Canonización de Juan Pablo II, o cómo el Vaticano escupe al cielo. Por Carlos Lombardi

“Nadie seguirá a un Mesías si éste no hace milagro alguno. Al menos, esto es así por principio, porque hay una alternativa: que al Mesías o a aquél que se tiene por Mesías se le atribuyan acciones  milagrosas que él no ha realizado. Y de poco le sirve que él en persona arremeta contra el afán de milagros. En todo caso se le proveerá de acciones milagrosas” (1)Juan-Pablo-II-Pinochet

El tema de los milagros permite abordar no sólo la histórica manipulación que de ellos ha hecho la Iglesia Católica, sino que conecta con otras artimañas que la institución religiosa comete ante las consecuencias celestiales de aquellos: las canonizaciones.

Conforme la lúcida opinión de la teóloga citada, el Mesías cristiano rechazó los milagros “como acreditación de la verdad de su mensaje: “Si no veis señales y prodigios, no creéis” (Jn 4,48)”. Para él “la creencia en virtud de los milagros no es fe” (2).

La teología crítica es conteste en admitir que los milagros no pasan de ser fábulas o leyendas utilizadas por la religión – en nuestro caso, católica – para satisfacer sus intereses. Se basa en que ni las cartas de los Apóstoles, ni Pablo (fundador del catolicismo), hicieron referencia alguna a acciones milagrosas de Jesús.

Ni el milagro de la “boda de Caná” (que, para seguir su costumbre de adaptar sus fechas litúrgicas, la iglesia hizo “coincidir” el 6 de enero, fiesta del dios griego Dioniso); ni las curaciones milagrosas (con su “lógica” culpa causante/enfermedad causada, y la variante “no curación” por falta de fe de la gente); ni las expulsiones de demonios (que conforme el estado de los conocimientos médicos de la época hacían confundir a epilépticos, ciegos, mudos, o enfermos de gota con “endemoniados”), ni los milagros de la naturaleza (análogos a los que relataba Pitágoras); o el de la higuera (donde se castiga injustamente a ese pobre árbol por no dar frutos fuera de época); o la resurrección de muertos (sobre todo la de Lázaro, plagada de contradicciones entre los evangelistas), permiten sostener que haya “algo cristiano sobre lo que se deba teologizar”, en palabras de la alemana.

Si la Iglesia Católica, impune y cínicamente, ha manipulado los milagros, cabe el mismo criterio para su efecto institucional inmediato, las canonizaciones.

Históricamente, fueron utilizadas no sólo con fines religiosos, sino esencialmente políticos y económicos. Como sostiene José María Castillo “un santo “bien aprovechado” puede ser una mina: las peregrinaciones, las reliquias, los milagros, las indulgencias han sido siempre, y siguen siendo, una fuente importante de ingresos. Por eso ha pasado lo que ha pasado” (3). En pleno siglo XXI sigue siendo un negocio redondo administrado por el Vaticano S.A.

¿Y qué muerto será sujeto de la próxima canonización? Nada menos que el papa Juan Pablo II, cuyo procedimiento fue motorizado por los sectores fundamentalistas e integristas del catolicismo, haciendo apología de amnesia colectiva, si se tienen en cuenta las canalladas que hizo el pontífice durante todo su período de gobierno.

De la mano de la manipulación señalada, vienen dos artimañas y una confirmación. La primera, el propio Juan Pablo II fue quien dictó, el 25 de enero de 1983, la Constitución apostólica “Divinus perfectionis magister”, reformando los procesos de  beatificación/canonización establecidos en el siglo XVII por Urbano VIII, y que lo iba a beneficiar de modo directo; segunda, su período de gobierno fue un cúmulo de violaciones a derechos humanos que invalidan su propia canonización. La confirmación: con la santificación efectuada, Francisco ratifica la continuidad del modelo institucional clerical, obsoleto, que poco y nada tiene que ver con el cristianismo.

1. La modificación de las reglas: prevaricar, esa es la cuestión

La constitución apostólica mencionada, contiene una serie de reformas en el procedimiento de canonización que, paradójicamente, lo convierte en “non sancto” ya que exponen decisiones injustas y premeditadas por parte de quien, a posteriori, iba a ser el principal beneficiado. Las reformas recayeron en los siguientes puntos:

a) Reducción de plazos: mientras históricamente el procedimiento de beatificación/canonización comenzaba 5 años después de la muerte del candidato, con la referida Constitución, el propio Juan Pablo II permitió que se diera una dispensa de ese plazo para iniciar algunos procesos, obviamente, digitados por el Vaticano conforme sus intereses. De esta modificación se valió Benedicto XVI para iniciar el proceso de Wojty?a, y que ahora culmina con la canonización.

b) Eliminación del “abogado del Diablo”: este personaje, tradicionalmente, era el encargado de poner trabas a los méritos del candidato. Su figura fue abolida por Juan Pablo II y suplantada por el “promotor de justicia”, un sujeto que en vez de exponer los hechos negativos probados se limita a reforzar los méritos del futuro santo.

c) Milagros oscuros: de los numerosos hechos atribuidos al papa, se eligió el de una monja que se curó del mal de Parkinson, al haberla encomendado sus compañeras de congregación al papa difunto. La cuestión es que un médico polaco consultado por el Vaticano sostuvo que tenía dudas acerca de la curación milagrosa, ya que los padecimientos de la monja podían deberse a otra enfermedad neurológica, no al Parkinson. Como es obvio, el Vaticano buscó otra opinión que finalmente permitió a la Comisión Médica de las Causas de los Santos sentenciar la curación “instantánea”. El segundo milagro, que permite la canonización, fue a favor de una costarricense curada de un aneurisma cerebral.

d) Reducción en los aranceles y tasas: con la excusa que acortando plazos también se reducen tasas y aranceles, se blanqueó el hecho que para llegar al cielo católico hay que pagar, ¡no faltaba más! En algunos casos se gastaron millones de dólares en la beatificación, por ejemplo, en el caso de José María Escrivá de Balaguer, fundador de la secta nacionalcatólica “Opus Dei”. El primer documento (la “positio”), a favor de un nuevo beato cuesta 6.000 euros más los honorarios de quien postula. En el caso de Juan Pablo II no se sabe cuánto se ha pagado.

e) Objeciones no incluidas en el procedimiento: numerosos informes, tanto de sectores del progresismo como del conservadurismo, que contenían no pocas objeciones a la beatificación/canonización no fueron agregados ni tenidos en cuenta durante todo el período en que duró el procedimiento.

Esos detalles “menores” le permitieron al pontífice ser beneficiario celestial. Demuestran también que un procedimiento justo es lo que menos importa a la hora de manipular masas y facturar.

2. Diabluras terrenales: por qué la canonización de Juan Pablo II es una desvergüenza

Lo expuesto respecto a la manipulación y relajación del proceso no deja de ser exponente de las prácticas caricaturescas de la jerarquía vaticana, necesitada imperiosamente de cielos, infiernos, figuras mitológicas, patrones y patronas, fábulas, supercherías e idolatrías varias para controlar conciencias y mantenerlas en un catecismo de primera comunión.

La realidad es bastante más implacable y demuestra el cúmulo de males que ocasionó Wojty?a, cuyos efectos atroces aún lo padecen los católicos y no pocas sociedades laicas. Hagamos un muy breve repaso de las diabluras del sujeto en cuestión.

a) Encubridor del clero abusador sexual: el período de gobierno de Juan Pablo II fue, por lejos, el peor en cuanto a la política de encubrimiento de curas abusadores sexuales. La valentía de las víctimas y la acción de los medios de comunicación social fueron determinantes para que se hiciera visible el fenómeno.

Normas jurídicas elaboradas premeditadamente para proteger a los abusadores, modus operandi de carácter universal para encubrir delincuentes, maniobras judiciales dilatorias, compra del silencio de las víctimas bajo el disfraz de “resarcimientos”, mantenimiento del secreto pontificio, “decálogo” para proteger a los violadores con sotana, son aberraciones que se fomentaron y ampliaron bajo el mandato de este papa, principal responsable de encubrir la plaga, cuyos efectos siguen intactos dentro de la institución.

En el “ranking” de delincuentes protegidos por Wojty?a hay para todos los gustos: desde el monstruo llamado Oliver O’Grady, quien abusó de un bebé de 9 meses; pasando por James Poole, a quien se le confió una adolescente muy pobre, la embarazó, y la convenció para que le dijera a la policía que había sido su padre quien lo había hecho, siendo este encarcelado; hasta el multimillonario y pedófilo Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, mecenas financiero del pontífice y del Vaticano. Cabe recordar que dicha congregación ha recibido el guiño de Francisco para seguir con sus actividades.

Por esta sola causa, todo el proceso de canonización es nulo de nulidad absoluta. Es un insulto a las víctimas y sus familias, y la prueba máxima que la Iglesia es una máquina picadora de seres humanos que están debajo, pero muy debajo, de la macabra institución.

b) Continuador de la corrupción financiera vaticana: fundamentalmente, porque no continuó la investigación iniciada por su predecesor Juan Pablo I sino que mantuvo en sus cargos a los principales responsables de la corrupción financiera, por ejemplo, el obispo Paul Marcinkus, durante 10 años. Luego, fue escondido en el Vaticano para evadir las citaciones de la justicia italiana.

Innumerables son los periodistas e investigadores que analizó minuciosamente el lavado de dinero vaticano durante el período de este papa, como el desvío de fondos para financiar al sindicato polaco “Solidaridad”. El capítulo financiero de la gestión del papa Wojty?a fue vergonzoso y es otro obstáculo insalvable que anula la canonización.

c) Avalista de dictadores latinoamericanos: el período de gobierno de Wojtila coincidió, dramáticamente, con las dictaduras militares latinoamericanas. En el caso de nuestro país, la colaboración de la mayoría de la Conferencia Episcopal Argentina y sus secuaces laicos con los genocidas es un hecho irrefutable.

La ideología católica fue el fundamento de las dictaduras con sus mitos de legitimación: hispanismo, civilización occidental y cristiana, identidad nacional católica, entre otros.

