Recuperar lo humano, revisar lo histórico, redescubrir lo evangélico. Por Juan Masiá

En vez de responder directamente a las preguntas enviadas por el secretariado del Sínodo (que parecen formuladas para inducir y condicionar la respuesta), es preferible expresar para conocimiento de los obispos sinodales una opinión sobre cada uno de los nueve temas indicados en el título de cada bloque de preguntas. En el marco de una reunión con profesionales y matrimonios católicos que asisten a cursos de formación permanente en teología, redacto mi propia opinión incorporando las aportaciones recibidas por los participantes.

1. Sobre Biblia y magisterio eclesiástico acerca de la familia.masia

En vez de preguntar si se difunden y cómo se aceptan las enseñanzas de la Iglesia sobre matrimonio, familia y sexualidad, hay que plantear la revisión radical del modo de leer, interpretar y aplicar los textos bíblicos, tal como se los usa en Humanae vitae de Pablo VI, en Familiaris consortio de Juan Pablo II y en el Catecismo de 1992.

2. Sobre matrimonio y ley natural.

En vez de preguntar por el matrimonio según la ley natural, hay que revisar y corregir la manera estrecha de entender la llamada ley natural y la pretension de que la Iglesia se arrogue el monopolio de su interpretación. Es necesario clarificar el modo de entender la enseñanza de la Iglesia en el campo moral. Se refiere más a una enseñanza parenética o exhortativa, que pretende ayudar  a las personas a evitar el mal y hacer el bien. El papel de la Iglesia, como explicaba el cardenal Martini, no es el de multiplicar definiciones y condenaciones, sino el de ayudar a las personas a vivir más humanamente y con esperanza. La confusión entre estas exhortaciones y la doctrina moral es dañosa, porque provoca el malentendido de considerar herético lo que es meramente un disentir responsable con relación a una determinada recomendación que no tiene por qué ser considerada como una afirmación doctrinal.

3. Sobre pastoral familiar y evangelización.

*No es sólo cuestión de flexibilizar la práctica pastoral sin tocar la enseñanza sobre la supuesta “doctrina” de la Iglesia. De hecho, hace décadas que muchas personas creyentes y obispos y sacerdotes que están en el seno de la iglesia se sienten con toda libertad para disentir de las exageraciones de la llamada “doctrina de la Iglesia”. Pero esta no cambia abierta y oficialmente y hay una brecha abierta de separación entre esta práctica pastoral evangélica y las posturas oficales de la Iglesia, con las que pierde credibilidad dentro y fuera de ella. Por ejemplo, hay creyentes que piensan que usar un preservativo está prohibido, y hay no creyentes que piensan que el uso del preservativo está condenado. Pero en el consultorio y en clase de teología moral decimos claramente, con frase del Cardenal Martini, que “ni le corresponde a la iglesia condenarlo ni es su misión recomendarlo”. Sin embargo las jerarquías eclesiásticas no se han atrevido a decir esto y por eso han perdido tanta credibilidad durante los tres últimos pontificados.

*Tanto en la práctica de la pastoral familiar como en los documentos y exhortaciones de la Iglesia sobre matrimonio y familia hay que corregir tres fallos graves :

1) Hay que evitar la falta de distinción entre las enseñanzas principales (que son pocas y muy básicas, p. e., la paternidad responsable) y las cuestiones secundarias y discutibles (que pueden ser muy variadas, p.e., las recomendaciones que hicieron los Papas Pablo VI y Juan Pablo II acerca de los anticonceptivos.

2) Hay que evitar que se junte el olvido de las enseñanzas principales con el empeño en convertir en señal de identidad católica el asentimiento ciego a esas otras recomendaciones secundarias.

3) Hay que evitar que personas creyentes poco formadas como adultas en su fe crean equivocadamente que no se puede disentir de la iglesia en estas cuestiones secundarias y confundan la discrepancia razonable y responsable con la disidencia e infidelidad (Por ejemplo, disentir de la Humanae vitae no es cuestión de pecado, ni de obediencia, ni de fe. Esto hay que enseñarlo claramente y no sólo decirlo en voz baja en el consultorio o en el confesionario).

