Entrevista en el programa de Lagarto Guizzardi del día 5 de Agosto del 2010
Primera Parte
Segunda Parte
No solo creyentes, sino creíbles. Mons. Pedro Casaldáliga
Entrevista en el programa de Lagarto Guizzardi del día 5 de Agosto del 2010
El Área de Pastoral de la Universidad Católica de Córdoba invita a las Jornadas de Psicología y Espiritualidad, que se llevarán a cabo los días martes 10, miércoles 11 y jueves 12 de Agosto, de 19:00 a 22:00 hs., en el Auditorio Diego de Torres (Sede Centro, Ob. Trejo 323).
Dichas Jornadas serán orientadas por el Dr. Carlos Domínguez Morano S.J., Psicólogo Clínico y Teólogo, autor de reconocida trayectoria en el estudio e investigación en el ámbito de la no siempre fácil relación entre el Psicoanálisis y la Fe, quien nos ofrecerá una comprensión de algunos de los grandes temas de la Espiritualidad Cristiana desde la Perspectiva Psicoanalítica.
El Dr. Domínguez Morano es profesor de Psicología de la Religión en la Facultad de Teología que la Compañía de Jesús tiene en Granada (España), y Psicoterapeuta en el Centro Francisco Suárez de la misma ciudad, donde también desarrolla su labor docente y formativa con profesionales de la Salud Mental. Ha sido Presidente de la A.I.E.M.P.R. (Asociación Internacional de Estudios Médico-Psicológicos y Religiosos), y es profesor invitado en diversas universidades de España y de América Latina.
Para participar en las Jornadas, la entrada es libre y gratuita y no es necesario inscribirse previamente.
Premisa
A) Estas breves reflexiones que en el franciscanismo son cosas repetidas y aceptadas sin mayores dificultades, nacieron, en parte, como una respuesta a unas afirmaciones que con petulancia y con ánimo de discordia hiciera un conocido vaticanista (V. Messori) respeto a la participación de Francisco en la quinta cruzada. El artículo de Messori (ultraderecha vaticana) acusaba los frailes del Sacro Convento de Asís de haber manipulado la conciencia de Juan Pablo II en la preparación y realización del famoso encuentro de todas las religiones en Asís. Por instigación de los frailes conventuales los índigenas americanos habrían entrado en la Basílica Inferior y bailado sus danzas sacrílegas en el altar mayor. Dejo de lado esta inconsistente acusación. Pienso – abriéndo paréntesis – que si tales danzas se hubieran realmente “danzado” en nada hubieran profanado la Basílica – al menos no más de lo que hubieran podido hacerlo la presencia y la celebración de tantos obispos y curas de no siempre muy buena y sana reputación que a lo largo de los siglos la han visitado.
En ese artículo se presentaba un Francisco “capellán militar” de las fuerzas de la quinta cruzada, las cuales tenían como delegado pontifício un belicoso (el adjetivo es mío) e impaciente cardenal llamado Pelagio. No es que tenga nada contra los “capellanes militares” – si bien nunca entendí cuál es el fundamento evangélico por el cual un cura bendice cañones, pistolas, misiles nucleares, bombas atómicas y toda clase de armas de destrucción de masas. A lo cual, no satisfecho de tanta sacramentaria, agrega una liturgía solemne, en la cual reza para que su Dios destruya y siembre el pánico entre las filas enemigas. Sin polemizar con esa figura una cosa es cierta: Francisco no participó como capellan militar. No fue a Damasco para bendecir las espadas y demonizar los musulmanes. La fe de Francisco es la fe de Jesús, de Aquel que da sin medida y ama sin discriminaciones. Es la fe que se propone, no la fe que se impone. De esto nos ocupamos en estas reflexiones.
1.- Una fe que dialoga y no es indiferente al mundo
1.1) Francisco de Asís, a diferencia de Adán, no juega a las escondidas y no busca ninguna excusa a la hora de responder a la llamada del Amor. El amor del cual Francisco será inimitable mensajero no conoce vacaciones ni es un amor que se identifica o se confunde con la imagen de un Dios padre-patrón, vampiro celeste que coarta o empobrece las potencialidades humanas. El amor del cual Francisco testimoniará el vigor y la ternura no es un amor narcisistico que pone al centro el yo y considera lo otro, lo distinto como un simple instrumento a su servicio ni tampoco es el amor que encurvandose sobre sí mismo lamenta egocéntricamente sus dolores.
Considerando seriamente Dios y el Evangelio, Francisco jamás se escondió detrás de elaborados discursos o racionales excusas para evitar el encuentro con los otros y liberarse del imperativo ineludible del don de sí y de la misericordia. Es esto lo que quiere decir el elogio que hace Buenaventura cuando se refiere al deseo de servir que, como un fuego, ardía aún en el corazón de Francisco no obstante “su cuerpo estuviera desgastado ya por el trabajo y el sufrimiento” (LM 14, 1) y no fuera lejana la “hermana” muerte. “En efecto – dice Buenaventura – no hay puesto para la enfermedad ni para la pereza allí donde el estímulo del amore apremia siempre a empresas mayores” (LM, 14, 1)
1.2) Habitado y habitándo en modo radical la lógica oblativa, la lógica que dona el yo sin discriminación y sin medida, Francisco hará de su fe y de tal lógica los únicos medios para encontrar y hablar con los otros, sean estos otros creyentes o no, gente de buena fama o indeseables, nobles o ladrones, hombres de reconocida santidad o calificados como peligrosos e infieles.
El Dios de Francisco no es una divinidad privada, no es un Dios intimista ni es rehén de la sacristía. El Dios de Francisco recorre los caminos del mundo, dialoga y pacifica. Testimonio del rostro dialogante del Dios de Francisco es la ciudad de Arezzo que había caído en luchas internas y sangrientas, el podestá (intendente) y el obispo de Asís, la ciudad de Perusa, de Siena, de Boloña, el famoso “lobo” de Gubio, el sultán de la ciudad de Damasco… Para hacerla breve, se trata de conflictos en los cuales – como se dice de la ciudad de Boloña – “el furor violento de antiguas enimistades había llegado hasta el esparcimiento de tanta sangre”. Con plena razón, Antonio Merino, uno de los pensadores más vigorosos en el área del franciscanismo de habla española, subrayaba que “la experiencia religiosa de Francisco no fue un fenómeno puramente intimístico, afectivo y subjetivo, sino que se tradujo hacia el externo en palabras, gestos y en comportamientos coherentes” (J. A. Merino, Humanismo franciscano).
1.3) A propósito del popular episodio del lobo de Gubio recuerdo que, sea considerado como una leyenda o no, el texto tiene un valor altamente educativo – y sobre todo hoy. El texto hace referencia al conflicto entre el centro y la perifería. Entre el centro, lugar de los recursos, del bienestar, de la seguridad, y la perifería, o sea, el lugar de la pobreza, de la inseguridad, de los riesgos, lugar en el cual – y no por casualidad – se manifiesta en forma cruel la fuerza homicida por la carencia de todo aquello que satisface las necesidades primarias que, en el caso de este episodio, se identifica con lo que es fundamental para sobrevivir, es decir, el alimento, la comida.“Yo sé bien – dice Francisco al lobo – que por hambre has cometido el mal que has hecho” (Florecillas, cap. XXI).
