Homilías Dominicales. Domingo 28 de diciembre de 2014 – Festividad de la familia de Jesús Por Guillermo “Quito” Mariani

 Tema (lc.2,22 y 39-40)

Llegado el tiempo de la purificación legal de maría fueron con José y el bebé al templo. Un hombre justo que esperaba el consuelo de Israel, Simeón

los recibió y tomando al niño en sus brazos alabó a Dios diciendo:Ahora puedes dejar Señor que tu siervo muera en paz, porque mis ojos han visto la salvación de Israel…

Su padre y su madre estaban maravillados por oirle. Bendiciéndolos Simeón añadió “este niñpo será causa de caída y elevación para muchos en Israel y a ti mism una espada te traspasará el corazón.

Había cerca una profetiza de nombre Ana, ya entrada en años: Se presentó en ese momento y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Israel.

José y María después de cumplir todo lo que mandaba la ley volvieron a su casa y el niño crecía en sabiduría y simpatía delante de todos (se trata de una síntesisn porque es un pasaje extremadamente largo)

 

Síntesis de la homilía

Sagrada familia llamaba la tradición a la familia de Jesús. Así la Iglesia alejó en la práctica lo que Pablo afirma con fuerza señalando a Jesús igual a nosotros en todo menos en el pecado. Sagrado significa separado, distinto, selecto. Ni Jesús ni su familia lo fueron.

La importancia de esta celebración, tan próxima a la Navidad, se coloca en la expectativa de que esa familia con sus virtudes se convierta en orientadora de la conducta familiar cristiana. Hay varios obstáculos para que esto se realice. Primero la diferencia absoluta de orden cultural y por tanto de concepción de la familia. Además la irregularidad de la relación de María y José, que la Iglesia definió con el dogma de la virginidad perpetua y se afirmó en pleno siglo XIII en ocasión de la disputa teológica entre Scotistas y Tomistas (franciscanos y dominicos) que quedó solucionada con la célebre frase de Cirilo de Alejandría “potuit, decuit, ergo fecit”. (pudo, estaba bien, lo hizo)atribuyendo a Dios este proceder lógico humanamente. Cuenta también el reducido papel de formadores que asigna la tradición a María y José suponiendo que Jesús-Dios, era absolutamente perfecto.

Que podamos admirar y agradecer la voluntad de María de sujetarse a lo que pensaba que era voluntad del Yahvé; que admiremos la prudencia y reserva de José ante lo imprevisto del embarazo; está bien. Pero todas estas cosas no pueden constituir un ejemplo a imitar, sino en su sentido más profundo de sujeción a la voluntad de Dios conocida por los signos de los tiempos, la conciencia personal y la disponibilidad para cualquier acto de generosidad exigido por su misión de padres de Jesús, un chico “superdotado”.

Ese es el sentido que damos a nuestra conmemoración. Recuperación del sentido de la familia como raíz y escuela del amor social y por tanto de la realización paulatina del reinado de Dios entre los hombres. Cultivo permanente y profundo de la relación marital con sus diversos componente se sentimientos, sexualidad, compañía en la acción, sostén en las dificultades, gozos compartidos y proyecto de vida. Sentido de generosidad para aprender de las dificultades y carencias en la historia de cada familia, el corazón se abra a la comprensión de los problemas de toda índole e intensidad que pueden producirse en otras familias.

 

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