Tema (Mc-10,36-52)
Jesús salía de Jericó seguido de la multitud. Un mendigo ciego llamado Bartimeo (hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino. Al oír que pasaba Jesús el nazareno se puso a gritar: Jesús hijo de David, ten piedad de mí! Jesús se detuvo y dijo :Llámenlo. Entonces llamaron al ciego diciéndole :ánimo levántate que él te llama. El ciego, arrojando el manto se puso de pie y de un salto fue hacia él. Jesús le preguntó: ¿qué quieres que haga por ti? El respondió : Maestro! Que me devuelvas la vista. Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Enseguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.
Síntesis de la homilía
La precisión narrativa de Marcos queda manifiesta en el ordenamiento de estos acontecimientos con una sucesión pedagógica y simbólica muy precisa. Están de camino. De camino hacia Jerusalén. De camino en el crecimiento de la comprensión de lo que deberá ser su destino posterior. Un camino en el que Jesús va quitando los obstáculos que pueden entorpecer los objetivos que se persiguen: La tradición conservadora, la previsión de los sufrimientos de la pasión, la visión de un reino temporal nacionalista, las posesiones y el dinero, el afán de grandeza, la ambición de poder. Los discípulos no han asimilado lo escuchado o, como suele suceder, han tomado en cuenta sólo lo que ellos mismos creían y querían. Se han escuchado a sí mismos a pesar de recibir las palabras del maestro. Al salir de Jericó para seguir el camino, un ciego está instalado con su discapacidad y su pobreza. Se va a convertir en una gran enseñanza para los discípulos. Al escuchar el tumulto de la gente y enterarse de que están acompañando a Jesús grita. No pueden impedírselo. Su grito es la aclamación del mesías liberador. Jesús lo cura, señalándole que es su propia confianza la que lo ha salvado. Y el hombre, con la vista recuperada, lo sigue. Se convierte en discípulo, como anunciando la curación de la ceguera que todavía afectaba a los doce.
Con mucha frecuencia escuchamos una denuncia que tiene mucho de verdad. La Iglesia, esta Iglesia que se dice poseedora de la única verdad revelada por Jesús, lleva dos mil años de acción en la historia de la humanidad. Y los grandes pecados en contra de la dignidad humana que se permitía el paganismo, no han cesado. Y lo que es peor, se han cometido y se cometen aún muchas veces, con la calificación de cristianos porque sus protagonistas hacen pública profesión de su pertenencia a la Iglesia con cumplimiento de sus prácticas, devociones y donaciones de sostén. ¿Es que no han escuchado el mensaje de Jesús y no están al tanto del testimonio de los escritos que nos trasmiten su figura? La explicación es la misma que se puede dar a la dificultad de los doce para entender y asimilar las enseñanzas del maestro. Interpretan de acuerdo a sus intereses. Miran sin mirar y escuchan sin escuchar. Se escuchan tanto a sí mismos que desfigurando lo que se les enseña, creen que observan la fidelidad, Así es explicable también el empecinamiento con que dentro de la iglesia muchos se refugian en lo exterior del culto y mantienen su corazón alejado. Marcos quiere dejar la enseñanza de que para ser discípulos, hay que tener voluntad sincera de escuchar y de ver.