“Me hice monja para buscar mi libertad”. Entrevista de Ana Ma Viera a Ivone Gebara.

La brasileña Ivone Gebara es una feminista declarada. Cree firmemente que los gobiernos deben despenalizar el aborto porque “el dolor de los principios es abstracto pero el dolor de la mujer que no quiere y no puede dejar que se desarrolle su embarazo es un dolor concreto, es un dolor que se siente en la piel”. El pensamiento no resultaría extraño en una feminista, si no fuera porque Ivone Gebara también es monja. Religiosa de la congregación Hermanas de Nuestra Señora y doctora en Filosofía y Ciencias Religiosas, sus pensamientos escandalizaron en 1994 a las jerarquías del Vaticano, que le exigieron un silencio de dos años y la trasladaron a Bruselas (Bélgica) con la esperanza de acallar su rebeldía. Gebara acató la orden y aprovechó el tiempo para trabajar sobre nuevos libros que posteriormente le permitieron continuar esparciendo sus ideas nacidas, según narró a La República de las Mujeres, del conocimiento de las mujeres pobres de su pueblo.

Escrito por: ANA MARIA VIERA

Hablas como un hombre ­le dijo a Ivone Gebara hace algunos años una mujer pobre de la vecindad.­ Hablas sobre política y economí­a y no tomas en cuenta nuestros problemas, lo difí­cil que es llegar con la comida hasta el viernes porque nuestros compañeros cobran los sábados y a veces no hay para comer”.

Fue entonces cuando Gebara resolvió³ “hablar como mujer” y a partir de la­ publicación de obras como “Teología a ritmo de mujer”, “Intuiciones ecofeministas”, “Ecofeminismo y liberación”, “Rompiendo el silencio”, “Mujeres en la experiencia de muerte y salvación” y “Las aguas de mi pozo. Reflexiones sobre experiencias de libertad”, ensayo que acaba de ser editado en Uruguay.

Aunque las crí­ticas desde su iglesia continúan, ella se niega a renunciar a su carácter de religiosa porque “ellos no tienen derecho a mi elección. Yo elegí entrar en una congregación religiosa y ellos no tienen derecho a sacarme”.

– “Las aguas de mi pozo” refiere concretamente a la libertad. ¿Qué es para usted la libertad?

– Generalmente, cuando se habla de libertad se limita el tema a una experiencia social, pero cuando se pregunta a la gente directamente por sus propias experiencias no saben qué responder. La libertad aparece como un valor grandioso, público pero alejado de lo cotidiano.

En mi caso, para ser libre yo tuve que comenzar por negar el sueño que mi mamá tuvo para mi­, que era casarme con un hombre de origen sirio libanés, preferentemente de primera generación, igual que yo. Mi libertad comienza en forma fundamental con el conflicto con la figura materna y después con la paterna. También influyeron en mí­ las historias contadas por una empleada que habí­a en mi casa paterna desde que nací­. Ella era nieta de esclavos y fue en sus labios donde escuché por primera vez la palabra libertad.

Años después, ya joven profesora de Filosofí­a, inicié una amistad con una profesora de Quí­mica que luchaba contra la dictadura militar y me enseñó otra cara de la libertad. Ella fue presa y murió luchando por esa libertad.

 

– ¿No hay una contradicción entre la búsqueda de la libertad y la decisión de ingresar en una institución religiosa, con todas las limitaciones que ello supone?

– Cuando me preguntan por qué me hice monja, respondo que fue para buscar mi libertad aunque parezca contradictorio. Yo terminé la Universidad en diciembre de 1966, plena dictadura militar en Brasil, y en febrero de 1967 entré en mi congregación.

Ya cuando decidí estudiar Filosofí­a fui transgresora, porque mi familia no querí­a que estudiara. No habí­a dinero para pagar la Universidad y yo decidí­ trabajar para poder estudiar. Mis padres decí­an que si trabajaba, los muchachos ricos no iban a acercarse y perdería mi oportunidad de casarme “bien”; creían que me convení­a estudiar decoración.

Elegí­ trabajar y estudiando me convertí en lí­der estudiantil. Era presidenta del Centro de Filosofí­a y así tomé contacto con las religiosas de la Universidad, que iban a los barrios a trabajar con los pobres. Así me fui sintiendo atraí­da por un modelo de mujer intelectual, comprometida con los pobres y opuesta a la dictadura militar.

Yo no pensaba en los lí­mites de la institución religiosa ni en los curas. Lo único que pensaba era que querí­a vivir como estas mujeres, en forma muy distinta a lo que parecí­a ser mi destino.

– ¿Qué ocurrió cuando se encontró con esa otra Iglesia, la de los lí­mites y el patriarcado?

– Con esa Iglesia no me encontré hasta los años ochenta, cuando hice mis primeras incursiones en el feminismo. Yo viví­ feliz durante todos esos años, contenta porque tení­a un espacio pequeñito entre una elite de varones de la Iglesia.

 

– ¿Cómo se da ese pasaje al feminismo sin abandonar la religión?

