Plataforma “Somos Iglesia” – Austria: El diálogo es la única posibilidad de resolver las crisis de la Iglesia.

La Iglesia se halla en la mayor crisis de credibilidad desde la Reforma. La “Iniciativa del Pueblo de la Iglesia” (1995), diferentes memorandos de teólogos y teólogas y últimamente el “Llamamiento a la Desobediencia” por parte de la “Iniciativa de los Párrocos” en Austria demuestran: a 50 años del último concilio ecuménico en Roma es hora de que los obispos entren en un diálogo abierto y sincero con el pueblo de la Iglesia y la teología.

Una Iglesia, que vive en el mundo y quiere servir al mundo no puede cumplir sus propósitos sin el diálogo con las personas del mundo. La Iglesia necesita formas de expresión de su mensaje que sean comprensibles y útiles para las personas contemporáneas, fundadas en la Biblia, racionales y actualizadas.
Es necesario un diálogo triple: un diàlogo interno, para acercarse a una solución de los temas controversiales de la Iglesia, un diálogo con otras comunidades de fe y un diálogo con las ciencias y el mundo. Todos en la Iglesia tenemos que adiestrarnos en el arte de dialogar.

Hemos de empezar con las tareas internas.
Por esta razón la plataforma “Somos Iglesia” hace publicidad para que se apoye la “Iniciativa de Diálogo 2012. Aquí en la página de internet puede inscribir su apoyo.

El Papa está entre la espada y la pared.

En la homilía solemne de la Misa del Crisma el jueves santo el Papa criticó públicamente a los que firmaron el llamamiento austríaco a la desobediencia. Haciendo preguntas aparentemente espirituales el Papa insinúa que estas personas en vez de cumplir la voluntad de Dios siguen sus propias ideas, que no han comprendido la misión de Jesús y que no saben que la verdadera fe debe entregarse y servir.

En realidad Roma, sus representantes y sus conceptos de disciplina eclesiástica son los que se han distanciado mucho del mensaje de Jesús. El Papa identifica de nuevo la obediencia a su propia función con la obediencia a la voluntad de Dios. Según Pedro, de quien él mismo afirma ser su sucesor, se trata en realidad de obedecer más a Dios que a los seres humanos.

En realidad el Papa Benedicto se encuentra entre la espada y la pared. En vez de argumentar cristianamente les imputa a sus críticos motivos malintencionados. Su sospecha que sus críticos siguen sus propias ideas pasa por alto que Roma todavía sigue insistiendo en los privilegios medioevales de sus elites episcopales. Además su nueva aserción que las mujeres no pueden ser ordenadas para las funciones eclesiásticas ya ha sido refutada bíblica y teológicamente.

El celibato obligatorio actualmente vigente conduce a la destrucción de la pastoral oficial y de innumerables parroquias. Esta no puede ser la voluntad de Dios. El rechazo al diálogo por parte de Roma pone gravemenete en peligro la unidad de la Iglesia católica-romana.
Por estas razones es hora de que las autoridades eclesiales actuales se acuerden de los límites impuestos por la Sagrada Escritura y la gran Tradición.

Una autoridad eclesial

• Que no tiene ninguna legitimación por parte de las parroquias o diócesis que preside como la preveían las reglas de la Iglesia primitiva, • Que desde hace décadas se niega constantemente a dar pasos de reformas que la Escritura exige y que el Concilio introdujo,

• Que todavía declara ilícitas e inválidas las ordenaciones de las mujeres en contra de la comprensión exegética e histórica y que excomulga a las personas involucradas,
• Que acepta la destrucción de la pastoral y las parroquias en el mundo entero por mantener un concepto injustificado de organización,
• Que se aferra a una rigorosa moral sexual y matrimonial sin fundamento antropológico discriminando así a los afectados y excomulgándolos de hecho,

• Que hasta el día de hoy impide la vigencia de los derechos humanos en el ámbito eclesial y su reclamo por medio de un procedimiento judicial conforme a estos derechos y
• Que reduce a algunos individuos la responsabilidad por los asaltos violentos y la violencia sexualizada a los niños y a las niñas callando o rechazando al mismo tiempo la propia responsabilidad y las condiciones estructurales; que rechaza así mismo el esclarecimiento de estos hechos reteniendo las informaciones pertinentes y que no impone una obligación perentoria de esclarecimiento por parte de instancias independientes del estado.