La histórica alianza Ejército-Iglesia en nuestro país, que llevó a esta última a apoyar todos los golpes de estado, tuvo un jugoso “premio” en la última dictadura: el conjunto de leyes que beneficiaron económicamente a la Iglesia, sobre todo, aquella por la que todavía hoy los obispos cobran un sueldo del estado nacional.

En el caso de Chile, la bendición católica a la sangrienta dictadura que sufrió ese país se reflejó en la cercanía a través del Nuncio y gestos políticos como la salida al balcón del Palacio de la Moneda del pontífice junto al dictador genocida Augusto Pinochet para quien, además, celebró una misa especial.

d) Abanderado del machismo clerical: fue este pontífice quien le cerró las puertas a las mujeres para acceder al sacerdocio, confirmando el carácter machista y discriminador del catolicismo romano.

Conforme la Carta Apostólica “Ordinatio sacerdotalis”, Juan Pablo II sostuvo que la Iglesia “no se considera autorizada a admitir a las mujeres a la ordenación sacerdotal”, fundamentalmente, porque Cristo no eligió mujeres.

Quiso congraciarse con el colectivo femenino a través de otra Carta Apostólica: “Mulieris Dignitatem”, pero le salió mal. Como sostiene Roser Puig Fernández, “según Juan Pablo II, el Maestro prescindió de las mujeres para su proyecto clerical porque le dio la gana y la Iglesia no podía hacer nada al respecto (tesis desmentida por la exégesis y la teología actualizadas e independientes) ¡Bonita manera de colgarle a Jesús de Nazaret la responsabilidad del escándalo de la discriminación de la mujer en la Iglesia Católica!” (4)

e) Defensor del genocidio español en Latinoamérica: fuecontinuador de la histórica apología de los papas respecto a la evangelización de las tierras americanas, que vino de la mano del genocidio y rapiña española, de los que la Iglesia Católica resultó beneficiaria privilegiada.

Relata Deschner que en uno de sus primeros viajes, efectuado a República Dominicana en 1979, el pontífice dio gracias a su dios porque le concedió poner pie en esa porción de tierra americana que se “abrió a Jesucristo”.

Como contrapunto a semejante acto de cinismo, citando a Bartolomé de las Casas, sostuvo el autor: “los cristianos… tomaban las criaturas de las tetas de las madres por las piernas y daban de cabeza con ellas en las peñas”. “Alabado sea Dios, que me condujo aquí” (5), dijo Juan Pablo II.

f) Impulsor del totalitarismo religioso: sabido es que la ideología católica se caracteriza por ser invasiva de las conciencias, intimidad y autonomía de las personas, sean creyentes o no. Bajo el disfraz de libertad religiosa se esconde una milimétrica política de “cristianizar” sociedades, utilizando parasitariamente a los estados.

Y si en el poder vaticano se encuentra un papa integrista, la nota totalitaria se acentúa más. Es lo que destacó el filósofo italiano Paolo Flores d’Arcais al analizar este aspecto del pontificado de Wojty?a cuyo pensamiento estuvo dirigido a anular la autonomía de las personas, la libertad de decidir, las singularidades y autodeterminación de la propia existencia. “El secreto más auténtico del totalitarismo no es el ateísmo, sino la voluntad de anular al individuo concreto, que es siempre y únicamente fragmento, en favor de la comunión despótica y la negación de las diferencias” (6). El nuevo santo fue un abanderado del totalitarismo en clave religiosa.

g) Enemigo de la libertad de expresión. Censura a teólogos: fueron cientos los teólogos y teólogas sancionados durante la gestión de Juan Pablo II. Todos por ejercer la libertad de investigación, pensamiento y expresión, derechos humanos inalienables aunque en la Iglesia Católica no se hayan percatado todavía. Ejemplo de ello fue Hans Küng a quien en 1979 le fue retirada la licencia para enseñar como teólogo católico.

El foco inquisidor de Juan Pablo II y su mejor discípulo censor (Ratzinger), fueron los teólogos especialistas en moral y los de la liberación. Con la Instrucción “Donum Veritatis”, sobre la vocación eclesial del teólogo, institucionalizó la violación a la libertad de investigación al sostener que “no se puede apelar a los derechos humanos para oponerse a las intervenciones del Magisterio” (7).

Se suma a semejante violación de derechos, el mantenimiento de la censura en el Código de Derecho Canónico, regulada en el Título IV, “De los instrumentos de comunicación social y especialmente de los libros”. Dichas normas son complementadas con el “Reglamento para el examen de doctrinas”, también conocido como “Ratio agendi”, que establece los dos procedimientos de censura que se aplican en la institución, todavía vigentes.

h) Negador de derechos humanos al interior de la iglesia: Código de Derecho Canónico y Catecismo

Lo dicho respecto a la violación legalizada de la libertad de expresión puede hacerse extensivo a otros derechos humanos que les son negados a los católicos. Entre ellos, la libertad de pensamiento y conciencia tipificados como “delito” de herejía (negación o duda pertinaz de una cuestión de fe); el cisma, negando el derecho a disentir con la autoridad; la negación del derecho de las sacerdotes a contraer matrimonio, lesionando su libertad de intimidad; el castigo a los apóstatas, personas que deciden irse de la Iglesia, o cambiar de religión, y que tienen regulada una “sanción” por el sólo hecho de retirarse, solución ridícula y absurda si las hay; negación a los laicos de ejercer derechos políticos para elegir a sus autoridades; negación a los laicos del derecho de gobernar la institución, justificada en la falacia que la Iglesia tiene una estructura “jerárquica”, querida por su agresivo dios; la elaboración de la “teología del cuerpo”, un auténtico compendio para mojigatos con pretensiones de ser impuesto a toda la sociedad mediante leyes laicas, anulando la autonomía de decisión de mujeres y varones sobre su propio cuerpo; las normativas sobre ética sexual. Y la lista puede engrosarse todavía más si se profundiza en el Código Canónico sancionado durante su pontificado.

Si el referido Código es un compendio de violaciones a derechos, algo similar puede decirse del Catecismo, también sancionado en el período de gobierno de Juan Pablo II. La legitimación de la pena de muerte (N° 2266), la exclusión de la mujer, las condenaciones “eternas” por actos inmorales nimios, y las ausencias del pluralismo y juicio críticos son puntos destacados.

3. Continuismo de Francisco: la turbiedad del modelo clerical

Ahora bien, ¿nada bueno hizo Juan Pablo II durante 27 años de monarquía? Sus apologistas destacan su gran carisma; sus dotes actorales frente a las cámaras (sobre todo en los viajes al exterior donde besaba el suelo de la nación que visitaba); el fomento de las Jornadas Mundiales de la Juventud; su cercanía a los enfermos, a los pobres, a los desvalidos; el asistencialismo; su firmeza para contribuir al derrocamiento del comunismo; su mediación para evitar la guerra entre Argentina y Chile; el pedido de perdón al iniciar el nuevo milenio. ¿Alcanza con estos supuestos méritos? Entendemos que no. Cada uno de ellos pueden ser rebatidos sin dificultad y ni siquiera atenúan mínimamente los terribles hechos que tuvieron al pontífice como autor material, brevemente comentados.

La descarada canonización del pontífice, plagada de manipulaciones, actos de prevaricación, y ocultamiento de la verdadera actuación del sujeto en cuestión, lleva la impronta clerical destacada por Deschner: “Son millones las víctimas que [el catolicismo] tiene sobre su conciencia, pero lo suyo es digerirlas sin que ello perturbe su digestión” (8).

El turbio modelo institucional de Francisco, continuismo del de sus predecesores, no tiene otro efecto que confirmar el histórico antagonismo con el primer cristianismo. De ahí que le asista razón a la referida teóloga alemana cuando sostiene que el fundador del movimiento “está enterrado no sólo en Jerusalén, sino también bajo una montaña de cursilería, fábulas y fraseología eclesiásticas” (9).

La canonización de Juan Pablo II, así lo confirma.

Notas

(1)Ranke-Heinemann, Uta, No y amén, invitación a la duda, Trotta, Madrid, 1998, p. 89

(2)Ibídem

(3)Castillo, José M., Cómo se hace un santo, en www.moceop.net/spip.php?article322?

(4)Puig Fernández, Roser, “A los veinte años de la “mulieris dignitatem”. Feminismo en la Iglesia Católica, en www.redescristianas.net/…/a-los-veinte-anos-de-la-mulieris-dignitatem-fe…?

(5)Deschner, Karlheinz, Opus Diaboli, Yalde, Zaragoza, 1987, p. 237.

(6)Flores d’Arcais, El Desafío oscurantista, Anagrama, Barcelona, 1994, p. 33.

(7)www.vatican.va/…/rc_con_cfaith_doc_19900524_theologian-vocation_s

(8)Deschner, Karlheinz, El Anticatecismo, Yalde, Zaragoza, 1990, p. 2.

(9)Op. cit. p. 15.

Cristianismo. Lo mínimo de lo mínimo. Por Leonardo Boff

No son pocos, cristianos o no, los que se preguntan: ¿qué quiere en definitiva el cristianismo? Cristo, de donde viene «cristianismo», ¿qué pretendió cuando pasó entre nosotros, hace ya más de dos mil años?

La respuesta debe, por un momento, olvidar todo el aparato doctrinario creado a lo largo de la historia e ir directamente a lo esencial. Y esto esencial debe poder expresarse de forma que el hombre de la calle pueda entenderlo.

Jesús no comenzó anunciándose a sí mismo o a la Iglesia. Anunció el Reino de Dios, que significa el sueño de una revolución absoluta que se propone transformar todas las relaciones que se encuentran deturpadas, en lo personal, en lo social, en lo cósmico y especialmente con referencia a Dios. Este Reino empieza cuando las personas se adhieren a este anuncio esperanzador y asumen la ética del Reino: el amor incondicional, la misericordia, la fraternidad sin fronteras, la aceptación humilde de Dios vivido como Padre de infinita bondad.

Además de proclamar el Reino de Dios, ¿cuál es la intención original de Jesús? Los apóstoles hicieron esta pregunta directamente a Jesús usando un rodeo lingüístico típico de aquel tiempo: «Señor, enséñanos a orar» (Lucas 11,1). Esto es lo mismo que pedir: «Danos un resumen de tu mensaje, ¿cuál es tu propuesta?». Jesús contesta con el Padrenuestro. Es la ipsissima vox Jesu: la palabra que salió indudablemente de la boca del Jesús histórico.

