Domingo 22 de Enero de 2012 . 3ro. durante el año litúrgico (ciclo “B”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Mc.1, 14-20) 

Después del arresto de Juan, Jesús se fue a Galilea. Allí anunciaba la buena noticia de Dios de que ya había llegado el tiempo de su reinado  y que se convirtieran aceptando esa buena noticia. Mientras iba caminando por la orilla del Lago vio a Simón y a su hermano Andrés que, como eran pescadores, estaban echando al agua, sus redes. Jesús les dijo: Síganme, yo lo voy a convertir en pescadores de hombres. Ellos de inmediato dejaron las redes y lo siguieron. Avanzado un poco vio a Santiago hijo de Zebedeo y a su hermano Juan que estaban también en su barca arreglando las redes. Los llamó y ellos dejaron las redes y su padre Zebedeo con los jornaleros para seguirlo.

Síntesis de la homilía

Indudablemente entre este relato de Marcos, el primer escritor de evangelios, y el de Juan, el último, hay diferencias históricas notables. Si quisiéramos saber cómo fue realmente la elección de los primeros discípulos, tendríamos que acusar a uno de los dos de desfigurar los hechos. Pero es que no se trata de hechos, se trata de un mensaje que se quiere trasmitir, cada uno a su comunidad o comunidades, y por eso manejan hechos y circunstancias que han recibido como tradiciones orales diversas, y arman relatos como  conviene a sus objetivos, en que lo único importante es el mensaje o sustancia del relato, con un núcleo histórico, generalmente muy pequeño.

Marcos refleja la urgencia de Jesús por buscar seguidores para realizar su tarea evangelizadora. La dura lección del arresto de su primo y amigo Juan, que lo lleva prudentemente a alejarse de Judea, marchando a su provincia de origen con gente más conocida y alejada de la jurisdicción de Herodes, le hacen ver que la cosa es difícil. Que no puede realizarla sólo. Y que aunque él tenga poco tiempo de vida por la molestia que causará a los diversos poderes dominantes, es necesario dejar una prolongación de esa vocación de construir el reino de acuerdo a la voluntad del Padre, en un grupo organizado y contagiado por su entusiasmo y su enseñanza. Así , de pasada nomás, invita a los primeros que descubre trabajando junto al Lago. Y poco más adelante, también se acerca a los otros dos, familiares suyos, para hacerles la  misma invitación. El detalle apuntado por Marcos de inmediato abandono de todo, es inverosímil, si no se tiene en cuenta esa urgencia de Jesús y un seguimiento exigente y comprometido con su causa.

La conclusión, para aplicar a nuestra realidad, es que la construcción del reinado de Dios es tarea dificultosa, peligrosa y lenta. Cuando pensamos en todos los valores que deberían tener vigencia en una construcción así, nos damos cuenta de que se trata de una utopía.

Y este razonamiento no es sólo aplicable a ese ideal pregonado y practicado por Jesús en un pequeño trozo del mundo y en un espacio reducidísimo de tiempo. También hemos de usarlo para medir, fomentar y comprometernos con este andar cotidiano en pos de un mundo mejor, gracias a las iniciativas que surgen de muchos rumbos y necesitan irrenunciablemente de nuestra colaboración.

Domingo 15 de Enero de 2012 2do. Durante el año (ciclo “B”). Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Jn 1,35-42)

Juan estaba con dos discípulos viendo a Jesús que pasaba. Y les dijo :  “éste es el cordero de Dios”. Los discípulos siguieron a Jesús que dándose vuelta les preguntó ¿qué quieren?- Ellos le dijeron : “Rabbí, ¿dónde vives?” “ Vengan y lo van a ver respondió Jesús”. Ellos fueron, vieron donde vivía y se quedaron ese día con él. Eran como las cuatro de la tarde. Andrés el hermano de Simón Pedro era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús. Al amanecer, vio a su hermano Simón y le dijo: hemos encontrado al Mesías (que significa cristo) Lo llevó a donde estaba Jesús y él lo miró y dijo Tu eres Simón hijo de Juan. Tú te llamarás Cefas, que traducido significa Pedro. 