1.4) El Dios de Francisco, por lo tanto, no es un Dios alienante, sublimación de patologías afectivas que se consume sentimentalisticamente entre los pliegues ocultos de un corazón solipsista y que es benévolo a los ritos propiciatorios de carácter infantil. Se trata de un Dios que exige, sin caer por esto en cruzadas imperialísticas, el encarnarse del yo en la historia cotidiana respetando siempre la “capacitas Dei in homine”.
En este sentido recuerdo que en las biografías de Francisco, escritas en un momento particularmente violento de la práxis de la iglesia, momento en el cual las cruzadas formaban parte de la expresión del todo normal de la iglesia, no hay ninguna huella de un Dios feudal, amigo de los violentos o perseguidor de los enemigos. En efecto, como nos recuerda un testimonio ocular de las prédicas de Francisco, el presbítero Tomás de Spalato, “toda la substancia de sus palabras miraba siempre a apagar las enemistades y a poner los fundamentos de nuevos pactos de paz”.
Francisco, secuáz del paradigma divino, es decir del Cristo que acoje todos sin rechazar a ninguno, ha aprendido a amar y a encarnarse en la historia viviendo en modo no dicotómico o divisibile la unión entre la fe y la obra, el credo y la práxis, el pensamiento y la acción. Francisco no se ha dejado fagocitar por el mundo pero no ha estado jamás ausente del Getsemani del propio tiempo. Sabía que no se puede acojer el Dios que dona el propio Hijo y a su vez quedarse sentado en la sombra protegiéndose del sol bajo la “planta de ricino”, esperando asistir a las caídas de las Babilonias, sin ocuparse responsablemente de ellas, sin hacer el intento de “restablecer la paz” entre los hombres, sus hermanos, que no pocas veces las transforman en infiernos.
2.- Algunas reflexiones acerca de Francisco y la quinta cruzada
2.1) La fe de Francisco no es una fe de sacristía ni una pía devoción sin resonancias en la vida pública. Su fe le impone hablar, le impone no quedar en silencio ante ciertas situaciones que ponen en serio riesgo la vida de los hombres, sus “hermanos”, como ocurrió en el episodio de Damasco, en plena cruzada. La fe le impone hablar, pronunciarse “aún a costo de ser tratado como un loco” (2Cel 4, 30).
Permanecer en silencio, o a parte, cuando se sabe que el ataque de los cruzados a los musulmanes, promovido sobre todo por el delegado papal, el luciferino cardenal Pelagio (el jefe militar de la cruzada, prefería no atacar las murallas de Damasco) terminará en una masacre (hubo más de cinco mil muertos en las filas de los cristianos) es imposible – como le confiesa a uno de sus compañeros. “Si callo – dice Francisco – no podré huir al reproche de mi conciencia”. Esto nos indica que si Francisco no fue un “pacifista” fue, sin embargo, como bien dice Juan Pablo II, “un pacífico”, es decir, un conciliador y un operador de la paz”. Por lo tanto, todos aquellos que están en sintonía con su espíritu y lógica son invitados a ver en él el artesano de un método pacífico respecto a la relación con el Islám, religión “otra”, diversa de la cristiana y que en aquel momento asume la función de la alteridad cuya presencia es de por sí una terrible amenaza.
2.2) En este contexto, quiero hacer referencia a un dato que tiene más bien un tono polémico y puede ayudar a comprender el por qué del método pacífico de Francisco. Antes de su conversión, cuando en su juventud formaba parte de las fuerzas del emperador, comandadas por el caballero Gentile, ejércigto que se dirigían a la zona pugliese para luchar en defensa de los derechos del papa Inocencio III, Francisco tuvo un sueño. Estaba acampado en el valle de Espoleto y en sueños escuchó una voz que decía: “Francisco: ¿por qué abandonas el patrón por el siervo y el príncipe por el súbdito?”. Esta voz inquieta a Francisco y lo pone frente a una encrucijada. Y Francisco responde a la voz diciendo: “¿Señor que quieres que yo haga?” (2Cel 2, 6).
Es fundamental recordar que quien tomó la decisión de hacer la guerra, quien firmó el decreto para las cruzadas fue el papa Inocencio III, el cual amaba llamarse “Siervo de los siervos”. Y bien, ¿qué nos quiere decir el texto con la voz que escucha Francisco, texto que está en un cuadro histórico bélico no insignificante? Es evidente que la voz que siente Francisco lo pone frente a un gran dilema: ¿Quién puede favorecer más, el siervo o el señor? ¿Por qué buscas al siervo y no al señor? Dicho con otras palabras: obediencia a Dios, el “patrón”, o la obediencia al Papa, es decir al “siervo”.
Quien tenga una mínima idea de lo que estoy diciendo, seguramente tendrá que dejar de lado la imagen de un Francisco idílico, romanticón, embelesado de la natura y ajeno a los conflictos que laceran a los hombres y en los cuales está involucrada la iglesia en prima persona. Francisco responderá a la voz, ejerciendo el discernimiento. Optará por el Señor y no por el siervo.
Sin por eso abandonar la iglesia, sin por eso criticar con panfletos, pergaminos o cartas de protestas, Francisco hará su opción. Opta por el Patrón y no por el “siervo”, opta por el Principe y no por el “súbdito”, optará por el Evangelio y no por los criterios guerreros del Papa. En otras palabras, no sigue el papa en una guerra fraticida la cual no propone la fe sino que más bien la impone y a costa de la vida de los otros. Francisco dice un rotundo “no” a la Iglesia que, en esos momentos, había hecho de las cruzadas su forma de vida y, en consecuencia era más amiga del Cesar que del Evangelio, confiando más en la espada que en la lógica oblativa. Esta última no es otra cosa que la lógica del Cristo que ha llamado “amigo” a Judas, el traídor, y ha dado sí mismo para que los hombres tengan vida, y la tengan en abundancia.
Francisco, dicho en pocas palabras, permanece, en ese momento crucial, a diferencia de la iglesia guerrera de su tiempo, anclado, aferrado al ejemplo de Cristo y al enseñamiento del evangelio. Es así que se hace presente entre los musulmanes con la disposición total “a morir antes que a matar”. Y esto significa dar una vuelta radical a la lógica immoral de las cruzadas y a la ideología que la sostiene conocida como malicidio. Esta teoría argumentada por el gran maestro de “espiritualidad” (?) monástica Bernardo de Claraval – y retomada por los militares de América latina en la triste época de la Doctrina de Seguridad Nacional – sostenía que “cuando un caballero de Cristo mata el malhechor, su gesto no es homicida, sino, si puede decir así, ‘malicida”; él es en ese momento en todo y por todo el agente de la venganza de Cristo sobre aquellos que cometen el mal” (G. Duby, Lo specchio del feudalismo, Bari-Roma, Laterza, 1980, pag. 287).
