Resulta alarmante comprobar la ignorancia de conocimientos bíblicos que tiene la gran mayoría de los que se dicen cristianos.
Esto es irritante. Porque no hay ninguna otra institución que tenga la ventaja que tiene la Iglesia para explicar cada domingo el Evangelio, los textos del Nuevo Testamento, la Palabra de Dios. Miles de iglesias, muchos más miles de misas, a las que la gente acude, dispuesta a escuchar lo que le digan.
Sin embargo, a pesar de que los curas tienen una posibilidad que nadie más tiene, ni los partidos políticos, lo que ellos enseñan en las homilías es tan pobre, tan mal enseñado, que la gran mayoría de los que asisten a misas y funciones de iglesia, ni saben lo que son propiamente los Evangelios, ni tienen una idea clara de por qué no se puede decir que el Jesús que allí aparece es el que existió, ni saben qué es la redención, ni por qué Jesús curaba a los enfermos, o qué es el Reino de Dios.
Lo repito: esto es exasperante. ¿No han tomado conciencia de este gravísimo problema? ¿Por qué no se toman las medidas pertinentes para resolverlo?
A veces pienso, o al menos sospecho, que la Iglesia le tiene miedo al Evangelio. Y sobre todo tiene miedo que la gente se entere de qué es lo que realmente dijo y enseñó Jesús. ¿Será así?
Y hasta me da por pensar que, en no pocos ambientes eclesiásticos, se tiene interés en que el público sepa más lo que dice el papa que lo que dijo Jesús. Si esto es verdad (¡Dios no lo quiera!), entonces es que la crisis de la Iglesia es más profunda de lo que imaginamos. Porque significaría que el cristianismo se está saliendo de la Iglesia.