Síntesis de la homilía

El cordero tiene para los judíos un especial sentido simbólico. Fue el animal sacrificado antes de salir de Egipto con cuya sangre se pintaron los dinteles de las casas de los salvados de la ira de ese Dios que había visto esclavizado a su pueblo. Isaías recupera esa designación, cuando compara a Jesús con el cordero llevado al matadero (Is.53,7) Juan lo identifica como el cordero que quita los pecados del mundo. El sentido más habitual en la interpretación de estos textos es expiatorio. Sin embargo, visto con más profundo análisis, es un símbolo pascual, de liberación. Por eso es el cristo (el enviado). Para el bautista y sus discípulos esta denominación bíblica estaba cargada de sentido y por eso, escuchando a su maestro, los dos que lo escuchan, siguen inmediatamente a Jesús. No renuncian sin embargo a averiguar por su cuenta. El lugar donde uno vive es normalmente revelador de la personalidad de quien lo habita. Sólo allí se puede tener acceso a su intimidad. Por eso los discípulos hacen su primera pregunta y Jesús entiende su pedido y los lleva a su vivienda. Juan coloca un detalle que parece superficial en el relato: la hora aproximada del encuentro. Las 4 de la tarde. Pero no se trata de algo prescindible. Allí está la indicación que ubica este encuentro como histórico en el doble sentido de real e importante. El convencimiento de Andrés llega a tanto que ya al amanecer comunica a Simón su hallazgo. Y el evangelista presenta a Jesús con una mirada tan inquisitoria que le permite designarlo anticipadamente, como “piedra”, roca de la comunidad apostólica. Ya a fines del siglo primero había rivalidades internas que exigían una definición de la importancia de un fundamento unificador. Pedro.

El centro del mensaje para nosotros hoy, puede indicarse como la actitud testimonial de los discípulos, que no dudan, por una parte, en pasar de discípulos del bautista con todo su mensaje de austeridad, al seguimiento del cordero de Dios, pascual, camino de felicidad y realización. Pero también de la madurez de una decisión que no se toma , impuesta por otro, sino por propia determinación y compromiso. No son demasiado numerosos hoy, los seguidores de Jesús que cultiven o busquen esta madurez de convicciones y decisiones propias, para dirigir sus vidas de acuerdo con el mensaje liberador de Jesús de Nazaret.

Domingo 8 de Enero. Festividad del bautismo de Jesús (ciclo “B”). Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Mc 1,7-11)

Juan predicaba “después de mí vendrá el que es más poderoso que yo. Yo no soy digno siquiera de desatar las correas de sus sandalias. Yo los bautizo con agua, él los bautizará con el espíritu santo”. Jesús llegó desde Nazaret y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua vio como que los cielos se abrían y el espíritu descendía sobre él como una paloma,  mientras escuchaba una voz del cielo que decía: Eres mi hijo querido y en ti tengo puesta toda mi predilección.

Síntesis de la homilía

Juan tenía claridad sobre lo que él interpretaba como su “vocación”. Lo que Dios esperaba de él. De familia sacerdotal y, muy probablemente unido, o al menos simpatizante con la comunidad de los esenios que vivían en el desierto como actitud de protesta contra las autoridades del Templo que tergiversaban la Ley, esperaba con el pueblo que terminara la humillación de Israel y brillaran de nuevo su prestigio y su poder. El también elige el desierto. Alejado de las reglas, del templo y las costumbres ciudadanas. Y predica  la llega del reino que él supone de destrucción y violencia protagonizadas por el Dios del pueblo elegido, Israel.

Sin embargo, con su humildad y esfuerzo de seguir descubriendo lo que Dios quería de él, estaba dispuesto a sujetarse a los criterios del que vendría después, considerándose nada más que su humilde servidor.(Los sirvientes desataban las sandalias de los que llegaban, para lavarles los pies del polvo del camino.)