Para Francisco, en cambio, el malicidio tiene lugar versando la propia sangre y no la sangre de los otros.
2.3) Cae así la sabiduría pesimística de la antiguedad y que en mayor o menor medida ha alimentado períodos turbios e immorales de la iglesia, es decir, cae el noto “homo homini lupus”. Francisco indica otra vía porque para quienes se han dejado plasmar por la lógica oblativa, que da todo sin nada pedir en cambio, – la lógica del Cristo – esta prohíbido vertir en la guerra la sangre preciosa del otro, siempre “otro”, es verdad, pero siempre “hermano”. Configurado por la lógica crística que es la actitud evangélica, corazón y expresión del Amor del Amante entre nosotros, para Francisco de Asís el Islám no era ya el imperio del mal los demonios en tierra, sino una porción electa de la familia humana que sólo la violencia de los cristianos había hecho sorda y ciega a la voz y a la luz del Evangelio.
3.- Una enseñanza
3.1) Es un hecho innegable que el resultado de la presencia de Francisco en la quinta cruzada no tuvo mucho éxito. El sultán Melek – el Kamel, escuchó atentamente sus palabras, quedó sorprendido de la bondad y sabiduría de Francisco, sobre todo porque se acercó a dialogar sin llevar armas ni escudos, como hacían los otros cristianos. El sultán no se convirtió al cristianismo. Tampoco Francisco obtuvo el martirio – una forma radical de testimonianza muy apreciada en esa época.
Es interesante aquí recordar lo que dice un observador o cronista de aquellos tiempos, llamado Ernoul acerca de la quinta cruzada. El cronista escribe que Francisco “notó el mal y el pecado que comenzaban a crecer y a expandirse entre la gente del campamento que Francisco dejó la cruzada muy disgustado”
3.2) De todos modos su esfuerzo de encuentro con la alteridad, con aquellos que son “otros”, no fue en vano porque el ejemplo de Francisco ha inoculado una semilla de aquella voluntad de coloquio y de ecumenismo entre los hombres de diversa cultura, estirpe, religión, que están entre las iniciativas más importantes de nuestro tiempo.
3.3) Todo esto ayuda a comprender que para Francisco la verguenza y la traición al Dios de la lógica oblativa, se identifican con una espiritualidad atemporal, ahistórica, es decir, indiferente a los conflictos de la historia. La lógica oblativa de la cual, siguiendo las huellas del Cristo, Francisco es uno de los testimonios más creíbles no sólo en Occidente sino también en Oriente, es la única lógica que permite encontrar el otro en cuanto otro, en cuanto distinto y establecer un puente, sin por esto invadirlo, obligándolo por fuerza a plegarse a ciertos criterios que por muchas razones rechaza.
3.3) Agrego, para terminar, que si es verdad que el Oriente musulmán tiende ( y me disculpen el neologismo) a mezquitizar las discotecas no es menos verdad que un Occidente arrogante e imperalista tiende a“discotequizar” las mezquitas – y esta acción denigrante tiene muchas veces la bendición de la jerarquía eclesiástica o es acompañada de un cómplice silencio. No ha sido ésta la actitud y el comportamiento de Francisco.
Libre de ideologías y partidismos, Francisco anuncia la paz que viene desde el Alto. A la pregunta: ¿dónde está tu hermano? pregunta a la cual Caín responde evasivamente, Francisco, en cambio, “movido a compasión”, es decir, mirando con misericordia los hombres que se masacran mutuamente, responde en prima persona, es decir, haciéndose presente en estos bélicos conflictos, restaurando en cuanto es posible, aún a riesgo de perder la vida, la paz y la armonia.
Identificándose siempre más con el amor donativo del Cristo, Francisco no se fía ni de la diplomacía ni de la espada. Se hace presente en las “zonas rojas” armado – como dice su biógrafo san Buenaventura – no con la espada sino con la fe. En modo excelente Merino retrata este aspecto de Francisco diciendo: “no es un democrático declarado ni un filántropo comprometido, sino un creyente que toma en serio Dios y el Evangelio. Es un cristiano convencido y coherente que ha sembrado una fe viva en el corazón de la realidad social, sin por eso jamás comprometerse con la política. Su autonomía y espontaneidad no se hubieran jamás conseñado a cualquier ideología que pudiera hipotecar su libertad”.
Conclusión
Francisco no ha sido el “capellán militar” de las cruzadas. Decidió ir a Damasco por su cuenta y no en función de bendecir la sed de conquista de la iglesia. Su propósito era dialogar con el sultán y anunciar la fe cristiana, anunciar el Dios de Cristo y el Cristo de Dios, rostros en los cuales, todos los hombres – ésta es la fe de Francisco – se pueden espejar, encontrarse, reconocerse, “salvarse”. Fue, como era su costumbre, provisto de fe y no de espada, habitando la lógica de la gratuidad que es la lógica de la mano abierta y no del puño cerrado que sólo para depredar se abre o para empuñar el cuchillo y cancellar la diferencia que no se deja dominar o se opone a sus intereses.
El Dios de Francisco no es amigo de violentos ni bendice cruzadas porque es el Dios de la gratuidad el cual no siempre es vivido ni testimoniado por la Institución y las comunidades locales. Aún así, Francisco no abandonó nunca la iglesia. Si la “criticó” lo hizo desde dentro, inaugurando caminos diversos alimentados por la lógica oblativa que ejerce la projimidad sin discriminaciones y no bendice la lucha armada porque es la lógica de Aquél que dona sí mismo a todos, incluyendo a quienes lo torturan y lo transpasan con la lanza. Una lógica que la iglesia de su tiempo, más cerca del Cesar que del Evangelio, no digería facilmente, y que aún hoy (al menos una parte importante de la jerarquía) en ciertas situaciones en las cuales ve en peligro su imagen, su poder y su incidencia en el ámbito social y político, parece olvidar de buenas ganas.
Esta conferencia quiere ser una aproximación, entre sociológica y teológica, al pluralismo en la Iglesia católica, tema central de este Curso de Verano que generosamente me invitó a dirigir Alfonso Pérez Agote, catedrático de Sociología de la Complutense y director de los Cursos de Verano, a quien deseo expresar mi agradecimiento por su confianza.
La estructura del curso y los participantes responden estrictamente al título. En él están representadas las diferentes tendencias ideológicas que se dan hoy en la Iglesia católica: la jerarquía eclesiástica, los movimientos cristianos de base, los movimientos institucionales de solidaridad, los movimientos cristianos de mujeres y algunas de las principales corrientes teológicas actuales: teología de la liberación, teología feminista, teología de las religiones… Todos ellos tienen voz y pueden expresarse en un clima de libertad y de creatividad, sin dogmatismos ni censuras, con luz y taquígrafos, como corresponde al entorno universitario en el que se celebra el curso.
Creo que es una de las experiencias más logradas de diálogo, discusión e incluso confrontación entre tendencias con frecuencia en conflicto y con intereses ideológicos enfrentados y a veces contrapuestos, que se encuentran en un plano de igualdad, donde el valor no radica en la autoridad jerárquica o en el poder eclesiástico, sino en la capacidad argumental de los contertulios. Se trata de un ejemplo de encuentro de personas que escuchan las razones del otro, de la otra, del discrepante, al tiempo que exponen las suyas con respeto, pero sin necesidad de llegar a consensos.
