El hambre puede esperar, los líderes están reunidos. Por José Carlos García Fajardo

Cuando luchar contra el hambre es solo una estadística, nunca es una prioridad política. Mientras que usted leía la frase anterior ha muerto un niño a causa de la pobreza. Ya son dos después de la segunda y la cuenta sigue. Cada cinco segundos fallece un niño por causa de la miseria (22.000 niños al día, según UNICEF). En 10 días habrán muerto casi tantos como en el tsunami de 2004. No es una tragedia visible como un terremoto, es solo muerte lenta lejos de las noticias y de la atención política.

Si la reunión de Nueva York con más de 140 jefes de Estado y de Gobierno para hablar de los Objetivos del Milenio se celebrara en una aldea de Níger, y durase un mes, y cada uno de los líderes, asesores, jefes de presa e imagen y demás cohorte tuvieran que soportar durante ese tiempo razonable las condiciones de vida de una parte significativa de los habitantes del planeta, podríamos albergar ciertas esperanzas de que se les ocurra alguna idea.

Diez años después del alumbramiento de los objetivos se habla más de revisarlos (modernizarlos, ajustarlos; cualquier eufemismo del recorte) que analizar por qué se están incumpliendo. Si faltaron medios o sobró entusiasmo en las promesas ante las cámaras de televisión. Un título más acertado a la reunión convocada por el secretario general de la ONU sería Los fracasos del Milenio.

El primero de los objetivos era erradicar la pobreza extrema en 15 años. La realidad indica que en 10 años han aumentado en 100 millones la cifra de pobres, solo en el último 60 millones. Oxfam recuerda que de septiembre de 2010 a 2015 es probable que mueran 1,2 millones de niños menores de cinco años por falta de alimento y atención médica. Más de mil millones de personas carecen de acceso a agua potable. En 2015, la fecha-objetivo del Milenio, habrá 100 más. En esta página de RTVE, que incluye imágenes, se analizan el grado de (in)cumplimiento de los ocho objetivos.

Los países ricos se comprometieron en 2005 en la Cumbre de Gleneagles a aumentar en cinco años la ayuda al Tercer Mundo en 50.000 millones de dólares. Llegado 2010 faltan 20.000 millones. Fue una cita llena de frases hermosas y nulos resultados.

El relator especial de Naciones Unidas del derecho a alimentación, Oliver de Shutter, ha pedido en su informeprevio a la cumbre de Nueva York valentía en reconocer los fracasos. Este párrafo dedicado a la responsabilidad del Primer Mundo es certero:

En lugar de prometer apoyo a los objetivos humanitarios y lanzar dinero sobre los síntomas de la pobreza, los países ricos deben reconocer la urgencia de la eliminación de los obstáculos al desarrollo que tienen capacidad para abordar. Por ejemplo, todos los años los países en desarrollo pierden 124.000 millones de dólares de ingresos correspondientes a activos depositados en paraísos fiscales en el extranjero. Al no cerrar dichos paraísos fiscales, fomentamos activamente que las minorías dominantes y corruptas de esos países sigan engañando a sus poblaciones.

Algunas pinceladas de realidad:

La mitad del planeta, unos 3.000 millones de personas, vive con menos de 2,50 dólares al día (1,9 euros).

El 80% de la humanidad vive con menos de 10 dólares al día (7,64 euros).

El 20% de los ricos reúnen dos tercios de los ingresos.

Fuente: Lamiarrita