Jesús tenía conciencia de pertenecer a ese pueblo oprimido y deseoso de liberación. Por eso concurre como cualquier otro a bañarse en el Jordán símbolo del cumplimiento de las promesas de Dios a su pueblo (la tierra prometida) La conversión significa para él, un cambio absoluto y profundo de la situación penosa de opresión en que vive Israel. Cuando surge desde el agua, experimenta una conmoción interior que parece iluminar todo su futuro. Es como si de repente el espíritu de Dios, tantas veces presentado como juez implacable y castigador, quedara despojado de estas apariencias y se descubriera como espíritu de amor. Esa experiencia interior   tan fuerte, va a transformar toda su vida en una militancia de liberación y de amor.

El espíritu de Dios que bautiza (baña) con frescura de agua nueva, ha sido interpretado como una realidad misteriosa productora de efectos raros en la psicología y conducta humanas o como una comunicación del poder divino que engrandece a los que  lo monopolizan. La cosa es bastante más simple y más grave a la vez. No hay espíritu de Dios que no conduzca a la felicidad que es liberación y al amor que es comunicación llenando con el propio lugar el lugar del otro. Y esto sí,  es complicarse con la concreta militancia de Jesús de Nazaret.

Domingo 1 de Enero de 2012. Festividad de Sta. María Madre de Dios. Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Lc 2,16-21)

Recibido el anuncio, los pastores fueron rápidamente y encontraron a María y José y al hijo acostado en un pesebre. Allí les contaron todo lo que se había dicho del niño. Y ellos lo contaban después, asombrando a la gente. María conservaba estas cosas en su corazón- Y los pastores volvieron glorificando a Dios por lo que habían visto y oído. A los ocho días, realizada la circuncisión, comenzaron a llamarlo Jesús, como el mensajero celestial les había indicado.

Síntesis de la homilía

La devoción mariana del papa Juan Pablo II, ex obispo de Cracovia en Polonia en donde se rinde gran culto a María, instituyó esta fiesta a la que Pablo VI había señalado como gran jornada de la paz mundial. Señal distintiva de los criterios personales de los dos pontífices. Uno, postconciliar, preocupado por el mundo, el otro, devoto de la iglesia, preocupado por remarcar uno de sus dogmas. Se trata del primer título atribuido a María en el Concilio de Efeso en que, merced a un razonamiento aristotélico que permite designar a Jesús con naturaleza humana pero persona divina, decretó que a María le correspondía el diploma de Madre de Dios. Extraña denominación que produce en chicos y grandes la confusión de que el origen de Dios es una creatura humana privilegiada.

No hace falta que se le de un titulo tan solemne y cuestionable a esa mujer que concibió  en su seno al que resultó enviado de Dios para la misión inigualable de devolver al hombre y a la creación su sentido original. La presentación que hace Lucas que se preocupó de reunir datos más o menos históricos sobre el origen de Jesús es muy sintética en este pasaje, y hace derivar la dignidad de María, del anuncio angélico y la respuesta de los pastores a la convocatoria de los ángeles.

Los pastores, en efecto con sus limitadas posibilidades de comunicación se convierten en los anunciadores de la presencia esperanzada del simple nacimiento de un nuevo ser humano en circunstancias muy especiales vividas por el pueblo de Israel. La figura de los esposos y padres de Jesús cobra un sentido especial porque serán ellos los que transformarán a ese niño débil y necesitado de protección en un experto en las escrituras, un interesado por la sociedad de su tiempo, un maestro con excepcional actitud de comunicación, un revolucionario de costumbres anquilosadas por el culto literal de la ley despreocupado casi absolutamente de su dimensión humanista. Todo comienzo, es una nueva oportunidad, y por eso remplazar el almanaque por uno nuevo, nos lanza hacia una aventura de nacimiento esperanzado, con la responsabilidad de aceptar nuestras capacidades y ocasiones de hacer un mundo mejor de acuerdo a la perspectiva proclamada y vivida, del Dios de Jesús.