En esta oración está lo mínimo de lo mínimo del mensaje de Jesús: Dios-Abba y su Reino, el ser humano y sus necesidades. Más resumidamente: se trata del Padre nuestro y del pan nuestro en el arco del sueño del Reino de Dios. Aquí se encuentran los dos movimientos: uno hacia al cielo, y ahí encuentra a Dios comoAbba, Padre nuestro querido y su proyecto de rescate de toda la creación (el Reino); otro hacia la tierra, y ahí encuentra el pan nuestro sin el cual no podemos vivir. Obsérvese que no se dice «mi Padre» sino «Padre nuestro»; ni «mi pan» sino «nuestro pan de cada día».

Solamente podemos decir amén si unimos los dos polos: el Padre con el pan. El cristianismo se realiza en esta dialéctica: anunciar a un Dios bueno porque es Padre querido que tiene un proyecto de total liberación y, al mismo tiempo, y a la luz de esta experiencia, construir colectivamente el pan como medio de vida para todos.

Sabemos de la tragedia ocurrida con Jesús. El Reino fue rechazado y su anunciador ejecutado en la cruz. Pero Dios tomó partido por Jesús: lo resucitó. La resurrección no es la reanimación de un cadáver sino la emergencia del «nuevo Adán» (l Corintios 15,45). La resurrección es la realización del sueño del Reino en la persona de Jesús como anticipación de lo que va a ocurrir con todos y con el universo entero.

La ejecución de Jesús y su resurrección abrieron un espacio para que surgiesen el movimiento de Jesús, las primeras comunidades a nivel familiar y local y, por fin, la Iglesia como comunidad de fieles y comunidad de comunidades.

Cristianismo. Lo mínimo de lo mínimo (nuevo libro de Leonardo Boff) hace un recorrido de lo que significó el cristianismo en la historia, en sus momentos de sombras y de luces, hasta llegar al día de hoy con el desafío de encontrar su lugar en el proceso de mundialización de la humanidad. Esta se descubre viviendo en una única Casa Común, el planeta Tierra, ahora gravemente amenazado por una crisis ecológica generalizada que puede poner en riesgo el futuro de nuestra civilización, hasta la supervivencia de la especie humana.

El cristianismo puede aportar elementos salvadores porque Dios, según las Escrituras judeocristianas, es «el soberano amante de la vida» (Sabiduría 11,24) y no va a permitir que la vida y el mundo, asumidos por el Verbo, desaparezcan de la historia.

 

Fuente: Leonardo Boff

El Papa Francisco y la teología de la mujer: algunas inquietudes. Por Ivone Gebara

Ante la aclamación general y evaluación positiva de la primera visita del Papa Francisco a Brasil en ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), cualquier ensayo crítico puede no ser bienvenido. Pero, después de tantos años de lucha “¡Ay de mí si callar!”. Por eso, van a continuación unas pocas líneas y breves reflexiones, para compartir algunas percepciones reflexiones desde el lugar de las mujeres.Ivone-Gebara

No quiero comentar los discursos del Papa Francisco y ni la alegría que muchos de nosotros/as tuvimos al sentir la simpatía, cariño y la proximidad de Francisco. No quiero hablar sobre algunas posiciones coherentes anunciadas en relación con las estructuras de la Curia Romana. Sólo quiero tejer dos breves observaciones. La primera es sobre la entrevista del Papa en el avión de regreso a Roma, cuando se le preguntó sobre la ordenación de mujeres y dijo que el tema estaba cerrado, o sea dijo NO. Y agregó que una “teología de la mujer” debía hacerse y que la Virgen María era superior a los Apóstoles, por tanto nada de anhelar un lugar diferente para las mujeres.

La segunda observación se refiere a la identificación del nuevo catolicismo juvenil con cierta tendencia carismática muy en boga en la iglesia católica hoy. Esto debería llevarnos a cuestiones muy serias, más allá de nuestra sed de tener líderes inspirados que hablen a nuestro corazón y que renuncien a los discursos teológicos racionalistas y dogmáticos del pasado.

¿Cómo puede el Papa Francisco simplemente ignorar la fuerza del movimiento feminista y su expresión en la teología católica feminista hace más de tres o cuatro décadas dependiendo de los lugares?

Me espantó también el hecho de que haya afirmado que podríamos tener más espacios en pastoral, cuando, en realidad, en todas las parroquias católicas, son las mujeres mayoritariamente quienes llevan adelante los muchos proyectos misioneros. Soy consciente de que estas palabras en relación a las mujeres, pocos palabras sin duda, se limitan a un viaje de vuelta a casa, por tanto, no pueden y no deben crear sombras a una visita tan exitosa. Sin embargo, son los tropiezos que tenemos, nuestros actos defectuosos los que revelan la cara oculta, el lado sombrío que hay también en nosotros. Son estos pequeños actos los que abren las puertas de la reflexión para tratar de ir un poco adelante en relación con las primeras impresiones.

La Teología feminista tiene una larga historia en muchos países del mundo y una larga y marginada historia en las instituciones católicas, especialmente en América Latina. Publicaciones en estudios bíblicos, Teología, Liturgia, Ética, Historia de la Iglesia, han poblado las bibliotecas de muchas escuelas de de Teología en diferentes países. También han circulado en muchos entornos laicos interesados por la novedad tan llena de nuevos sentidos. Y estos textos no son estudiados en las principales facultades de teología, sobre todo, por el futuro clero en formación y en los institutos de vida consagrada. La oficialidad de la iglesia no les da derecho de ciudadanía porque la producción intelectual de las mujeres todavía se considera inadecuada a la racionalidad teológica masculina. Y, además, constituye una amenaza para el poder masculino vigente en las iglesias. La mayoría no conoce lo que existe como publicaciones y como formación alternativa organizada, así también desconoce los nuevos paradigmas propuestos por estas teologías contextuales y plurales.

Desconoce su fuerza inclusiva y el llamado a la responsabilidad histórica de nuestros actos. La mayoría de los hombres de la iglesia y los fieles siguen viviendo como si la teología fuese una ciencia eterna basada en verdades eternas enseñada principalmente por hombres y, secundariamente, por las mujeres según la ciencia masculina establecida. Niegan la historicidad de los textos, la contextualidad de posiciones y razones. Desconocen las nuevas filosofías que informan el pensamiento teológico feminista, las hermenéuticas bíblicas y las nuevas aproximaciones éticas.

Papa Francisco, por favor, infórmese en Google sobre algunos aspectos de la teología feminista, al menos del mundo católico. ¡Tal vez su posible interés pueda abrir otros caminos para percibir el pluralismo del género en la producción teológica!

Al decir, tal vez en forma de consuelo, que la Virgen María es mayor que los apóstoles es, una vez más, una expresión de consuelo abstracto de la teología masculina. Se ama a la Virgen lejana y enfocada en la intimidad personal, pero no se escuchan los clamores de las mujeres de carne y hueso. Es más fácil hacer poemas a la Virgen y arrodillarse ante su imagen, que estar atentos a lo que está pasando con las mujeres en muchos rincones de nuestro mundo. Mientras tanto, si los hombres quieren afirmar la excelencia de la Virgen María tendrán que luchar para que los derechos de las mujeres sean respetados a través de la extirpación de las muchas formas de violencia contra ellas. Tendrán, inclusive, que estar atentos a las instituciones religiosas y a los contenidos teológicos y morales trasmitidos que pueden no sólo reforzar, sino generar otras formas de violencia contra las mujeres.

Me temo que muchos fieles y pastoralistas necesitados del papa bueno, el padre espiritual, del Papa que ama todos, se rindan ante simpática y amorosa figura de Francisco y fortalezcan un nuevo clericalismo masculino y una nueva forma de adulación del papado. El papa Ratzinger nos llevó a una crítica del clericalismo y de la institución del papado a través de sus posturas rígidas. Pero, ahora con Francisco, parece que regresan nuestros fantasmas del pasado, ahora endulzados con la simple y fuerte figura de un papa capaz de renunciar al lujo de los palacios y los privilegios de su condición. Un papa que parece introducir un nuevo rostro público a esta institución que hizo historia y no siempre una bella historia en el pasado. El momento exige prudencia y una crítica alerta, no para desautorizar al Papa, sino para ayudarle a ser más nosotros, Iglesia, una iglesia plural y respetuosa de sus muchos rostros.

Mi segundo breve comentario es en relación con la necesidad de identificar a la mayoría de los grupos de jóvenes presentes en la Jornada aclamando cálidamente al papa. ¿En qué Evangelio y en que teología están siendo formados? ¿De dónde vienen ellos? ¿Qué están buscando? No tengo respuestas claras. Sólo sospechas e intuiciones en relación con la presencia predominante de una tendencia más carismática conservadora y más celebrativa en la línea Góspel. Expresiones de pasión por el Papa, de repentino e intenso amor que lleva a las lágrimas, a tocarlo, a vivir los milagros repentinos, a bailar y agitar el cuerpo han sido comunes en movimientos neo-pentecostales en sus manifestaciones.

Sin querer hacer sociología de la religión, creo que sabemos que estos movimientos buscan estabilidad social, por encima de las transformaciones políticas que procuran el derecho y la justicia para todos los ciudadanos y ciudadanas. Creo que corresponden, sin duda, al momento que estamos viviendo y responden a algunas de las necesidades inmediatas del pueblo. Sin embargo, hay otra cara del cristianismo que no pudo manifestarse en la Jornada. El cristianismo que aún inspira a la lucha de los movimientos sociales por vivienda, tierra, derechos LGBT, los derechos de las mujeres, los niños, los ancianos, etc.. Cristianismo de las comunidades de base (CEBs), de las iniciativas inspiradas en la teología de la liberación y la teología feminista de la liberación. Estas expresiones, aunque presentes, fueron casi sofocadas por la fuerza de aquello que la prensa quería fortalecer y, por lo tanto, era de su interés. Todo esto nos invita a pensar.

