El discurso de la Sra. Presidenta, inaugurando un nuevo período do legislativo, una vez más deslumbró por la muestra de agilidad mental, profundización de cada uno de los temas y firmeza en la presentación de sus decisiones. Sin improvisación, sin papel, pero con un manejo admirable de la expresión, la palabra y el pensamiento, se trató, aunque muchos no quieran reconocerlo, de un acontecimiento poco acostumbrado en todas las exposiciones de otros presidentes en las mismas circunstancias.
Pero, indudablemente, la sinceridad cruda con que trató varios problemas le acarreará muchas agresiones. Partirán flechas envenenadas desde muchos lados.
Y se explica, porque:
¿Cómo pudo afirmar la presidenta, que desde la Rosada es el gobierno y no las corporaciones las que gobiernan? ¿Qué corporaciones? ¿La del campo agroexporatador, la minera, la eclesiástica, la petrolera? ¿Existen acaso esas corporaciones? Y si existen, ¿son capaces de imponer sus propias decisiones y hacer prevalecer sus intereses particulares? Desde allí seguramente vendrán muchas flechas ensayando puntería definitoria.
Y ¿no fue un atrevimiento anunciar la prolongación del subsidio universal por hijo a las mujeres embarazadas? ¿Cómo le va a caer esto a la iglesia oficial que nunca ha hecho nada positivo para disminuir los abortos, o a los portales de Belén, que se benefician con el amparo a las madres solteras alquilándolas después para tareas domésticas? ¿no se está usando así NUESTRO dinero para fomentar la promiscuidad? Es otro rincón del que partirán flechas envenenadas y muy penetrantes (porque se humedecen con lo sagrado).
Pero el colmo del desafío fue hablar de una ley para impedir el lavado de dinero que tarda en definirse porque muchos de los que deben aprobarla, no tienen las manos suficientemente lavadas. Como en la reacción ante la estatización de las AFJP los capitales espúreos y los buitres lanzarán picotazos desesperados.
Hay denuncias dolorosas. La del trabajo esclavo por parte de las grandes empresas graníferas, que es parte de un panorama todavía muy incompleto y se está tratando de ocultar rápidamente como el caso de las millonarias evasiones impositivas. La de la complicidad de gremialistas que debieron defender a los trabajadores y se entretuvieron en otros menesteres. La resistencia a la nueva ley de trabajo rural que trata de recuperar y actualizar el famoso “estatuto del peón”. Todo esto constituye un baldón muy grande para esas firmas poderosísimas y con raíces internacionales. ¿Podrá el gobierno resistir a las tremendas presiones que se originarán en esos sectores?
Finalmente la prometida ley de propiedad de la tierra que pondrá límites a la rapiña de los que aprovechándose de la necesidad de los propietarios compran por monedas realizando negocios gigantescos. Se trata también de grandes capitales internacionales que reaccionarán agresivamente.
Una lluvia de flechas envenenadas partirán seguramente desde todos estos rincones y hay que estar preparados para esquivarlas.