3° Domingo de Adviento VER Y OIR SITUACIÓN Y DESAFÍO: Hay poderosos y profetas.
LAS LECTURAS:
1° Lectura Isaías 35, 1-6. 10: Signos: ver, oír… alegrarse… Dios mismo salva.
Que se alegren el desierto y la tierra seca, que con flores se alegre la pradera; que se robustezcan las manos débiles y las rodillas que se doblan; que los ojos de los ciegos se despeguen, y los oídos de los sordos se abran, porque Yahvé obra en su pueblo. “Calma, no tengan miedo, porque ya viene su Dios… ha salvarlos”
A los liberados por Yahvé la alegría y la felicidad los acompañarán y ya no tendrán más penas ni tristezas.
2° Lectura Santiago 5,7-10: Sean pacientes… y tengan ánimo.
Tengan paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. Miren como el sembrador cosecha los preciosos productos de la tierra, que ha aguardado desde las primeras lluvias hasta las tardías. Sean también ustedes pacientes y no se desanimen, porque la venida del Señor está cerca.
Consideremos lo que han sufrido los profetas que hablaron en nombre del Señor y tomémoslos como modelo de paciencia.
Evangelio Mateo 11, 2-11: Signos del Reino: la vista, el oído, los pies, la salud y la buena noticia a los pobres…
¡Vayan y cuéntenle a Juan lo que ustedes están viendo y oyendo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y una Buena Nueva llega a los pobres. ¡Y dichoso aquel para quien no sea motivo de escándalos! Jesús afirma que Juan es mas que un profeta. Es el mensajero que precede al Mesías abriéndole el camino. “De entre los hijos de mujer no se ha manifestado uno mas grande que Juan Bautista, y sin embargo el más pequeño en el Reino de los cielos es más que él”.
REFLEXIONES
La liturgia expresa la “pedagogía” de Dios, que nos va invitando a descubrir en su palabra signos, gestos, mensajes, que hablan a nuestras realidades para iluminarlas y orientarlas al destino de salvación que están llamadas. ¡Sí! todas las realidades humanas, personales, sociales, comunitarias, tienen un destino de salvación que se va concretando en el transcurso de la historia.
Esta pedagogía de Dios que se manifiesta en la Escritura y también en la liturgia del Adviento, nos invitaba en las semanas anteriores a prepararnos
porque el Señor viene y a convertirnos para acceder a su Reino. Sin temores porque no hay nada imposible para Dios.
Estos mensajes salen al encuentro de tantas situaciones humanas de conflictos, de fracasos, de incoherencia. No son mensajes extraños a las realidades cotidianas y están vinculados a las grandes expectativas de las personas y los pueblos: cambiar la guerra en trabajo, encontrar la armonía del hombre con la creación, alcanzar la justicia para encontrar la paz.
¿Por qué entonces tantos odios y violencias, tantas injusticias bochornosas, tantos atropellos a la dignidad humana, tantos estragos en la humanidad a causa del poder y del dinero?
Los poderes del mundo han formado una trama de maldades y calamidades que expanden su fuerza destructoras, que crean el caos y la desolación y esto se repite a lo largo de los tiempos porque el pecado está instalado en los corazones y en las estructuras del mundo.
Pero… no tengan miedo, ya viene su Dios… él mismo viene a salvarlos (Isaías)… sean pacientes y no se desanimen, porque la venida del Señor está cerca (Santiago)
Ante las calamidades del pecado se levanta la voz de los Profetas anunciando que los ciegos verán la luz y a los sordos se les abrirá el oído. La luz y el sonido que nos comunican, nos vinculan, nos permiten percibir las dimensiones, las formas, los matices, la armonía y el color, son signos de la salvación anunciada y prometida.
Dios es palabra y luz, y hay que aprender a ver y oir. Si, los ojos de los ciegos se despegarán y los oídos de los sordos se abrirán… se robustecerán las manos débiles y se afirmarán las rodillas que se doblan.
Ante la pregunta de los enviados de Juan, Jesús declara que éste tiempo de salvación se hace presente con Él, vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído… la abundancia de salud y la Buena Noticia han llegado a los pobres.
Hay que saber ver y oir, porque vivimos tiempos de prueba, en los que hay que renovar la esperanza sin caer en el pesimismo, la angustia o la desesperación. Ver y oir el mensaje del Reino que es justicia, verdad, amor y paz, para decir ¡basta! a tanta muerte y destrucción, a tanta injusticia y mentira.
No hay tiempo para la indiferencia, el desgano o el pesimismo. No se desanimen… (Santiago). Animo, fuerza interior, manos y corazones unidos para caminar mirando al horizonte, sin inclinar la frente, ni doblar las rodillas.
El mundo presente también necesita profetas, nosotros, discípulos de Jesús hoy, debemos ser profetas para anunciar la verdad y la justicia como Juan Bautista, para señalar el pecado allí donde se hace visible en el mundo presente, para ser una voz que grita en los nuevos desiertos de la sociedad contemporánea.
Pero la voz profética no se agota en la necesaria denuncia del pecado, también es testigo de lo que Jesús proclamó: el reinado de Dios.
Ese reinado de Dios, se va construyendo en la historia y hoy hay signos que debemos saber leer, valorar y defender para que solo sirvan a la construcción de una humanidad cada vez mas plena y feliz y nunca sean instrumentos de destrucción, corrupción o muerte.
Hoy “vemos” y “oímos” con mayor lucidez y posibilidades que en otros tiempos:
El prodigio de las comunicaciones hoy, es la posibilidad de un mundo con menos exclusiones y marginaciones, porque permiten a todos el acceso a la información para conocer, expresarse, ser protagonistas. Limitar las comunicaciones a unos pocos, manipularlas con ideologías de dominación, monopolizar su producción y difusión son peligros y realidades presentes. Por eso hay que defender este logro de la humanidad para que todos podamos “ver y oir”.
La utilización del laser tanto para la recreación como con fines científicos es otro recurso que permite el gozo legítimo de los sentidos y hace posible una mejor calidad de vida a través de su uso terapéutico. Este descubrimiento “cura a los enfermos”.
La creciente participación de las personas con capacidades diferentes en todos los ámbitos del trabajo, la cultura, el arte, etc., es nuestro recurso actual para que “los paralíticos caminen, los ciegos vean y los sordos oigan”
Tenemos anhelos de eternidad y de felicidad sin límites y son legítimos, porque así lo ha anunciado Dios… la alegría y la felicidad los acompañarán y ya no t|ndrán más pena ni tristeza. Este anhelo para el creyente es misión y tarea, es permanente desafío y búsqueda.
El Reinado de Dios se construye en la historia, se lo debe buscar constantemente, debe crecer desde la semilla hasta el árbol frondoso, nace al interior de cada corazón, pero se expande en la comunidad.
En el reinado de Dios nosotros somos sus artesanos; El no se vuelve atrás, nosotros no podemos claudicar; El está en el origen del reino, nos aguarda al final y nos acompaña siempre, no podemos detener la marcha ni abandonar el camino. Sepamos ver y oir: la Palabra de Dios es luz.
Rezamos con el Salmo 146
El Señor proclama la justicia:
nosotros liberamos a los oprimidos y damos pan a los hambrientos;
El Señor invita a la libertad:
Nosotros auxiliamos a los presos y excluidos;
El Señor dice “levántense, no tengan miedo”:
Nosotros recibimos al extranjero y reanimamos al débil;
El Señor rechaza el camino de los malvados:
Nosotros apuramos la justicia.
El reinado del Señor es para siempre.