Ser político, hacer política, comprometerse en política. Por Guillermo “Quito” Mariani

A propósito de la presentación de mi último libro “Iglesia y política sin tapujos” (Argentina 2009 a 2011), me ha tocado escuchar diversos juicios e inquietudes. ¿Pueden los curas meterse en política? ¿Por qué sus juicios políticos en el libro se inclinan a la defensa del gobierno actual? ¿No es mejor dejar la política a los políticos? ¿Ud. cree que la Iglesia tiene algo que ver con la política o es que siempre debe permanecer alerta para que los gobiernos no lesionen sus intereses que son los intereses de Dios? ¿No es aplicable la instrucción de Jesús de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios?

Otros, por supuesto me han agradecido todos los esfuerzos de imparcialidad partidista y la defensa de acciones tendientes al bien común, sí como el señalamiento de opiniones o realizaciones sin ningún resultado beneficioso para la sociedad.

Pero quiero en esta ocasión responder a las preguntas que encierran objeciones.

Lo de “meterse en política” puede tener varias acepciones.

1ra) siempre nuestras acciones y opiniones, emitidas o calladas, comprometidas o indiferentes, son “políticas” es decir, hacen bien o mal, están de un lado o de otro.

2da) Todo integrante de una sociedad de cualquier nivel tiene que interesarse por descubrir,  para fomentar o rechazar soluciones, las necesidades reales y las legítimas aspiraciones personales y sociales.

3ra)las organizaciones o partidos políticos reúnen a gente que tiene idéntica o parecida visión sobre los problemas que se presentan a una sociedad concreta en momentos históricos concretos. Es absolutamente beneficiosa esta reunión y junto con eso la intervención concreta para aportar las soluciones  vislumbradas. La eficacia de ese aporte depende por lo general del logro de acceder al poder o gobierno de esa sociedad.

4ta) La visión cristiana de la realidad no importa otra cosa que descubrir desde la buena noticia, de Jesús de Nazaret, el evangelio de (que no es lo mismo  que la Iglesia, y que a pesar de sus definiciones tan claras en el proceder concreto, deben ser sometidas a crítica en cuanto a interpretaciones literales de juicios o conceptos)  descubrir “los signos de los tiempos”, el pensar y el accionar humano beneficioso para la realización y felicidad del hombre en sociedad. no es la de un partido que busca el poder, sino la de quienes se disponen a contribuir con el bien común. Lo inadmisible en un cristiano es que quiera convertir su colaboración en una exigencia religiosa, sagrada y así influir en los demás. (No hay mucha diferencia con la misión de los medios de información ¿deben intervenir en política? Sí! ¿ Deben aprovechar su influencia para no dejar pensar a los ciudadanos e imponerles una visión político partidista? No!)

De todo esto, se siguen varias respuestas. 

¿pueden los curas…? Sí, ayudando a descubrir por dónde pasan los signos de un tiempo determinado y comprometiéndose con su aprovechamiento. 

¿por qué sus juicios…? Porque para mí es evidente que se han dado realizaciones y proyectos encaminados al bien y a los requerimientos sociales más importantes.  

¿no es mejor dejar…? dadas las experiencias, con frecuencia los políticos no lo son en verdad, porque ni saben, ni se preocupan de la verdaderas necesidades sociales y son utilizados para fomentar intereses contrarios al bien común. La democracia tiene que contar con gente que pueda independizarse de las normas de los partidos que buscan el poder.

¿ud. cree que la Iglesia…? Como institución humana la Iglesia defiende intereses determinados de poder y dinero y sólo a veces es defensora de valores profundamente humanos y cristianos. Nada que ver con que sus intereses sean “intereses de Dios”.

¿no tiene entonces vigencia “dar al césar…”? No en la manera tradicional de interpretación. Porque no es que algo sea de la política y algo de Dios. Todo es de Dios y el cuidado debe ser puesto en que lo que es primero para el Dios de Jesús, que son los derechos del ser humano, deban ser respetados y defendidos.

SÍ A LA VIDA! Por Guillermo “Quito” Mariani

Aunque se cuide bastante señalarlo, la iglesia católica y sus seguidores “archifieles” por no llamarlos fanáticos, son los que presentan una posición más agresiva en contra de la despenalización del aborto. La ley que comenzó a discutirse en Diputados y fue frenada inesperadamente no pudiendo pasar a la Comisión de Familia, deberá superar otros obstáculos y posiblemente se postergue su tratamiento hasta el próximo período legislativo. No obstante, ya ese primer paso, de iniciar las deliberaciones, enfurece a quienes sostienen que de eso  no hay que hablar porque es decirle ¡ NO! A LA VIDA.

Por eso en esta segunda reflexión  voy a señalar simplemente cómo y por qué la iglesia católica oficial es cómplice de la proliferación irrefrenable de abortos.

1ro. Siempre se negó y se niega pertinazmente a una educación sexual completa y precoz. Aguer calificó la experiencia en un colegio secundario como incitación a la promiscuidad.

2do. Tradicionalmente ha demonizado el sexo, condenando en sí mismo el placer sexual a no ser que cargue con la  obligación de un hijo (los que Dios manda)

3ro. hablando por un lado, de paternidad responsable, ha condenado explícitamente durante mucho tiempo todo proceder anticonceptivo, Recién a comienzos del siglo pasado admitió la regulación por la continencia periódica  presentada como ley natural aunque es lo más artificial y antinatural puesto que decreta la falta de espontaneidad del acto sexual que tiene que ser regido por el almanaque.

4to. Olvidando absolutamente a las madres que mueren por abortos clandestinos y calificando esas muertes como castigo de su pecado

5to. Rechazando obstinadamente las investigaciones científicas que admiten casi unánimemente un período (de 14 primeros días, antes de la aparición de la cresta primitiva) en que seguramente hay una vida pero no todavía una vida humana, y la discusión vigente con argumentos muy serios, de que esto no es seguro hasta las doce semanas.

6to, Admitiendo todavía en labios y libros tradicionales que los padres engendran sólo lo corporal y el alma la infunde Dios. Nunca hubo acuerdo sobre cuándo se daba esta infusión del alma que constituiría al ser humano.

7mo. Usando para negar el bautismo de los niños, el argumento de que los padres no estén casados por iglesia. Con lo cual afirman, sin decirlo expresamente, que esos niños no son hijos de Dios, porque el bautismo es nada más que eso, la celebración de que todos somos hijos de Dios. Así los marginan de toda posibilidad  de la salvación en que dicen creer.

8vo.-Porque para usar el argumento  esgrimido de “Sí a la vida” esta iglesia carece de autoridad histórica ya que ha sido cómplice por acción o silencio, de torturas, muertes y desapariciones de los considerados culpables por la represión dictatorial y también de muchos inocentes. El “ SI A LA VIDA” en algunas oportunidades y el “NO A LA VIDA” en otras, es hipocresía.

9no. Animando la resistencia de profesionales y jueces, con la posibilidad de objeción de conciencia para cumplir con  la ley referida a la concepción por violación, la iglesia ha hecho postergar el tiempo de la expulsión  hasta que se convirtiera en eliminación de una vida humana

10mo. Provocando que los padres que descubrían a sus hijas embarazadas antes del matrimonio las expulsaran de la familia y consideraran que hubiera sido mejor que se murieran a que quedaran “deshonradas”

Muchos abortos y muertes se deben indudablemente, a estos principios y conductas severamente inculcados

¡Estoy fascinado! Por Eduardo de la Serna

¡Realmente fascinado! Escuchar hablar de “pro-vida” es algo que me subyuga y conmueve hasta lo más hondo. Es cierto que nunca pude imaginar que alguien defendiera grupos “pro-muerte”, pero gobernadores, diputados, senadores, políticos y hasta algún obispo se convocan “en defensa de la vida”. ¡Maravilloso! (aunque debo manifestar una nueva pregunta: uno de los obispos convocados fue “castrense”, y no me parece que sea la característica principal de las Fuerzas Armadas la “defensa de la vida”, ¿o sí?).