Me gustaría que la experiencia sirviera de ejemplo para que, propiciada por autoridades universitarias o por intelectuales católicos de diferentes tendencias, por la propia jerarquía o por los seglares, pueda llevarse a cabo en el seno de la Iglesia católica sin exclusiones, ni anatemas. Este ha sido el deseo que he expresado al cardenal Carlos Amigo, que ha participado en el Curso de verano con una conferencia sobre “El compromiso de la Iglesia con los pobres”.
El punto de partida de esta conferencia es el concilio Vaticano II, que constituye, a mi juicio, el comienzo de un amplio y nuevo pluralismo en el mundo católico. Dividiré la exposición en dos partes. En la primera trataré de la significación histórica, religiosa, cultural y social el concilio Vaticano II como el final de la larga etapa del régimen de Cristiandad y el comienzo de un nuevo paradigma, de una breve pero intensa primavera eclesial.
En la segunda analizaré los diferentes modelos de catolicismo que conforman el pluralismo eclesial hoy, entrándome en cuatro: el catolicismo cultural, el integrista, el institucional y el crítico. Haré una caracterización general de cada uno de ellos destacando los aspectos diferenciales. Lo que ofrezco a continuación un guión que desarrollaré más ampliamente cuando publiquemos el libro en septiembre del presente año.
1. Punto de partida: Concilio Vaticano II (1962-1965)
a) Salida (“tumba”, Glez Ruiz) de la cristiandad triunfante considerada consustancial al cristianismo durante 16 siglos. Fin de las multiseculares alianzas selladas entre el trono y el altar. Discurso Juan XXIII en la inauguración del Vaticano II: la defensa de la Iglesia por parte de los príncipes constituyó “un perjuicio espiritual y un peligro”. Final de una larga etapa de anatemas y condenas contra la Modernidad y sus principales manifestaciones políticas, filosóficas, sociales, culturales y diálogo multilateral con la cultura moderna marcada por la increencia. (ateísmo, agnosticismo, indiferencia religiosa). Diálogo con la historia (Suenens).
b) Revolución copernicana: cambio de paradigma en la concepción de la Iglesia: En la definición de la Iglesia: misterio, pueblo de Dios, comunidad de creyentes, frente a la definición anterior de “sociedad perfecta”. Concilio de reformas positivas más que de castigos; de exhortaciones, más que de anatemas (Montini). Asume el principio luterano “Ecclesia semper reformanda”. Reforma estructural, no simplemente organizativa. Capítulo 2: Iglesia, pueblo de Dios; capítulo 3: Índole jerárquica de la Iglesia. Aquí el orden de factores sí altera el producto.
c) Relaciones Iglesia-sociedad-mundo: No por encima, ni contra el mundo como enemigo, no al margen o como juez que condena el mundo, sino en el mundo?. No visión negativa, no huida del mundo, sino visión esperanzada, optimista. Mundo: no espacio de condenación, sino escenario de salvación. Identificación con los gozos y las esperanzas, las alegrías y las tristezas de los seres humanos, especialmente de los que sufren
d) Valoración positiva y emancipadora de la secularización (GS 34): Autonomía de las realidades temporales. Sociedad y naturaleza: se rigen por sus propias leyes, que el ser humano tiene que descubrir; poseen consistencia, verdad, bondad y orden propio. Autonomía de cada ciencia y arte. Incorporación del pensamiento crítico y de las ciencias sociales en las ciencias sagradas.
2. Pero en los textos del Vaticano II perviven dos concepciones de Iglesia difícilmente armonizables:
a) – Eclesiología comunitaria-horizontal y eclesiología jerárquico-vertical-patriarcal – Diferencia no de matiz sino sustancial, entre clérigos y laicos, entre sacerdocio común de los fieles y ministerio ordenado. Nota Previa de la LG, exigida por Pablo VI: la Constitución Lumen gentium debe interpretarse a la luz de la definición de la infalibilidad del papa del concilio Vaticano I.
b) De ahí van a surgir tres tendencias difícilmente conciliables que van a continuar durante todo el posconcilio y que llegan a nuestros días:?- Tendencia renovadora (teólogos y obispos centroeuropeos) – Tendencia conservadora (cardenal Wojtyla, obispos españoles…) Tendencia integrista (Lefébvre)
c) Diferentes sensibilidades de los papas del concilio y del posconcilio: Juan XXIII: carismático y profético. Pablo VI: Intelectual hamletiano; de la apertura al conservadurismo. Juan Pablo II: neconservadurismo, restauración de la cristiandad; modernidad en las formas, crítico de la modernidad en el fondo; doctrina social crítica del capitalismo. Benedicto XVI: teólogo tradicional enfrentado con la modernidad y con la teología de la liberación y contrario al pluralismo religioso.
3. Tendencias plurales en el catolicismo hoy
La Iglesia católica no es monolítica, sino realidad plural en todos los campos. La mayoría de las tendencias apelan al Vaticano II como punto de apoyo arquimédico, menos la integrista que lo combate y busca su fuente de legitimidad en el concilio de Trento (1545-1563) y el modelo de contrarreforma que pone en marcha. Las diferencias entre los distintos modelos no son sólo de matiz, como a veces se quiere hacer ver, sino que tienen lugar en cuestiones fundamentales y disciplinares: de fe, de modelo de Iglesia, de interpretación de la Biblia, de moral, de liturgia, de sacramentos, celibato, ordenación de las mujeres… Estamos ante tendencias en conflicto con peligro real de ruptura, sin apenas diálogo, con críticas las unas de las otras y veces con actitudes numantinas. Es un conflicto no disimulado, sino abierto y público. Tres ejemplos en la Iglesia Vasca: Oposición del clero guipuzcoano al nombramiento del obispo Munilla.. Condena del libro de J. A. Pagola: Jesús. Aproximación histórica. Amenaza de sanciones de monseñor Munilla al teólogo franciscano José Arregui. La tipología que propongo no es exhaustiva, sino sólo indicativa. Voy a centrarme en cuatro modelos de catolicismo: cultural, integrista, institucional y crítico (de base)
4. Catolicismo cultural
“En España todos somos culturalmente católicos” (Sánchez Ferlosio) Tiene su reflejo en las encuestas, sin bien es descendente: en los últimos años, del 77% que se declaraban católicos a 71%. Características:
a) Catolicismo: elemento fundamental de la identidad social y cultural de España. Mayoría de las fiestas nacionales se corresponden con fiestas católicas. Fiestas patronales (misa, procesión): se corresponden con las fiestas populares. Semana Santa y Navidad: incorporación de los símbolos religiosos al folclore y la cultura populares (procesiones), al ámbito familiar, a los espacios públicos (belenes…)
b) Sacramentos: no símbolos religiosos, sino actos sociales puntuales, sin continuidad: funerales, bautizos, bodas, primeras comuniones, matrimonios…
c) no implica adhesión a la doctrina, a los dogmas de la Iglesia ni a la moral católica oficial: catolicismo sin dogmas ni moral institucional.