No hace una semana que el papa viajó y ahora los periódicos y las cadenas de televisión poco se ocupan de él. ¿Y lo que sucede en las comunidades católicas después de esta apoteosis? ¿Cómo vamos a continuar nuestras jornadas cotidianas?

Además de la visita del Papa y una posible nueva forma del papado de Francisco, estamos siendo convidadas/os a pensar en la vida, a pensar los rumbos actuales de nuestra historia y a rescatar a lo más fuertes y preciosos que está presente en la tradición ética libertaria de los Evangelios. No basta decir que Jesús nos ama. Tenemos que descubrir cómo nos amamos y que estamos haciendo para crecer en la construcción de relaciones más justas y solidarias.

Agosto de 2013.

 

Fuente: Adital

¿Blanqueo Del Sepulcro, O Deja Vu Católico En Brasil? Por Carlos Lombardi

“Tengo la impresión de que el cristianismo oficial ya ha cargado sobre sus espaldas su propio y efectivo final, pero que aún no se ha dado cuenta de ello. La Iglesia, como institución moral y como organización social, es algo que merece respeto y sostén, quizá incluso hasta merece una parte de los impuestos, pero no hay mucho más que esto […] En verdad las iglesias ya no tienen nada para decir que no podría ser dicho aun si ellas no existieran; ya no tienen nada específicamente cristiano para decir” (1)

El escenario pesimista trazado en el párrafo precedente por el filósofo alemán Herbert Schnädelbach es lo que el papa argentino trató de revertir en las Jornadas Mundiales de la Juventud católica que esta vez tuvieron su sede en Brasil, el país con mayor cantidad de católicos del mundo, no importando que esa mayoría sea sólo nominal y que esté compuesta por todos aquellos a los que desde bebés se le impuso la religión de sus padres, condenándolos a ser súbditos de un monarca teocrático.

El objetivo primario de Bergoglio, sacar a la institución del “ojo de la tormenta”, mediante un cambio de imagen que incluye el propio rol de papa, tuvo como punto de partida un festival de demagogia compuesto por gestos cuidadosamente planificados, que guardaron continuidad con los llevados a cabo en el Vaticano.

En esta oportunidad se manifestaron en un viaje “austero”, en la cercanía con los periodistas acreditados, discursos empalagosos ante diversos públicos, abrazo a adictos a las drogas en un hospital dirigido por franciscanos, visita a la favela Varginha, mucho llanto de niños, mucho pensamiento mágico, y altas dosis de “humildad” para demostrar, por un lado, el costado humano del papa, y por otro, una institución “cercana” a la gente.

Austeridad que, salvo para los ingenuos y crédulos que por estos días abundan, no debería llamar la atención si se tiene en cuenta que el papa argentino, como jesuita, realizó votos de pobreza y siempre vivió así. No hay novedad ni sacrificio alguno en su comportamiento. Tampoco en su visita a la villa de emergencia ya que también lo hacía en Buenos Aires.

Las masas respondieron con el efecto natural de toda conducta demagógica: el culto a la personalidad del líder religioso estuvo presente con todas sus características, como la adulación, la adoración unipersonal, y la recepción sin crítica de sus expresiones, fenómenos que alimentarán los estudios y análisis de los sociólogos de la religión.

Aquellas actividades no sólo podrían considerarse pinceladas destinadas a blanquear el sepulcro institucional que le dejó su antecesor –  con ayuda del clero y un sector del laicado sumiso y servil -, sino que en muchos de sus aspectos parecieron un gran deja vu, algo ya visto en anteriores jornadas católicas y discursos papales.

Los temas que abordó el pontífice romano pueden analizarse en dos planos: el interno de la Iglesia Católica, y el relacionado con la sociedad laica y plural, indiferente a las religiones, cada vez más lejos de una institución que en pleno siglo XXI pretende funcionar como veedor social, por arriba de ciudadanos/as y de los Estados.

1. El escenario interno

¿Cómo se arengó a la militancia católica? Con viejas herramientas, oxidadas hace tiempo pero que volvieron a barnizarse. Repasemos brevemente algunas:

– Catequesis retro: ser misericordiosos, solidarios, ir a las periferias a hacer proselitismo religioso, es decir, evangelizar; ser misioneros (el arcaico método que se aplicaba en “tierras de infieles”, aún vigente), ser “atletas de Cristo” (frase copiada a los evangélicos), difundir la fe católica “sin miedo”, salir de las parroquias, “nadar contracorriente”, léase, defender a rajatabla la ideología elaborada por los obispos, fueron algunas de las recomendaciones contenidas en el discurso papal. Todo ya visto.

Este tipo de mensaje vacío de contenido trae a la memoria lo que el propio Ratzinger pensaba de los teólogos, a quienes en 1968 comparaba con un payaso viejo: “Se conoce lo que dice y se sabe también que sus ideas no tienen que ver con la realidad. Se le puede escuchar confiado, sin temor al peligro de tener que preocuparse seriamente por algo”. (2)

Esa vieja catequesis también estuvo presente en las predicaciones llevadas a cabo por numerosos obispos, entre los cuales puede destacarse, como ejemplo, la efectuada por el polémico Juan Antonio Reig Pla, Obispo de Alcalá de Henares, Madrid, España, relativa a la sexualidad: “Usted me pregunta por las píldoras que siendo anticonceptivas también tienen efectos abortivos. Debe entenderse que más allá de los efectos o de los dinamismos llamados de barrera, como el profiláctico o el condón, más allá de los que impiden la unión del óvulo y el espermatozoide, todo sistema de anticoncepción químico, incluido el dispositivo intrauterino, tiene efectos colaterales que pueden ser abortivos. Es decir que esto no es simplemente la anticoncepción sino aborto.

La mentira que nos venden es decir que uno es dueño de las fuentes de la vida y por ello decide cuándo tener o no tener vida. O decir que uno es dueño de su sexualidad y decide cuándo tener o no relaciones, simplemente con el consentimiento del otro. Eso no es verdad. El dueño de la vida y sus fuentes es Dios, no nosotros, y Él quiere que a través del amor del esposo y la esposa hayan hijos e hijas de Dios cuyo destino es Dios mismo en el cielo y la gloria” […] “La anticoncepción y la salud reproductiva lo que quieren es promover la reducción de los hijos de Dios” (3).

El breve ejemplo, deja ver que nada nuevo existió en el adoctrinamiento y catequesis llevados a cabo en las jornadas, y hasta resultan lógicos si se tiene en cuenta la adscripción al integrismo religioso que tiene Bergoglio por más “humo renovador” que quiera vender. La obsesión por controlar cuerpos y violar conciencias de las personas sigue intacta.

– Misma estructura: si la catequesis ha sido la misma que ya demostró su fracaso, también es similar el modelo de institución que se observó en la realización de las jornadas: netamente clerical, jerárquico, vertical, donde obispos y curas “pavonearon” su popularidad; con instalación de confesionarios para seguir controlando qué piensan los católicos, con liturgias repetitivas. El mismo absolutismo monárquico, aunque con cambio de estilo en el rol papal.

Y la misma impronta patriarcal. Salvo el párrafo que a modo de excepción pudo leerse, dirigido al sector mayoritario dentro de la iglesia, es decir, a las mujeres, no hubo ninguna novedad en cuanto a cómo puede mejorarse su participación, sobre todo, en el legítimo derecho que tienen a tomar decisiones en los grandes problemas que aquejan a la institución.

Como nos recuerda el teólogo Juan José Tamayo “en el cristianismo primitivo las mujeres gozaban de los mismos carismas que los varones y los desarrollaban en el seno de las comunidades sin discriminación alguna. Algunas de las comunidades fueron fundadas por mujeres: por ejemplo, la de Filipos, por Lidia” (4).

El problema en este punto va más allá de la imposición de la perspectiva patriarcal ya que la discriminación hacia las mujeres está normativizada en el Código Canónico.

Párrafo aparte merecen dos menciones: al clericalismo, que a modo de reproche les formuló a los obispos; y a los homosexuales.

El primero, una autentica lacra institucional, principal causa del alejamiento de la Iglesia Católica del cristianismo originario, lo enfocó al que se verifica en el interior de las parroquias, con un laicado servil y obsecuente, y obispos y curas “mandones”. En el caso del clero, el problema es que en los seminarios son formados para “pastorear rebaños”, frase insultante si las hay. El clericalismo que criticó es, precisamente, el que se observó en las Jornadas Mundiales de la Juventud. Más de lo mismo.

Pero eso es un reduccionismo. El clericalismo es un fenómeno mucho más amplio y dañino que se manifiesta fuera de las iglesias, proyectándose hacia los planos políticos, jurídicos y sociales. “En el clericalismo religión y política se entrecruzan y la Iglesia se vale del Estado, o del poder político, para reafirmar un sistema de poder eclesiástico, o el Estado, o el poder político, se vale de la Iglesia para afianzar el sistema de gobierno o las situaciones político-sociales”. (5)

Los tres últimos documentos de la Conferencia Episcopal Argentina son una muestra de auténtico clericalismo argentino, fomentado por un sector de la clase política servil y obsecuente. Ponga el lector sus propios ejemplos.

En cuanto a la referencia a los homosexuales, anunciada por los medios como algo “revolucionario”, no es más que lo dispuesto en el catecismo católico donde se sostiene que a los gays no hay que juzgarlos sino tratarlos caritativamente. Pero sigue la condena a los “actos homosexuales” calificados de “desviados”. Es como decir: “Te queremos, pero eres un enfermito”. La violencia doctrinal e institucional hacia este colectivo sigue vigente. Se le sumó un poco más de hipocresía.

– Mensaje social repetitivo: lo mismo puede decirse del mensaje “social” que les dio a los jóvenes, y que algunos periodistas exultantes calificaron de “provocador”.

La “provocación” no fue otra que la vuelta a la ideología plasmada en documentos de la década del 60, como los surgidos en el Concilio Vaticano II, con más de cuarenta años de antigüedad. No hace falta decir los cambios políticos, sociales, culturales, jurídicos y económicos que surgieron desde esa época hasta nuestros días, la irrupción de nuevos actores políticos, sociales y culturales; los nuevos derechos, sobre todo, los que tienen que ver con la bioética, con la familia, la sexualidad y derechos reproductivos, los derechos de las mujeres, para darnos cuenta que la visión social del Vaticano II, en numerosos aspectos, ha caducado.

