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"Donde la Iglesia no engendre una fe liberadora, sino que difunda opresión, sea esta moral, política o religiosa, habrá que oponerle resistencia por amor a Cristo".
Jürgen Moltmann

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¿Quién mató a Cristo?
(Reflexiones para el Viernes Santo por Quito Mariani)


El dolor humano es una realidad misteriosa. No menos que el amor. Nunca se puede explorar completamente su sentido. El dolor como instrumento de fracaso y sufrimiento. El amor, como camino a la felicidad . Este como fuente de sentido. Aquel como contrasentido.

En la Cruz, Jesús de Nazaret, sufre. Quizás no más que muchos seres humanos sometidos a torturas por distintas causas y distintos autores. Pero el sufrimiento de Cristo es el sufrimiento del Mesías, del enviado de Dios, del Hijo de Dios, para nosotros.

Tratamos por eso, de descubrir en él un camino para responder, en algún nivel, a esta incógnita del dolor humano.

Y para esto es necesario responder a la pregunta que titula esta reflexión.¿Quién lo mató?

¿Dios? que “lo entregó a la muerte” como mandante de los que lo ejecutaron?

¿Los judíos? Que se rebelaron contra su mensaje desvalorizador de la Ley?

¿El mismo? Que, en una especie de suicidio quiso entregar su vida?

Ninguna de estas propuestas es correcta. Pero se han aceptado muchas veces.

La primera para presentar a un Dios que no se satisface sino con el sacrificio y la muerte de las víctimas. Dando así sentido al dolor humano como reparación de los pecados o como castigo de los mismos.

La segunda, para cargar al pueblo judío con una denominación tremenda: “pueblo deicida”, fuente indudable de un antisemitismo de incalculables consecuencias.

La tercera, para darle sentido de resignación al sufrimiento, por más injustas que sean las causa que lo producen, y convertirlo así en mérito para un premio eterno.

NO! En estas propuestas no se contiene el camino para solucionar la incógnita del sentido del dolor humano. Cristo sufre por amor. Defendiendo hasta la muerte una conducta y un mensaje que devuelven plenitud de sentido al ser humano reivindicando sus valores más profundos. Y ese sufrimiento, el de tantos defensores de la causa del hombre, tiene sentido de heroísmo. Sufrimiento por amor.

El otro sufrimiento, el causado por la enfermedad u otras causas naturales, no tiene sentido en sí mismo. Hay que darle sentido. Aceptándolo como instrumento de maduración. Como solidaridad con otros. Como acicate para luchar por remediar sus causas. Y, cuando nada de esto es posible, tratando de convertirlo en una situación de amor que se recibe y se entrega.
Es decir, asociarlo de algún modo al amor. Aunque con frecuencia pueda llegar a superar nuestra fuerzas.


 


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Última modificación: 30 de July de 2010