Vergüenza ajena. Por Guillermo “Quito” Mariani

Se trata de un obispo integrado al episcopado nacional.

Pretendiendo representarlo, ha creído poner “una pica en Flandes” y acceder al clima mediático, con unas declaraciones en que juzga “políticos” e “ilegítimos” los juicios a los represores realizados y en marcha actualmente.

Entre ellos, por supuesto, los que culminaron con la sentencia DE LOS TRIBUNALES FEDERALES RIOJANOS condenando de modo terminante a L.B.Menéndez y L.F.Estrella como autores mediatos responsables del asesinato del obispo Angelelli en agosto de 1976.

Esas declaraciones, repudiadas por las organizaciones de derechos humanos, el grupo de “Cristianos para el tercer milenio”, la CELS, y diversas personalidades, revelan una cantidad de importantes detalles que constituyen todavía, a mi entender, una parte importante de la opinión oficial de la Iglesia Argentina.

Samuel Jofré Giraudo asumió como obispo de Villa María en Mayo de 2013. Apareció entonces como un nombramiento realizado al comienzo del pontificado del papa Francisco, como un regalo para Argentina. Es posible, aunque supondría un proceso difícil de entender, que haya sido una decisión de Benedicto XVI, respetada por Bergoglio.   Esto haría el hecho de semejante elección, más comprensible.

Jofré, además de ser exalumno del Liceo Militar Gral. Paz, es integrante de una familia tradicional y encumbrada de Córdoba, ligada estrechamente a la Justicia y a la Iglesia. En su desempeño como Párroco, y luego asesor canónico del arzobispado de Córdoba durante la permanencia de Raúl Primatesta y Carlos Ñáñez, sus opiniones y acción han estado permanentemente atadas a una derecha católica cerrada e intolerante.

Su designación para una sede episcopal tan importante como Villa María, así como la de Pedro Torres Aliaga para auxiliar del Arzobispo Ñáñez, ha seguido la línea de los obispos conservadores que, durante el pontificado de Juan Pablo II y Benedicto XVI fueron nombrados en remplazo de los que por edad o muerte iban renunciando o abandonando sus cargos. Todo lo cual se ha interpretado como una táctica para que, en un posible futuro concilio Ecuménico, hace tiempo solicitado por muchos, las conclusiones resulten más cercanas a la espiritualidad y teología del Opus Dei que a las conclusiones el Vaticano II, cuyas novedades y espíritu de renovación están frenadas desde la mitad del pontificado de Juan Pablo II. Diversas voces, y muy autorizadas, se han levantado para exigir que el episcopado nacional se pronuncie al respecto, rectificando o ratificando estas declaraciones del obispo Jofré, y defina así su actitud frente a la ex dictadura militar y a los juicios de los represores.

Hasta ahora ¡SILENCIO!   Posiblemente, como es casi habitual, se esperen instrucciones de Roma para proceder.

Y ESTO ES UNA VERGUENZA QUE NOS SONROJA, A TODOS LOS QUE SEGUIMOS CREYENDO QUE ,EN ALGUN RINCONCITO DE LA GEOGRAFIA, DE LA HISTORIA Y DE LOS CORAZONES HUMANOS, VIVE LA IGLESIA DE JESUS DE NAZARET COMPROMETIDA Y ARRIESGADA, EN LA DEFENSA DE LA DIGNIDAD Y LOS DERECHOS DE TODOS LOS SERES HUMANOS.

José Guillermo Mariani (pbro)

 

 

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