El deja vu social pudo verse en la crónica del corresponsal de uno de los mayores diarios nacionales, quien sostuvo que Bergoglio lanzó una “fórmula sociopolítica” mediante la creación de una alianza entre jóvenes y viejos, mezcla entre experiencia y vitalidad. Nada nuevo.

– Ausencia absoluta de referencias a las víctimas de curas pederastas: el descomunal “elefante blanco” y uno de los grandes motivos por los cuales renunció Benedicto XVI, estuvo invisibilizado en las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Quedó demostrado que al clero cómplice y a la masa cobarde poco les importan los miles de niños y niñas abusados y vejados, dándole prioridad a una “amnesia” generalizada sobre el tema. ¿Habrán puesto en las “intenciones” de la eucaristía a las víctimas del clero delincuente? ¿Se habrá rezado públicamente por ellos, por su recuperación?

Podrá argumentarse que Bergoglio continúa la política de “tolerancia cero” puesta en marcha por uno de los mayores encubridores de curas pederastas, Benedicto XVI. El problema es que las normas “nuevas” son un ruin maquillaje, ya advertido por las organizaciones defensoras de víctimas abusadas. El mantenimiento del “secreto pontificio” es una pequeña prueba.

La “frutilla del postre” fue anunciar las próximas jornadas en Cracovia, todo un símbolo, que recuerda a otro de los principales responsables de encubrir abusadores con sotana: Juan Pablo II.

Los breves ejemplos mencionados demuestran que en Brasil el objetivo primario se cumplió (blanqueo del sepulcro), mientras que no hubo novedad alguna en el mensaje estrictamente religioso.

Le queda al papa argentino la descomunal tarea de las grandes reformas internas, en cuento estructura, organización, funcionamiento, transparencia, ideología, doctrina y dogmas, que en el país carioca no aparecieron ni por asomo.

2. El escenario secular y laico

Toda acción institucional emprendida por la Iglesia Católica en este tipo de eventos tiene efectos en el accionar estatal, y Brasil no fue la excepción.

Los gastos que al erario público demandó la visita del papa fue el principal foco de conflicto y cuestionamiento teniendo en cuenta que la coyuntura económica y social del país es de crisis, con numerosas protestas de los “indignados” que, además de reclamar por el gasto público en la organización del mundial de futbol y olimpíadas, también incluyeron los gastos por la seguridad del Jefe del Estado vaticano, totalmente inoportunas.

Dichas críticas fueron contestadas con el argumento que siempre aparece en los países donde se organizan las jornadas: creación de puestos de empleo, e impacto económico que “amortiza” el gasto público. Pura lógica capitalista.

Párrafo aparte merecería el análisis de quiénes fueron los sponsors privados del papa. Más de uno se llevaría una sorpresa, ya que dichas empresas privadas no se caracterizan, precisamente, por la promoción de las clases marginadas.

Ningún cambio existió en esto.

– ¿Nuevo horizonte en las relaciones Estado-Iglesia?: lo más jugoso estuvo en un discurso pronunciado ante las autoridades políticas brasileñas donde pidió a los estados respeto a la libertad religiosa, valorando el aporte de “las  grandes tradiciones religiosas” en la convivencia democrática, haciendo extensiva dicha valoración a la laicidad del Estado.

Dijo el papa: “Es imposible imaginar un futuro para la sociedad sin una incisiva contribución de energías morales en una democracia que no sea inmune de quedarse cerrada en la pura lógica de la representación de los intereses establecidos”.

Señaló que “es fundamental la contribución de las grandes tradiciones religiosas, que desempeñan un papel fecundo de fermento en la vida social y de animación de la democracia”.

“La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado, que, sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia del factor religioso en la sociedad, favoreciendo sus expresiones concretas”.

Finalizó diciendo que “el diálogo es la única alternativa para lograr la unidad de los pueblos”. (6)

Para destacar en este punto: primero, la contribución de las religiones a la cultura de los países es un hecho incuestionable.

Sin embargo, es falsa la “contribución” del catolicismo a las democracias. En Argentina, la Iglesia Católica avaló todos los golpes de estado y dictaduras militares que ocurrieron desde 1930 hasta la de 1976/1983. En esta última, siendo cómplices del robo de niños nacidos en centros clandestinos de detención, permitiendo la desaparición y asesinato de sus propios cuadros “subversivos” (laicos y religiosos), bajo el argumento de defender el “ser nacional” y la “civilización occidental y cristiana”.

El propio pensamiento episcopal sostiene que “La Iglesia respeta la legítima autonomía del orden democrático; pero no posee título alguno para expresar preferencias por una u otra solución institucional o constitucional, ni tiene tampoco la tarea de valorar los programas políticos, si no es por sus implicaciones religiosas y morales”. (7)

Esto explica la histórica alianza clerical tanto con gobiernos dictatoriales, como totalitarios (nazismo y fascismo). Y en su propia organización y funcionamiento tampoco hay “fermento” democrático.

Segundo, ¿a qué “energía moral” se habrá referido Bergoglio? Por supuesto, a la moral católica, la misma que fue usada como “caballito de batalla” en los últimos documentos de la Conferencia Episcopal Argentina (firmados también por él), donde se pretende que las leyes y políticas públicas del estado aconfesional se sometan a la ley moral “natural” y “objetiva”, la que supuestamente ha dictado su dios, y que debe imponerse sí o sí a todos los habitantes, avasallando conciencias y formas de vida diversas. Es la continuidad del pensamiento totalitario de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Tercero, el “guiño” a la laicidad del Estado la hace dentro de la ideología clerical que, precisamente, da vuelta la noción de laicidad sujetándola a la religión, es decir, a lo que dice el papa y los obispos. Esa es la “sana” laicidad. Una vil trampa.

Si realmente valorara la laicidad habría solicitado la denuncia del Concordato de 1966, la eliminación de las “asignaciones” mensuales que todos los argentinos les pagan a los obispos católicos, como también todos los privilegios que obtuvieron del genocida Videla.

Sumado aquello, el respeto a la laicidad se consolidaría si la institución no se entrometiera en las cuestiones de la sociedad civil siendo coherente con la tradicional solicitud que siempre hace al Estado: que no intervenga en sus asuntos. Eso significa valorar la laicidad. Ninguna novedad existió en este punto sino más de lo mismo.

3. La esperanza católica

La retahíla de gestos demagógicos, el cambio de estilo en el rol papal, las incipientes instrucciones para reformar organismos obsoletos y corruptos (Curia vaticana y el IOR), rumores de “levantamiento” de sanciones a teólogos disidentes, permiten hablar a los sectores moderados y progresistas católicos de “esperanza” en el plano interno, propio de la institución. El conservadurismo y el extremismo están agazapados porque, o no digieren a los jesuitas, o directamente no toleran a Bergoglio a quien consideran un hereje.

¿El festival de gestos demagógicos se traducirá en políticas y documentos? Eso está por verse. A priori, las libertades para los católicos siguen sometidas a la férula de las sotanas, al clericalismo.

La vieja catequesis (controlada por el clero), es el primer obstáculo que los católicos deberán seguir sorteando para religarse con su dios. Dice Drewermann: “… la Iglesia Católica enseña que no existe una inmediatez legítima en la relación con Dios. Para religar al hombre y Dios, al hombre y el cielo, se recurre, pues, a una jerarquía compleja que parte de Dios, pasa por el Espíritu Santo, la madre de Dios, los arcángeles, los ángeles incluidos los ángeles de la guarda, para llegar hasta los santos patronos y todos los demás santos. A todo lo cual hay que añadir los méritos conseguidos por la Iglesia… Este proceso celeste se prolonga en la tierra a través del papa y los obispos, a continuación vienen los sacerdotes, los sacramentos, los lugares de peregrinación, los tiempos especiales para la oración, los formularios para rezar, las indulgencias, las donaciones pecuniarias… Sólo después de hacer honor a todo esto, se podrá franquear el abismo que separa al hombre de Dios.

¿Hay alguien que pueda imaginar que va a encontrar a Dios en medio de toda esta acumulación de instancias?” (8)

El desafío para Bergoglio es plasmar esa supuesta flexibilidad que mostró en Brasil en el reconocimiento de una mayor libertad a los católicos observantes. Pero eso tiene una contra: profundizaría la creciente “protestantización” que ya ocurre entre sus fieles, muchos de los cuales son partidarios del “cuentapropismo” espiritual.

Si en las JMJ se vivió el deja vu de la no interpelación de los jóvenes a un papa, si no hubo debate, ni tampoco “lío” (como pidió que sucediera en las diócesis), ni cuestionamiento alguno a nivel doctrinal, dogmático y, sobre todo, pedido de explicaciones ante el descomunal bochorno de los abusos sexuales del clero, podría pensarse que la institución seguirá fomentando el infantilismo.

4. Balance: sepulcro blanqueado, repetición de lo ya vivido, e interrogantes varios

Los encuentros multitudinarios, los ánimos exultantes, los “tirones de orejas”, el show mediático, la espiritualidad centrada en la experiencia emocional y los buenos sentimientos, le alcanzaron a Bergoglio (y al poder vaticano), para blanquear nuevamente el sepulcro.

La dinámica, organización, discursos, catequesis, adoctrinamiento, y “buena onda”, fueron un calco de lo vivido en jornadas juveniles pasadas. Otro deja vu cuyos efectos, seguramente, ratificarán lo que los sociólogos vienen diciendo hace tiempo: “llenar plazas no significa automáticamente sumar pertenencias al grupo”. (9)

El mensaje del papa argentino, una especie de espuma compuesta por palabras bonitas y “cancheras” sobre diversos temas, demuestran, una vez más, la formidable hipocresía que impregna el mundo clerical y vaticano.