Domingo 25 de diciembre de 2011 – Festividad del nacimiento de Jesús (ciclo “B”)

Tema (Juan 1,1-18) 

En el principio existía la palabra que estaba con Dios y era Dios. Todas las cosas fueron hechas por la palabra y nada sin ella. Lo que existe tiene vida en ella y la vida es la luz de los hombres. Luz que brilla en las tinieblas y las tinieblas no quisieron  recibir. Apareció un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan. Vino para dar testimonio de la luz y  para que todos creyeran por él. El no era la luz sino el testigo de la luz. La palabra era la luz verdadera que vino a este mundo e  ilumina a todo hombre. Estaba en el mundo y el mundo fue hecho por ella y el mundo no la conoció. Vino a los suyos y los suyos no la recibieron. Pero a los que la recibieron y creen en su nombre les dio el poder de ser hijos de Dios. Ellos no nacen de la carne ni de la sangre ni de la voluntad del hombre, sino engendrados por Dios. Y la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y hemos visto la gloria que él recibe del Padre como  hijo único lleno de gracia y verdad. Juan da testimonio cuando declara: Éste es aquel de quien yo dije que viene detrás de mí pero me ha precedido porque existía antes que yo. De su plenitud todos hemos recibido, gracias por gracia. Porque la ley fue dada por Moisés pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios, el que lo ha revelado es el hijo único que está en el seno del Padre.

Síntesis de la homilía

Esta página prólogo del evangelio de Juan mezcla el razonamiento filosófico griego con la visión cristiana y una cantidad de recursos poéticos con realidades históricas que la vuelven a primera vista ininteligible. Habría que dividirla frase por frase para determinar su sentido. La cultura griega tiene la característica de valorar la palabra como producto de la inteligencia y realizadora del ser humano, y el escritor del cuarto evangelio se solaza en relacionar ese valor de la palabra humana con la de Dios como origen de todo lo que existe, revistiéndola de maravillosas cualidades y colocándola como árbitro supremo de la existencia, de la vida y del sentido del hombre.

Nos vamos a fijar en la frase final que es una especie de confesión del autor de sentirse abrumado por la realidad que acaba de describir y frente a la cual experimenta la fragilidad de su inteligencia y habilidad retórica.

A Dios nadie lo vio jamás. Así todas las llamadas apariciones o epifanías de Dios en ambos testamentos quedan descalificadas como subjetivas, para valorar solamente el descubrimiento, la revelación que nos ha llegado por Jesús de Nazaret.

Se han dicho y escrito muchas, pero muchas cosas sobre Dios. Bibliotecas enteras.

Y siguen apareciendo quienes afirman saber cosas de El y se sienten con la responsabilidad de comunicarlas como las creen para conquistar adhesión a sus conceptos. Pero la verdad es “que a Dios nadie lo vio jamás”. El es en el leguaje bíblico el absolutamente Otro. El trascendente. Todo lo que se diga de El es sospecha, deducción, imaginación, conveniencia, necesidad de sentirse superior y también expresión de poder.

Por eso para nosotros cobra importancia muy honda la afirmación de que esa Palabra con mayúsculas se hace palabra con minúscula identificándose con nosotros, con nuestra carne, con nuestra debilidad. Y contagiada con el lenguaje humano, se identifica con el hombre y toda su realidad para orientarlo a la salvación, a la libertad, a la realización querida por ese Dios del que ha tenido una experiencia particularísima que lo ha llevado a iluminar el sentido de la creación y del ser  humano con el testimonio de su vida, de su acción y de su palabra.

No hacen falta silogismos de lógica filosófica para entender y recibir la luz de Jesús de Nazaret, que sí suponen otras religiones espiritualistas cuyos fundadores se presentan como los que “han visto a Dios”. Hace falta nada más que acercarse a él como hombre para descubrir en su proceder y su mensaje humanos, la dignidad

De cada ser humano y su responsabilidad y sentido en el cosmos y en la historia.

Domingo 11 de Diciembre de 2011 – 3ro. de Adviento (ciclo “B” )

Tema (Jn.1,6-8 a 19-28)

Apareció un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan. Vino como testigo para dar testimonio de la luz. El no era la luz sino el testigo de la luz. Éste es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron a unos sacerdotes y levitas desde Jerusalén para preguntarle; ¿Quién eres tú? El dijo abiertamente “no soy el mesías”. ¿Y entonces quién eres? ¿Elías? Le dijo: No.-¿Eres el profeta? Tampoco, respondió. Ellos insistieron: Pero entonces ¿quién eres, para que podamos dar respuesta a los que nos enviaron? Y él dijo: Yo soy una voz que grita en el desierto: preparen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.