5. Catolicismo integrista
a) Añoranza del Antiguo Régimen: España, reserva espiritual de Occidente. Monarquía católica: alianza indisoluble Trono-Altar. Críticas a la monarquía cuando, respetando la voluntad popular y las mayorías parlamentarias, firma leyes que entran en conflicto con la fe y la moral católicas. No separación Iglesia-Estado. Defensa de los símbolos católicos en el espacio público. Unidad de España, bien moral. Cardenales Cañizares y Rouco: oraciones para preservar la unidad de España.
b) Iglesia, figura del papa: papolatría, tradición y concilios: “Fuera de la Iglesia no hay salvación”: teología exclusivista. Contra la reforma de la Iglesia. Contra el ecumenismo y el diálogo interreligioso. Xenofobia, sobre todo hacia inmigrantes de otras tradiciones religiosas distintas del cristianismo. Papa: referencia central de la fe y punto de apoyo arquimédico. Acompañamiento y aclamación en los viajes. Divinización de su figura: Juan Pablo II, Benedicto XVI. Trento y Vaticano I: Concilios de referencia absoluta; apelación constante a sus enseñanzas dogmáticas y disciplinares. Rechazo del Concilio Vaticano por herético, reformista y desviado de la tradición.
c) Doctrina: dogma sin hermenéutica. Teología perenne. Denuncia de los teólogos heterodoxos.
d) Mujer, familia y moral: Defensa y protección de la familia como célula básica de la sociedad y forma primaria de cohesión social-. Familia patriarcal: mujer como madre, esposa, cuidadora, “ángel del hogar” – matrimonio indisoluble como ley natural; consideración del divorcio como destrucción de la familia.
e) Cauces de expresión de esta ideología integrista: Internet bajo anonimato – Prensa – Actos de masas
6. Catolicismo institucional
a) Estructura jerárquico-patriarcal-vertical: centralidad de la jerarquía: papa, obispos, sacerdotes, clérigos, y de las instituciones religiosas que se pretenden salvaguardar: obispados, parroquias, congregaciones religiosas… Falta de democracia. Seglares: colaboradores en el apostolado jerárquico, sin autonomía
b) Importancia del buen funcionamiento de la institución: A través de la cadena de mando vertical: papa, obispos, sacerdotes, cristiano@s y de instituciones estables. A través de unas instituciones educativas que reproducen la ideología del sistema: escuelas católicas, clases de religión en colegios, seminarios, universidades, católicas, facultades de teología. A través de unos medios de comunicación que informan sobre la vida oficial de la Iglesia católica (preferentemente de la jerarquía) y transmiten la ideología conforme al magisterio y a la doctrina social de la Iglesia
c) Sacramentalismo: administración de los sacramentos, centro de la actividad pastoral de los sacramentos con catequesis presacramentales: bautismo de infantes, primeras comuniones, confirmación, bodas entierros, funerales
d) tendencia a los actos rituales masivos con más componente social que religioso.
e) Actividades caritativas, de promoción social, de solidaridad con el mundo de la marginación y la exclusión social en el primer Mundo y ene. Tercer Mundo.
f) Cauces de expresión: encíclicas, cartas pastorales, boletines diocesanos, hojas parroquiales, etc.
7. Catolicismo crítico
Está constituido por movimientos, organizaciones, colectivos, generalmente en redes v. c. “Redes cristianas” de base, corrientes teológicas renovadoras, sacerdotes obreros, religiosos y religiosas en barrios, comunidades de base, parroquias populares, colectivos de mujeres, grupos de diálogo ecuménico interreligioso, movimientos apostólicos especializados. Estos colectivos son muy plurales por razones sociales, geográficas, étnicas, sexuales, ideológicas, etc. Pero tienen elementos comunes que paso a exponer:
a) Apelación al Evangelio como norma de conducta y criterio ético.
Centralidad de la figura de del Jesús histórico como persona libre y liberadora, crítica del sistema religioso y político, que opta por los pobres y excluidos, muere como consecuencia del conflicto con las autoridades religiosas y políticas y de la denuncia de las injusticias y de la proclamación del reino de Dios como Buena Noticia para los pobres y Mala Noticia para los ricos.
b) Apelación al concilio Vaticano II como referente magisterial, sobre todo LG, GS, Constitución sobre la Revelación, Declaración de Libertad Religiosa…
c) Centralidad de la ortopraxis sobre la ortodoxia: Ubicación en el mundo de la marginación social y de la exclusión cultural y en el seno de los movimientos sociales, de los movimientos alterglobalizadores. Compromiso socio-político a nivel personal y comunitario. Opción por los marginados como exigencia fundamental y criterio de autenticidad de la fe cristiana. Denuncia profética.
d) Relación crítica, dialéctica con la jerarquía y la Iglesia institucional: Crítica de la estructura jerárquico-patriarcal de la Iglesia, de su alejamiento de los pobres, de su excesivo celo por la ortodoxia y su poca preocupación por la lucha por la justicia. Sentido comunitario de la fe y vivencia del cristianismo en pequeñas comunidades. Democratización de la Iglesia y defensa de los derechos humanos y de las libertades dentro de la Iglesia y ejercicio práctico de la democracia y los derechos humanos en la vida de las comunidades,
e) Desclericalización de la Iglesia y protagonismo de los seglares. Igualdad radical de todos los creyentes: hombres y mujeres, clérigos y laicos, jerarcas y cristianos de base.
f) Despatriarcalización de la Iglesia y protagonismo de las mujeres: Las mujeres como sujetos morales, políticos, cívicos, religiosos, eclesiales, teológicos. Acceso de las mujeres al ámbito de lo sagrado: ordenación sacerdotal de las mujeres. Acceso a los estudios y a la docencia de la teología. Acceso a la interpretación de los textos sagrados desde la perspectiva de género. Defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
g) Desacralización de la sexualidad: Concepción unitaria, no dualista, del ser humano. La sexualidad como cauce de comunicación interhumana. Respeto hacia las diferentes formas de vivir la sexualidad, siempre que tengan lugar dentro de unas relaciones no opresivas ni dominadoras. Vivir la sexualidad como experiencia gozosa, no como fenómeno traumático y pecaminoso.
h) Desoccidentalización de la Iglesia católica y autonomía de las iglesias locales: Diversidad cultural y religiosa. Diálogo ecuménico entre las diferentes iglesias cristianas. Diálogo interreligioso e intercultural en un plano de igualdad, sin jerarquizaciones previas. Teología intercultural e interreligiosa de la liberación.
i) Desdogmatización y etización de la Iglesia. El dogma divide, separa, la ética acerca, une en torno a un proyecto común.
j) Carácter histórico del catolicismo, que implica: Reforma permanente de la Iglesia. Respuesta a los nuevos signos de los tiempos: globalización, revolución biogenética, feminismo, ecología, revolución informática, alterglobalización, pluralismo religioso y diversidad cultural. Trabajo por la justicia a través de movimientos de solidaridad ….