Sin embargo, mi fascinación no logra salir de cierta confusión: los defensores del peor genocidio económico que ha vivido América latina (el neoliberalismo), con desocupación, desnutrición, hambre, es decir, “muerte”, ¿son pro-vida?; los defensores del genocidio dictatorial con desapariciones, violaciones, negación de las identidades de niños, secuestros, asesinatos, y personas vivas tiradas al río o al mar, ¿son pro-vida?; los defensores de guerras como la de Irak (y tantas otras, como sostenedores de egipcios dictadores, por ejemplo), los aliados de los saqueadores de recursos y provocadores de muerte por petróleo, diamantes, ¿son pro-vida?

Quisiera tener esto claro, porque me confunden un poco estos sabios…

Y debo decir que mi confusión aumenta cuando veo que muchas veces, ¡casi siempre!, son los mismos. Los que han defendido guerras, dictaduras y modelos económicos de muerte, son los mismos, y salen a proclamar la defensa de la “vida”. ¿Qué es la vida para estos personajes? ¿De sólo nueve meses se trata “la vida”? La vida digna, con justicia, ¿no la defienden?; ¿la vida de los jubilados?, ¿los torturados?, ¿las violadas en los campos de concentración?, ¿los esclavos contemporáneos que utilizan sus amigos?; ¿los pobres que aprenderá a torturar la Policía Metropolitana?

¡Vida! ¿Estaban allí cuando se votó para que los jubilados tengan dos aumentos anuales?, ¿o que se anulara el perverso sistema de AFJP?, ¿y la Asignación Universal por Hijo?, ¿y el plan Conectar Igualdad?; ¿dónde estaban cuando se consideraron de “lesa humanidad” las violaciones de derechos humanos? ¿No es “vida” eso?

Pero cuando veo que a eso se suma una crítica al matrimonio igualitario (¿cuál sería el atentado contra “la vida” en este caso?), y la crítica a “la ideología de género”, me confunden más todavía. ¿Será que realmente estos señores y señoras (perdonen el lenguaje inclusivo, pero los que miramos desde una perspectiva de género solemos usarlo) son realmente defensores de “la vida” o son más bien defensores de una ideología que usa la vida –unos pocos meses de la vida, debemos decirlo– como excusa para sostener sistemas de muerte? Es bueno que tengan ideología; ¿quién no la tiene?, pero me permitirán que desde una irrestricta defensa de la vida, y vida digna, y de los derechos conculcados, manifieste mi más profundo de-

sagrado y rechazo a una simple cosa, quizás menor: no acepto que los que yo tengo por adalides de la muerte nos quieran hablar de “vida”, y que utilicen un lugar de la democracia –palabra que la mayoría de ellos y ellas desconoce– para levantar sus negras banderas de cruzada.

* Coordinador del Movimiento de Sacerdotes en Opción por los Pobres.

 

Fuente Pagina 12

Anglicanos de tradición católica: tan cerca y tan lejos. Por Ana Moreno

Sta. María la Mayor y Sta. María la Menor son dos parroquias anglicanas ubicadas en Cambridge (Reino Unido). Comparten patrona y su tradición católica. Llevan más de 800 años conviviendo a escasos metros -apenas 1 Km.- aunque sus ritos disten siglos: la primera, celebra la eucaristía siguiendo el rito romano con ligeras variaciones; la segunda, se aproxima más al tridentino, con el presbítero mirando hacia el este, de espaldas a la comunidad.

La Mayor tiene una reverenda mujer, la Menor no admite que una mujer celebre la eucaristía. No son las únicas parroquias de la zona, en los escasos metros que las separa sobresalen media docena de torres que bien pueden albergar otras tantas parroquias -o capillas de colleges- muchas de ellas anglicanas de tradición reformada. ¿Cabe tanta variedad dentro de una misma Iglesia?

En sus 44 años de reinado, Isabel I ejerció el pragmatismo religioso como vía para contentar a los protestantes sin provocar a los católicos. El resultado fue una Iglesia Anglicana de base protestante con muchos símbolos, oraciones y una buena parte de la liturgia católica. Desde entonces, con la evolución propia de su paso por los túneles y vaivenes de la historia, la Iglesia Anglicana (unos 70 millones de seguidores en todo el mundo) es tanto católica como reformada. En los siglos XVI y XVII al sector más conservador teológica, litúrgica y jerárquicamente hablando se le empezó a conocer como High Church o Iglesia anglo-católica; mientras al más liberal y reformista se le denominó Low Church.

La diversidad, la tolerancia y el respeto a la sensibilidad de cada comunidad parroquial es una de esas señas de identidad de la Iglesia Anglicana que llama la atención de una visitante católica romana, acostumbrada a mayor uniformización. Cuando una parroquia busca vicario/a pone un anuncio (en la revista Church Time, por ejemplo), los candidatos se presentan a la comunidad y ésta decide.

La decisión no es fácil, pues el o la elegida pueden permanecer incluso hasta su jubilación en la misma parroquia. Eso sí, existe un acuerdo tácito según el cual es el vicario el que se pliega a la sensibilidad de la comunidad a la que sirve y no a la inversa. Esta democracia interna no afecta, sin embargo, a los obispos, designados al igual que los nuestros jerárquicamente y cuyo nombramiento ha de ir refrendado, además, por la firma de la reina. Si bien a las comunidades parroquiales se les da la opción de proponer nombres.

Tras un breve peregrinar por varias parroquias, asistí un día a misa en Great St. Mary’s y me quedé. Ver a la reverenda Annabel Shilson-Thomas presidir la eucaristía en el altar con toda naturalidad, rezar el credo católico, y predicar con cercanía y lucidez resultaba tan reconfortante como mujer que decidí no buscar más: esa iba a ser mi comunidad durante el verano.

Acostumbrada a una Iglesia Católica, única institución del país que no sólo mantiene una gravosa desigualdad entre géneros, sino que se esfuerza en dar argumentos para perpetuar esta situación, este cambio veraniego de parroquia ha sido como un chute de esperanza, un viaje a un futuro que quizá no llegue a conocer, pero que seguro alcanzará también a la Iglesia Católica.

Claro, una iglesia que ordena a mujeres y a varones casados no necesita organizar grandes eventos para pedir vocaciones, sino para recaudar fondos. Sí, en la Iglesia Anglicana hay más vocaciones que plazas remuneradas, un cura puede estar en paro o verse obligado a aceptar medias jornadas u otros puestos de pastoral. La Iglesia no recibe dinero del estado y ha de sobrevivir con las rentas de su patrimonio y las aportaciones de los feligreses.

No obstante, no deja de maravillarme que en esta parroquia a cuyos servicios un domingo no asisten más de 200 personas en total, disponga de 8 personas a sueldo(tres vicarios con diversa dedicación horaria, un agente de pastoral, un gestor, dos sacristanes y un director musical y su asistente); mientras que en mi parroquia, a la que asisten más de 400 personas cualquier domingo, tan sólo disponemos de un sacerdote compartido con otras dos comunidades y ningún agente de pastoral en nómina.

Las dimensiones más reducidas de estas comunidades y el elevado número de personal dedicado a servirlas se traduce, básicamente, en mimo y cercanía. Mimo en la dedicación a las personas, a los enfermos en especial y en el culto. Cada semana se reparte un tríptico con las actividades parroquiales, con los datos de la siguiente eucaristía, los nombres de los enfermos para rezar por ellos en casa, se felicitan los cumpleaños, se imprimen los sermones y, compartir un café al terminar la eucaristía en los locales parroquiales, forma parte de la vida comunitaria.

Al proceder de una gran iglesia hegemónica, sorprende la asentada conciencia de que hay que trabajar por la unidad de los cristianos. Actitud que se traduce en pequeñas y variadas actuaciones como el intercambio de predicadores, de coros y de invitaciones para dar charlas, la organización de celebraciones conjuntas y, sobre todo, la humilde asunción de que ninguna de ellas tiene toda la verdad. Parece una obviedad decir que la unión hace la fuerza, y que las grandes y pequeñas iglesias trabajen juntas sólo puede hacer bien al cristianismo y a las sociedades en las que intenta fermentar su mensaje.

