Tema Lucas 21,25 – 28 y 34-36
Dijo Jesús: en aquel tiempo habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, los pueblos serán presa de la angustia y no sabrán a dónde ir ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo. Porque los astros se conmoverán. Entonces verán a hijo del hombre venir sobre una nube lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto tengan ánimo y levanten las cabezas porque está por llegarles la liberación. Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, las embriagueces y preocupaciones de la vida para que e se día no los tome por sorpresa como una trampa, porque así vendrá sobre todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente para quedar a salvo de todo lo que va a ocurrir. Así podrán comparecer ante el Hijo del Hombre.
Síntesis de la homilía
El escrito de Lucas data de alrededor del año 85. Teniendo en cuenta que los evangelios no tienen una precisión histórica sino que sus escritores utilizan hechos y palabras para trasmitir a través de los tiempos, pero principalmente a sus comunidades, la sustancia del mensaje de Jesús, no nos puede asombrar que la caída de Jerusalén ocurrida en el año 70 sea motivo de esta descripción “post factum” que nos entrega Lucas. Para el Jesús de Lucas, un judío de corazón plenamente injertado en la cultura de su pueblo y su gente, el hecho de la destrucción y profanación del templo y la ciudad destinada a convocar a todos los pueblos de la tierra, lo impresionó profundamente. De modo que Lucas bien pudo poner estas palabras que repiten a los profetas(sobre todo Isaías 24 y Jeremías 4) en labios de Jesús, anunciando la caída de Jerusalén como un desastre cósmico, con la descripción del temblor del sol, la luna y las estrellas, los símbolos de la estabilidad de la creación, y la angustia de los que, destruida la ciudad convocante del único Dios, no saben a donde dirigirse . El optimismo vence sin embargo definitivamente y Lucas anuncia todo ese desastre como inicio de la liberación, la presencia del que viene sobre las nubes para vencer la fuerza amenazante del mar.
Todo lo cual estaba también en la mentalidad de Jesús asociada a la de ese pueblo siempre lejanos al mar cuyas costas ocupaban los filisteos y cuyas fragorosas tempestades era recibidas de oídas y cargadas de resultados aterrorizantes.
Todo esto para disipar una interpretación literal basada generalmente en la creencia de que Jesús como Dios tenía perfectamente conocido el futuro y por tanto se refería no a un acontecimiento pasado sino a un final de mundo, afirmado una cantidad de veces por queines descubrían las señales predichas sin advertir que todas se fueron dando en distintos tiempos …y “el mundo sigue andando”. Las consecuencias morales sí son valiosas. El que lo terrible de la experiencia del final del templo y la ciudad no induzca a la desesperación de las orgías, embriagueces y procupaciones que devoren la vida, sino al descubimiento del nuevo camino que es el presentado e instaurado por la vida y el mensaje de <jesús de Nazaret. Si ha de haber un final que muchos siguen afirmando gracias a los grandes avances científicos que destruyen sin reparo, las riquezas y la estabilidad del planeta, ese final ha de ser evitado o postergado por nosotros, seguros de que así colaboramos desde nuestras posibilidades a la construcción de un mundo mejor para todos.