Fuente: Religión Digital
Los miembros de la Coordinación Nacional de los Seminarios de Formación Teológica expresamos nuestra profunda indignación por la sanción y las amenazas infringidas al Padre Nicolás Alessio, hermano y compañero nuestro, y miembro desde hace 25 años de este espacio cristiano y ecuménico, más cuando esta sanción es sobre “materia opinable” y no sobre algún dogma de la Iglesia.
Asimismo nos indigna el silencio y las complicidades históricas de cierto sector de la jerarquía de la Iglesia con el terrorismo de Estado, con los poderes económicos, con los opresores de los pobres, con las mentiras y los miedos sociales y sexuales, que muchas veces ocasionan enfermedades como el HIV. Nos indigna la liviandad con que este mismo sector se pronuncia frente a la pobreza que destruye a las familias comparada con la forma taxativa de sancionar a un hermano por expresar su pensamiento y su sentimiento. Nos indigna, en fin, la pretensión totalitaria de una institución que prefiere el silencio o el ocultamiento de sus propios pecados como la pedofilia, pretendiéndose dueña de la verdad, mientras que tira la primera piedra a quienes se permiten manifestarse desde sus genuinos sentimientos de amor al prójimo.
Creemos que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo, y no un objeto que deba ser regulado y disciplinado sobre la base del miedo que promueven algunas autoridades eclesiásticas, creyéndose por sobre las leyes que rigen la vida social. El prejuzgamiento y la sanción del Padre Alessio sin juicio previo, más que el acto del exacerbado Obispo Ñáñez, es una flagrante violación de los preceptos básicos de nuestra Constitución Nacional.
No admitimos en esta Coordinación de los SFT ningún fundamentalismo y mucho menos el que se manifiesta en nombre de Jesucristo, quien es la ternura, la misericordia, el amor de DIOS CON NOSOTROS.
No admitimos en esta Coordinación de los SFT el lenguaje de guerra, más propio del Medioevo y las Cruzadas, o del pensamiento imperialista de la nueva derecha, que de la comunidad de los cristianos. Demasiado se parece el discurso de algunas autoridades de la Iglesia al discurso que opone el bien y el mal basado en el etnocentrismo o en las pretensiones de dominio planetario de la vida, que se deriva luego en la justificación para eliminar al otro, a otros pueblos, a diversas razas, diversas sexualidades, a otras formas de vivir la cultura y la religión, porque se los considera la causa del mal.
Expresamos nuestro apoyo a las opiniones vertidas oportunamente por el Padre Alessio. Las amenazas de excomunión al Padre Nicolás no hacen más que sembrar el terrorismo del pensamiento único y del dogmatismo. La ignorancia, el autoritarismo, el miedo, el oscurantismo que algunas autoridades eclesiásticas exhiben, y que se condicen con una concepción cerrada y purista de una supuesta “comunidad” católica, no hacen más que obturar el diálogo entre la Iglesia y el mundo y crear de hecho una situación de exclusión sobre la base del fundamentalismo. No hacen más que dar la espalda, ignorar y menospreciar los cambios culturales y la existencia de diversas identidades. No hacen más que menospreciar la riqueza que tienen las diferentes identidades étnicas, raciales, de géneros, sexuales, generacionales, etc., que deberían expresarse en climas de reconocimiento, de igualdad y de justicia social.
Creemos, antes que nada, en el mandamiento del Amor, en las formas en que este acontezca y se manifieste. Necesitamos una sociedad basada en el amor y en la no discriminación. Creemos en la posibilidad del reconocimiento mutuo, en la posibilidad de construir una sociedad donde prevalezca el sentido de pertenencia, y no más la exclusión por los motivos que fuere. Nunca más una sociedad basada en lenguajes de guerra. Nunca más una sociedad del miedo o basada en el terror al otro. Nunca más una sociedad cuyas “verdades” se basaran en el desconocimiento y la ignorancia. Nunca más una sociedad que admita el cercenamiento de la libertad.
Después de lo acontecido la madrugada del 15 de julio de 2010, donde los representantes del Pueblo reunidos en el Congreso de la Nación sancionaron como Ley el Matrimonio Igualitario, decimos con Eduardo Galeano: “Pero ellos y ellas, los raros, los despreciados, están generando, ahora, algunas de las mejores noticias que nuestro tiempo transmite a la historia. Armados con la bandera del arcoiris, símbolo de la diversidad humana, ellas y ellos están volteando una de las más siniestras herencias del pasado. Los muros de la intolerancia siguen cayendo”.
15 de julio del 2010
Ante el surgimiento de temas conflictivos en la sociedad, en medio de los debates, vemos que con mucha frecuencia las voces que se atribuyen a “la Iglesia” aparecen del lado de los que se niegan a “lo nuevo”, los que tienen miedo a la libertad, los que quieren que nada cambie. Es cierto que con mucha frecuencia hay quienes quieren mostrar la “peor cara” de la Iglesia, es cierto que no siempre “lo nuevo” es “lo mejor”, y que caminar caminos de libertad supone andar rumbos que a su vez nos hagan libres. Por eso, como miembros activos y plenos de la Iglesia, un grupo de curas de la diócesis de Quilmes quisiéramos formularnos algunas preguntas. No pretendemos tener todas las respuestas, pero sí creemos que interrogarnos nos ayuda a pensar con libertad y con paz.
1. Ante el clima de intolerancia, y en muchos casos de actitudes verdaderamente dignas de las peores Cruzadas, movidas por preocupantes fundamentalismos bíblicos, filosóficos y antropológicos, nos preguntamos: ¿Se puede seguir afirmando que la homosexualidad es una “enfermedad”, y desde una comprensión prejuiciosa de la misma, condenar tal identidad y sus eventuales derechos civiles? ¿Cuáles serían los argumentos serios, razonables y académicos para sostener semejante afirmación?
2. Ante el planteamiento de que un eventual matrimonio entre parejas del mismo sexo atenta contra la “ley natural”, nos preguntamos: ¿A qué se llama “natural” en estas discusiones? ¿No estará aquí una de las dificultades para poder clarificar este debate? “Ley natural”, “naturaleza”, “orden natural”, ¿no son expresiones a ser revisadas y actualizadas? ¿Pueden entenderse estas expresiones de manera absoluta, fijista y sin la dinámica propia de nuestra condición humana? Si en la historia de la Iglesia se consideraba “natural” el cauce de un río y se impedía canalizarlo, o se consideraba “natural” la esclavitud, ¿no estaremos ante una concepción claramente cultural? La concepción de “ley natural”, ¿no es más propia del helenismo que de la Biblia? Cuando san Pablo afirma que “es natural en el varón el pelo corto” (1 Cor 11) ¿no es esta una concepción evidentemente cultural?