Las líneas precedentes son tan sólo algunas chispas, observaciones de un verano entre hermanos y hermanas anglicanos de tradición católica. No reflejan toda la realidad de esta iglesia cercana, pero sí corroboran dos intuiciones: la primera, que estamos muy CERCA en lo importante, y muy LEJOS en organización eclesial (algunos incluso más lejos aún en adaptación a los valores de nuestras respectivas sociedades); la segunda, que el contacto entre cristianos enriquece, arroja luz, hermana. Ojala nos enseñemos los unos a los otros con toda sabiduría, como ya en su tiempo invitaba Pablo a los Colonenses.

 

 

Fuente Religión Digital.

La misma otra Iglesia. La Iglesia de Angelelli no es la de Benedicto XVI. Por Nicolas Alessio

No siempre encontramos las palabras adecuadas para nuevas realidades que se configuran de manera compleja. Recuerdo aquella expresión “las dos Iglesias”, rechazada por los obsecuentes a Roma y también por algunos pensadores cristianos críticos que también entendían que “Iglesia hay una sola” y que, básicamente, si algo debe cambiar, deberá cambiar “desde adentro”, el adentro de la única Iglesia.
En realidad siempre entendimos que decir “dos Iglesias” no refería a definiciones ontológicas, metafísicas, abstractas. Era obvio que todos y todas somos una misma Iglesia en un sentido, pero, en otro sentido, igualmente válido, las Iglesias son más de dos. En tiempos conflictivos, graves, era necesario hablar de “dos” porque de esa manera se marcaban las diferencias, que por otro lado eran y siguen siendo notables: ¿qué tiene que ver la Iglesia que amaba Angelelli con la Iglesia que defiende a Von Wernich? La diferencia es tanta que vale la pena hablar de “dos”, aunque mas no sea como un recurso literario.

En tiempos donde la pluralidad-diversidad, no ya de comunidades-iglesias, si no de religiones y de “lo religioso” tienen una legitimidad absoluta, como lugar ganado en la reflexión teológica, histórica y sociológica, casi que suena extraña la pretensión de “una sola” Iglesia, como la única auténtica, válida y genuina.

Recordamos aquella expresión “la tunica rasgada” de Giulio Gilardi, que en 1991 nos planteaba la identidad cristiana tironeada por “liberación o restauración”. La división entre “una” y “otra” lleva un corte imposible de remendar. O mucho antes cuando Leonardo Boff escribe “Eclesiogénesis”, y plantea que las comunidades de base “reiventan” la Iglesia (1976). O aquella otra del “cisma silencioso”, cientos de miles de cristianos que se sienten “otra” Iglesia. Y podríamos seguir poniendo ejemplos.

Hoy, desde los estudios bíblicos e históricos se ha asumido con total claridad que al principio fue la pluralidad de iglesias, unidas en una misma fe, un mismo bautismo, un mismo Señor, pero muchas, variadas y diversas. Sólo con el paso del tiempo, la tensión natural entre “unidad” y “diversidad” se fue resolviendo a favor del centralismo y unicismo romano. Pero no nos vamos ahora a detener en este recorrido histórico.

Hoy nadie seriamente pone en duda los intentos neo restauracionistas de Benedicto XVI, lo que obliga al movimiento de seguidores de Jesús, plantearse con toda claridad hasta donde vale la pena continuar siendo parte de la estructura institucional romana vaticana.  Creemos que la primera pregunta simple y contundente que nos hacemos es ¿se puede vivir plenamente el seguimiento de Jesús sin pedir “permisos” al Vaticano? ¿Qué vínculos serían estrictamente necesarios con la Iglesia Vaticana para vivir plenamente el cristianismo? Las preguntas tienen cierta cordura en el seno del “catolicismo”, las Iglesias surgidas de la Reforma tienen resuelto el tema desde sus orígenes. Los católicos debemos avanzar y reconocer, también, que la estructuración en instituciones, códigos, reglamentos, documentos, oficinas y todo el aparato burocrático vaticano son absolutamente prescindibles. Son cáscara.  La configuración histórica, romana y vaticana, es solo eso, una configuración dependiente de circunstancias coyunturales, que lamentablemente, fueron  sacralizadas, absolutizadas y dogmatizadas.
Dice Comblin con la audacia y la certeza lo que caracteriza que “Quien inventó esta Iglesia universal fue el emperador Constantino. Él reunió a todos los obispos que había en el mundo con viajes pagados por él, alimentación pagada también por él y toda la organización del concilio fue dirigida por el emperador y los delegados del emperador. Esto constituye un precedente histórico. Hasta hoy no estamos libres de eso: que la Iglesia universal como institución haya nacido por el emperador. Después en la historia occidental cayó el emperador romano y allí progresivamente el papa logró llegar a la función imperial.” (ver en José Comblin, 24 de octubre de 2010 Enrique A. Orellana F. Conferencia realizada en Universidad Centroamericana Josè Simeòn Cañas. UCA. Extraída de exposición versión en audio 18 de Marzo de 2010. San Salvador.)
Angelelli fue un hombre del Concilio Vaticano II. En su horizonte renovador, arraigado en las tierras latinoamericanas,  puso el acento en el compromiso de esta Iglesia Conciliar con los empobrecidos y con su liberación. Sentía que la Iglesia debía y podía retomar el rumbo del Evangelio. Angelelli conoció los esfuerzos de Pablo VI en este sentido y los logros de la pastoral liberadora, popular en el Tercer Mundo. Sus observaciones críticas a la Iglesia iban en este sentido pero no dejaba de ser un intento por renovar “la Iglesia” en sus vínculos con el mundo, las ciencias, la humanidad. Era profundamente eclesial, profundamente conciliar. Un Obispo que entendió, exigió y vivió el cambio que el Vaticano II pedía a la Iglesia: apertura dialogal para con el universo de las realidades temporales. Una Iglesia que necesitaba aggionarse, renovarse. La crítica a la Iglesia es en torno a sus actitudes ante el mundo, actitudes de distancia, superioridad, lejanía pero no hay en Angelelli una crítica radicalizada, diríamos a la Iglesia en sí misma, en su pretensión de una y  única.

Angelelli no conoció ni a Juan Pablo II ni a Benedicto XVI. Si hubiera padecido sus pontificados,  hoy sería un crítico radical de “la” Iglesia. Creo que haría suyas las palabras de un sabio y anciano Obispo “La situación actual es malsana y destructora para los individuos y la Iglesia. El Vaticano es la última monarquía absoluta de Europa. La Iglesia debe aceptar la democracia a todos los niveles. Se debe cambiar de modelo porque el actual no es evangélico.”  Monseñor Jacques Gaillot, obispo de Partenia. (ver en http://www.somosiglesiaandalucia.net/spip/spip.php?article1905, Jueves 27 de
enero de 2011) No lo pudo ser y no lo pudo decir porque lo asesinaron un 4 de Agosto de 1976.

Hoy,  siguiendo las pistas del profeta Angelellli, sus siembras, intuiciones, anhelos, perspectivas debemos desarrollar estos lineamientos. Tenemos el desafío de releer su vida, sus textos, sus gestos y darle continuidad, una continuidad que no es repetición nostálgica. Uno de de los aspectos de este desarrollo tiene que ver con lo eclesial. Entiendo, que por fidelidad a Angelelli, debemos incorporar una crítica más sustancial a la Iglesia Católica Apostólica Romana. Sobre todo  a partir de nuevas perspectivas epistemológicas que han radicalizado las señales renovadoras del Concilio Vaticano II.  En este sentido podemos señalar, la crítica al poder y su estrategia de silenciamiento, la crítica al patriarcado y sus estrategias de dominación, la crítica a las religiones y sus estrategias proselitistas. Si hoy viviera, seguramente sus exigencias a la Iglesia hubieran llegado a esos puntos críticos, porque en su manera de vivir y morir,  estos caminos están incipientes pero nítidos. Y no por “eclesiocentrismo”, si no por entender que si la Iglesia no es “la Iglesia de los pobres”, como exigió Juan XXIII, en tiempos previos al Concilio Vaticano II, termina siendo “la Iglesia contra los pobres”.

El desafío esta pendiente, porque la Iglesia de Angelelli, es incompatible con la de Benedicto XVI. Y la Iglesia de Benedicto XVI no le hace bien a los empobrecidos e injusticiados de nuestra humanidad.

