Me he preguntado si debía escribir este texto y he pensado que es preferible el riesgo de la palabra a la omisión del silencio. Por eso quiero compartir estas reflexiones.
En estos días dijo un joven: “yo no soy K, pero vi lo que sucedía y me dije ‘la historia pasa por aquí’. Y por eso he venido”
“La historia pasa por aquí” .Una afirmación que todos podemos convertir en un interrogante ¿Por donde pasa la historia? Tal vez por no hacerse este planteo muchos “ven” pasar la historia y se quedan en la vereda, sin sumarse a ella; otros “dejan” pasar la historia y se quedan en el encierro, para no arriesgarse en las dificultades, o para solo asomarse si hay algo aprovechable.
Quiero ir más allá del hecho de la muerte de Néstor Kirchner y tratar de descubrir porqué su muerte se convirtió en acontecimiento. Digo un acontecimiento por la movilización que produjo, por las reacciones de personalidades dentro y fuera del país, por las expresiones de tanta gente común que ganó las calles.
Para saber “por donde pasa la historia” argentina, se hace necesario descubrir qué está sucediendo en nuestro país en este momento. Y voy más allá de esta muerte y mas allá de los entreveros del poder, de los aciertos o desaciertos de los diferentes actores políticos; más allá todavía de la circunstancia de quien nos gobierna o quien dará continuidad al proyecto de país que hoy está vigente.
Cuando planteo que está sucediendo en el país me refiero a algunos emergentes que no podemos ignorar:
En el hecho de la gran movilización de estos días, es innegable la abrumadora cantidad de jóvenes, no solo presentes, sino expresándose, manifestando su voluntad de protagonismo.
A esto debemos sumarle lo acontecido en este mismo año en ocasión de celebrarse el bicentenario. También entonces, en las masivas manifestaciones se destacaba la presencia juvenil.
Y más recientemente en Buenos Aires y muy cerca aquí en Córdoba, las tomas de las escuelas cuentan una vez más con el protagonismo de los jóvenes. Que no solo salieron a las calles, sino que en sus expresiones mostraron una asombrosa capacidad de análisis, una firme convicción de sus derechos ciudadanos y una respetuosa claridad para reclamar el diálogo necesario en busca de una mejor calidad en la educación.
Y no es esto un rebrote sesentista, es la expresión clara y contundente de la maduración social a la que ha llegado esta generación. Es que se han expresado los desaparecidos. No ya los que fueron silenciados para siempre, sino estos que estaban elaborando su mensaje, descubriendo su rol y aguardando la ocasión para decir aquí estamos: escúchennos.
¿Por donde pasa la historia? Estos brotes de protagonismo, estas palabras maduradas en silencio y ahora expresadas, estas marchas que son signos vitales y expresiones de presencia, son las señales de la historia posible, la historia que pretendieron robarnos, la historia que debemos construir, la historia que nos está llamando a no quedarnos ni dentro de casa ni en la vereda, sino a mezclarnos en la marcha de los que construyen caminando y mirando hacia adelante.
Néstor Kirchner ha muerto y muchos al constatar la ausencia, sintieron que algunos gestos de su acción estuvieron abriendo puertas y había que trasponerlas. Y por eso ganaron las calles.
Se abrieron puertas con decisiones políticas, económicas, sociales, tomadas en los últimos siete años. Decisiones que han sido discutidas, resistidas, rechazadas o aceptadas. Pero decisiones que tocaron cuestiones tan esenciales, que a nadie dejaron indiferente. Entonces, al aflorar las indiferencias el país se ha convertido en un escenario de debate, donde va creciendo nuestro protagonismo, que deberá crecer aún más.
Los jóvenes en las calles en una y otra ocasión y finalmente, con fuerza contundente en los funerales, nos están diciendo por aquí pasa la historia:
- Por la presencia protagónica
- Por el debate responsable
- Por la confrontación en el diálogo
- Por la aceptación del disenso y la pluralidad
- Por la inclusión de los “desaparecidos” hasta hoy, para que sean palabra y presencia y así gestemos entre todos el país que nos merecemos.
Y será saludable no sumarnos a quienes con buenas intenciones algunos, o con aviesos propósitos otros, opinan y hacen preanuncios de ingobernabilidad. La continuidad del gobierno no es ni solo un deber de la presidenta, ni solo un anhelo de sus adherentes, es la exigencia de un país que quiere hacer de sus instituciones un camino, un instrumento para vivir y crecer y no una ocasión para provecho de oportunistas.
Nos debemos todos la continuidad institucional y la responsabilidad de hacernos cargo de esta hora de la historia.
P. Víctor Saulo Acha