4. Sobre la actitud pastoral ante las situaciones difíciles de parejas y matrimonios.

*Hay que revisar el criterio acerca de las relaciones sexuales fuera del marco jurídicamenrte formalizado como matrimonio. Una buena referencia es el triple criterio propuesto por el episcopado japonés en su Carta sobre la Vida (1983): Criterio de fidelidad consigo mismo: ¿Cómo actuar en el terreno de la sexualidad y el amor, de modo que se respete uno a sí mismo? Criterio de sinceridad y autenticidad para con la pareja: ¿Cómo actuar en el terreno de la sexualidad y el amor de modo que se respete a la pareja? Criterio de responsabilidad social. ¿Cómo actuar de modo que se tome en serio la responsabilidad para con la vida que nace como fruto del amor?

*Hay que revisar la opinión expresada en los documentos oficiales de los tres últimos pontificados acerca de la inseparabilidad de lo unitivo y lo procreativoen la relación sexual y en cada uno de sus actos.

*La propuesta de una ética de máximos como ideal, por ejemplo, acerca del matrimonio indisoluble, debe hacerse compatible con la aceptación y apoyo pastoral y sacramental de las personas tras la ruptura de una relación matrimonial, y en el proceso de rehacer la vida con o sin otra nueva relación.

5. Sobre las relaciones de pareja homosexuales.

No basta afirmar con el catecismo que las personas con una orientación homosexual no deberían ser discriminadas ni en la sociedad ni en la Iglesia (Catecismo de la Iglesia católica, n. 2358). No basta afirmar que la orientación homosexual en sí misma no es un mal moral (Véase la Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la fe, Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre el cuidado pastoral de personas homosexuales, 1986, n. 3).

No basta explicar que algunos textos de la Escritura en que se alude a prácticas homosexuales deben ser leídos en el contexto de denuncia de las costumbres sociales de la época; no deberían ser utilizados nunca para emitir un juicio de culpabilidad contra quienes sufren a causa de su orientación sexual (Véase la Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la fe, Persona humana, 1975, n. 8). Hay que dar un paso más y, en vez de concentrarse en cuestionar la relación sexual, la Iglesia debería confrontar el problema inherente a las reacciones negativas, tanto religiosas como sociales, con que se confronta este tema en la Iglesia y en la sociedad. Y dar también el paso de la acogida comunitaria, sacramental y pastoral de estas parejas y de la educación de su prole.

 

6. Sobre la educación de los hijos-as de parejas “no formalizadas” según el llamado “modelo tradicional” de familia.

Sin renunciar a lo ideal, hay que ser realista. Sin dejar de recomendar el ideal de la indisolubilidad, hay que asumir el hecho inevitable de las rupturas y la necesidad de sanación humana, espiritual y sacramental. Como escribe el epsicopado japonés en su Carta del Milenio, “Reconocemos que muchos hombres y mujeres no son capaces de cumplir la promesa de amor que hicieron al casarse… Hay situaciones en las que por diversas razones la ruptura es inevitable… Estas personas necesitan consuelo y ánimo. Lamentamos que la Iglesia haya sido a menudo un juez para ellas… Cuando el vínculo matrimonial, lamentablemente, se ha roto, la Iglesia debería mostrar una comprensión cálida hacia esas personas, tratarlas como Cristo las trataría y ayudarlas en los pasos que están dando para rehacer su vida… Esperamos que quienes han pasado por el trance penoso del divorcio y han encontrado a otra persona como compañera en el camino de la vida serán apoyados por la Iglesia con un amor materno y acogedor”.

7. Sobre la acogida de la vida naciente.

*No ha de extrañar que una gran mayoría de esposos católicos apoyados por el ministerio pastoral vengan disintiendo de las orientaciones eclesiásticas sobre laregulación de la natalidad. No es un problema de moral, sino de eclesialogía mal entendida. No es problema de desobediencia, sino de responsabilidad.