Pbro. Nicolas Alessio, 4 Agosto 2011

¿Se puede salvar aún la Iglesia? Diagnóstico: enferma terminal. Por Hans Küng

“Hay un cisma en la Iglesia entre la cúpula jerárquica y las bases”
“El papado actual es una institución de dominio que divide. El Papa divide a la Iglesia”

Diagnóstico: Enferma terminal. ¿Se puede salvar aún la Iglesia?‘ Esta es la pregunta que se plantea en su último libro, publicado en Alemania por la editorial Piper Verlag, el teólogo crítico y especialista en ética mundial Hans Küng en su último libro.”En la situación actual no puedo guardar silencio”, dice Hans Küng. En su opinión la Iglesia Católica en encuentra inmersa en una grave crisis. Crisis que es necesario describir con objetividad y sin prejuicios antes de aplicar la terapia adecuada. Crisis que se plasma, entre oras cosas en censura, absolutismo y estructuras autoritarias.

Pregunta: Sr. Küng, me ha llamado la atención que su libro está impregnado de un cierto alarmismo.
No podía seguir callando, debía escribir este libro en este momento concreto.
Metáforas como “enfermedad”, “recaída”, “subida de fiebre” abundan en su libro. ¿A qué se debe este alarmismo?

Küng: Alarma sí, pero no alarmismo. Si me permite, lo explico inmediatamente. He de decirle con toda sinceridad que en estos momentos, tan sólo un par de meses después de su publicación, veo las cosas incluso más negras que el color de la portada de mi libro. Tenemos una iniciativa de diálogo de los obispos que ha quedado en agua de borrajas. Creo que el sociólogo de la religión, Michael Ebertz (Friburgo), tiene razón cuando habla de una segunda crisis en la Iglesia Católica, después de la crisis de los delitos sexuales. El episcopado se muestra obviamente incapaz de comunicarnos qué es lo que ha pasado, para que se pueda encauzar debidamente el diálogo. Seguimos sin saber cómo proceder para iniciar dicho diálogo, los obispos no se ponen de acuerdo y quieren excluir determinados temas. Recientemente hemos asistido a una serie de acontecimientos muy desagradables que justifican tanto mi análisis como mi alarma.

Pregunta:Usted ha llegado a decir que estamos en la segunda fase de la crisis. Ha hablado de falta de disposición a dialogar. Aclárenos, por favor, este punto.

Küng: Suponemos que los obispos han aprendido que no pueden seguir actuando de una forma tan autoritaria como hasta ahora, que han de escuchar al pueblo. Pero no es así, ni siguiera han aprendido eso. Creo que ¡nosotros somos el pueblo! La gente dice: se nos está agotando la paciencia, queremos participar en las decisiones, también en nuestras parroquias. Queremos elegir a nuestros obispos, queremos ver a mujeres en los diferentes cargos, queremos que haya agentes de pastoral, hombres y mujeres, que sean ordenados/as sacerdotes. Son eslóganes y demandas que reflejan el descontento de la gente. De hecho, se ha producido un cisma dentro de la Iglesia entre los que, ahí arriba, piensan que pueden seguir actuando con el estilo de siempre y el pueblo y una buena parte del clero liberal.

Pregunta:¿Qué reacciones ha desatado su libro hasta la fecha?

Küng: Se lo he enviado a todos los obispos alemanes y hasta ahora las reacciones han sido, cuando menos, cordiales. También se lo he enviado al Papa Benedicto con una cortés carta en la que le expongo como, en el fondo, mi intención es ayudar a la Iglesia, aunque tenga una idea diferente de cómo deberíamos proceder. Él me ha hecho llegar su agradecimiento, lo que me parece un gesto positivo. Tengo sumo cuidado en intentar conducir el debate con objetividad, sin traspasar la barrera de la ofensa personal y sin que la cuestión devenga en un asunto personal.

Pregunta: ¿Qué reacciones ha provocado entre los laicos?

Küng: En pocas ocasiones he recibido tantas cartas agradeciéndome el libro, a pesar de tratarse, de hecho, de un análisis algo depre que puede producir desaliento. Me agradecen mucho que afirme que la recuperación es posible. El libro está repleto de propuestas concretas. No me puedo quejar de las reacciones, todo lo contrario, me anima mucho recibir casi a diario cartas de tanta gente, muchas veces de gente sencilla.

Pregunta: ¿Cuáles son para Ud. los principales síntomas de esta crísis de la Iglesia Católica que diagnóstica en el libro?

Küng: Básicamente que las parroquias se están secando lentamente, en parte a causa del mensaje dogmático que viene reiteradamente prescrito desde arriba. Naturalmente tenemos también el problema de los cargos eclesiáles. En el libro lo ilustro con el ejemplo de mi propia comunidad en Suiza. Durante mucho tiempo hemos tenido cuatro sacerdotes (los “cuatro caballeros”); hoy no queda ninguno. Seguimos teniendo a dos jubilados y a un diácono. El diácono lo hace fenomenal, un alemán, por cierto. No obstante, no puede presidir la eucaristía por no haber sido ordenado sacerdote. Y no puede ser ordenado sacerdote porque está casado. Es completamente absurdo. Hemos de abordar una serie de puntos muy concretos: 1. el celibato ha de ser opcional. 2. las mujeres han de tener acceso a los cargos eclesiales. 3. se ha de permitir que los divorciados participen en la eucaristía; 4. se han de establecer comunidades eucarísticas entre las diferentes confesiones sin esperar otros 400 años.

Pregunta: Estos son algunos puntos para la terapia. Volvamos al diagnóstico. ¿Cómo denominaría Ud. la enfermedad que afecta al nucleo de la Iglesia Católica?

Küng: La enfermedad es el sistema romano. Lo introdujeron los Papas de la denominada Reforma gregoriana, en honor a Gregorio VII. Así fue como se introdujo el papismo, el absolutismo papal, según el cual una sola persona en la Iglesia tiene la última palabra. Esto produjo la escisión de la Iglesia Oriental que no aceptó dichas modificaciones. De esa época procede el predominio del clero sobre los laicos. Padecemos un celibato para todo el clero que se introdujo en el siglo XI. Aquí pienso que está el origen de la enfermedad. Ahí surgió el germen. Se intentó erradicarlo con la Reforma pero en Roma encontró resistencia. Con el Vaticano II se intentó luchar contra todo esto. Tuvo un éxito parcial, aunque no se permitió debatir ni sobre el celibato ni discutir sobre el papado. Se puede considerar que el Concilio tuvo éxito a medias. En estos momentos la situación es calamitosa. En Roma, en lugar de haber aprendido algo, como hubiera sido de esperar, y haber emprendido el camino de la liberalización, los dos Papas restauracionistas -Wojtyla y Ratzinger- han hecho lo contrario. Han hecho todo lo posible para que el Concilio y la Iglesia retrocedan a una fase preconciliar.

Pregunta: ¿Se refiere al Concilio Vaticano II que intentó producir una cierta apertura?

Küng: Sí, los frutos del Concilio Vaticano II fueron excelentes: integró el paradigma de la Reforma en la Iglesia, incorporó las lenguas vernáculas a la liturgia, todo el pueblo participa hoy activamente en la liturgia, se revalorizó el papel de los laicos y el de la Iglesia Oriental. Incluso se ha producido una integración de los paradigmas de la Ilustración, de la Modernidad. Desde entonces se reconoce la libertad de culto y los derechos humanos; y tenemos una actitud positiva hacia las religiones del mundo y hacia el mundo secular. Pero éstos son precisamente los puntos en lo que Roma quiere retroceder. Roma lo tiene todo organizado para retener el poder.

Pregunta: Si le he entendido correctamente, desde hace unas décadas, en la Iglesia Católica, se ha producido una recaída, un retroceso, una fuerte concentración en el sistema de dominio romano ¿esto es lo que Ud. Critica?