Nos cuenta Drewermann: “Con grandes alardes publicitarios se había organizado una feria religiosa, de cuya celebración sus organizadores tuvieron sumo cuidado en informar a todo el mundo. En el primer pabellón se daba cuenta de que Dios es bueno, pero que sólo eligió un pueblo para hacerlo suyo. En el segundo pabellón, se argumentaba que Dios es todo misericordia, pero que sólo comunicó su mensaje a un hombre, a su profeta. En el tercer pabellón, se enseñaba que Dios es indulgente, pero que sólo deja entrar en el cielo a los que son miembros de la Iglesia. “¿Qué sabes de mí?”, le pregunta Dios al visitante al final del recorrido. “Que eres limitado, cruel y fanático”, responde el visitante. “Precisamente por eso no vine a esta feria – le contesta entonces Dios -. No me interesan lo más mínimo las religiones. Lo que me preocupa es el hombre”. (8)

Nosotros agregamos: la autonomía del hombre, es decir, lo que catolicismo romano nunca podrá entender, salvo que se convierta al cristianismo.

Notas

(1) Citado por Matteo, Armando, Credos Posmodernos: de Vattimo a Galimberti, los filósofos contemporáneos frente al cristianismo, Buenos Aires, Marea, 2007, p. 181.

(2) Estrada, Juan Antonio, “Los conflictos teológicos en una sociedad moderna”, en www.elpais.com/diario/2007/03/17/sociedad/1174086011_850215.html

(3) Lea la mejor catequesis pro-vida y contra el aborto de la JMJ Río 2013 en español, en www.aciprensa.com

(4) Tamayo, Juan José, , Nuevo paradigma teológico, Madrid, Editorial Trotta, 2004, p. 90.

(5) Bada, Joan, Clericalismo y anticlericalismo, Madrid, B.A.C., 2002, P. 10.

(6) Link permanente: http://www.mdzol.com/nota/479921/

(7) N° 424, en www.vatican.va/…/rc_pc_justpeace_doc_20060526_compendio-dott-soc…

(8) Drewermann, Eugen, Dios inmediato, Madrid, Editorial Trotta, 199, p. 57.

(9)  Mallimaci, Fortunato, Globalización y modernidad católica: papado, nación católica y sectores populares, en Aurelio Alonso (comp.), América Latina y el Caribe. Territorios religiosos y desafíos para el diálogo, Buenos Aires, CLACSO, 2008.

(10) Op. cit. p. 57.

 

¿Es el ministerio sacerdotal femenino u don o un derecho?. Por Olga Lucia Álvarez Benjumea, ARCWP

Como siento y vivo mi ministerio sacerdotal.

Alguna vez escuché que era un derecho lo que se estaba reclamando, revindicando. La verdad sea dicha, el planteamiento como tal, no fue de mi agrado, me sentía como si fuera la lucha de un sindicato.
Si fuera un “derecho” estaríamos borrando para siempre y negando lo que ha sido un llamado.

Si fuera un “derecho” es como si estuviéramos en competencia. Y no creo que el llamado de la Ruah, nos haya llamado para entrar en competencia con nuestros hermanos en la Iglesia.

Estoy segura, que la Divinidad, nos ama por igual tanto a mujeres como hombres. Ella, en su Infinito Amor y Sabiduría, no puede equivocarse y hacer diferencia entre sus hijas e hijos. Lo que menos quiere la Esencia Divina, es vernos disgustando y atacándonos por un “DON” como es el ministerio sacerdotal.

Es un“DON” ministerial sacerdotal al servicio de los desposeídos, los pobres, marginados, desechados, excluidos. Don que hemos recibido al igual que los varones, a través del Bautimo. Es absurdo que en nuestra Iglesia, se vean, se sientan y realicen esta clase de “fronteras”. Es absurdo pretender a través del Cano 1024 negarnos a la mujeres este “DON”.

El Obispo de Roma, Francisco, dialogando con la Junta de la Conferencia Latinoamericana de Religiosos y Religiosas (CLAR) el paso 6 de Junio/13, palabras más, palabras menos les dijo:

“Abran puertas… ¡abran puertas!

Se van a equivocar, van a meter la pata, ¡eso pasa! Quizá hasta les va a llegar una carta de la Congregación para la Doctrina (de la Fe) diciendo que dijeron tal o cual cosa… Pero no se preocupen. Expliquen lo que tengan que explicar, pero sigan adelante… Abran puertas, hagan algo ahí donde la vida clama. Prefiero una Iglesia que se equivoca por hacer algo que una que se enferma por quedarse encerrada…”

Qué buena sugerencia!

Como mujer presbitera, sintiéndome llamada, he respondido al llamado de la Ruah, sin temor alguno, confío en Quien me ha llamado, así como Jesús llamó y se dejó acompañar por mujeres (Lucas 8:3) y sigue llamando a muchas más mujeres para que al igual que nuestra Santa Patrona María de Magdala, vayamos anunciando su Evangelio (Juan 20:18), que es libertar a los oprimidos!

Aquí lo importante, pase lo que pase, venga lo que venga es el seguimiento a Cristo en el anuncio de su Palabra. Cristo no es mudo, es Palabra! Es el momento de apropiarnos de su Cuerpo y de su Sangre, hacerlo nuestro sin diferencias sexistas, asumiéndolo en todo nuestro ser, y decir con toda el alma, como dice el Apóstol Pablo:

“No soy yo quien vive, es Cristo quien viven en mí”

Galatas 2:20

El desafío, al servicio en el ministerio sacerdotal, no es solo para mujeres, también es para los varones, en la Iglesia de Cristo, desde la Iglesia, con la Iglesia y con mucho amor y ternura.

 

Olga Lucia Álvarez Benjumea es sacerdote de la Association of Roman Catholic Women Priests – ARCWP. http://arcwp.org

Fuente: redes cristianas

Renunció. Por Raul A. Perez Verzini

Si no fuera porque en la iglesia nada es casualidad sería una noticia para alegrarse.

Uno de los papas más retrógrados de los últimos tiempos. El más cruel en su forma de castigar al que piensa distinto. El que ocultó los cientos (miles?) de casos de pedofilia que le llegaban a su despacho como gran inquisidor. El que se ocupó personalmente por marginar a los grupos progresistas y acercar a los ultraconservadores. El que contribuyó a alejar cada vez más a la iglesia del mensaje liberador de Jesús de Nazaret imponiendo un rígido catecismo medieval. Ratzinger ha renunciado.iglesia-imperio-romano

Los pruritos del lenguaje aclaran que un papa no dimite. El poder absolutista y totalitario no permite que alguien acepte la renuncia porque nadie hay más importante ni digno que el emperador. Y por algo ellos copiaron casi literalmente el modelo del imperio romano.

La renuncia de Ratzinger, más allá de la enfermedad que le impide ejercer su rol, es una jugada maestra de un estratega cuidadoso. Planeó cada detalle de su elección como papa y cuando se descubre “sin fuerzas” renuncia para seguir controlando la elección de su sucesor. Habría que analizar si es sólo sin fuerzas físicas o también sin fuerzas para liderar la corrupta maquinaria vaticana que no tuvo la decisión política de desmantelar.

Ratzinger es consciente de que por más papa que sea tiene más poder como vivo que como muerto y de esta forma asegura continuidad al proceso que él mismo impulsó junto a JPII de abandono sistemático de las renovaciones más importantes iniciadas durante el Concilio Vaticano II.

Estando vivo puede presionar a los cardenales que él mismo nombró y que le deben el cargo, para que elijan otro de su misma línea. Al hacer pública su renuncia ya goza de dedicación full time para organizar su estrategia de elección. Logrado el objetivo le harán creer a las multitudes que el Espíritu Santo lo eligió. La mayoría, sin formación cristiana de verdad, se lo creerá.

La Iglesia se ha ido convirtiendo con bastante éxito en un gueto y es hoy una de las sectas más grandes con muy poco futuro, salvo para lo sacramental y cúltico, que sigue fascinando a muchos por más que no compartan un ápice las enseñanzas anacrónicas de una institución muy poco evangélica. Hoy la Iglesia Católica es más un show místico completamente alejado de las enseñanzas de Jesús de Nazaret y por lo tanto inofensivo para los poderes de este mundo, que una voz profética y modelo de nueva humanidad como quería el mismo Jesús.

La renuncia es material exquisito para los medios de comunicación que nos inundarán de visiones románticas del papa valiente…

Sería hermoso soñar ahora con una primavera para la Iglesia. Sería hermoso que el próximo papa desarticule una de las organizaciones de poder mas temibles: la curia romana. Sería hermoso que se inicie un proceso de renovación cuya fuente sea un retornar a las escrituras. Sería hermoso que el nuevo papa decida dejar los palacios vaticanos y ejercer su ministerio (Servicio) desde alguna favela de Rio o una villa miseria de Buenos Aires o de algún otro lugar del tercer mundo. Sería fantástico que el poder se ejerza de manera colegiada integrando a los que históricamente han sido marginados de la conducción eclesial, los laicos en general y las mujeres en particular. Nada de esto sucederá.

El futuro del cristianismo no pasa por el vaticano. El futuro del cristianismo es el que viven día a día aquellos que trabajan por la justicia y la paz, aquellos que se esfuerzan por crear más fraternidad e igualdad aunque ni siquiera se autodenominen cristianos. El futuro del cristianismo es de aquellos que intentan vivir los valores fundamentales de la humanidad en solidaridad con los que han sido desplazados. Esto fue lo que quiso Jesús de Nazaret al impulsar un nuevo tipo de sociedad a la que llamó, con lenguaje críptico para nosotros, reinado de Dios.

El vaticano es la puesta en escena de un espectáculo teatral que cada vez interesa a menos personas en el mundo. Por suerte.

 

 

Curso bíblico: “Cómo es Jesús en el Evangelio de San Mateo” Por Ariel Alvarez Valdés

LA FUNDACIÓN “DIÁLOGO” y Charlas de la Cripta

Te invitan al curso bíblico:

“Cómo es Jesús en el Evangelio de San Mateo”

A cargo del teólogo y biblista:

ARIEL ALVAREZ VALDÉS

Fecha: jueves 30 y viernes 31 de agosto de 2012

Hora: de 19 a 22

Lugar: CPC ARGUELLO: Av. Rafael Núñez esq. Ricardo Rojas – Argüello – Córdoba. Colectivos: Líneas N y T – Empresas: Fono Bus, Intercórdoba y Sarmiento.

