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Domingo 20 de Junio de 2010 - 12mo. del año litúrgico (ciclo “C”) (día de la bandera y día del padre) Tema: (lc.9, 18-24) después de orar a solas Jesús preguntó a sus discípulos qué decía de él la gente. Le respondieron que para unos era Juan el Bautista, para otros Elías, y para muchos alguno de los antiguos profetas resucitado. Pero para ustedes ¿quién soy yo? Pedro tomando la palabra dijo “Tú eres el mesías de Dios”. El les ordenó severamente que no dijeran eso a nadie y añadió que debía sufrir mucho, sería rechazado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas y condenado a muerte, resucitaría al tercer día. Luego dijo a todos: El que quiera seguirme que renuncie a sí mismo, cargue cada día con su cruz y me siga. El que quiera salvar su vida la perderá y el que pierda su vida por mí la salvará. Síntesis de la homilía Jesús muestra un especial interés por conocer quién es para sus discípulos. El tiene una viva convicción lograda en el trato íntimo con Dios de que tiene una misión encomendada por El. La descubre y alimenta en la oración. La introducción de Lucas nos habla de este orar a solas antes de esas preguntas sobre los criterios de juicio de la gente. Juan bautista, Elías o los antiguos profetas son luchadores por un cambio y esto es lo que descubre la interpretación popular. Acorde con ese sentir que es a la vez deseo ardiente de un pueblo oprimido, Pedro expresa el sentir de todos. ¡Es el mesías! La expresión no causa gozo en Jesús, sino preocupación. Por eso les prohíbe divulgar ese modo de pensar que además de peligroso, es inexacto. Está claro que los discípulos están esperando una revolución, un cambio temporal conducido por Jesús. A propósito de la inquietud de Jesús de saber quién era para la gente y sus discípulos, también nosotros podríamos preguntarnos ¿Quién soy yo para la gente y para los más cercanos? Las respuestas serán de lo más variadas. Si realmente escuchamos lo que es el juicio de los que nos rodean, tendremos un balance que nos oriente en nuestro modo de actuar y que afirme lo que verdaderamente queremos ser para ellos. Con mucha frecuencia escuchamos y valoramos solamente los halagos. Detrás de ellos brota una responsabilidad que nos carga con la misión de no defraudar lo que esperan de contribución para la felicidad de todos. Pero también detrás de ellos es posible descubrir sinceramente quién soy yo y cuál es mi misión o compromiso con mi realidad y la de los demás. En este punto muchas veces deberemos tomar conciencia de que no todo está dicho con las apariencias. Que a veces es necesario asumir decisiones que están en contra de un sentido egoísta o discriminante de quienes nos rodean. Hoy día del padre, una celebración que detrás de lo comercial recupera una figura importantísima en nuestra sociedad y, en el fondo nos coloca frente a una denominación con que jesús acostumbraba referirse a Dios, será bueno pensar en la carga que hoy soportan frente a exigencias desmedidas y ante la propia duda de cuál tiene que ser el comportamiento adecuado con los hijos. Descubrir la medida justa del respeto a la libertad y la educación en ella, de manejar los límites resignándose a la antipatía que esto puede producir es un problema constantemente vivido por los padres de nuestro tiempo. Muchas veces los hijos, como los discípulos de Jesús están convencidos de que el papel de los padres es simplemente de proveedores de las necesidades y aspiraciones de los hijos y se comportan con exigencias desmedidas y disconformidades que hacen aparecer a los padres como responsables de todo lo que se necesita y culpables de todo lo que falta. Si queremos con sinceridad darle profundidad a esta celebración será bueno que todos los hijos revisen su relación con su padre en orden a su responsabilidad y el cariño agradecido que se merece. |
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