*La violación es un acto que, con su violencia hiere la dignidad de la persona en su mismo centro. Es evidente que el embarazo no debe ser el resultado de una violencia. Esto se aplica no solamente a los casos de violación en el sentido más estricto de la palabra, sino también a otros casos de violencia más o menos disimulada. Hay que responder que, en muchos casos, interrumpir ese proceso en sus primeros estadios constitutivos no es solamente lícito, sino hasta obligatorio. De lo contrario, la persona correría el riesgo de verse ante el dilema de asumir irresponsablemente la maternidad o recurrir a la interrupción del embarazo en el sentido estricto y moralmente negativo de la palabra aborto. La prevención de la implantación ayudaría a evitar ese dilema; la “intercepción” (que se lleva a cabo durante las dos primeras semanas) sería la alternativa razonable y responsable frente al dilema entre contracepción y aborto.

*Al defender la vida nascitura hay que evitar los malentendidos a que da lugar la definición del concebir como un momento,en vez de como un proceso; también evitar la confusión entre las interrupciones excepcionales de la gestación antes de la constitución del feto y la terminación abortiva injusta de la vida naciente.

Optamos por la acogida responsable del proceso de vida emergente y nascente, que implica la exigencia de que, si y cuando se plantee su interrupción excepcional sea de modo responsable, justo, justificado, y en conciencia. Por tanto, deberíamos presuponer, ante todo, una actitud básica de respetar el proceso de concebir iniciado en la fecundación; acoger la vida naciente desde el comienzo del proceso; favorecer el desarrollo saludable del proceso de gestación de cara al nacimiento; y protegerlo, haciendo todo lo posible para que no se malogre y para que no se interrumpa el proceso, ni accidentadamente, ni intencionadamente de modo injustificado.

Esta acogida y protección debe llevarse a cabo de modo responsable. Pero esta postura en favor de la acogida de la vida no significa que esa vida sea absolutamente intocable. La acogida ha de ser responsable y podrán presentarse casos conflictivos que justifiquen moralmente la interrupción de ese proceso. Si no se va a poder asumir la responsabilidad de acoger, dar a luz y criar esa nueva vida, hay que prevenirlo a tiempo mediante los oportunos recursos anticonceptivos (antes del inicio de la fertilización) o interceptivos (antes de la implantación).

Habrá casos límite en los que pueda darse incluso la obligación (no el derecho) de interrumpir en sus primeras fases el proceso embrional de constitución de una nueva individualidad antes de que sea demasiado tarde. Ejemplos de estos casos de conflicto de valores serían: cuando la continuación de ese proceso entra en serio y grave conflicto con la salud de la madre o el bien mismo de la futura criatura, todavía no constituída.

En estos conflictos, a la hora de sopesar los valores en juego y jerarquizarlos, el criterio del reconocimiento y respeto a la persona deberá presidir la deliberación. Cuando, como consecuencia de esta deliberación, se haya de tomar la decisión de interrumpir el proceso, esta decisión corresponderá a la gestante y deberá realizarse, no arbitrariamente, sino responsablemente y en conciencia.

Finalmente, estas decisiones de interrupción del proceso deberían tener en cuenta el momento de evolución en que se encuentra esa vida en esas fases anteriores al nacimiento. Esa vida sería menos intocable en las primerísimas fases y el umbral de intocabilidad, en principio, no debería estar más allá del paso de embrión a feto en torno a la novena semana. Pasado este umbral, si se presentan razones serias que obliguen a una interrupción del proceso, no debería llevarse a cabo como un pretendido derecho de la gestante, sino por razón de una justificación grave a causa de los conflictos de valores que plantearía la continuación del proceso hacia el nacimiento. Cuanto más avanzado fuera el estado de ese proceso, se exigirían razones más serias para que fuera responsable moralmente la decisión de interrumpirlo.

8. Sobre la dignidad de la persona en la familia.

El respeto a la dignidad de las personas en la familia es más importante que la defensa de la supuesta indisolubilidad incondicional del vínculo matrimonial. Hay que evitar la violencia doméstica mediante el rrespeto mutuo de los esposos, el respeto de la autonomñia de los hijos-as, sin impedir posesivamente su crecimiento, y el respeto a los progenitores y cuidado en ancianidad deberían preocupar a la pastoral familiar, más que las discusiones sobre la procreación médicamente asistida o el recurso a los anticonceptivos.

 

Fuente: Religión Digital.

