La Iglesia de Jesús era y debe ser:
– Una comunidad comprometida con su mensaje liberador basado en su Palabra.
– Una comunidad participativa y “horizontal”, sin autoritarismos ni imposiciones, donde se tomen decisiones consensuadas y se respeten las diferencias de opinión.
– Una comunidad donde tengan cabida “los diferentes”, que son discriminados.
– Una comunidad informada que se actualiza permanentemente en lo teológico, bíblico, social, etc.
– Una comunidad madura, con espíritu crítico y libertad para expresarse, que analice los hechos a la luz del Evangelio, actualizado por los biblistas y teólogos modernos.
– Una comunidad de servicio, solidaria, con opción por los pobres y que busca una mayor promoción humana.
– Una comunidad que recrea sus celebraciones convirtiéndolas en fiesta de encuentro fraternal.
Esta es la comunidad que conocí y viví a lo largo de casi cuatro décadas.
Esta es la comunidad de La Cripta.
¿Es una comunidad diferente? Creo que sí.
Es la comunidad en la que maduramos nuestro cristianismo, donde crecieron nuestros hijos y ahora nuestros nietos.
Por eso quisiera que nuestro Padre Obispo la conozca, la entienda y le permita ocupar un lugar, quizás con su manera diferente de ser dentro de la Diócesis.
¿Es mucho pedir? Creo que no.
Porque es importante que este lugar que ha sido un faro para muchos, siga alumbrando y orientando nuestras vidas.
Deseo que Jesús nos ayude a comprendernos y amarnos.
Beatriz Brinkworth