Tema (Mt.5, 20-37)
Les digo con seguridad que si la justicia de uds. no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entrarán en el reino de los cielos. Han oìdo que se dijo a los antepasados “no matarás” y el que mate será condenado por el tribunal. Pero yo les digo: todo aquel que se encolerice contra su hermano merece ser llevado a juicio y el que insulte como imbécil será reo ante el Sanhedrín y si lo llama renegado será merecedor de la gehena del fuego. Han oído que se dijo “no cometerás adulterio. Pero yo les digo que quien mira una mujer deseándola ya cometió adulterio con ella en su corazón. Han oído también que se dijo a los antepasados. No perjurarás sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo les digo que no juren en modo alguno, ni por el cielo porque es el trono de Dios ni por la tierra que es el escabel de sus pies, ni por Jerusalén porque es la ciudad del gran rey. Que el lenguaje de ustedes sea Sí, sí; o No, no. Lo que pasa de allí viene del Maligno.
Síntesis de la homilía
El reino de los cielos o reinado de Dios (para Mateo que se dirige a los judíos, Dios es el innombrable) es la novedad propiciada por Jesús como mensajero del Padre. Los mandamientos de la ley mosaica han establecido un reinado de Dios, concretado primero, en el reconocimiento de un dios sobre todos los dioses y luego del único Dios.
Pero toda la historia de los mandamientos y su cumplimiento por el pueblo judío no alcanza para establecer la marcha definitiva de la humanidad hacia la realización querida por ese único Dios principio y causa de todo lo que existe. Jesús está decidido a proclamar e instaurar ese reinado con su propia historia y se va a jugar por él, con todo. Después de establecido un programa y una perspectiva de futuro en el discurso de las bienaventuranzas, recurre a las comparaciones concretas para enseñar qué valores tienen que ser superados para que ese reinado de dios se vaya estableciendo. Y a eso vienen las exhortaciones de este trozo del evangelio de Mateo.
No basta el “no matar”. Eso es simplemente descartar un exceso una violación directa del primer valor de todo ser humano, la vida. Hay que dar pasos más comprometidos para llegar al amor que el la máxima expresión de la comunicación humana.No basta no cometer adulterio. Hay que purificar el corazón para cultivar una situación de respeto a la fidelidad entre los esposos, de modo que se acalle el deseo que muchas veces brota impulsiva y fuertemente. No se trata específicamente de una condenación de la atracción sexual, sino de la actitud respetuosa de la voluntad de quienes han establecido por el matrimonio una relación de fidelidad conveniente para ellos mismos y la sociedad. No basta huir del juramento que significa invocar a Dios como testigo de la propia honestidad al hacer una afirmación de presente o de futuro, o recurrir a otro de los elementos en directa relación con el creador porque no dependen de la inteligencia ni de la productividad del hombre. Hay que valorizar la palabra hasta que un monosílabo. “SI” ó “NO” sea suficiente para mantener en nivel de absoluta sinceridad la relación humana. Juzgando nuestra realidad, pareciera que tenemos que volver atrás. Contentarnos con restaurar la vigencia de la ley en cada una de las formas de conducta expresadas en este pasaje. La agresividad de las palabras ya se ha transformado en recurso a la muerte y desaparición de la persona. El adulterio es justificado muchas veces como la expresión de un deseo fomentado hasta hacerse incontenible. La palabra debe asegurarse con multiplicidad de testigos de diversa índole que dejan incluso atrás los juramentos más solemnes. El pasaje de Mateo abre nuestra conciencia a enfrentar estas realidades con la autenticidad de nuestra adhesión a la construcción del reinado de Dios.