Pronunciamiento a Propósito de la Declaración del Papa Francisco sobre la Protección Jurídica del Embrión. Por Católicas por el Derecho a Decidir

La Red  de Católicas por el Derecho a Decidir (Integrada por 12 países de América Latina, incluido España como país asociado) expresa su más sentida preocupación ante las afirmaciones del papa Francisco durante la marcha con organizaciones anti derechos autodenominadas Pro-Vida, el día 12 de mayo del presente año en Roma, planteando que se “garantice la protección jurídica del embrión”, de manera que se “proteja al ser humano desde el primer instante de su existencia”.logo_red_cddal

Junto con la gran mayoría de ciudadanas y ciudadanos católicos de nuestros países, así como de muchos otros países en todos los continentes, queremos dejar constancia de que el Papa Francisco no habla en nombre nuestro y que disentimos de sus posiciones y de las de sectores religiosos fundamentalistas frente a la cuestión de ampliar el estatus del embrión, violando el derecho legítimo a decidir de las mujeres y poniendo en peligro su salud y su vida.

Con esta declaración, se evidencia una violación del principio de la laicidad del Estado, en el que sin lugar a dudas, la jerarquía eclesial católica, al unísono con otras visiones conservadoras y fundamentalistas pretenden imponer en las diferentes Constituciones y normativas jurídicas nacionales, principios de moral religiosa para impedir el avance que se ha venido dando en materia de los derechos en salud sexual y reproductiva y en los derechos de las mujeres, especialmente frente a su legítimo derecho a decidir. .

La postura del Papa Francisco, instala y reafirma una visión que desprecia la vida y la salud de las mujeres, quienes ante embarazos de alto riesgo, terminan siendo cruelmente sacrificadas en aras de obligarlas a continuar con embarazos no viables y embarazos no deseados. Ante esta dolorosa realidad nos preguntamos, ¿por qué para aquellos patriarcas y jerarcas de la iglesia católica la vida de las mujeres no vale? Nos indigna la falta de sensibilidad del Papa Francisco para con la Vida concreta y real de tantas mujeres, en su mayoría en situación de pobreza y exclusión, que padecen enfermedades y en muchos casos mueren por causas que pueden ser evitadas. No se puede hablar de justicia social y opción por los pobres negando esta dramática realidad.

En este sentido, como Católicas por el Derecho a Decidir:

  • Afirmamos que la vida de las personas es mucho más que un código genético, es mucho más que respirar; la vida humana implica derechos, respeto, condiciones para una vida digna, con calidad y justicia social.
  • Afirmamos y defendemos la laicidad del Estado como garantía de protección de la democracia y los derechos humanos.
  • Afirmamos que la mayoría de las ciudadanas y ciudadanos católicas no nos identificamos con la declaración del Papa Francisco, ya que sus afirmaciones vulneran el derecho a decidir, la libertad, la salud y la vida de las mujeres.

Mayo, 2013

PENSALO antes de aprobar o rechazar – Decálogo de razones PRO-LEY. Por Guillermo “Quito” Mariani

Oponerse a la despenalización del aborto no es DECIRLE SÍ A LA VIDA, sino DECIRLE SÍ A LA MUERTE, porque hasta ahora la penalización sólo ha logrado aumentar las consecuencias fatales de los abortos; porque el desconocimiento por parte de los más pobres hace que, atemorizados por las sanciones, los practiquen en secreto sin ningún asesoramiento ni cuidado, y se sigan por tanto, consecuencias fatales.

La verdadera raíz de la postura “antiabortista” es la ilegitimación del placer sexual, demonizado con objetivos de dominio por la iglesia católica y otras religiones. Todo placer corporal debe traer aparejada una obligación o un castigo, o un hijo o un sufrimiento. La verdadera raíz está en el dominio del cuerpo de la mujer. Mujer útero. Mujer incubadora. Por sobre todo madre. Antes que mujer.

Decirle SI A LA VIDA NO NACIDA es nada más que una hipocresía cuando no se ha sabido ni querido decir NO al exterminio de  vidas en plenitud, ni a los genocidios, ni a la violaciones de los derechos humanos fundamentales.

