¿Proyectos o “slogans” de campaña? Por Guillermo “Quito” Mariani

Muchas veces, pero de manera especial escuchando las propuestas de representantes de los partidos políticos que preparaban la elección de legisladores nacionales el 28 de Junio del 2009, me he preguntado: ¿No seríamos el mejor país del mundo si todos estos “cráneos” de los partidos políticos aceptaran unir sus propuestas para lograr una legislación adaptada a nuestra realidad? Cada uno descubría un problema y cada uno ofrecía un proyecto para solucionarlo. La coincidencia se daba más bien en los ataques que en los proyectos, en la euforia de las soluciones que en la consideración y análisis de la realidad, en la seguridad de ser los mejores que en la simplicidad de reconocer limitaciones. Estaban “en campaña”.

Estamos volviendo a vivir un tiempo eleccionario. Se repiten las propuestas. En realidad hay algunas que mejorarían muchas cosas en nuestra convivencia societaria. Otras pueden considerarse fantasiosas o enconadas.

Auditoría de la deuda externa, separación de iglesia y estado, reforma constitucional orientada a mayor participación de las provincias en la distribución de ingresos, una nueva y consensuada ley de educación …

Los que hacían estas propuestas son legisladores, después del triunfo tan celebrado de aquel 28 de Junio.

Mis preguntas ¿No son, primero que nadie, los legisladores quienes tienen que elaborar proyectos de leyes para ser discutidos en el Congreso? ¿A qué se debe esta realidad de que el poder ejecutivo es el que lleva, al menos aparentemente, la delantera en la presentación de proyectos que entonces sí discuten ambas cámaras por la aprobación o el rechazo sin medias tintas?

Los que ya son legisladores desde Diciembre ¿por qué no presentan como proyectos elaborados consciente y detalladamente, aquellas que fueron sus propuestas de entonces, u otras que consideren necesarias para el bien común? ¿Temen que el proclamado autoritarismo presidencial, no permita estas presentaciones? ¿Tienen conciencia de que las propuestas no obtendrán consenso? ¿por qué esperar a que siendo gobierno en el futuro, las propuestas sean presentadas y defendidas por el ejecutivo cuya facultad principal es cumplir y hacer cumplir las leyes y no elaborarlas? ¿O es que se mantiene la exigencia de que cualquier enunciado que parece ventajoso a quienes lo presentan debe ser aceptado por el poder central para convertirlo en decreto de necesidad y urgencia, aliviando así el trabajo legislativo?

Son muchas preguntas que buscan respuestas, y de acuerdo a ellas podremos concluir si se trató de verdaderos proyectos con ansias de beneficiar a las sociedad o de meros “slogans” publicitarios. Hay que confesar que en muchas oportunidades estos rótulos propagandísticos fueron eficaces. “Síganme que no los voy a defraudar” “Produciremos un salariazo que remedie la postergación de los trabajadores” “Ni vencedores ni vencidos” “No a la corrupción” etc. Pero no es bueno para nadie que así sea.

Sería por eso de desear que, para recuperar en algún grado la credibilidad de los políticos, no se retrasaran las propuestas de leyes que se consideran beneficiosas para el país. Pareciera que hay más preocupación por obstaculizar el cumplimiento de las leyes que por estimarlas como un ordenamiento necesario en una sociedad democrática. Está sucediendo con la ley de medios. Como sucedió con la de matrimonios igualitarios que encontró jueces amparados en la objeción de conciencia desde una perspectiva de política eclesiástica.

Para Venezuela el resultado de las elecciones legislativas es juzgado desde aquí, por la prensa monopólica, como una pérdida de facultades para el ejecutivo y un desmerecimiento de su gestión socialista con inclusión especial de las culturas nativas, Aquí las mismas fuentes consideraron un triunfo mayoritario el de la 125 que salió adelante sólo por un voto. Distintos modos de juzgar, de acuerdo a los intereses que se defienden.

Si alguien piensa que el poder legislativo está inerme y absorbido o incapacitado para legislar, esperamos convencernos de lo contrario gracias a una mayor preocupación por elaborar y presentar los proyectos que fueron o son “slogans” de campaña.

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