Küng: Sí. Esto queda de manifiesto en los siguientes puntos: primero, se han ido publicando continuamente documentos sin preguntar al episcopado y sin consultar a nadie previamente. Se trata de documentos de la curia que subrayan la pretensión de estar en posesión de la verdad, el monopolio sobre la verdad de la Iglesia Católica. En segundo lugar, tenemos toda la desafortunada normativa relacionda con la moral sexual que se ha ido publicado. Esta es la línea. En tercer lugar, tenemos la política de elección de personas. De forma sistemática, para los puestos de obispo y otros cargos de la curia se eligen exclusivamente personas fieles a esa línea. He escrito un capítulo entero sobre los motivos por los que los obispos guardan silencio: porque ya han sido seleccionados, porque previamente se han comprometido, porque en la ordenación han de prestar juramento al Papa, porque no pueden hablar libremente. Por eso escuchamos de todos la misma opinión. Los obispos se encuentran en una situación de gran presión, por una parte la que les llega de arriba, por otra parte la de la comunidad creyente.

Pregunta: ¿Por lo tanto, Ud. dirige sus críticas también contra el monopolio de poder y el monopolio de la verdad del Papa?

Küng: Sí, exactamente.

Pregunta: ¿Esa sería la principal herida?

Küng: Me imagino que si hubiéramos tenido otro Papa en la línea de Juan XXIII, la institución de Pedro sería algo magnífico. Podría ser una institución de guía pastoral, que inspira, que une. El papado actual es una institución de dominio que divide. El Papa divide a la Iglesia. Esta es una tesis que no se toma suficientemente en serio. Según las últimas encuestas, el 80% de los católicos alemanes quieren reformas. El 20% que no las quieren son, por desgracia, los que sí son tomados en serio. Algunos obispos sostienen que entre los católicos hay dos grupos. No es cierto, no se trata de dos grupos. La mayoría quiere reformas. Es tan sólo una minoría de personas, con presencia en los medios, las que están en contra de las reformas. Ellos no representan a la Iglesia que deseamos tener. Como pueblo de Dios queremos una Iglesia en la que nos sentamos incluídos todos, no queremos un pequeño grupo dominante que controle todo.

Pregunta: Hay algo que no entiendo bien. Si Ud. critica al Papa actual y lo compara con otros Papas más liberales, entonces no es un problema de la estructura de la Iglesia, sino de la personalidad del Papa.

Küng: También recae en la personalidad del Papa. Joseph Ratzinger procede de un entorno conservador. Yo también procedo de un entorno conservador. Esto no es ninguna vergüenza, incluso se podría tornar en una ventaja. Pero él ha interiorizado este entorno. El vivió principalmente en Alemania sin conocer bien el mundo. Después se trasladó a Roma donde ha vivido en un gueto artificial en el que no se percibe lo que sucede en el resto del mundo. Al leer algunas declaraciones suyas, como el decreto que publicó sobre las otras Iglesias siendo aún cardenal, uno se pregunta: ¿dónde vive este hombre realmente, en la luna? Ahora ha anunciado una campaña de evangelización nada convincente. ¿Cómo se quiere evangelizar al mundo con un catecismo que pesa literalmente 1 kg? ¿Pretende torturar a la gente? Además está la cuestión de la Enseñanza de la Iglesia. El habla expresamente de la “enseñanza del Papa”. Esto, por supuesto, no hay persona ilustrada que se lo tome en serio. ¿Quién va a admitir a estas alturas que una sóla persona reclame para sí el poder legislativo, ejecutivo y judicial sobre una comunidad de mas de mil millones de personas? En tercer lugar, se está dando un impulso problemático al tipo de religiosidad popular tradicional que se quiere promover. Se producen estas terribles escenas en la que un Papa besa la sangre de su predecesor en su relicario de plata. Pero, bueno ¿dónde estamos? Esto es oscurantismo medieval.

Pregunta: Aprecio que se indigna cuando habla del Papa actual.

Küng: No, no se trata del Papa actual.

Pregunta: En su libro le critica con dureza. Habla, por ejemplo, de boato y despilfarro, de estructuras autoritarias. ¿Se le podría reprochar: Küng habla con cierto resentimiento?

Küng: No. Creo que sigo teniendo la capacidad de poder hablar muy bien con el Papa personalmente. Seguimos manteniendo correspondencia y él sabe que mi preocupación es simplemente la Iglesia; pero que tengo una concepción diametralmente opuesta a la suya en lo que al camino a seguir se refiere. Me interesa resaltar que no hemos llegado a esta situación por el Papa Ratzinger, sino como evolución desde el s. XI. Aunque Joseph Ratzinger y su predecesor hayan hecho todo lo posible para volver a un paradigma medieval de la cristiandad.

Pregunta: Sr. Küng, ¿el sistema romano no se asienta en el Nuevo Testamento y en la Historia de la Iglesia?

Küng: No. La misma palabra “jerarquía” no la encontrará en el Nuevo Testamento. Sí que aparece seis veces la palabra “diaconia” con la famosa frase: “el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos”. En esa misma línea tenemos también la escena del lavamiento de pies. Pero el Papa quiere ser señor entre los señores. Aparece como un faraón moderno. Si observamos las ceremonias en San Pedro, una sóla persona está en el centro, mientras los obispos se mantienen a distancia, como figurantes. Nadie tiene nada que decir, sólo hay uno que habla, sólo hay uno que lo decide todo. Esta no es una Iglesia de nuestro tiempo. Y no se corresponde en absoluto con el Nuevo Testamento ni con su época, donde reinaba la hermandad, donde las mujeres estaban presentes y donde había una comunidad carismática, como se ve en las comunidades paulinas.
Todo lo contrario de lo que se practica hoy en día. Hoy reina una estructura medieval que, en principio, sólo se encuentra en los países árabes. Nos recuerda al comunismo: se basa en el secretario de un partido único que decide todo. El resto ha sido elegido en función de su lealtad a la linea papal. Lo mismo pasa con los obispos. Aunque, cada vez hay menos creyentes que aceptan este sistema autoritario. Ni en Arabia se acepta ya a los autócratas. Yo sostengo que en la Iglesia Católica los autócratas tampoco tienen ningún futuro.

Pregunta: Ha dicho que la Iglesia Católica no está a la altura de la época moderna. No obstante, se podría objetar que esa es precisamente su ventaja. ¿En qué piensa Ud. que debería transformarse? ¿En una empresa moderna acorde a los tiempos? En ese caso, no ofrecería ninguna alternativa.

Küng: No es que yo sea un partidario absoluto de la modernización. La Iglesia debería, en primer lugar, volver a sus orígenes. Se trata de ver si todavía podemos apelar a Jesús de Nazaret o no. En mi libro describo una escena: es impensable que Jesús de Nazaret apareciera en una ceremonia del Papa, no tendría sitio. Es simplemente una manifestación de poder pomposa e imperial, donde todos aplauden y los señores de este mundo participan para ser vistos y recoger votos. Esa imagen no tiene nada que ver con la Iglesia que Jesús quería, es decir no tiene nada que ver con la comunidad de discípulos de Jesus. No se trata de modernizar a cualquier precio. En determinadas circunstancias, precisamente habrá que ofrecer resistencia a la Modernidad, justamente en los aspectos en los que es inhumana. He escrito suficientes libros críticos con la Modernidad, por ejemplo: “Anständige Wirtchaften” (Una Economía Honrada), que trata sobre la falta de moral de la economía. Lo que no puede ser es que adoptemos como solución la Edad Media, cuando lo que deberíamos es dar el paso de la Modernidad a la Posmodernidad.

Pregunta: Hans Küng apela a Jesús, el Papa apela a Jesús. ¿Qué puede hacer un laíco ante estos dos intentos de legitimación?

Küng: Debería leer la Biblia, así se daría cuenta de donde está Jesús. Cuando Ratzinger en calidad de teólogo, también como Papa, escribe sobre Jesús -aunque realmente no deberia escribir libros sino dirigir la Iglesia- lo hace sobre el Cristo dogmático que camina sobre la tierra. No habla de que Jesús contradecía a las instituciones religiosas de su tiempo, de que al final fue asesinado por los que se consideraban ortodoxos. Todo lo contrario, habla siempre del Cristo de los dogmas, de la Iglesia y de la administración.

Pregunta: Volvamos a los obispos. Ha mencionado que son todos muy fieles a la línea papal, y que se trata, de hecho, de un grupo hermético y estánco. ¿Cómo se ha llegado a esto?