No se puede clamar NO AL ABORTO, con la vista levantada, si se ha sostenido sistemáticamente la negativa a la educación sexual y hasta hoy se condena la transmisión de   conocimientos elementales y la facilitación del uso de los métodos anticonceptivos.

Negar la posibilidad de aborto en cualquiera de las etapas que siguen a la fecundación, significa ignorar que la vida humana no se constituye sólo por los elementos biológicos indispensables para que haya vida, sino que también importa otros que son base de su identidad y desarrollo

La vida humana es, también en el seno materno, un proceso que va cumpliendo etapas. La rapidez en proceder frente a la posibilidad de un hijo no deseado, por diferentes y a veces muy serios motivos, evita que lo expulsado sea una vida humana, ya que recién ha comenzado el proceso sin los elementos para considerar presencia de vida humana (con unanimidad científica las dos primeras semanas y con probabilidad hasta la duodécima) Se trata entonces, no de interrumpir una vida humana sino un proceso “hacia”. Y para justificar esta acción puede haber motivos muy serios.

No es válido el argumento de “vida humana en potencia” que algunos esgrimen afirmando que se da desde la fecundación, (unión de espermatozoide y óvulo). Porque están desconociendo que se trata de un proceso. Y esto lleva a la afirmación exagerada de que también cada esperma (como se argumentó alguna vez en contra de la masturbación) es un ser humano en potencia y desperdiciarlo constituye una especie de aborto.

Los documentos eclesiásticos vaticanos, utilizados con fanatismo conservador, no  definen, como  sostiene esa postura, el momento exacto en que se da la vida humana, aunque ante las argumentaciones científicas diferentes, hacen opción por la probabilidad y así extienden el concepto de aborto a la expulsión en cualquier etapa del proceso.

Finalmente, cuando se tienen motivos serios, más allá de esos períodos establecidos científicamente,  para desembarazarse de un feto concebido, la decisión y el juicio no pueden prescindir de la mujer madre y si cumple su propósito la responsabilidad profesional exige atenderla adecuadamente para cuidar su vida y su salud.

Educación sexual para decidir. Anticonceptivos para no abortar. Aborto legal, seguro y gratuito para no morir, es la propuesta sostenida hace ya casi diez años por las distintas agrupaciones defensoras de los derechos de la mujer y muchos profesionales dedicados al servicio de la vida humana.

 

¿Pero qué vida defienden? Por Antonio Fenoy, Rafael Villegas y Adriana Fernández

“Una sociedad que no puede garantizar el derecho al trabajo, a la alimentación, a la educación, es una sociedad abortiva. La Iglesia esto no lo denuncia, y las muertes por causa de la pobreza son infinitamente mayores que las producidas por abortar.”1

Como colectivo conformado por compañeros que militamos en espacios populares desde un cristianismo de base, acompañando la vida de los más pobres, queremos aportar nuestra mirada desde nuestra construcción y compromiso al debate sobre la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo. El histórico fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación pone una vez más en el tapete esta cuestión.

No se puede más ocultar que el aborto es una realidad con la cual convivimos diariamente. Negarlo es una manera encubridora de sostener una desigualdad estructural que, a la sombra de la ilegalidad, sigue arrebatando anónimamente la vida de miles de mujeres, fundamentalmente las más pobres, ante la impávida mirada de los sectores más dogmáticos y conservadores de la sociedad que utilizan el discurso de la “defensa de la vida” de manera hipócrita, sesgada, negándolo cuando se trata de los pibes y pibas de nuestros barrios, avalando el discurso de los pibes chorros o la baja de edad de imputabilidad. Es evidente que “la consigna de la ‘defensa de la vida amenazada’ o el estar ‘a favor de la vida’ pueden tener significaciones bien distintas según quién sea el enunciador. Si el enunciador es de aquellos que han ‘optado por los embriones’ el significado de ‘vida’ tendrá contornos precisos. Si, en cambio, el enunciador es de aquellos que se esfuerzan por evocar la ‘memoria peligrosa y subversiva’ del Vaticano II, de Jesús de Nazaret, ‘vida’ deberá interpretarse centralmente a la luz de la realización de la justicia, de la inclusión social, de la participación política, del disfrute de los derechos humanos. Será preciso leer la ‘vida a la luz de la realización histórica del reino de Dios”.2