Algunos de los enviados eran fariseos y entonces repreguntaron ¿por qué bautizas entonces si no eres el mesías, ni Elías ni el profeta? Juan respondió: Yo bautizo con agua pero hay entre ustedes al que no conocen, que  viene después y a quien no soy digno de desatar la correa de las sandalias. Esto sucedía en Betania, al otro lado del Jordán donde Juan bautizaba

Síntesis de la homilía

Cuando el autor del evangelio de Juan escribía a fines del primer siglo, subsistían varias polémicas dentro de la iglesia naciente. Entre ellas la de los discípulos de Juan el Bautista y los de Jesús de Nazaret, rivalizando por la jerarquía de sus maestros, a que ya aludía el libro del Hechos con la diferencia entre el bautismo de Juan y el del Espíritu

El relato joánico en este trozo quiere, en primer lugar, resaltar la superioridad de Jesús frente a la importancia relativa de Juan (que no era la luz sino quien debía dar testimonio de la luz) El argumento más importante es puesto en labios del mismo bautizador que aparece investigado por mensajeros de las autoridades judías. “Yo no soy el mesías. Ni el Elías que anuncia su llegada. Ni el profeta anunciado en el Deuteronomio (18) y en los Macabeos (I,6) que asegura la destrucción y la muerte para los infieles a la alianza divina.  Juan, sin embargo, en la variedad de alusiones evangélicas a su persona, se denomina precursor (el que viene detrás de mí) y proclama un mensaje muy parecido al del Profeta (el hacha está puesta a la raíz y se echarán al fuego los árboles derribados). Pero es el mismo Bautista quien descubre su identidad recurriendo a Isaías: Soy un aviso en el desierto, una voz que grita  Porque es necesario el cambio. Y el símbolo del cambio es el agua purificadora del río históricamente sagrado, el Jordán. Sin embargo el símbolo no es suficiente. Es necesario cambiar el espíritu capaz de animar y fortalecer cualquier cambio. Es lo que se llama habitualmente “conversión”.

Navidad es para nosotros una expectativa de cambio. Por eso la figura de Juan aparece en este tiempo litúrgico. Las expresiones festivas consumistas que se preparan con tanta anticipación, no dan la idea de lo que cuesta y compromete  pretender un cambio. Un cambio que afecte las relaciones humanas. No simplemente un cambio individual que no sea novedad ni navidad para nadie.

Y el ideal de las relaciones humanas es el de fraternidad. Que no se rige sólo por el afecto y sus expresiones, sino por el afán de mantenerse en la verdad o mejor dicho en su búsqueda, de erguirse en la defensa de todos los derechos humanos, de levantarse contra cualquier clase de discriminación, de reconciliarse con la profundidad de la inteligencia investigadora de las ciencias admitiendo el cambio de muchos postulados afirmados por costumbres y tradiciones. Todo eso que le hace falta a la comunidad eclesiástica, visiblemente retrasada en muchos de estos aspectos y a cada grupo y a cada uno de nosotros.

Domingo 4 de diciembre de 2011 – 2do. de Adviento (ciclo “B”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (mc.1,1-8)

Comienzo de la buena noticia de Jesucristo hijo de Dios. Como escribe Isaías “Voy a enviar un mensajero para prepararte el camino. Una  voz anuncia en el desierto: preparen el camino del Señor, allanen sus senderos” Así se presentó Juan el bautista en el desierto anunciando un bautismo para el perdón de los pecados. La gente de Jerusalén y de los alrededores llegaba y se hacía bautizar en el río Jordán, confesando sus pecados. Juan vestía una túnica de pelos de camello que sostenía con un cinturón de cuero y se alimentaba de langostas y miel silvestre. Predicaba diciendo: después de mí vendrá el que es más poderoso que yo a quien no soy digno de desatar la correa de las sandalias. Yo los bautizo con agua pero él los bautizará con el Espíritu Santo.

