, la teóloga Maria Cristina Furtado fue la primera oradora del debate sobre “Homofobia y religión” organizado por el Departamento de Servicio Social de la casa de estudios administrada por la Compañía de Jesús. Luego de su intervención, el padre Luis Correa Lima, cura, teólogo, docente de la PUC-Rio y doctor en Historia por la UnB, justificó la apertura de esta institución católica al debate sobre la discriminación contra gays y lesbianas: “La universidad es formadora de opinión en la sociedad y por eso es importante que abra sus puertas a estos debates, aunque los cambios en la iglesia sean lentos”. El evento comenzó con la proyección del documental For de Bible tells me so (“Porque lo dice la Biblia”), que presenta las historias de vida de cinco familias norteamericanas católicas y protestantes, profundamente religiosas, que debieron enfrentar sus propios prejuicios ante la revelación de la homosexualidad de alguno de sus miembros, y cuestiona abiertamente la lectura homofóbica de los textos bíblicos. El documental incluye las opiniones de un rabino ortodoxo, curas, pastores y un profesor de Harvard que sostienen que “el verdadero pecado no es la homosexualidad, sino la homofobia”. EL OBISPO GAY. Uno de los protagonistas del documental es el obispo de la diócesis de New Hampshire de la Iglesia Episcopal, Gene Robinson. La Iglesia Episcopal forma parte de la comunidad anglicana, con unos 75 millones de fieles en todo el mundo, y la consagración de Robinson en 2004, tras once horas de debate entre los obispos, produjo una crisis que casi termina con su división, dado que los sectores más conservadores no aceptaban tener en las filas de su iglesia un obispo abiertamente gay, que al momento de su consagración llevaba 15 años en pareja con otro hombre. Indignados, 19 obispos conservadores amenazaron públicamente con un cisma y la ceremonia de asunción de Robinson estuvo marcada por ruidosas protestas, de un lado, y manifestaciones de apoyo que reunieron a unas cuatro mil personas, del otro, algo inusual en una ceremonia religiosa. Robinson agradeció las muestras de solidaridad y afirmó: “Sospecho que vendrán otras consagraciones y se recibirá abiertamente a personas gays y lesbianas en posiciones de liderazgo dentro de la Iglesia”. El arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, guía espiritual de los anglicanos en el mundo, apoyó la consagración del primer obispo gay y dijo a la BBC que “Dios nos enseñará en nuestras divisiones y un día el agradecimiento y el arrepentimiento nos llevarán compartir lo que hemos aprendido”. El documental cuenta la historia de vida del ahora obispo, nacido en el seno
de una familia religiosa y conservadora con muchos prejuicios sobre la
homosexualidad. Robinson estuvo casado con una mujer, de la que finalmente se
separó al llegar a la conclusión de que no podía cambiarse a sí mismo. Una
noche, finalmente, viajó al pueblo de sus padres para decirles la verdad. “El
viaje de regreso a Kentucky fue quizás el más largo que jamás he tomado. Estaba
avergonzado por haberme divorciado y no había una manera fácil de decirles que
era gay. No recuerdo si fue algo que dijo mi padre o lo que vi en su cara, pero
no creí que fueran a dejarme pasar la noche en su casa”. Sus padres, que esa
noche le pidieron que no le contara a nadie que era gay, lo acompañaron
orgullosos, años después, en su ceremonia de consagración, que reunió a la
prensa de todo el mundo. “UNA ABOMINACIÓN”. Sin dudas, una de las historias más fuertes del documental es la de una madre
que rechazó a su hija luego de que esta le dijera que era lesbiana, alejándose
de ella hasta que, nueve meses después de su último contacto por carta, la joven
decidió quitarse la vida. Anna se colgó dentro de su armario con la correa de su
perro. La mujer comenzó entonces a cuestionarse todo lo que había creído hasta
entonces. “Mi hija está muerta por las mentiras que me enseñó la Iglesia. Tuvo
que morir para que yo investigara sobre la homosexualidad. Me habían enseñado
que era una abominación”, se la ve decir años después a la madre de Anna en un
acto público. Estas lecturas selectivas de la Biblia, realizadas para condenar a los homosexuales, son señaladas en el documental. Con mucho más detalle, están incluidas en el libro “Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad”, de John Boswell, quien fuera profesor de historia medieval en la Universidad de Yale. Es probable que los descubrimientos de Boswell hayan inspirado a los autores del filme. Además de cuestionar las interpretaciones homofóbicas de las escrituras, este historiador demostró que las traducciones actuales de la Biblia están llenas de cambios intencionales, destinados a justificar el odio anti gay (sus análisis de la expresión “contra natura” y del mito de Sodoma y Gomorra son reveladores) y presentó pruebas de que la condena cristiana a la homosexualidad no siempre existió y que hubo, siglos atrás, religiosos abiertamente homosexuales y bodas entre hombres celebradas por el rito cristiano. “HABLAMOS DE ESTAS COSAS Y NO SE CAYÓ EL TECHO”. El cura Luis Correa Lima, promotor de la proyección del documental, coordina una línea de investigación titulada “Diversidad sexual, ciudadanía y catolicismo” en la Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro, donde actúa como docente. El proyecto se propone “analizar la compleja relación entre el catolicismo y la homosexualidad, y sus repercusiones en el espacio público y en el ejercicio de la ciudadanía” y ya hay varios estudiantes realizando investigaciones de maestría y doctorado sobre estos temas. Consultado por este diario, el padre Luis explicó que “durante mi trabajo como cura encontré personas que atravesaron conflictos con su familia y con su fe por su homosexualidad y pensé que debía hacer algo. Hace unos años, hubo un debate sobre homosexualidad y fe cristiana en la Pastoral y el techo no se cayó. Sé que hay personas a las que esto no les gusta, pero esto es una universidad; católica, pero no deja de ser una universidad. La apertura para la realidad es fundamental y yo pido permiso sólo cuando es estrictamente necesario”. |
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