Siguiendo esta “Memoria peligrosa y subversiva” de Jesús de Nazareth, que está en el corazón de lo que llamamos “Reino de Dios” (el socialismo) creemos que la cuestión del aborto posee aristas sociales y económicas que es necesario puntualizar:

1. Es un tema de salud pública: no se trata de proponer un método de planificación familiar sino una ley de despenalización que iguale las oportunidades –para todas las mujeres, cualquiera sea su condición social– de poder acceder a una intervención en las condiciones necesarias de seguridad y salubridad, ya que toda mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo sin influencias ni imposiciones de ningún tipo. Algunos sectores parecen ignorar o no querer ver las numerosas muertes que suceden día a día por prácticas de abortos clandestinos en condiciones totalmente precarias que conllevan trágicamente consecuencias físicas y psicológicas de por vida en aquellas que sobreviven.3

No ocurre lo mismo con los sectores sociales más altos que cuentan con los recursos económicos para pagar la intervención y la discreción del profesional que las atiende en una clínica privada, sin riesgos para su salud y protegidos de la presión social y psicológica que sí padecen quienes tienen que acudir de urgencia y al borde de la muerte a un hospital público.

2. Es un tema de autonomía del Estado: el Estado debe legislar para todos y todas, sin ajustarse a principios teológicos o filosóficos que limiten su capacidad de acción. El hecho de la identificación del Estado argentino con la Iglesia Católica no debe ser una presión en éste, ni en ningún otro tema, cuestión que quedó demostrada durante el debate y la sanción de la ley del matrimonio igualitario. Aprobar la despenalización del aborto no implica estar de acuerdo con éste ni que todas las mujeres vayan a abortar, sino que es un ejercicio de igualdad de oportunidades y acceso a la salud pública para todas.

3. Es un tema de libertades individuales: es fundamental que el Estado garantice la libertad de elección de la mujer o de la pareja en este tema. Pareciera que sobre la cuestión del aborto, la mujer es un ser sin capacidad de decisión, en donde “otros” deben elegir por ella. También se debe garantizar el acompañamiento médico y psicológico antes, durante y después de la interrupción del embarazo, imprescindible en este tipo de decisiones.

Por tanto, se hace imperiosa no sólo la sanción de una legislación a favor de la despenalización del aborto, sino también la aplicación de políticas públicas sobre educación sexual para brindar a la población las herramientas necesarias en la prevención de enfermedades de transmisión sexual, mediante métodos anticonceptivos, de embarazos no deseados y, por ende, la reducción de prácticas abortivas. Muchos de los que levantan la voz en contra del aborto son los que también, desde criterios moralistas y seudo-religiosos, impiden la educación sexual en las escuelas y la vigencia de la Ley Nacional de Salud Reproductiva, en otra muestra patética de hipocresía y falsedad. En este sentido, Ivone Gebara (teóloga feminista) observa: “Me pregunto: ¿pero qué vida defienden? ¿Por qué no defienden la vida de los niños de la calle que son abortados por la sociedad? ¿Y por qué no defienden la vida de la gente que no tiene tierra, que no tiene comida, que no tiene viviendas, que no tiene futuro? ¿Por qué sólo de los embriones se habla en nombre de Dios y por qué no se habla de otras vidas en nombre de Dios?”.4

En síntesis, creemos que en tanto no se sancione una ley a favor de la despenalización, el aborto seguirá siendo una fuente ilícita de enriquecimiento para muchos médicos y clínicas privadas que se oponen a este tema, enriqueciéndose en el ejercicio de estas prácticas. Por eso, acompañando a nuestro pueblo en la construcción de la justicia y la dignidad, procurando una vida plena para todos y todas, creemos que esta ley representa un avance en los derechos humanos.

1. Vuola, Elina y Solá de Guerrero Janeth (2000). Teología feminista: teología de la liberación: (la praxis como método de la teología latinoamericana de la liberación y de la teología feminista), Iepala Editorial, p. 214

2. Silva, Ezequiel (2011). “De pobres y embriones”, revista Vida Pastoral.

3. Anualmente se producen en Argentina de 460 mil a 500 mil abortos.

4. Gebara, Ivone, reportaje realizado por Edwin Sánchez.

 

*  Los autores pertenecen al  Colectivo Teología de la Liberación Pichi Meisegeier.