Costo: $20 por noche

Informes: charlasenlacripta@gmail.com

TEMARIO

Jueves 30: “¿Cómo nació el Evangelio de Mateo?”

Viernes 31: “¿Cómo presenta Mateo a Jesús?”

Sumario

El libro de San Mateo es el Evangelio más conocido por los lectores cristianos. El hecho de ser uno de los textos más completos, puesto que narra la vida de Jesús desde su infancia hasta su ascensión, ha hecho que la Iglesia lo priorice en su liturgia, y lo proponga siempre como material de lectura. Sin embargo, muchos ignoran que el Jesús que presenta Mateo es muy diferente al de Marcos, y también al de Lucas y Juan.

A lo largo de este curso, se intentará ver porqué Mateo escribió su Evangelio, dónde lo escribió, y para quiénes compuso su libro.  Asimismo, se intentará analizar la imagen de Jesús propia que presenta este evangelista, tan distinta a la de los otros escritos autores bíblicos. Finalmente se buscará abordar cuáles son las características teológicas de Mateo, para aprender a identificarlo como autor del Nuevo Testamento.

Navigating the Shifts. By Pat Farrell

Navigating the Shifts. By Pat Farrell, OSF  — LCWR President

Presidential Address, 2012 LCWR Assembly

The address that I am about to give is not the one I had imagined. After the lovely contemplative tone of last summer’s assembly, I had anticipated simply articulating from our contemporary religious life reflections some of the new things we sense that God has been doing. Well, indeed we have been sensing new things. The doctrinal assessment, however, is not what I had in mind!

Clearly, there has been a shift! Some larger movement in the Church, in the world, has landed on LCWR. We are in a time of crisis and that is a very hopeful place to be. As our main speaker, Barbara Marx Hubbard, has indicated, crisis precedes transformation. It would seem that an ecclesial and even cosmic transformation is trying to break through. In the doctrinal assessment we’ve been given an opportunity to help move it. We weren’t looking for this contoversy. Yet I don’t think that it is by accident that it found us. No, there is just too much synchronicity in events that have prepared us for it. The apostolic visitation galvanized the solidarity among us. Our contemplative group reflection has been ripenening our spiritual depth. The 50th anniversary of the Vatican II approaches. How significant for us who took it so to heart and have been so shaped by it! It makes us recognize with poignant clarity what a very different moment this is. I find my prayer these days often taking the form of lamentation. Yes, something has shifted! And now, here we are, in the eye of an ecclesial storm, with a spotlight shining on us and a microphone placed at our mouths. What invitation, what opportunity, what responsibility is ours in this? Our LCWR mission statement reminds us that our time is holy, our leadership is gift, and our challenges are blessings.

I think It would be a mistake to make too much of the docrinal assessment. We cannot allow it to consume an inordinate amount of our time and energy or to distract us from our mission. It is not the first time that a form of religious life has collided with the institutional Church. Nor will it be the last. We’ve seen an apostolic visitation, the Quinn Commission, a Vatican intervention of CLAR and of the Jesuits. Many of the foundresses and founders of our congregations struggled long for canonical approval of our institutes. Some were even silenced or ex-communicated. A few of them, as in the cases of Mary Ward and Mary McKillop, were later canonized. There is an inherent existential tension between the complementary roles of hierarchy and religious which is not likely to change. In an ideal ecclesial world, the different roles are held in creative tension, with mutual respect and appreciation, in an enviroment of open dialogue, for the building up of the whole Church. The doctrinal assessment suggests that we are not currently living in an ideal ecclesial world.

I also think it would be a mistake to make too little of the doctrinal assessment. The historical impact of this moment is clear to all of us. It is reflected in the care with which LCWR members have both responded and not responded, in an effort to speak with one voice. We have heard it in more private conversations with concerned priests and bishops. It is evident in the immense groundswell of support from our brother religious and from the laity. Clearly they share our concern at the intolerance of dissent even from those with informed consciences, the continued curtailing of the role of women. Here are selections from one of the many letters I have received: “I am writing to you because I am watching at this pivotal moment in our planet’s spiritual history. I believe that all the Catholic faithful must be enlisted in your efforts, and that this crisis be treated as the 21st century catalyst for open debate and a rush of fresh air through every stained glass window in the land.” Yes, much is at stake. Through it all, we can only go forward with truthfulness and integrity. Hopefully we can do so in a way that contributes to the good of religious life everywhere and to the healing of the fractured Church we so love. It is no simple thing. We walk a fine line. Gratefully, we walk it together.

In the context of Barbara Marx Hubbard’s presentation, it is easy to see this LCWR moment as a microcosm of a world in flux. It is nested within the very large and comprehensive paradigm shift of our day. The cosmic breaking down and breaking through we are experiencing gives us a broader context. Many institutions, traditions, and structures seem to be withering. Why? I believe the philosophical underpinnings of the way we’ve organized reality no longer hold. The human family is not served by individualism, patriarchy, a scarcity mentality, or competition. The world is outgrowing the dualistic constructs of superior/inferior, win/lose, good/bad, and domination/submission. Breaking through in their place are equality, communion, collaboration, synchronicity, expansiveness, abundance, wholeness, mutuality, intuitive knowing, and love. This shift, while painful, is good news! It heralds a hopeful future for our Church and our world. As a natural part of evolutionary advance, it in no way negates or undervalues what went before. Nor is there reason to be fearful of the cataclysmic movements of change swirling around us. We only need to recognize the movement, step into the flow, and be carried by it. Indeed, all creation is groaning in one great act of giving birth. The Spirit of God still hovers over the chaos. This familiar poem of Christopher Fry captures it:

”The human heart can go the length of God.
Cold and dark, it may be
But this is no winter now.
The frozen misery of centuries cracks, breaks, begins to move. The thunder is the thunder of the floes.

The thaw, the flood, the up-start spring. Thank God, our time is now
When wrong comes up to face us everywhere Never to leave until we take

The greatest stride of soul that people ever took
Affairs are now soul-size.
The enterprise is exploration into God…”

Christopher Fry – A Sleep of Strangers

I would like to suggest a few ways for us to navigate the large and small changes we are undergoing. God is calling to us from the future. I believe we are being readied for a fresh inbreaking of the Reign of God. What can prepare us for that? Perhaps there are answers within our own spiritual DNA. Tools that have served us through centuries of religious life are, I believe, still a compass to guide us now. Let us consider a few, one by one.

1.How can we navigate the shifts? Through contemplation.

How else can we go forward except from a place of deep prayer? Our vocations, our lives, begin and end in the desire for God. We have a lifetime of being lured into union with divine Mystery. That Presence is our truest home. The path of contemplation we’ve been on together is our surest way into the darkness of God’s leading. In situations of impasse, it is only prayerful spaciousness that allows what wants to emerge to manifest itself. We are at such an impasse now. Our collective wisdom needs to be gathered. It germinates in silence, as we saw during the six weeks following the issuing of the mandate from the Congregation of the Doctrine of the Faith. We wait for God to carve out a deeper knowing in us. With Jan Richardson we pray:

“You hollow us out, God, so that we may carry you, and you endlessly fill us only to be emptied again. Make smooth our inward spaces and sturdy, that we may hold you with less resistance and bear you with deeper grace.”

Here is one image of contemplation: 1 the prairie. The roots of prairie grass are extraordinarily deep. Prairie grass acutally enriches the land. It produced the fertile soil of the Great Plains. The deep roots aerate the soil and decompose into rich, productive earth. Interestingly, a healthy prairie needs to be burned regularly. 2 It needs the heat of the fire and the clearing away of the grass itself to bring the nutrients from the deep roots to the surface, supporting new growth. This burning reminds me of a similar image. There is a kind of Eucalyptus tree in Australia whose seeds cannot germinate without a forest fire. The intense heat cracks open the seed and allows it to grow. Perhaps with us, too, there are deep parts of ourselves activated only when more shallow layers are stripped away. We are pruned and purified in the dark night. In both contemplation and conflict we are mulched into fertility. As the burning of the prairie draws energy from the roots upward and outward, contemplation draws us toward fruitful action. It is the seedbed of a prophetic life. Through it, God shapes and strengthens us for what is needed now.

2.How can we navigate the shifts? With a prophetic voice

The vocation of religious life is prophetic and charismatic by nature, offering an alternate lifestyle to that of the dominant culture. The call of Vatican II, which we so conscientiously heeded, urged us to respond to the signs of our times. For fifty years women religious in the United States have been trying to do so, to be a prophetic voice. There is no guarantee, however, that simply by virtue of our vocation we can be prophetic. Prophecy is both God’s gift as well as the product of rigorous asceticism. Our rootedness in God needs to be deep enough and our read on reality clear enough for us to be a voice of conscience. It is usually easy to recognize the prophetic voice when it is authentic. It has the freshness and freedom of the Gospel: open, and favoring the disenfranchised. The prophetic voice dares the truth. We can often hear in it a questioning of established power, and an uncovering of human pain and unmet need. It challenges structures that exclude some and benefit others. The prophetic voice urges action and a choice for change.

Considering again the large and small shifts of our time, what would a prophetic response to the doctrinal assessment look like? I think it would be humble, but not submissive; rooted in a solid sense of ourselves, but not self- righteous; truthful, but gentle and absolutely fearless. It would ask probing questions. Are we being invited to some appropriate pruning, and would we open to it? Is this doctrinal assessment process an expression of concern or an attempt to control? Concern is based in love and invites unity. Control through fear and intimidation would be an abuse of power. Does the institutional legitimacy of canonical recognition empower us to live prophetically? Does it allow us the freedom to question with informed consciences? Does it really welcome feedback in a Church that claims to honor the sensus fidelium, the sense of the faithful? In the words of Bob Beck, “A social body without a mechanism for registering dissent is like a physical body that cannot feel pain. There is no way to get feedback that says that things are going wrong. Just as a social body that includes little more than dissent is as disruptive as a physical body that is in constant pain. Both need treatment.”