Küng: Es como si el Papa pudiera nombrar él sólo a todos los obispos. Sobre todo se comprometen con su linea. Sucede literalmente como en el partido comunista, donde nadie tiene nada que decir salvo el jefe de Moscú. Por eso dicen todos los mismo. Si hablas individualmente con los obispos, te dicen: “Tiene Ud. razón, por supuesto, pero…”
Si tan solo hubiera un obispo en la República Federal Alemana que, por fin, dijera cómo está la situación, que así no se puede seguir, que se han de abordar reformas, se le echarían encima Roma y el Vaticano, que intervendrían a través del nuncio, etc. También tendría al resto de los obispos enfrente, en especial a la facción de Meisner, que intenta ejercer el terror sicológico en la Conferencia Episcopal y, naturalmente, a toda la curia romana. Tendría en contra a todo ese pequeño grupo de conservadores y sus agencias de prensa, las que difunden continuamente noticias. Tendría que ser muy fuerte. Aunque contaría, al menos, con el apoyo del pueblo.

Pregunta: En el centro de su critica está el sistema romano. Esta cuestión ya la hemos abordado. En la conversación previa a la entrevista ha comentado que preferiría no hablar de los casos de abuso sexual. No obstante, lo menciono porque hay un punto que deberíamos aclarar: ¿estos casos de abuso sexual son, desde su punto de vista, parte de un problema estructural? En su crítica al papado, habla Ud. precisamente de problemas estructurales.

Küng: Por supuesto. Siempre ha habido una animadversión hacia la sexualidad, no sólo en la Iglesia, también en la Antigüedad. Pero tenemos el problema del celibato del clero cuyo origen se remonta a las normas impuestas por los Papas del s. XI. No quiero decir, en absoluto, que el celibato desemboque ncesariamente en la homosexualidad o en el abuso sexual. En absoluto. Pero cuando decenas de miles de curas han de reprimir su sexualidad y, por muy buenos párrocos que sean, no pueden tener esposa ni familia, entonces tenemos un problema estructural. Estas condiciones hay que cambiarlas definitivamente. Aunque parece que es un tema sobre el que no se debe debatir. El Obispo de Rottenburg da una conferencia fabulosa sobre el Espíritu Santo, al que hay que abrirse, y se manifiesta a favor del diálogo; pero, al día siguiente, leo en la prensa -para gran decepción de muchos dentro y fuera de la diócesis- que el mismo obispo, que habla tan maravillosamente, ha suspendido una jornada sobre sexualidad en su propia academia. ¿Qué nos queda?

Pregunta: Esa jornada estaba prevista para finales de junio y el tema era la moral sexual actual.

Küng: Sí, y en lugar de asistir y defender sus ideas en las que está tan bien formado, escurre el bulto. Desautoriza a la directora de la academia y a todos los que quieren asistir. De esa forma deja claro que el diálogo del que habla no es más que una frase vacía.

Pregunta: ¿Cómo piensa que está actuando la Iglesia Católica con relación a los casos de abuso sexual?

Küng: Se sigue sin adoptar una postura clara, por ejemplo, sobre si los agresores deberán responder ante un tribunal civil o cómo se va a proceder, tal y como se deduce de las últimas noticias que llegan de Roma y de Estados Unidos. En Alemania dicen que ya se han disculpado y se da el caso por cerrado. Al mismo tiempo, ningún obispo quiere hablar de que sean cuestiones estructurales, ni de que hay que abordar de una vez por todas temas como el celibato de los hombres o la ordenación de mujeres. Pero, ¿por qué no?. Lo que se esconde detrás de ello, desde mi perspectiva, es simple y llana cobardía, lo contrario de esa franqueza apostólica que cabría esperar y de la que se habla en la Biblia, al igual que los apóstoles hablaban con libertad. Los obispos actuales callan. Y, si hay ocasión de ejercer su poder, lo ejercen.
Es una vergüenza que se abuchée al presidente de la Conferencia Episcopal Alemana en el Dia de la Iglesia. ¿Por qué? Porque él de forma arbitraria ha tomado la palabra con el fin de criticar el Memorando de los teólogos. Cuando el Memorando de los teólogos -firmado ya por 300- está redactado en términos exquisitos. Así no se puede seguir.

Pregunta: Hasta aquí el diagnósitico de la crisis. En este contexto recurre Ud. continuamente a la metáfora de la enfermedad, pasemos ahora a las propuestas para la terapia. Ud. tiene una imagen concreta de la reforma de la Iglesia. De nuestra conversación deduzco que la reforma que el Sr. Küng tiene en mente pasa por eliminar totalmente la institución de la Iglesia.

Küng: No, qué va, todo lo contrario. Me gustaría que reconstruyeramos la institución de la Iglesia desde abajo, por supuesto, con base en el Nuevo Testamente y en el humanitarismo.

Pregunta: Entonces, ¿hay que deshacerse totalmente de las estructuras actuales o no?

Küng: Hay que abolir, por supuesto, el absolutismo del Papa. Aunque se puede mantener y apoyar perfectamente una institución que dirija la pastoral, presidida por un obispo en Roma, siempre que sea en la dirección del evangelio. Podría tener incluso una función ecuménica. Lo que critico es que una única persona quiera decidirlo todo y, por ejemplo, que destituya a un obispo, como ha vuelto a hacer el Papa Ratziger, por primera vez desde el Concilio.
Tenemos el caso del obispo Morris de Australia. Se le destituyó porque dijo que no le quedaban curas y pedía la abolición del celibato y que se admitiera a mujeres al sacerdocio. Cuando se cesa a una persona de su cargo de esta forma sólo cabe concluir: esta no es la Iglesia de Jesucristo, esto es un sistema que exige una total identificación y ni siquiera a sus obispos les permite la menor divergencia.

Pregunta: No obstante, la institución del papado ¿le parecería aceptable si el Papa fuera más liberal, más abierto? ¿O diría que esta función del papado ya no está en consonancia con los tiempos que corren?

Küng: No. Siempre he estado a favor del equilibrio, del check and balance.Es bueno que haya una comunidad, también es bueno que haya algunas autoridades. Un hombre como Juan XXIII tuvo un efecto maravilloso en la Iglesia. Hizo más en cinco años que Wojtyla con sus docenas de viajes. Cambió toda la situación. Fue una gran oportunidad. No obstante, Sr. Casparry, he de confesarle que hoy tengo más confianza en las parroquias y no le quiero privar de una buena noticia que he recibido. Dos parroquias de Bruchsal, las comunidades romano-católicas de St. Peter y la comunidad parroquial de Paul Gerhardt, evangélica, escriben: “Damos por terminada la división que durante casi 500 años ha vivido la cristiandad en nuestra zona”. Y añaden -espero que se publique pronto-: “Reconocemos que en todas las parroquias firmantes se vive igualmente como seguidores de Cristo y como comunidades de Jesucristo. Reconocemos que en nuestras parroquias Jesúcristo nos invita a la mesa del Padre y sabemos que Él no excluye a nadie que quiera seguirle. Por la presente, manifestamos expresamente nuestra recíproca hospitalidad”.
Espero que haya muchas parroquias en Alemania que hagan lo mismo. Si los de arriba no quieren, a nivel parroquial podemos dar por superada y finalizada la escisión.

Pregunta: ¿Cómo se imagina Ud. esa Iglesia construida desde abajo? ¿Cuáles serían sus fundamentos institucionales? ¿No habría un riesgo de caos, de que la Iglesia se dividiera aún más en múltiples direcciones?

Küng: Lo que acaba de oir de Bruchsal es precisamente lo contrario a una escisión. Acerca a las parroquias. Y en la época del Concilio disfrutamos de gran unidad en la Iglesia. La división actual viene de arriba porque se ha intentado invalidar el Concilio, porque algunos están convencidos de que hay que volver a introducir la misa en latín. Ante estos hechos hay que protestar. Se puede ofrecer resistencia como en el caso de las monaguillas. Los creyentes dijeron simplemente: queremos que haya monaguillas y listo. Ahora, los de arriba intentan establecer que, al menos en las misas en latín, no haya mujeres. Necesitamos que haya una resistencia activa, de lo contrario la Iglesia se va a pique. Estamos en una situación desesperada, hemos perdido prácticamente a toda la generación joven. Esta es la diferencia con respecto a los países árabes donde cientos de miles salen a la calle. ¿Hay hoy 100.000 que salgan a la calle a pedir reformas en la Iglesia Católica? Continuamente me encuentro con padres que me dicen: “Sabe Ud. me da tanta pena que, siendo católicos convencidos, después de haber tenido siempre un buen ambiente familiar en casa, no consigamos que nuestros hijos participen en la Iglesia.”