3. En nuestros barrios hay muchos pibes y pibas que nacen y crecen con madres solteras, a cargo de tías y abuelas, de gente sincera que realizando la “función materna y paterna” les garantiza el afecto y el cuidado necesario para la vida. Comedores, hogares o simplemente vecinos y vecinas que hacen gratuitamente más amplia su mesa y su casa, logran que muchos chicos encuentren “familia” (la más de las veces sin su papá biológico y, a veces, hasta sin su mamá biológica). ¿No será necesario revisar el concepto burgués de “familia”, defendido detrás de slogans discriminatorios a la condición homosexual? ¿No han generado los pretendidos “sanos” matrimonios heterosexuales (“sanos” por el mero hecho de ser “hetero”) situaciones disfuncionales, abandono de hijos, abusos y violaciones a la vida?
4. Se ha afirmado que se quiere cambiar “la familia”. ¿No es evidente que “la familia” ha cambiado y sigue cambiando a lo largo de la historia? El modelo que actualmente se defiende, ¿no es propio del s. XVIII y muy diferente de las familias de las comunidades indígenas de América o de África? ¿La familia polígama de “Abraham nuestro padre en la fe” es igual a la familia ampliada en la que convivían no sólo padres, hijos, nietos, sino también esclavos y clientes, como era habitual en el imperio romano? ¿La familia patriarcal en el que la mujer era tenida por “propiedad de” un varón (¿no viene de allí el término “matri monium”?) es igual a la familia en la que una jovencita debe cuidar a sus hermanitos mientras su mamá trabaja porque su papá los abandonó? ¿cuál de todos estos y los muchos otros existentes en la historia sería el término adecuado para hablar de “familia”?
5. Si miramos el Evangelio de Jesús, es evidente que, Reino de Dios y familia son “fidelidades en conflicto” (S. Guijarro). Jesús dedica todas sus energías y entusiasmo a predicar “el reino de Dios”, y relativiza de un modo claro y evidente la familia; ¿no es sorprendente que muchas veces escuchemos y leamos sobre “la familia” como una expresión unívoca y sin relación a la búsqueda de la justicia y la opción por los pobres, propia del Reino? ¿Por qué tantos y tantas “cruzados/as” católicos/as que levantan sus voces y se movilizan no lo hacen para combatir la pobreza, la injusticia, la desocupación, la falta de salud, de vivienda digna, cosas que ciertamente “atentan contra la familia”? Si para Jesús, “el reino es lo único absoluto y todo lo demás es relativo” (Pablo VI), ¿por qué no es “el reino” el grito unánime de los “cristianos” (católicos o no) de hoy?
6. Si la Iglesia en su historia, en su predicación y en sus enseñanzas (Magisterio) enseña que se debe obedecer ciegamente la “conciencia”, y que el ser humano “percibe y reconoce por medio de su conciencia los dictámenes de la ley divina, conciencia que tiene obligación de seguir fielmente en toda su actividad para llegar a Dios, que es su fin” (“Dignitatis humanae”, nº 3) ¿Es posible, a esta altura de la historia, pretender condicionar la acción de nuestros legisladores en su labor parlamentaria con concepciones propias de la cristiandad medieval obviando su legítima libertad de conciencia en temas tan controvertidos? Es absolutamente justo y razonable poder decir una palabra y opinar, pero pretender legislar o que los legisladores “deban” seguir dictámenes eclesiásticos, ¿no es más propio de concepciones de “cristiandad” antes que de respeto y tolerancia democráticas?
7. Algunas voces eclesiásticas han reclamado un “plebiscito”. Siguiendo los propios criterios y argumentos que han enarbolado, ¿se podría plebiscitar la “ley natural”? La apariencia es que consideran que en ese supuesto plebiscito saldría ganadora su posición, ¿lo propondrían de no creerlo? ¿aceptarían un triunfo de la posición opuesta? Si se trata de reconocimiento de “derechos de las minorías”, ¿es sensato o justo proponer semejante plebiscito? ¿Se puede plebiscitar lo que es justo?
8. Si para Jesús el Reino de misericordia, justicia, e inclusión de los desplazados de su pueblo estaba por encima de toda otra concepción y valores culturales de su tiempo (la familia incluida); a la luz del evangelio del Buen Samaritano (cf. Lc 10,25-37) nos preguntamos, ¿cómo podríamos considerarnos discípulos de Jesús sin conmovernos con entrañas de misericordia ante los hermanos y hermanas excluidos del camino de la vida y la igualdad ante la ley? ¿podemos seguir “de largo” sin detenernos a escuchar lo que Dios nos está queriendo decir a través de tantos y tantas que se sienten “explotados y deprimidos” bajo un sistema discriminatorio?
En conciencia, queremos ser pastores según los sentimientos de Jesús, y estas preguntas son las que nos surgen en estos días.
Queremos ser Iglesia servidora del Reino, siempre del lado de los más pobres y sufrientes.
Florencio Varela, 6 de julio de 2010
Presbítero Ignacio Blanco, Marcelo Ciaramella, Eduardo de la Serna
Fuente Pagina 12
Córdoba, martes 6 de julio de 2010
Se viven en nuestro país momentos muy tensos en torno al debate por la modificación del (decimonónico) Código Civil para ampliar la figura del matrimonio a parejas formadas por dos personas del mismo sexo. Esta reivindicación, que forma parte de un conjunto más amplio de banderas por las que miles de personas vienen luchando con valentía desde hace décadas, alcanzó estado público en los últimos meses a raíz de su tratamiento y posterior aprobación en la Cámara de Diputados de la Nación.
Desde entonces se han multiplicado los debates, las manifestaciones a favor y en contra y las apariciones del tema en los medios masivos de comunicación, abriendo la puerta a la visibilidad –tan inesperada como repentina- de quienes formamos parte del colectivo de la diversidad sexual. Esto ha dado lugar, en no pocas ocasiones, a situaciones de dolor, ultraje y agravios múltiples hacia gays, lesbianas, bisexuales y personas trans, de parte de gente que se ha sentido autorizada a opinar sobre nuestras vidas, nuestra decencia y nuestra calidad humana.
Resalta, en los últimos ocho meses, la acérrima oposición a la igualdad de derechos por parte de la jerarquía católica y grupos evangelistas y pentecostales nucleados en la Asociación Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA) y la Federación Confraternidad Evangélica Pentecostal (FECEP), estas últimas trabajando codo a codo con la mediática “diputada evangélica” Cynthia Hotton. Estas tres fuerzas han promovido recursos inconstitucionales de nulidad contra los matrimonios autorizados por juezas y jueces en respuesta a recursos de amparo, han organizado marchas y recolección de firmas contra la ley en nombre de una idea monolítica, esencialista y excluyente de “La Familia”, han operado a través de la senadora Liliana Negre de Alonso –perteneciente al Opus Dei- para filtrar y censurar las listas de oradorxs en las audiencias “públicas” del Senado en distintas provincias y fundamentalmente, han sostenido un discurso condenatorio y una serie de prácticas discriminatorias en nombre de Dios.
Esta ofensiva fundamentalista se ha profundizado en los últimos días, por sólo citar dos ejemplos, con la obscena utilización de niñas y niños que asisten a colegios católicos para forzar a sus padres y madres a firmar contra la ley, y con la distribución en la vía pública de material escrito que, tomando pasajes bíblicos de manera descontextualizada, condena toda expresión no heterosexual como “aberrante”.