When I think of the prophetic voice of LCWR, specifically, I recall the statement on civil discourse from our 2011 assembly. In the context of the doctrinal assessment, it speaks to me now in a whole new way. St. Augustine expressed what is needed for civil discourse with these words: “Let us, on both sides, lay aside all arrogance. Let us not, on either side, claim that we have already discovered the truth. Let us seek it together as something which is known to neither of us. For then only may we seek it, lovingly and tranquilly, if there be no bold presumption that it is already discovered and possessed.”

In a similar vein, what would a prophetic response to the larger paradigm shifts of our time look like? I hope it would include both openness and critical thinking, while also inspiring hope. We can claim the future we desire and act from it now. To do this takes the discipline of choosing where to focus our attention. If our brains, as neuroscience now suggests, take whatever we focus on as an invitation to make it happen, then the images and visions we live with matter a great deal. So we need to actively engage our imaginations in shaping visions of the future. Nothing we do is insignificant. Even a very small conscious choice of courage or of conscience can contribute to the transformation of the whole. It might be, for instance, the decision to put energy into that which seems most authentic to us, and withdraw energy and involvement from that which doesn’t. This kind of intentionaltiy is what Joanna Macy calls active hope. It is both creative and prophetic. In this difficult, transitional time, the future is in need of our imagination and our hopefulness. In the words of the French poet Rostand:

“It is at night that it is important to believe in the light; one must force the dawn to be born by believing in it.”

3.How can we navigate the shifts? Through solidarity with the marginalized.

We cannot live prophetically without proximity to those who are vulnerable and marginalized. First of all, that is where we belong. Our mission is to give ourselves away in love, particularly to those in greatest need. This is who we are as women religious. But also, the vantage point of marginal people is a privileged place of encounter with God, whose preference is always for the outcast. There is important wisdom to be gleaned from those on the margins. Vulnerable human beings put us more in touch with the truth of our limited and messy human condition, marked as it is by fragility, incompleteness, and inevitable struggle.

The experience of God from that place is one of absolutely gratuitous mercy and empowering love. People on the margins who are less able to and less invested in keeping up appearances, often have an uncanny ability to name things as they are. Standing with them can help situate us in the truth and helps keep us honest. We need to see what they see in order to be prophetic voices for our world and Church, even as we struggle to balance our life on the periphery with fidelity to the center.

Collectively women religious have immense and varied experiences of ministry at the margins. Has it not been the privilege of our lives to stand with oppressed peoples? Have they not taught us what they have learned in order to survive: resiliency, creativity, solidarity, the energy of resistance, and joy? Those who live daily with loss can teach us how to grieve and how to let go. They also help us see when letting go is not enough. There are structures of injustice and exclusion that need to be unmasked and systematically removed. I offer this image of active dismantling. These pictures were taken in Suchitoto, El Salvador the day of celebration of the peace accords. 4 5 That morning, people came out of their homes with sledge hammers and began to knock down the bunkers, to dismantle the machinery of war. 6

4. How can we navigate the shifts? Through community

Religious have navigated many shifts over the years because we’ve done it together. We find such strength in each other! 7 In the last fifty years since Vatican II our way of living community has shifted dramatically. It has not been easy and continues to evolve, within the particular US challenge of creating community in an individualistic culture. Nonetheless, we have learned invaluable lessons.

We who are in positions of leadership are constantly challenged to honor a wide spectrum of opinions. We have learned a lot about creating community from diversity, and about celebrating differences. We have come to trust divergent opinions as powerful pathways to greater clarity. Our commitment to community compels us to do that, as together we seek the common good.

We have effectively moved from a hierarchically structured lifestyle in our congregations to a more horizontal model. It is quite amazing, considering the rigidity from which we evolved. The participative structures and collaborative leadership models we have developed have been empowering, lifegiving. These models may very well be the gift we now bring to the Church and the world.

From an evolved experience of community, our understanding of obedience has also changed. This is of particular importance to us as we discern a response to the doctrinal assessment. How have we come to understand what free and responsible obedience means? A response of integrity to the mandate needs to come out of our own understanding of creative fidelity. Dominican Judy Schaefer has beautifully articulated theological underpinnings of what she calls “obedience in community” or “attentive discipleship.” They reflect our post- Vatican II lived experience of communal discernment and decision making as a faithful form of obedience. She says: “Only when all participate actively in attentive listening can the community be assured that it has remained open and obedient to the fullness of God’s call and grace in each particular moment in history.” Isn’t that what we have been doing at this assembly? Community is another compass as we navigate our way forward. Our world has changed. I celebrate that with you through the poetic words of Alice Walker, from her book entitled Hard Times Require Furious Dancing:

The World Has Changed

The world has changed:
Wake up & smell
the possibility. The world
has changed: It did not change without
your prayers without
your determination to
believe
in liberation
&
kindness;
without
your
dancing
through the years that had
no
beat.
The world has changed: It did not
change
without
your numbers your fierce love
of self
& cosmos it did not change without
your strength.

The world has
changed:
Wake up!
Give yourself
the gift
of a new
day. 8

 

5. How can we navigate the shifts? Non-violently

The breaking down and breaking through of massive paradigm shift is a violent sort of process. It invites the inner strength of a non-violent response. Jesus is our model in this. His radical inclusivity incited serious consequences. He was violently rejected as a threat to the established order. Yet he defined no one as enemy and loved those who persecuted him. Even in the apparent defeat of crucifixion, Jesus was no victim. He stood before Pilate declaring his power to lay down his life, not to have it taken from him.

What, then, does non-violence look like for us? It is certainly not the passivity of the victim. It entails resisting rather than colluding with abusive power. It does mean, however, accepting suffering rather than passing it on. It refuses to shame, blame, threaten or demonize. In fact, non-violence requires that we befriend our own darkness and brokeness rather than projecting it onto another. This, in turn, connects us with our fundamental oneness with each other, even in conflict. Non-violence is creative. It refuses to accept ultimatums and dead-end definitions without imaginative attempts to reframe them. When needed, I trust we will name and resist harmful behavior, without retaliation. We can absorb a certain degree of negativity without drama or fanfare, choosing not to escalate or lash out in return. My hope is that at least some measure of violence can stop with us.

Here I offer the image of a lightning rod. 9 Lightning, the electrical charge generated by the clash of cold and warm air, is potentially destructive to whatever it strikes. 10 A lightning rod draws the charge to itself, channels and grounds it, providing protection. A lightning rod doesn’t hold onto the destructive energy but allows it to flow into the earth to be transformed. 11

6. How can we navigate the shifts? By living in joyful hope

Joyful hope is the hallmark of genuine discipleship. We look forward to a future full of hope, in the face of all evidence to the contrary. Hope makes us attentive to signs of the inbreaking of the Reign of God. Jesus describes that coming reign in the parable of the mustard seed.

Let us consider for a moment what we know about mustard. Though it can also be cultivated, mustard is an invasive plant, essentially a weed. 12 The image you see is a variety of mustard that grows in the Midwest. Some exegetes tell us that when Jesus talks about the tiny mustard seed growing into a tree so large that the birds of the air come and build their nest in it, he is probably joking. 13 To imagine birds building nests in the floppy little mustard plant is laughable. It is likely that Jesus’ real meaning is something like Look, don’t imagine that in following me you’re going to look like some lofty tree. Don’t expect to be Cedars of Lebanon or anything that looks like a large and respectable empire. But even the floppy little mustard plant can support life. Mustard, more often than not, is a weed. 14 Granted, it’s a beautiful and medicinal weed. Mustard is flavorful and has wonderful healing properties. 15 It can be harvested for healing, and its greatest value is in that. But mustard is usually a weed. 16 It crops up anywhere, without permission. And most notably of all, it is uncontainable. It spreads prolifically and can take over whole fields of cultivated crops. 17 You could even say that this little nuisance of a weed was illegal in the time of Jesus. There were laws about where to plant it in an effort to keep it under control.

Now, what does it say to us that Jesus uses this image to describe the Reign of God? Think about it. We can, indeed, live in joyful hope because there is no political or ecclesiastical herbicide that can wipe out the movement of God’s Spirit. Our hope is in the absolutely uncontainable power of God. We who pledge our lives to a radical following of Jesus can expect to be seen as pesty weeds that need to be fenced in. 18 If the weeds of God’s Reign are stomped out in one place they will crop up in another. I can hear, in that, the words of Archbishop Oscar Romero “If I am killed, I will arise in the Salvadoran people.”

And so, we live in joyful hope, willing to be weeds one and all. We stand in the power of the dying and rising of Jesus. I hold forever in my heart an expression of that from the days of the dictatorship in Chile: “Pueden aplastar algunas flores, pero no pueden detener la primavera.” “They can crush a few flowers but they can’t hold back the springtime.”

 

REFERENCES

Michael W. Blastic, OFM Conv., “Contemplation and Compassion: A Franciscan Ministerial Spirituality.”

Robert Beck, Homily: Fifteenth Sunday in Ordinary Time, July 15, 2012. Mount St. Francis, Dubuque, Iowa

Judy Cannato, Field of Compassion: How the New Cosmology is Transforming Spiritual Life. Notre Dame, IN: Sorin Books, 2010.

Barbara Marx Hubbard, Conscious Evolution: Awakening the Power of Our Social Potential. Novato, CA: New World Library, 1998.

Joanna Macy and Chris Johnstone, How to Face the Mess We’re in Without Going Crazy. Novato, CA: New World Library, 2012.

Jan Richardson, Night Visions: Searching the Shadows of Advent and Christmas. Wanton Gospeller Press, 2010.

Judith K. Schaefer, The Evolution of a Vow: Obedience as Decision Making in Communmion. Piscataway, NJ: Transaction Publishers

Margaret Silf, The Other Side of Chaos: Breaking Through When Life is Breaking Down. Chicago: Loyola Press, 2011.

Alice Walker, Hard Times Require Furious Dancing. Novato, CA: New World Library, 2010.

 

Fuente: www.lcwr.org

The Leadership Conference of Women Religious (LCWR) is an association of the leaders of congregations of Catholic women religious in the United States. The conference has more than 1500 members, who represent more than 80 percent of the 57,000 women religious in the United States. Founded in 1956, the conference assists its members to collaboratively carry out their service of leadership to further the mission of the Gospel in today’s world.