Pregunta: Ha hablado de desobediencia civil. ¿Puede concretar? ¿Qué hacen los curas en las parroquias?

Küng: Los párrocos, en su mayoría, practican una desobediencia discreta. Si un padre evangélico se acerca a recibir la comunión, no le preguntan si es evangélico, tal y como se ha llegado a hacer en las jornadas de jóvenes de Colonia. Tampoco anuncian, tal y como se les vuelve a exigir, que de conformidad con el Papa, sólo determinadas personas puedan participar en la eucaristía. Los párrocos, los buenos párrocos, prescinden de esas normas y se las arreglan bastante bien. Aunque yo apoyaría que hubiera más párrocos como los de Bruchsal que sacaran a la luz su resistencia, de forma que la gente se de cuenta de que avanzamos.

Pregunta: ¿Es capaz la Iglesia Católica de iniciar ella misma la reforma desde dentro?

Küng: Bueno, conozco el sistema desde dentro y lucho por que se produzcan las reformas. Sé que tengo millones de personas de mi parte. En este sentido es cuestión de tiempo. Simplemente no podemos avanzar basándonos en un señor absoluto que prescribe lo que hay que hacer en el dormitorio (palabra clave: la píldora…) y que establece todas las normas desde su limitado campo de visión. Creo que la política papal ha demostrado ya ser un fiasco y no nos debería corromper más. La única pregunta que también se hizo el partido de la Unión Soviética, el partido comunista, es ésta: ¿hay algún Gorbachov que nos pueda sacar de este tugurio?

Pregunta: ¿Quiere decir eso que estaría a favor a de algo así como una Perestroika en la Iglesia? Eso requiere una personalidad muy carismática.

Küng: Reclamo una Glasnot y una Perestroika, especialmente para las finanzas de la Iglesia. Me gustaría saber cómo se pagan las cosas realmente en Roma, quién parte el bacalao.

Pregunta: Ese sería otro tema. La Perestroika sería para Ud…

Küng: … la independencia, sí

Pregunta: Veremos si sus ideas y su visión de la Perestroika caen en suelo fértil y qué pasa en los próximos 20 años dentro de la iglesia católica. Una vez leído su libro, me inclinaría por un cierto escepticismo y pesimismo. No obstante, se encuentra entre las cosas buenas, pienso.

Küng: Sólo puedo apelar y esperar que haya suficiente gente que se ponga en pie y, por fin, se rebele.

 

Fuente Religion Digital

Congreso Claves Bíblicas para una Iglesia en el mundo del Siglo XXI. Por Victor Acha

Se celebrará del 28 al 31 de julio un CONGRESO INTERNACIONAL TEOLÓGICO – CATEQUÉTICO, cuyas sesiones tendrán lugar en la Residencia de San Antonio de Arredondo en la Pcia. de Córdoba. El Congreso responde a la temática “BIBLIA Y CATEQUESIS HOY”. Se han organizado sus contenidos a partir de tres ejes: Bíblico, Histórico, Eclesiológico, que serán presentados por destacados teólogos y biblistas. concluyendo con la aplicación catequética de las reflexiones. El Congreso se convoca bajo el título:

“CLAVES BÍBLICAS PARA UNA IGLESIA EN EL MUNDO DEL SIGLO XXI”

El acto Académico para la Apertura del Congreso, tendrá lugar el jueves 28 de Julio a las 18 hs. en la Ciudad de Córdoba. Terminado. Las sesiones se desarrollarán desde el día 29 (8,30 hs.) hasta el día 31 (17 hs.)

Están invitados catequistas de gran trayectoria en la catequesis en nuestros países de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay; también están invitados formadores de catequistas, obispos, sacerdotes y diáconos.

En la apertura tendremos la disertación del Pbro. Lic. Francisco Van den Bosch, conocido catequeta argentino ex Director de la Junta Nacional de Catequesis y socio fundador de SCALA

Para el trabajo en Comisiones, en las que se buscará trabajar sobre los compromisos de la catequesis con problemáticas relevantes en este siglo XXI, contaremos con una presentación del Pbro. Víctor Saulo Acha, ex Rector del ISCA y actual Vicepresidente de SCALA.

Ponencias:

1. Del “origen del cristianismo” a los “cristianos originarios” – Datos eclesiológicos en el Nuevo Testamento.  Exponente: Prof. Juan Manuel Gonzalez.  Esquema y bibliografía aquí

2. La Iglesia y el modelo eclesiológico institucional – Modelo vigente desde el siglo IV al siglo XX.  Exponente: Dr. Luis Gallo. Esquema y bibliografía aquí

3. El futuro de la Iglesia.  Diágnóstico y prospectivas.  Exponente: Dr. Carlos Federico Schickendantz.  Esquema y bibliografía aquí

Más información en la página del Congreso:

Por una Iglesia Profeta, Popular, Plural, Participativa y de los Pobres, como soñó y peleó Enrique Angelelli. Por Nicolás Alessio

 

“Esta es la iglesia de Jesús a quien seguiremos anunciando. No es la adhesión a un grupo de hombres, porque se les ocurre peregrinamente inventar una doctrina o tener ciertas actitudes. Es la fuerza de este evangelio, es la fuerza de este ministerio …sobre nuestras débiles fuerzas, el poder de Dios, la fuerza del Espíritu Santo, ha marcado y grabado una realidad sagrada, una misión: la misma que tenían Gabriel y Carlos…”

Homilía despedida de Carlos de Dios y Gabriel… 2 de julio de 1976

 

Angelelli, frente a sus sacerdotes asesinados, entre otros temas, hace referencia a su manera de entender “la Iglesia”…veamos…

 

– “…la iglesia de Jesús”… la de los pobres, la de los excluidos, la de los últimos, la de los mártires… no tiene que ver con instituciones o dogmas, con estructuras o reglas, con jerarquías y obediencias, aquella “asamblea” de Jesús es fraterna, abierta, dialogal, inclusiva…

 

– “…la fuerza de este evangelio…” … la del Espíritu, la del Soplo Viviente, la de los del camino, no se centra en “Roma” o el “Vaticano” su eje es el “evangelio” …no son los documentos del “Magisterio Eclesiástico” o las homilías papales…así dijo en esa misma homilía…”Todo hombre es mi hermano…esto es el evangelio, aunque se puedan mofar de él”…

 

– “…una misión sagrada, una marca…”… la tarea, la acción, el desafío…y la tarea fue “ser pueblo”, defender a los mas pobres, denunciar las injusticias, colaborar con las organizaciones populares, predicar, vivir y celebrar una fe liberadora, encarnada…

 

A Carlos y Gabriel no los asesinan por bautizar o rezar el rosario…una tarea, un desafío sellado con la sangre joven de estos mártires a la que Angelelli no renuncia, si no por el contrario, invita a todos y todas a continuar…

 

Veamos ahora como describe Angelelli, en otra homilía anterior,  la tarea, la misión, el desafío… lo que dijo en el año 1975 tiene una tremenda actualidad y notemos que termina diciendo…”y mucho más”… abriendo las puertas al futuro…

 

No debemos sacar las manos del arado en este presente en que vivimos; a la vez, queremos un futuro distinto del que estamos viviendo; queremos cambiar las armas por instrumentos de trabajo, para que a nadie falte el pan que quiera amasar con el propio sudor; queremos cambiar el odio por el amor fraternola mentira por la verdad, los negociados por una justa distribución de los bienes que Dios nos ha dado para todos; queremos cambiar una situación política en la que el poder es de unos pocos, por otra en que el pueblo sea verdaderamente protagonista; queremos cambiar la angustia diaria en que viven tantos hogares riojanos y argentinos, por la alegría del encuentro; queremos cambiar el miedo y la desesperación por la esperanza; la calumnia y la delación por la amistad, la confianza y el servi­cio fraterno. Todo esto queremos… y mucho más.” Cfr. 27 Abril 75 Homilía en la misa radial, reflexiones acerca de la “Jornada de oración por la pacificación nacional”

 

José Nicolas Alessio

 

 

 

 


Disipando dudas. Por Guillermo “Quito” Mariani

Es indispensable tomar en serio esta actividad que afecta a las relaciones interpersonales y también sociales. Porque la duda nubla de manera muy intensa a veces, la verdad. Porque su persistencia la va transformando poco a poco en afirmación y, como resultado final la puede convertir en falsedad, calumnia o difamación-

Por eso me tomo la responsabilidad de disipar dudas acerca de lo que vivimos y hacemos los que, por decisión superior inconsulta, resolvimos abandonar el espacio físico de la parroquia Nuestra Señora del Valle (posesión del Arzobispado) llevándonos el espíritu y el estilo que durante cuarenta y cinco año habíamos cultivado comunitariamente con la designación generalizada de “la comunidad de la Cripta”.