Síntesis de la homilía

Marcos a quien la tradición señala como discípulo de Pedro en Roma es, con un consenso muy grande entre los estudiosos, el primer escritor de evangelios. Ya el principio de su escrito lo insinúa. Como su relato contiene una descripción de la destrucción de Jerusalén se afirma que no pudo ser escrito antes del año 70. La finalidad de su escrito es responder a la pregunta de los paganos que se interesaban por la convocatoria de las primeras comunidades, sobre quién es Jesús. Lo afirma ya desde la introducción: el cristo, el hijo de Dios. Para nosotros que leemos el escrito desde una cantidad de afirmaciones que se nos han trasmitido con carácter “apologético”, es decir para convencernos de la verdad de una serie de afirmaciones que se fueron produciendo en la Iglesia. Cristo e hijo de Dios tienen el mismo significado: Enviado de Dios. Sin ninguna referencia a la definición dogmática de la trinidad. El recurso al profeta Isaías que se refiere en el capítulo 40 a la liberación de la esclavitud babilónica e  imagina voces que brotan de todas partes para anunciar la vuelta del destierro, obedece en Marcos a la necesidad de mostrar a los paganos que Yahvé cumple sus promesas y la cumplirá también ahora. El mensajero es una de esas voces que gritan en el desierto del escepticismo humano  para convencer de que se acerca la victoria definitiva para Israel. La figura y las palabras de Juan  se refieren claramente a una destrucción del poder humano debida a la intervención divina a favor de su pueblo.

Esta es la buena  noticia que Marcos entrega y tratará de confirmar a través de todo si escrito con los hechos maravillosos que narra de la historia de Jesús más que con la reconstrucción del mensaje de sus palabras. Israel pensó siempre que sus derrotas y castigos eran merecidos por sus pecados de idolatría. Por eso el baño que propone Juan es una purificación social y no sólo individual. Por eso excluye a quienes son cómplices de ese mal, como lo consigna Mateo. Confesar sus pecados no tiene nada que ver con lo que nosotros hemos llamado “Confesión”, significa hacer  memoria del pecado o los pecados de todos como pueblo de Dios.

El adviento, como tiempo litúrgico nos sitúa en esa posición. La celebración del nacimiento como hombre, del liberador enviado de Dios, implica una memoria de nuestros pecados. Los que repercuten en la vida y en la historia de la sociedad en que vivimos, y con ese  reconocimiento, una sincera voluntad de remediar sus efectos perniciosos.

Domingo 27 de noviembre de 2011 – 1ro. de Adviento (ciclo “B”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Mc.13,33-37) 

Jesús advierte a sus discípulos sobre la necesidad de estar prevenidos porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de viaje dejando la casa al cuidado de los servidores, cada uno con sus tareas, recomendando al portero que esté siempre vigilante. Estén prevenidos entonces porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o a la mañana. Que no  llegue de improviso y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos estén prevenidos.

Síntesis de la homilía

Las afirmaciones de Marcos en este anuncio del final de los tiempos, que despierta la curiosidad de los discípulos que preguntan sobre el cómo y el cuándo, dejan en suspenso la respuesta al afirmar al mismo tiempo su inminencia y la ignorancia sobre el momento exacto no conocido sino por Dios. Si nos atenemos a las afirmaciones de Jesús, el reino está a las puertas. Así lo sostuvieron las primeras generaciones de cristianos y por ese motivo la cuestión de la vigilancia para que no los tomara desprevenidos se convertía en algo fundamental- Por ese motivo Marcos, ante la impaciencia porque el hecho sucediera, escapa de la cuestión afirmando que el tiempo es desconocido para todos, hasta `para el hijo privilegiado. Pero sin embargo insiste en estar prevenidos, ya no tanto para evitar la sorpresa que los tome al margen del reino, sino para  alimentar la constancia en la  construcción de los valores de ese reino que consiste en la realización del sentido de la humanidad querido por el Padre.

