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VIA CRUCIS 30 AÑOS DEL GOLPE - Por Quito MarianiIntroducciónHay un Via Crucis de la Argentina que aun no ha terminado. Hijos que buscan a sus padres. Padres y abuelos que buscan a sus hijos y nietos. Descubrimiento de fosas comunes que ocultan el horror de las ejecuciones en masa. Recursos políticos y financieros para eludir la justicia. Vacío generacional privándonos de una cantidad de valores humanos, profesionales, juveniles. Destape de archivos que denuncian la crueldad de las torturas infligidas a los sospechados de estar material o ideológicamente complicados con la guerrilla. Y el miedo como herencia subrepticia que interrumpe cualquier intención de compromiso. Muchos opinan que hay dar duro a ambas partes. Que hubo dos demonios. Que la guerrilla fue alimentada por intereses extraños y cometió acciones abominables. Que no hay que mirar sólo la represión militar y oficial desmedida, junto con las organizaciones clandestinas que hacían lo suyo desde la triple “A”, sino también tantos atentados contra inocentes producidos por la guerrilla. Y es cierto que los jóvenes idealistas que se fueron comprometiendo cada vez con más intensidad en las luchas por la justicia, fueron dando insensiblemente los pasos que los llevaron a usar los mismos métodos del enemigo. Pero no hay que olvidar que el proceso estaba desatado desde el poder, mucho antes de que ellos tomaran las armas con la ilusión de un cambio definitivo a favor de la justicia. Por eso el dolor subsiste. Por eso la impunidad duele. Por eso las fosas comunes profanando la tierra querida, y los cadáveres arrojados al fondo de ríos y mares, y los mártires anónimos despersonalizados que deambulan ignorados en institutos psiquiátricos, y los niños robados siguen siendo un camino de sufrimiento y de cruz. Por eso nuestro Via Crucis evocando el sufrimiento de 30 años del Golpe Militar
1ra. estaciónEl poder opresor y cobarde (incluye los episodios de Pilatos, Herodes y el Sanedrín) Había un reclamo desde la clase dominante. Se golpeaban los cuarteles. El Gobierno no era capaz de controlar la rebeldía social, ni tampoco la crueldad de sus esbirros clandestinos. Y estalló el Golpe militar. Y comenzó la guerra sucia. Pisoteando la libertad, las leyes, el respeto a la dignidad de los seres humanos, el juicio de la historia. Y como Pilatos, todos fueron lavándose las manos. Obediencia debida. Y los altos mandos arguyendo la necesidad de amputar para salvar el campo social. Redentores y mesías no de ofrecimiento de sus vidas para mejorar las cosas sino cegadores de vidas y libertades para saciar su conciencia de opresores y dueños de la historia. Es horroroso pensar que esto pueda haber sido admitido por una ley de la democracia. Obediencia debida. Y tenido en cuenta para provocar absoluciones de delitos horribles. Pero mirémonos un poco a nosotros mismos. ¿No practicamos en ocasiones este principio de “obediencia debida” por cobardía, por descompromiso, por resignación ante la injusticia, por preferir la tranquilidad a la inviolabilidad de los derechos humanos? ¿No admitimos que unos son superiores a otros y los primeros tienen derecho y hasta deber de imponer sus criterios s los otros? En los hogares, en los grupos, en la sociedad no es bastante frecuente constatarlo? Aquello no tiene perdón porque no hubo arrepentimiento. Esto, lo de cada uno, exige conversión
Canto “Polca del hombre nuevo” de Zini)
Revisión de vida (en vistas a la reconciliación comunitaria) Deslealtades, condenas apresuradas e inapelables, silencio ante las injusticias, cobardía para expresar objeciones, indiferencia para comprometerse a remediar cuestiones al alcance propio
2da EstaciónEl peso de la cruz (incluye la carga con la cruz las tres caídas bajo su peso) Con descripciones tan patéticas e irreales como las de Mel Gibson en La Pasión, nos conmovemos hasta las lágrimas. Los métodos modernos de torturas que se usaron en los años de plomo, para lograr confesiones y delaciones o para castigar a los que fueron apresados por una red infame de cómplices del poder que facilitaron e inventaron listas para posesionarse de un lugar o un privilegio, exceden todo lo que pudo pensarse en tiempos de Cristo. La ira de los torturadores no sólo era obediencia a los mandos sino rabia contra ellos mismos, contra su cobardía, contra su humanidad resentida en la base de todos los afectos y gratificaciones, contra su incapacidad de sentirse responsables de ser seres humanos. Y por eso no había frenos y hasta se pudo hablar del placer de torturar. Ver el sufrimiento desfilando a nuestro lado nos acostumbra a ser insensibles. No se trata sólo de conmoverse hasta las lágrimas, Se trata de poner una cuota aunque sea pequeña para aliviar ese sufrimiento. Cultivar la insensibilidad es un daño social y un daño personal, aunque haya detrás excelentes argumentos. Las grandes calamidades nos hacen solidarios a la fuerza. No son los soldados romanos sino las circunstancias que nos aprietan las que nos obligan a considerar el mal del otro como propio para que el nuestro sea considerado como de todos los demás.
