El acontecimiento más notable, de trascendencia nacional y hasta internacional, fue la disputa entre dos clubes famosos por su historia futbolística y la cantidad y fervor de sus hinchas. River Plate y Belgrano. O quizás entre dos ciudades, Buenos Aires y Córdoba. O quizás entre dos geografías políticas, el centro y la periferia, la capital portuaria y el interior rodeado por las provincias vecinas. La dimensión que cobró este encuentro deportivo, que culminó en ambos partidos, el de cotejo y el de revancha, con manifestaciones de extremada violencia, hace pensar en raíces más profundas que una competencia deportiva. No se dieron casos de muerte, gracias a la meticulosa vigilancia policial, pero sí de muchos heridos y detenidos,.
Entre los elementos intervinientes desde las raíces, están esas rivalidades en que la superioridad de unos, los de la “capi”, explicitada en la residencia de los más poderosos económica y políticamente, así como también de los máximos capitales exportadores, origina una especie de actitud sobradora para con los del interior. Y de allí surge naturalmente la conflictividad en las relaciones. Aunque se haya atenuado mucho entre nosotros esa animadversión, sigue vigente en lo profundo. Otro motivo es también la insistencia de la prensa que, en el afán de vender, dedica una abundancia de espacios a la publicidad de estos eventos, que avivan las simpatías o las antipatías, hasta convertirlas en desafiantes Como indudablemente juega también una necesidad, a nivel popular, de liberarse de tensiones laborales o sociales no limitada por los altos costos de las entradas ni las ausencias injustificadas a los lugares de trabajo.
Mi interpretación de la violencia en el primer partido se debió a la previsión riverplatense, de que se acercaba la derrota. Y por eso la invasión del campo y la destrucción desenfrenada. Y en la revancha, una involución culpabilizante señalando a los protagonistas y dirigentes, como sucede con frecuencia.
Acabo de recibir un mail sin firma, por supuesto, en que con la consulta de los padrones del 2009 se afirma que figuran como habilitados para votar los hijos de Hebe Bonafini (Jorge y Raúl) desaparecidos. De allí se sacan dos conclusiones: 1ra. que en realidad están “vivitos y coleando”(sic) radicados posiblemente en París. 2da. Que los padrones se estructuran así, con muertos o desaparecidos para que así pueda lograr la mayoría en las urnas el gobierno actual. A esto se añade una cantidad de datos de cheques rechazados con la firma de Hebe como presidenta de Madres. Y una cantidad de afirmaciones que hacen fácil identificar al autor o autores como partidarios de la dictadura y la impunidad de los genocidas.
¿Para qué? puede preguntarse uno. Creo que la táctica preelectoral de gran parte de la oposición, animada por importantes y monopólicos medios de prensa, es destrozar con violencia cualquier estructura que se oponga a sus objetivos de acabar con la “memoria” y dejar de insistir en una más justa distribución de los ingresos. Dos cosas que duelen a la conciencia y a los bolsillos de muchos interesados.
Una lectura más profunda lleva a concluir que están casi seguros de la derrota democrática y se quieren justificar de antemano no dejando títeres con cabeza, sobre todo a los grupos e instituciones defensoras de los derechos humanos. Y acusando al adversario de triunfar haciendo votar a los muertos.
La violencia en la cancha cordobesa denunciaba la inseguridad de los millonarios y anticipaba su derrota final.
Así quizás sucederá en Octubre.