1.Para caminar hacia una iglesia “pobre” que de verdad ponga en el centro de sus preocupaciones a los empobrecidos de este mundo, imitando al “buen samaritano”:
Nombrar a otra persona como Obispo de Roma que se haga responsable de esa diócesis, nombrar a un responsable laico del Estado Vaticano, exigir a todos los sacerdotes que son “embajadores”, los nuncios apostólicos, que trabajen en parroquias y que su lugar los ocupen también laicos y, sobre todo, como “Pater Pauperis” (Padre de los Pobres) ponga sus pies en una diócesis de algún país del tercer mundo y desde allí ofrezca su servicio de pastor de todos y todas.
2.Para caminar hacia una Iglesia “discípula” que no se crea dueña de la verdad y viva en un legítimo pluralismo teológico, siguiendo aquello de que “a nadie llamen padre, maestro, doctor”:
Levantar las censuras, las amonestaciones, las penas, las prohibiciones a todos los teólogos, biblistas, pastoralistas y fieles que hayan tenido procesos en la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, por lo menos, desde el Concilio Vaticano II hasta ahora.
3. Para caminar hacia una iglesia “inclusiva” que pueda abrirse a la libertad de conciencia, de pensamiento y de opinión ya que “el Espíritu sopla dónde y cómo quiere”:
Nombrar una comisión de expertos en ciencias humanas y sociales que propongan pronto un documento donde claramente se tome distancia la homofobia, se rechace claramente a teoría que considera la homosexualidad como “desorden grave”, que se valore la ideología de “genero” como un aporte indispensable para el respeto de la diversidad y se ponga en discusión toda la moral sexual eclesial.
4. Para caminar hacia una iglesia “pueblo” que pueda abrirse a otros modos de celebrar la fe sin la hegemonía del sacerdote jerarquía abriéndose a un ministerio popular sin clericalismos porque Jesús no fue sacerdote:
Permitir que todos los sacerdotes que fueron reducidos al estado laical, si así lo deseen, puedan hacerse cargo de comunidades y parroquias para el servicio pastoral, poner en debate el tema del celibato en particular y de la figura del sacerdote en general y permitir que fieles laicos puedan también celebrar la eucaristía y demás sacramentos.
Estos gestos, más que simple gestos simpáticos, dejarían en claro que comenzamos a caminar en otra dirección.