La curiosidad de los discípulos se ha trasmitido innumerables veces a diversos grupos de la humanidad que han creído hacer el diagnóstico exacto de los signos.

Ninguna de esas fantasías interpretatorias de misteriosas señales se han convertido en realidad. Como dice el tango “el mundo sigue andando”.¿Qué valor tiene hoy esa recomendación de vigilancia a la que Marcos confiere tanta importancia? Nada menos que un aviso fundamental para tener en cuenta en los tiempos de cambio que vivimos. Estos tiempos que a muchos desorientan, a muchos escandalizan y a algunos les parecen precursores de grandes renovaciones. Ese aviso fundamental nos pone en la seguridad de que los valores que hacen a la auténtica y permanente posibilidad de felicidad del ser humano, no deben ser nunca descuidados.

Los elementos negativos aparecen por todas partes. Hay una especie de lamento de la condición humana que ha sido propiciado por una conciencia religiosa plagada de miedos. Hay mucha gente que no puede liberarse de la convicción de que esta vida es un valle de lágrimas, de que vivimos en un destierro, de que inevitable el fracaso de la humanidad. Y esto que se dice con palabras va penetrando hasta debilitar nuestro sentido de lucha por mejorar lo que apreciamos que está mal, por  remediar las falencias en cuanto está en nuestras manos, por empezar de nuevo después de cada fracaso. Y eso es vivir “desprevenidos”. Eso es no construir el reino porque sólo disponemos de los ladrillos que exigen ser acomodados cuidadosamente para construir de a poco una pared o una casa.

Domingo 20 de Noviembre de 2011 – Solemnidad de Cristo Rey (ciclo “A”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Mt. 25,31-46) 

Cuando este hijo de hombre llegue a su gloria rodeado de toda su corte, se sentará en un trono. Todas las reuniones estarán reunidas en su presencia. Separará ovejas y cabritos  colocándolos de un lado u otro. Dirá entonces a los de su derecha: “vengan al gozar del reino que les está preparado. Porque tuve hambre y me dieron de comer, sed y me dieron de beber,  de paso y me alojaron, desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, preso y me vinieron a ver” y ellos preguntarán “¿Cuándo?” Y el rey les dirá “les aseguro que lo que ustedes hicieron por los más pequeños me lo hicieron a mí.”

Luego dirá a los de la izquierda: “Aléjense de mí, malditos, porque no me socorrieron ni ayudaron cuando los necesité en mis hermanos sufrientes”

Los buenos irán entonces a la vida eterna y lo malos, al castigo.

Síntesis de la homilía

En las monarquías absolutas el juicio definitivo pertenecía al rey. El título solemne de la festividad de hoy, no tiene nada que ver con el texto evangélico. Jesucristo rey del universo. Si algún título puede deducirse es el de “Jesucristo rey de los malditos de la historia” porque hacia ellos se inclina y con ellos se identifica.

La descripción de Mateo materializa el juicio definitivo del Dios de Jesús, sobre la historia de la humanidad, en una gran cita de todas las naciones. Se tomó tan a la letra esta descripción, que muchos exégetas vivieron la inquietud de encontrar un lugar suficiente para reunir a tanta gente. Y coincidieron en el valle de Josafat, que es una construcción imaginativa, porque Josafat significa “Dios juzgará” y no hay un lugar geográficamente identificable. El juicio definitivo de Dios no necesita lugar ni multitud, se va dando en el sentido que se confiere a la vida en el andar cotidiano.

El juicio del Rey, se basa en la conducta relacional entre los seres humanos.

Sin fijarse en la observancia de determinados preceptos o leyes, sino en la identificación con el otro que llamamos, amistad, comprensión, solidaridad, igualdad, amor.

Benditos (bien dicho) del Padre son los que tratan a los demás como hermanos. Malditos (mal habido) en el sentido de rechazados, los que practican la discriminación, el egoísmo o la opresión. Así revierte la noción general de una sociedad, para la que son “malditos”  rechazados, los que padecen carencias materiales, morales o psíquicas. Ellos son los benditos que, incluso pueden convertir en benditos, a los que los asisten en sus necesidades.