 Fuente: Página 12

Quedándote o yéndote. Por Luis Alberto Spinetta (in memoriam)

Y deberás plantar
y ver así a la flor nacer
y deberás crear
si quieres ver a tu tierra en paz
el sol empuja con su luz
el cielo brilla renovando la vida
y deberás amar
amar, amar hasta morir
y deberás crecer
sabiendo reír y llorar
la lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma
de tí saldrá la luz
tan sólo así serás feliz
y deberás luchar
si quieres descubrir la fe
la lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma
este agua lleva en sí
la fuerza del fuego
la voz que responde por tí
por mí…
y esto será siempre así
quedándote o yéndote.

La ignorancia bíblica. José María Castillo

Resulta alarmante comprobar la ignorancia de conocimientos bíblicos que tiene la gran mayoría de los que se dicen cristianos.

Esto es irritante. Porque no hay ninguna otra institución que tenga la ventaja que tiene la Iglesia para explicar cada domingo el Evangelio, los textos del Nuevo Testamento, la Palabra de Dios. Miles de iglesias, muchos más miles de misas, a las que la gente acude, dispuesta a escuchar lo que le digan.

Sin embargo, a pesar de que los curas tienen una posibilidad que nadie más tiene, ni los partidos políticos, lo que ellos enseñan en las homilías es tan pobre, tan mal enseñado, que la gran mayoría de los que asisten a misas y funciones de iglesia, ni saben lo que son propiamente los Evangelios, ni tienen una idea clara de por qué no se puede decir que el Jesús que allí aparece es el que existió, ni saben qué es la redención, ni por qué Jesús curaba a los enfermos, o qué es el Reino de Dios.

Lo repito: esto es exasperante. ¿No han tomado conciencia de este gravísimo problema? ¿Por qué no se toman las medidas pertinentes para resolverlo?

A veces pienso, o al menos sospecho, que la Iglesia le tiene miedo al Evangelio. Y sobre todo tiene miedo que la gente se entere de qué es lo que realmente dijo y enseñó Jesús. ¿Será así?

Y hasta me da por pensar que, en no pocos ambientes eclesiásticos, se tiene interés en que el público sepa más lo que dice el papa que lo que dijo Jesús. Si esto es verdad (¡Dios no lo quiera!), entonces es que la crisis de la Iglesia es más profunda de lo que imaginamos. Porque significaría que el cristianismo se está saliendo de la Iglesia.

 

 

Cuando uno quiere ayudar, los panes se multiplican. Por Rosana Guerra

Mientras muchos cristianos anclados en su fe infantil siguen pensando que los milagros vienen del cielo, esta mujer entendió perfectamente que los milagros se construyen día a día cuando alguien como ella se hacen cargo y se ponen a trabajar. La mejor exégesis del relato evangélico: “Cuando uno quiere ayudar, los panes se multiplican.” Felicitaciones Adela!
Sin Tapujos

Hace 16 años que Adelina “Adela” Milla, más conocida en barrio El Quebracho –ubicado en el sur de la ciudad de Córdoba– como Adela, prepara la merienda y la cena para 130 niños que viven en situación de extrema pobreza.

Apenas se mudó con su familia a este barrio en 1987, los chicos le tocaban la puerta para pedirle un pedacito de pan o un poco de leche. Sin dudarlo habló con su esposo y le planteó la idea de abrir un comedor. “Le dije que me gustaría tener uno en casa. El me dijo que era mucho trabajo. Y yo le respondí: lo quiero hacer”, relata.

Y lo hizo. El comedor Pancitas Tristes comenzó funcionando en el living de su casa. Y su marido viendo a su esposa tan decidida no solo accedió a su pedido sino que se comprometió en la tarea solidaria.

“Acepté y el comedor se abrió en el living. Hasta que un día le dije, Adela tengo que hacer malabares para ver televisión con todos los chicos aquí adentro”, relata divertido Miguel. Fue ahí donde le propuso construir con sus propias manos un salón en la parte posterior de la casa. Y con la ayuda de un hermano levantó una habitación con un baño y una cocina.