Tal autoridad eclesiástica, confrontada a la crítica, no tiene derecho a una obediencia indiscutible. Por el contrario debe reconocer y tomar en serio la desobediencia de las católicas y los católicos comprometidos que quieren una reforma, desobediencia inspirada por la conciencia y presentada con argumentos. La autoridades eclesiásticas más bien tienen que exponer a la discusión intraeclesial sus estrategias de poder y de rechazo a las reformas y asumir públicamente la responsabilidad de sus hechos.

Traemos a la memoria a Mateo 18, 18 en donde se considera que el poder de unir o desatar está en manos de la comunidad. Tiene que quedar en claro que el testimonio de la Escritura y los textos del Concilio Vaticano II tienen una autoridad mucho mayor que el Catecismo de la Iglesia Católica. Este Catecismo tanto como el Código de Derecho Canónico 1983 pretenden ser fruto del Concilio cuando en realidad lo vacían de su contenido.

No es señal de valentía que el Papa utilizara el ámbito protegido de la catedral de San Pedro para criticar durante la Liturgia lo que hasta la fecha no se ha atrevido a decir en una confrontación directa y argumentativa. Ante todo tendría que responder él mismo las preguntas que hizo a los otros en su homilía. Disimuladamente recrimina enérgicamente a los que critica. Por esta razón se le debe preguntar:

¿Cómo puede acusar el Papa a las fuerzas de reforma, especialmente a los párrocos austríacos, que quieren transformar la Iglesia de acuerdo con sus propias ideas? Le preguntamos: ¿No quiere imponerle a la Iglesia una forma que no tiene fundamento bíblico? Es incuestionable que el desboronamiento de la pastoral y de muchas parroquias no sucede de acuerdo con el mensaje cristiano. Un Papa famoso por su inteligencia y capacidad teológica tendría que ser consciente de este contexto.

• ¿Cómo puede el Papa acusar de falta de humildad y arbitrariedad a los párrocos que quieren una reforma y al mismo tiempo exigir sumisión bajo los intereses de poder de las autoridades eclesiásticas? Sin exponer razones les niega una fe “altruista”, “entregada” y “servicial” a los que firmaron el llamamiento. Al mismo tiempo calla cómo Roma se aferra sin compromisos a una estructura eclesiástica autoritaria y defiende los privilegios de una élite de poder jerárquico. Con consideraciones a cerca de la obediencia de Jesús que suenan espirituales se hace poco creíble.

El Papa Benedicto al fin tiene que responder cómo debe actuar él frente a la “situación dramática de la Iglesia actual”. Así respondería a la pregunta que él mismo hizo. Sin dar una respuesta satisfactoria debilita su propia autoridad pues la Iglesia supera su crisis solamente si se sobrepone a la inmovilidad actual y a su visión retrógada.

• ¿Por qué le falta precisión al Papa cuando habla sobre la verdadera renovación después del Concilio y sobre la vitalidad inesperada de tantos movimientos? Allí descubrimos el refuerzo del clericalismo en detrimento de la comunidad eclesial.

Para las autoridades eclesiásticas sólamente el Opus Dei, los Legionarios de Cristo así como las organizaciones juveniles ultraconservadoras enriquecen a la Iglesia pues de allí provienen sacerdotes de obediencia subyugada. Por esto queremos oir de él qué piensa de las comunidades eclesiales de base en todo el mundo, de los innumerables grupos de reforma, de las iniciativas de mujeres capacitadas, de los vitales movimientos ocuménicos y de diálogo interreligioso o de las religiosas que desde hace ya mucho tiempo han asumido en muchos paises las tareas de los sacerdotes que faltan.

Todas las acusaciones del Papa Benedicto ignoran la importante y elevada responsabilidad de los que firmaron el “Llamamiento a la Desobediencia” en representación de muchos más.
Merecen agradecimiento y reconocimiento por su valentía. Esperamos que la intervención papal no conlleve medidas prematuras inconsideradas que producirían otra pérdida mayor de credibilidad. Este hecho traería consecuencias catastróficas para la Iglesia católica-romana.

Por esta razón las preguntas mencionadas deben formar parte de los diálogos que se van a llevar a cabo durante el “Año de la Fe” en el mundo entero.