La separación entre ovejas y cabritos atiende a la costumbre pastoril de proteger a los cabritos más sensibles a la intemperie que las ovejas. No es que Jesús los identifique como derechas e izquierdas para admitirlos o condenarlos, sino que practica una división que es mucho más radical que  todas las que nosotros solemos hacer de la sociedad. Los encerrados en sí mismos y los abiertos a los demás. El calificativo eterno o eterna, no es una referencia a una vida del más allá sino al éxito  o fracaso entre una vida con amor y otra con poder y opresión.

Ante  la calificación peyorativa de “vagos” para con los desocupados y favorecidos

con ayudas especiales, debiéramos repensar las visión de esta parábola del reino sobre los que son valores definitivos.

Reflexión Domingo 13 deNoviembre de 2011 – 33 durante el año litúrgico (ciclo “A”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Mt. 25,14-40)

Una parábola para los discípulos: El reino de los cielos es semejante a un hombre que al salir de viaje llamó a sus servidores para confiarle sus bienes. Le dio a uno cinco talentos, a otro dos y a otro sólo uno teniendo su capacidad. Enseguida los que habían recibido más negociaron y doblaron el capital, pero el que recibió uno solo hizo un pozo y enterró el dinero. Cuando volvió, vino  el primero y le entregó diez talentos. Y el señor le dijo ¡Muy bien, te voy a entregar mucho más. Entra a mi casa! Lo mismo sucedió con el dos. Luego vivo el que había recibido uno y le dijo “señor yo  sé que eres exigente, que recoges donde no has sembrado y cosechas donde no has esparcido, así que enterré tu talento. Aquí lo tienes. Y el hombre respondió : Servidor perezoso, si sabes que soy así ¿por qué no entregaste el dinero en préstamo para que yo lo hubiera recogido con intereses? Y ordenó: quítenle el talento y dénselo al que tiene diez porque a quien tiene se le dará y tendrá mucho más

Síntesis de la homilía

Esta es una parábola capìtalista. Todo se basa en la posesión y aumento del dinero.

Un talento equivalía a 34 kgs. de oro. Era habitual que los ricos empresarios del campo que habían adquirido muchos bienes se entregaran a viajes fastuosos, dejando encomendadas sus posesiones al personal de servicio. La interpretación de que en el reino de los cielos  hay que hacer valer las posesiones para la mayor producción y ganancia, olvida que estas fotografías de la realidad que son  las parábolas, son impactos para sacar conclusiones de los detalles principales, y  de ninguna manera justificación de conductas reales del momento, a las que ellas hacen referencia,

En ese sentido el eje de la parábola se fija en la reprensión al servidor perezoso que tiene una explicación justificante bastante satisfactoria. El insaciable y hasta injusto proceder del dueño que solamente exige e impone. Y el final es manifiestamente un acto de injusticia. Al que es menos y puede menos lo expulsan y castigan, quitándole previamente el talento confiado.

Con estos relatos se puede entender que la parábola es una semejanza con el reino de los cielos, si los “talentos” de que se habla, son los valores del reino: la verdad, la sinceridad, la generosidad de compartir, la comprensión, la indiscriminación, la fraternidad. Las circunstancias y capacidades de cada uno determinan la cantidad de riquezas de que cada cual dispone para administrar. Y la peor y más estéril de las motivaciones, es la de pensar que el Dios, testigo insobornable de nuestras acciones, es tan exigente, castigador e inclemente que más vale  la pena no comprometerse, dejar que las cosas sigan como están, resignarse a que todas las deficiencias humanas sigan arruinando las vidas de todos o de muchos.

La máxima capitalista que se fija en la acaparación y el productivismo, se transforma entonces en la preocupación por construir el reinado de Dios predicado y practicado por Jesús, del modo que cada uno tiene al alcance de sus posibilidades.

Una advertencia para estos tiempos en que el termómetro del avance o retroceso social, de la crisis o del éxito tiene la medida exclusiva de los bienes materiales.