El trabajo silencioso de Adela siempre estuvo acompañado de una actitud perseverante y amorosa. “Hasta hace unos quince días cocinaba con una cocina común. Así que empezaba a preparar la merienda y la cena a las tres de la tarde”, dice con sencillez.

Después de 16 años llegó la cocina industrial y junto a Teresa Moreno, otra voluntaria, empiezan a preparar la cena un poco más tarde, a eso de las cinco para que esté todo listo a las siete cuando llegan los chicos.

Quizás por saber lo que es atravesar por una situación de necesidad extrema con sus hijos Adela se resiste a que otros niños pasen por lo mismo. “Nunca me voy a olvidar cuando una vecina que recién conocía de barrio Cárcano, Yolanda Colazo, “La Gorda Pepa”, me abrió la puerta de su casa y cuando le pedí algo para comer me dio dos bolsas de consorcio con alimentos y unas monedas para que comprar carne para mis hijos”, agradece emocionada.

Pidiendo. Cuando abrió el comedor en 1995 habló con un grupo de mamás y salieron a pedir casa por casa y a los comercios de barrios como Pilar, Jardín, José Ignacio Díaz, Corral de Palos y Nueva Córdoba. “Aunque recibimos muchos portazos tuvimos suerte. Los vecinos nos daban fideos, arroz, polenta, aceite y pan. Y cocinábamos con leña porque no había gas en aquella época”, recuerda.

A los tres años de abierto el comedor recién recibió ayuda del Gobierno provincial en la época en la que distribuían las cajas pan. “Después nos dieron una ayuda económica pero en el mes de mayo de este año no recibimos nada”, advierte.

Cuando se terminó la ayuda estatal su esposo comenzó a ayudarla a preparar pan casero para vender y así comprar la carne para el comedor. “El problema es que los voluntarios que teníamos eran del plan Jefes y cuando se cortó se fueron. La única que quedó fui yo y Tere Moreno que me ayuda mucho”, señala Adela.

Ella sabe que la cena que brinda para algunos niños es la única comida que recibirán hasta el otro día. Adela es una convencida que cuando quiere servir aunque haya poco los panes milagrosamente se multiplican. “Le doy gracias a Dios porque cada día tengo más ayuda y no sólo de alimentos. Me donaron las mesas y los bancos nuevos de madera y hasta el arbolito de Navidad”, agrega, con una fe inquebrantable.

La familia. Adela (56) es ama de casa y tiene dos hijos Elizabeth (22) y Daniel (21). Su esposo es albañil y coloca membranas para techos. Y su hija Eli, también la ayuda en el comedor.

Ana María, una de sus sobrinas está orgullosa de su trabajo. “Es una alegría que ella pueda ayudar a los chicos que lo ?necesitan. Sé que algún día cuando sean grandes se van a acordar de mi tía y del comedor”, advierte.

“Me hace feliz cuando los chicos me agradecen con un beso o simplemente te saludan. Y algunos no te dicen gracias pero no es porque no valoran sino porque nadie les enseñó a agradecer”, advierte la voluntaria.

En los años de andar la calle descubrió que los que más dan son los que menos tienen. “Las que veía con la boca pintada son las que me cerraban la puerta en la cara. Hemos recibido muchos portazos pero también mucha ayuda, más de la gente pobre que de la gente de buena posición. Si pudiera abrir los fines de semana, lo haría. Aunque creo que si hubiera trabajo para todos, los comedores no deberían existir”, finaliza.

Para colaborar

Pancitas Tristes. Es un comedor que está ubicado en barrio El Quebracho. Funciona de lunes a viernes.

Horarios. A las 16 se da la copa de leche y a las 19, la cena para niños de 1 a 14 años. Atiende a 130 niños, aunque en esta época asisten unos 70.

Lo que necesitan. Pan dulce para Navidad; alimentos no perecederos como fideos, arroz, aceite, azúcar, chocolate, flan, gelatina, y zapatillas para los niños.

Más información. Comunicarse con el teléfono (0351) 497-5868 de 12 a 19.

 

Fuente La Voz del Interior