Canto “Sólo le pido a Dios” de León Gieco
Revisión de vida Cerrazón para ayudar a los oprimidos. Las desventajas de la limosna y las actitudes de compromiso. Falta de comprensión para con los sufrimientos y rebeldías ajenas. Juicios descalificantes contra los más pobres en bienes materiales, educación, nivel intelectual etc. Discriminaciones
3ra. EstaciónLos que ayudan a soportar el peso de la cruz (incluye al cirineo y la Verónica) Mucha gente miró hacia otro lado. Muchos dijeron después, cuando ya era imposible negarse a reconocer los hechos: “No sabíamos ni creíamos que eso estuviera pasando” Quienes viajaban al exterior volvían admirados de lo que fuera se decía de Argentina y suponían que era una trama maligna armada por la prensa para desacreditarnos. Y lo que pasaba en la casa del lado era ignorado por el vecino. El razonamiento excusa era: “ algo habrá hecho para que le allanen la casa, le secuestren el hijo, lo acribillen a balazos.” Y había además un silencio que defraudaba las expectativas de quienes creyeron durante mucho tiempo que iba a convertirse en grito que traspasara las fronteras y detuviera la masacre. El silencio de la iglesia oficial, apenas remediado por algunas tímidas menciones en los documentos de ese período. Pero hubo también muchas voces y acciones que fortalecían a víctimas y familiares. De organismos de derechos humanos, de predicadores valientes que denunciaban los hechos, de grupos de distintas denominaciones cristianas que no cesaban de dar a publicidad las atrocidades, de obispos que al margen de la tibieza oficial fueron arriesgando su vida por no callarse y trabajar por la justicia, de padres y madres que peregrinaron sin descanso buscando y reclamando a sus hijos, de personajes anónimos que complicados con las estructuras de opresión no aguantaban tanta crueldad y proporcionaban ligeros y ocultos alivios a torturados y presos.
Canto: “Yo vengo a ofrecer mi corazón” de Fito Páez
Revisión de vida Pereza o despreocupación en el uso de mis capacidades y cualidades para el servicio. Comercialización de servicios como la medicina. Descuido en buscar motivaciones que me hagan resultar más liviano el peso del trabajo o los deberes cotidianos
4ta. EstaciónLas mujeres (encuentro con María, las mujeres de Jerusalén, las que van de madrugada al sepulcro) Aquí el corazón se estremece cuando quiere calcular el dolor de las madres que habiendo educado a sus hijos para un compromiso por un mundo más justo, los vieron despedazados, torturados, desaparecidos sin rastros. Y de las embarazadas que vieron el cuerpecito sucio de su hijo o hija saliendo de su vientre y tuvieron que soportar su desaparición a manos de los carceleros sin haber escuchado más que el primer grito, el de la vida y, al mismo tiempo, el de la angustia de la separación. Y el testimonio cruel y bestial de las violaciones entre carcajadas con que, en muchos casos, los torturadores descargaban la presión de su propia conciencia, o desahogaban sus instintos animales. Porque las madres no se quedaron en sus casas. Fueron a la plaza. Y se ataron las cabezas con un pañuelo que era luto y esperanza. Blanco para ser divisado desde todas las distancias. Blanco para simbolizar la ausencia de color en sus vidas por la ausencia de sus hijos. Blanco, como reclamo de paz y de justicia. Se las persiguió, se las ridiculizó, se las tachó de manejadas políticamente, se aprovecharon sus diferencias en juicios y decisiones concretas para dividirlas y debilitarlas. Pero siguieron su lucha. La que muchos varones interrumpieron desilusionados, temerosos o vendidos. Y se prolongaron en abuelas con el gran objetivo de reencontrar a los hijos y a los nietos. Y fue una mujer la que desafiando la orden de los secuestradores salió corriendo a comunicar el atropello contra los seminaristas de La Sallete y la angustia de su voz en el teléfono superó las distancias… y en el mundo se supo la verdad.
