Tema (mateo 11,25-30)
Te alabo Padre, señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí Padre, porque esa fue tu voluntad. Todo me ha sido dado por mi Padre y nadie conoce al hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre como su hijo y aquel a quien el hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados y yo los aliviaré- Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí que soy paciente y humilde de corazón y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.
Síntesis de la homilía
Frente a la expectativa creada por algunos fanáticos de la soberanía de Israel sobre los pueblos del mundo cuyos gérmenes pueden encontrarse en algunas descripciones proféticas, sintetizadas en la predicación de Juan el Bautista. Jesús prefiere la visión de Zacarías en que el rey anunciado es rey de paz, de justicia y humildad. Un rey que va a basar su poder en la comunidad misma y no en los caprichos de los más poderosos, El pasaje de Mateo entra de lleno en esa visión. Esto coincide con la visión de los antiguos profetas que aspiraban la organización del considerado por ellos “pueblo de Dios” como un modelo alternativo de sociedad, al margen de la teocracia dominadora, autoritaria y excluyente. Jesús rechaza esa táctica de los grandes y poderosos y de los que desde una supuesta sabiduría, arguyen un perfecto conocimiento de la voluntad de Yahvé , para imponerla en el templo y en la sociedad. La voluntad de Dios, el Padre, está revelada a los pequeños. Los que califica de afligidos y agobiados por la inflexibilidad del sistema impuesto en nombre de la Ley e invita a acogerse a su mensaje valorándolos en su posibilidad de descubrir al Dios Padre superadora de la imagen reinante del Dios poderoso y Señor. El `pasaje es una especie de reacción frente a la ceguera de las ostentosas ciudades Corozaín y Betsaida en las que su propuesta ha sido rechazada a pesar de los muchos signos realizados en su apoyo.
Una conclusión inmediata de este pequeño discurso de Jesús es que la presencia de Dios en la creación no tiene sentido de atemorizar y someter sino de promover y defender la dignidad de cada ser humano. Ese es el “poder de servicio” que llamamos.
La sociedad en que vivimos con una organización que entre las formas de organización ensayadas a través de la historia ha optado por la democracia que es la estructura que brinda más posibilidades de participación. Supuesta la libertad como condición inalienable de todos los seres humanos es de suponer que los intereses individuales estarán siempre como tentación para apartarse de los logros comunitarios. Por eso, el ejercicio democrático tiene un punto clave que es la elección de aquellos a quienes el consentimiento popular otorga el poder y la responsabilidad de gobernar. Un poder que habitualmente tiene que oponerse al poder dominante que ejercen diversos sectores sociales y por eso, tiene como el más importante cometido defender a los pequeños, a los menos dotados, no sólo con palabra sino con organización de estructuras siempre listas para incluirlos en la participación de los bienes materiales y culturales de cada sociedad. Jesús quiso dejar una comunidad de pequeños en que el único poder fuera el servicio. A través de la historia la o las iglesias, que se presentan como herederas de su mensaje, no han cumplido siempre con este ideal que muchas veces calificamos de utopía (irrealizable) También el objetivo de Jesús fundador de esa comunidad fraternal fue esa alternativa que todavía perseguimos y, a pesar de las dificultades no queremos abandonar como utopía hacia la que tenemos que marchar.