La plataforma “Somos Iglesia” propone por lo tanto que la situación, las propuestas de los suscriptores del llamamiento y su apreciación teológica se analicen intensamente con discernimiento justo. Para iniciar este proceso es preciso instalar por mediación del arzobispo de Viena, Christoph Cardenal Schönborn, una comisión de especialistas y responsables reconocidos. Esta comisión buscaría soluciones para salir de la crisis y las propondría al pueblo de la Iglesia. ¡Ojalá así se convierta el “Año de la Fe” en el “Año del Diálogo”.

En nombre de la dirección de la Plataforma “Somos Iglesia” Austria: Hans Peter Hurka

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Estimado /amigo/a: adjuntamos texto en nombre de la direcciòn plataforma “Somos Iglesia” Austria: Hans Peter Hurka.
Por considerar importante texto adjunto y para quienes se interesen pueden enviarnos inscribiendo su apoyo a este correo: somosiglesiachile@hotmail.com;
tambiensomosiglesiachile@yahoo.com o a pàgina en español
: http://www.wir-sind-kirche.at/content/images/stories/download/2012_05_dialoginitiative_spanisch.pdf

Fraternalmente, Enrique Orellana

Somos Iglesia Chile

Beatificación de un Papa polémico y contradictorio. Por Somos Iglesia

El Papa Juan Pablo II, cuya beatificación se celebrará el 1 de mayo de 2011, fue un
Pontífice de grandes contradicciones. Su tragedia reside en la discrepancia entre su compromiso con la reforma y el diálogo en el mundo y su regreso al autoritarismo dentro de la Iglesia.
Su inclinación hacia el autoritarismo espiritual contribuyó a la mayor tragedia de su mandato como Papa: el abuso sexual de miles de niños en todo el mundo.
Apoyando a la jerarquía de la Iglesia por encima de las necesidades del pueblo, Juan Pablo II perpetuó un ambiente contaminado en el que a los sacerdotes se les permitió, a menudo repetidamente, el abuso sexual de los niños, manteniendo la conducta delictiva en secreto para la preservación de la imagen pública de un liderazgo sin tacha.
Tal vez una de las mejores evidencias de este hecho se ve en la fuerte relación de Juan Pablo II con la Legión de Cristo y de su fundador Marcial Maciel. Maciel ha siso acusado de décadas de graves abusos contra mujeres y jóvenes, muchos de los cuales quedaron ocultos, debido en parte a los estatutos de 1983, que Juan Pablo II aprobó para la orden religiosa de Maciel, los cuales exigían secreto y prohibían la crítica de su fundador.
Fue la misma necesidad de Juan Pablo II de un control jerárquico la que también condujo a la contención de la teología, con un hiriente impacto en la vida de los pueblos. Su intento de desacreditar a la teología de liberación dejó a miles de personas que trabajaban por la liberación sin el pleno apoyo teológico y eclesial que se merecían, mientras que sufrían bajo regímenes políticos brutales.
El autoritarismo espiritual también se hizo patente en el intento de Juan Pablo II de suprimir el discurso sobre la igualdad de género que, a su vez, privó el mundo católico de las aportaciones que la mujeres traerían al liderazgo de Iglesia. Su postura contra las lesbianas, homosexuales, bisexuales y transexuales (LGBT) lo coloca en complicidad con Iglesias locales y gobiernos que siguen negando la igualdad civil y moral de las personas LGBT. Además, sus repetidas condenas al empleo del condón complicaron la opción moral de millones de personas en el mundo entero que intentaban prevenir la extensión de VIH/SIDA y promover la salud sexual.
El Movimiento Internacional Somos Iglesia cree que la beatificación y canonización en última instancia, no debe medirse por el hecho de si un “milagro” se puede atribuir a una persona en particular, sino más bien, por la constatar si la vida de alguien encarna verdaderamente los valores de Cristo, que busca, no el poder, pero sí el bienestar del pueblo de Dios.
Antecedentes:
El Movimiento Internacional Somos Iglesia, fundado en Roma en 1996, tiene miembros en más de veinte países en todos los continentes y ha establecido una red por todo el mundo con grupos de reforma de similar pensamiento.

Somos Iglesia es un movimiento internacional dentro de la Iglesia Católica Romana y apunta a la renovación sobre la base del Concilio Vaticano II (1962-1965). Somos Iglesia comenzó en Austria en 1995 con un manifiesto de personas católicas, como respuesta al escándalo de pedofilía del antiguo Cardenal de Viena/Austria, Hans-Hermann Groer.