Canto “Las manos de mi madre” de Carabajal
Revisión de vida Desvalorización de la mujer en la sociedad y en la familia. Falta de aprecio a la dignidad de la sexualidad en los detalles de torpeza o falta de respeto. Frialdad ante las expresiones de ternura o delicadeza. Descuido de la amabilidad en las relaciones en el seno de la familia, como si allí tuviéramos derecho a descargar todas las tensiones.
5ta EstaciónSoledad (incluye el despojo de las vestiduras, el abandono de los discípulos, la fijación en la cruz y la muerte de Jesús) La experiencia de sentirse abandonado es terrible. La seguridad de que ya nunca nadie podrá ocuparse de nosotros ahonda la tragedia. Tirados en las cárceles, torturados en las oficinas, traicionados en las confesiones sacramentales, sin posibilidades de comunicación con los más próximos, con los ojos vendados e imposibilitados de prever el castigo del bastón que los golpeaba o del vigía que los insultaba y amenazaba de muerte. Todo el mal físico agigantado por el mal espiritual de la soledad De una soledad intensificada hasta por el nombre de Dios pronunciado por aquellos labios Debió ser una experiencia terrible esto de vivir la certeza de que a pesar de estar vivos, se les había cercenado todas las posibilidades de comunicación Hay muchas cosas que pueden disgustarnos en la convivencia. Algunas pequeñas, agrandadas por nuestra susceptibilidad y otras verdaderamente importantes que implican injusticia, menosprecio o cosas parecidas. Y no tenemos reparo en interrumpir la comunicación En privar a otros de nuestra proximidad y en privarnos nosotros mismo de su compañía. Así se rompen vínculos familiares, amistades, afectos. A la luz de aquella realidad de desamparo y desesperación será bueno revalorizar la comunicación, el aguante, los esfuerzos de comprensión, la tolerancia para no producir soledades y para remediar las que en un momento pueden haberse producido irremediablemente.
Canto “Honrar la vida” de Eladia Blázquez
Revisión de vida Falta de aguante como quisiéramos ser aguantados.-Ruptura de comunicación por motivos pequeños.-Condena a la soledad a los más débiles: enfermos, discapacitados, ancianos, ignorantes, deprimidos mezquinando hasta los pequeños gestos que pueden consolar
6ta. EstaciónUna ventana a la vida (descendimiento de la cruz y resurrección) Desaparecidos, muertos, inhabilitados psíquicamente, allí pareció terminar su vida. Nos dejaron sin ellos en un número tan grande que su vacío aparece en todos los espacios que ellos hubieran cubierto. Como hijos, padres, esposos, esposas, profesionales, trabajadores, sacerdotes, religiosas. Un vacío que ha hecho retroceder a la sociedad y a la iglesia que se hubieron apoyado en su pujanza renovadora. Pero ellos no han muerto, no han desaparecido. Su aliento de vida está en los hijos, madres y abuelas que siguen buscando. Sus ansias de justicia golpean las puertas de los Tribunales y el poder, y hasta logran sentencias y decretos que comienzan a borrar la impunidad y a avergonzar a los genocidas. Sus voces se siguen escuchando en los escraches que quitan tranquilidad y desenmascaran a los verdugos. Los pedidos hipócritas de los que dicen que hay que olvidar para seguir adelante se topan con la firmeza de los que se apoyan en la memoria para trabajar por la recuperación de la sociedad y de la iglesia. La muerte de los que se fueron muerte es resurrección en nuestras manos. La oscuridad de su ausencia de vuelve luz en nuestra acción y nuestro compromiso.
Canto final “Gracias a la vida” de Violeta Parra |
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