No se trata de un cisma, ni de una iglesia paralela, ni de una iglesia nueva. Seguimos siendo iglesia, de manera distinta.  Animados por el Concilio Vaticano II, cuyas novedades tomamos en cuenta desde el primer momento, para actualizar y profundizar nuestra presencia cristiana en el mundo real. Fuimos para eso estimulados por el testimonio de los teólog@s, escrituristas, obispos, sacerdotes y laic@s que asumieron este compromiso. Testimonios como los escritos de Joseph Ratzinger (!), Hans Küng, Edward Schillebeeckx, Karl Rahner, Congar…por citar sólo a los que acompañaron y luego comentaron con desbordante erudición y sinceridad los documentos conciliares. Medellín, Puebla y nuestros teólogos de la liberación, como Segundo, Boff, Gutiérrez, Comblin.. y obispos al estilo de Helder Camara, Casaldáliga,  Romero,  Angelelli, Piña, Novak, de  Nevares. Con intenso amor a la Iglesia seguidora de Jesús de Nazaret toleraron el reproche, las censuras, la marginación, la exigencia de retractaciones, y permanecieron unidos a la Iglesia con derecho y convicción propias. Claro que esa Iglesia del Concilio, Juan XXIIII y Pablo VI, no era ni es, la de Juan Pablo II o Benedicto XVI. Y por eso, el disenso profundo y respetuoso  con la orientación de estos últimos pontífices. Queda claro entonces por nuestra historia, que disentir en  la Iglesia no es disentir de la Iglesia. La obediencia perfecta es el instrumento del poder, como la obediencia debida al estilo militar. Una iglesia sin disenso, además de estancarse históricamente y encaminarse al fanatismo, una podría ser “católica” es decir  pluralista o universal.

La  publicidad liviana de algunos medios nos ha calificado como cismáticos, con pretensiones de crear una iglesia paralela, de estar pretendiendo hace una  nueva iglesia. Iglesia paralela crearon los lefevbristas con sus obipos, clero y fieles opuestos, por propias declaraciones, al Concilio Vaticano II, que fueron ahora reintegrados por Benedicto XVI.- Nada de todo eso.

Somos simplemente una comunidad eclesial coincidente con la más auténtica tradición recuperada por el Vaticano II, y con disenso que atañe a ciertas decisiones que calificamos como incorrectas. Porque en los temas atinentes a los avances científicos, a la diversidad de costumbres, a los progresos éticos de la humanidad, a la fraternidad igualitaria en el pueblo y entre los pueblos, al derecho de búsqueda de felicidad por parte de cada  uno y cada comunidad, a la transparencia en el manejo de las finanzas…etc, la Iglesia no puede considerarse la autoridad  máxima con afirmaciones dogmáticas desactualizadas,  ininteligibles o apartadas de las necesidades reales de la gente.

Así  este grupo en búsqueda de espacio y organización, coincidente en principios fundamentales pero con diferentes criterios en muchos asuntos,  quiere constituir una especie de refugio para quienes no encuentran otros lugares concretos en donde crecer en su fe con libertad y experiencia comunitaria.

En la actualidad la asamblea o la cena de Señor (llamada comúnmente Misa) de cada Domingo, es celebrada por nosotros, presidida por un sacerdote que nosotros elegimos, (como elegían a sus presbíteros los primeros cristianos) en un salón del Club Atalaya (situado detrás del colegio La Salle) adaptado para esta circunstancia. Los invitamos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Dios en quien no creo. Por Juan Arias

Yo nunca creeré en:

El Dios que “sorprenda” al hombre en un pecado de debilidad

El Dios que condene la materia

El Dios que ame el dolor

El Dios que ponga luz roja a las alegrías humanas

El Dios mago y hechicero

El Dios que se hace temer o no se deja tutear

El Dios que se haga monopolio de una iglesia, de una raza, de una cultura o de una casta

El Dios que juega a condenar

El Dios que “manda” al infierno

El Dios incapaz de perdonar lo que muchos hombres condenan

El Dios incapaz de comprender que los niños deben mancharse y son olvidadizos

El Dios que exija al hombre, para creer, renunciar a ser hombre

El Dios a quien no temen los ricos a cuya puerta yace el hambre y la miseria

El Dios al que adoran los que van a Misa y siguen robando y calumniando

El Dios que no supiese descubrir algo de su bondad, de su esencia, allí donde vibre un amor por equivocado que sea.

El Dios que condene la sexualidad

El Dios para quien fuese el mismo pecado complacerse con la vista de unas piernas bonitas que calumniar y robar al prójimo o abusar del poder para medrar o vengarse.

El Dios morfina para la reforma de la tierra y sólo esperanza para la vida futura

El Dios de los que creen que aman a Dios porque no aman a nadie

El Dios que dé por buena la guerra

El Dios que pretenden que el cura rocíe con agua bendita los sepulcros blanqueados de sus juegos sucios

El Dios que negase al hombre la libertad de pecar

El Dios a quien le falte perdón para algún pecado

El Dios que aceptase y diese por bueno todo lo que los curas decimos de El

El Dios que ponga la ley por encima de la conciencia

El Dios que prefiera la pureza al amor

El Dios que no pueda descubrirse en los ojos de un niño o de una mujer bonita o de una madre que llora

El Dios que se case con la política

El Dios que aniquilara para siempre nuestra carne en lugar de resucitarla

El Dios que aceptara por amigo a quien pasa por la tierra sin hacer feliz a nadie

El Dios que al abrazar al hombre aquí en la tierra no supiera comunicarle el gusto y la felicidad de todos los amores humanos juntos

El Dios que no se hubiera hecho verdadero hombre con todas sus consecuencias

El Dios en el que yo no pueda esperar contra toda esperanza.

 

Sí, mi Dios es el otro Dios.

 

Juan Arias es periodista, filólogo, escritor y exsacerdote nacido en Arboleas, Almería (España) en 1932.

Realizó estudios universitarios de teología, filosofía, psicología, filología y lenguas semíticas en la Universidad de Roma.

Fue corresponsal de El País en Roma y el Vaticano durante 14 años, donde cubrió entre otros eventos el Concilio Vaticano II. Acompañó a Juan Pablo II por todo el globo, escribiendo la crónica de sus viajes.

Actualmente, y desde hace años, es corresponsal en Brasil. Se ha ocupado además de las relaciones de dicho diario con las universidades y ha realizado tareas de defensor del lector. Ha sido asimismo responsable de Babelia, el suplemento cultural del periódico.

Es miembro del comité científico del Istituto Europeo di Design. Recibió la Cruz de Oficial de la Orden del Mérito Civil por el conjunto de su obra como periodista y escritor.

En 1985, fue galardonado con el Premio Castiglione di Sicilia (premio concedido por el ayuntamiento de esa ciudad siciliana y de gran prestigio en Italia) al mejor corresponsal extranjero y el Premio a la Cultura del gobierno italiano.

En su trabajo como filólogo, destaca su descubrimiento en la Biblioteca Vaticana el único códice existente escrito en el dialecto arameo que supuestamente habló Jesús de Nazaret, buscado desde hacía siglos.

Recomendamos su bellísimo libro “La Magdalena. El Ultimo tabú del cristianismo”