Algunos ejemplos de pronunciamientos estigmatizantes y agresivos desde el ámbito religioso han sido los siguientes:
En un contexto en que la intolerancia y el odio hacia nuestro colectivo siguen siendo fuertes, las expresiones condenatorias de este tipo deben ser repudiadas con la mayor firmeza por las y los creyentes de buena fe. A cuatro meses del asesinato de Natalia Gaitán, fusilada por el padrastro de su novia por ser lesbiana, está de más probado que el prejuicio social lleva a la violencia y la muerte, por más que no sea un hombre de sotana quien aprieta el gatillo.
Del otro lado de la vereda, destacan las declaraciones y el compromiso del cura Nicolás Alessio (grupo de sacerdotes Angelelli, Córdoba), el pastor Alan Elrid (Iglesia Evangélica Luterana Unida–IELU), el pastor Federico Schäfer (Iglesia Evangélica del Río de la Plata–IERP), el obispo Frank de Nully Brown (Iglesia Evangélica Metodista Argentina–IEMA), el pastor Andrés Albertsen (Iglesia Evangélica Luterana de Dinamarca), entre otras personas. Sin embargo, no sólo estas expresiones han sido silenciadas y censuradas por intereses corporativos oscuros, sino que muchas personas de bien del ámbito religioso se han abstenido de dar testimonio.
Como personas de fe, nos duele profundamente el silencio que muchas y muchos pastorxs, rabinxs, ministrxs en general y autoridades de las comunidades de fe presentes en Argentina han mantenido sobre los derechos de las personas LGBT y las embestidas fundamentalistas en su contra.
Este tiempo constituye una oportunidad histórica para dar testimonio de lo que es justo. Por eso, a una semana de debatirse en el Senado la alternativa entre la igualdad ante la ley y la ratificación del segregacionismo (al mejor estilo de la Sudáfrica racista), en un contexto de debate enrarecido por las apelaciones torcidas y odiosas a lo religioso de las que hemos dado cuenta en párrafos previos, convocamos a todas las personas de fe, y en especial a las y lxs ministrxs religiosxs, a condenar explícitamente las expresiones de odio que nos estigmatizan y matan cada día, y a manifestarse públicamente a favor de la modificación igualitaria de ley de matrimonio civil. Porque, tal como lo dijo antes Desmond Tutu precisamente en referencia al apartheid, “si permaneces neutral en situaciones de injusticia has elegido el lado del opresor”.
Quedamos a la entera disposición de todas las personas que de buena fe quieran trabajar en sus comunidades los temas vinculados a fe y diversidad, con la convicción plena de que el amor de Dios es primero y para todxs.
Un abrazo fraterno,
Jonathan Hauber
Coordinación de Diversidad Religiosa
Devenir Diverse Córdoba
Desde que el emperador Constantino en el siglo IV adoptó el cristianismo como religión oficial, la llamada “cultura de la cristiandad” ha marcado la historia de Occidente. La concepción de una sociedad organizada por una particular y cerrada visión religiosa se prolongó por muchos siglos pero, poco a poco, se fue desmantelando por los reiterados cuestionamientos que fueron abriendo paso al desarrollo de la libertad religiosa, la tolerancia, a nuevas comprensiones del mundo y de la vida. Este proceso dio lugar a un creciente escepticismo religioso.
Esa religiosidad cristiana ha impuesto sobre la sociedad una férrea marca de control sobre la sexualidad humana. La limitación de la relación sexual en el matrimonio a la procreación, el desprecio del placer en las relaciones sexuales y el rechazo a toda manifestación de diversidad sexual fueron algunos de los postulados con los que se impuso y ejerció poder y dominación sobre la intimidad de las personas.
Hoy sabemos que ya no es posible imponer una comprensión única de la vida y de la sociedad. Las culturas y las religiones están seriamente afectadas por los cambios experimentados en el mundo y, en ese contexto, se ha relativizado su autoridad. Las verdades absolutas han dejado su lugar a posturas más modestas y tolerantes. Los desafíos de esta nueva era ponen de manifiesto que vivimos en una sociedad cada vez más pluralista en términos sociales, culturales, religiosos y étnicos.
La fe religiosa no puede imponerse. La gente recibe, selecciona e interpreta desde su propia óptica social y cultural, y sospecha cada vez más de las imposiciones autoritarias y dogmáticas.
La tendencia de varias confesiones religiosas sobre la homosexualidad ha sido la de estimar su posición como la única válida. En ese sentido, el uso tradicional que se ha hecho de la Biblia como fuente de autoridad indiscutida ha tendido a abusar de los breves textos que hacen referencia a la conducta homosexual aunque, en realidad, la Biblia no aborda la problemática de la homosexualidad como tal. Por otra parte, en la Biblia no se señala que Jesús haya hecho alusión alguna al tema, por el contrario, sí hay alusiones directas al tema de la infidelidad. La centralidad del respeto y la dignidad de todos los seres humanos están en el corazón de la fe cristiana. Una fe que se basa en el amor de Dios para todos los seres humanos sin distingos, que llama a amar a los demás seres humanos como a uno mismo. De esa manera, erradica la discriminación y la exclusión.
El concepto de matrimonio es una construcción social. Varía según la sociedad a la que nos referimos. En algunas, por ejemplo, se reconocen matrimonios monogámicos y, en otras, poligámicos. La base del matrimonio muda considerablemente según la sociedad de la que se trate, ya sea acentuando el amor romántico o el matrimonio por arreglo entre familias. En algunos lugares del mundo se prohibió el casamiento entre blancos y negros o entre blancos y asiáticos. Los derechos de las mujeres fueron cambiando hasta obtener igualdad legal. El divorcio vincular ha sido aceptado alrededor del mundo.
Algunas confesiones religiosas sostienen que el matrimonio es una institución sagrada que impone ciertas reglas a los contrayentes. En general, ceremonias o contratos matrimoniales –religiosos o no– involucran una serie de deberes y derechos, tales como el cuidado y la protección.
Sin embargo, el matrimonio religioso, no importa el carácter que se le otorgue, no tiene el mismo significado que el civil. El civil es un contrato social con repercusiones de variado tipo, pero sin consecuencias religiosas que lo determinen. Los fundamentos y requerimientos de un casamiento religioso deben resguardase para los creyentes, pero no corresponde imponerlos a la sociedad toda.
La convivencia en una sociedad pluralista sólo es posible cuando se preservan el respeto y la dignidad de todos los seres humanos. Para este fin, el Estado debe procurar que los derechos sean ejercidos sin ningún tipo de discriminación. Y esto es parte de nuestra propia historia.
El pedido de la modificación legal que permita a los homosexuales que lo deseen ejercer sus derechos como las parejas heterosexuales debería encuadrarse en el marco de esta sociedad plural, que busca preservar la libertad y la dignidad de todos.
* Pastor de la Iglesia Metodista argentina, ex presidente de la Asociación Mundial para las Comunicaciones Cristianas. Texto que el religioso no pudo leer en la comisión del Senado que debate el matrimonio gay.
Fuente: Página 12