– En 1979 empecé a leer cosas de las feministas y me caí­ del caballo. Esto me abrió los ojos y comencé a ver a las mujeres pobres con quienes trabajaba, su sumisión y su desprecio por su propio cuerpo, siempre relegadas para el final, después del marido y los hijos y la casa. Y junto con eso me di cuenta que yo hací­a lo mismo, poniendo en primer lugar la congregación, la Iglesia, los padres.

Ahí­ empecé a hablar de otros problemas, introduciendo los temas de las mujeres cada vez que se hablaba de determinadas luchas, de la búsqueda de justicia. El mí­o comienza siendo un feminismo medio tí­mido, limitado a cuestiones religiosas, pero dentro de la Iglesia no creen que sea tí­mida.

– Al volcarse al feminismo, ¿no pensó en dejar la Iglesia?

– No, porque para mí­ ser feminista significa plantear una lucha social para ser reconocida dentro de la Iglesia como ciudadana. Yo nunca busqué conciliar ambas cosas, sino que dentro de la Iglesia se abriera un espacio de igualdad de derechos.

Cuando decidí­ no ser una teóloga de conciliación, la Iglesia Católica me castigó enviándome a Bélgica. Yo lo acepté, pero lo interpreté no como una obediencia sino al contrario. Ellos no tienen derecho a mi elección. Yo elegí entrar en una congregación religiosa y ellos no tienen derecho a sacarme.

De terca, me quedé. Hice lo que quisieron en forma aparente, pero en realidad hice lo que yo quise. En ese tiempo publiqué un libro, mi tesis sobre ciencias religiosas. Y obtuve el tí­tulo de Doctora en Ciencias Religiosas con la máxima calificación, otorgado por la misma institución que me condenó. Esto muestra la contradicción interna de la institución.

 

– Luego de los dos años en Europa, usted siguió manteniendo sus opiniones. ¿Cómo sigue ese conflicto con la Iglesia?

– Ahora el conflicto ya no es abierto, pero intentan ignorarme o decir que lo que yo hago no es teología católica sino filosofí­a de la religión. Esto me hace reí­r porque me parecen estúpidos. Su manera de decir las cosas es tan sin fundamento, tan distante de las preocupaciones reales de los cuerpos masculinos y femeninos, que me hacen reí­r.

– ¿A qué atribuye este distanciamiento de la Iglesia Católica de las “preocupaciones reales”? ¿Es esa la razón de la pérdida de seguidores que viene padeciendo?

– El catolicismo actual en América Latina no es más el de los contenidos dogmáticos. Ni siquiera quienes se dicen católicos están de acuerdo con los dogmas. La gente se inclina más hacia ese catolicismo de religión, más festivo y de cantos. La Iglesia Católica va dando paso a un catolicismo más pentecostal, que brinda a la gente una seguridad más sicológica. En esto influye también la globalización, que lleva a un catolicismo más mediático, que no invita a la gente a pensar.

Yo represento a un cristianismo absolutamente minoritario, que no tiene nada que ver con ese catolicismo de espectáculo que desgraciadamente se está imponiendo. Entonces los obispos y sacerdotes pueden seguir hablando y enseñar los mismos dogmas de siempre pero la verdad es que termina siendo una acción periférica, porque la gran masa popular ni siquiera entiende de qué se habla y solo lee la Biblia para sacar alguna orientación moral pero nada más.

 

-¿Cómo ha influido su relación con las mujeres pobres en su cambio de visión respecto ala Iglesia y el feminismo?

– Yo vivo en un barrio popular fuera de Recife y las mujeres de estos barrios han sido decisivas para mí­. Mi primera caí­da del caballo fue cuando una mujer pobre me dijo que usaba un lenguaje masculino. Eso me dejó enferma, porque yo me creí­a muy femenina.

Me reuní­a con un grupo de obreros en su casa, para tratar la problemática de los pobres y creía que abarcaba a todos, pero ella me dijo que yo nunca hablaba de la lucha de las mujeres para garantizar la comida. “Tu nunca dices que el viernes es el peor día de la semana para nosotras porque nuestros maridos cobran el sábado y el viernes no hay para comer. Nunca hablas de la problemática sexual ni de lo que sufrimos nosotras”, me dijo. Hasta ese momento yo nunca me habí­a preocupado por la problemática sexual y por la realidad de las dificultades que implica la falta de control reproductivo. Hasta ese momento mi sexualidad estaba en una nube, sabí­a que existí­a pero nunca se me habrí­a ocurrido leer la realidad económica, social y polí­tica desde la clave de la sexualidad de las mujeres pobres. Ellas me despertaron.

Fue entonces cuando descubrí­ que las mujeres no tienen elección en los procesos demográficos. Tienen que sufrir la manipulación de las polí­ticas poblacionales desde la esclavitud, con el rol reproductor de las esclavas, que debían dar placer y mano de obra a los amos. Se puede hacer la historia de un paí­s desde la vida sexual de las mujeres.

 

DE PRINCIPIOS ABSTRACTOS Y DOLORES CONCRETOS

– El aborto, ¿debe ser una decisión de la mujer o deben pesar más los principios planteados por la Iglesia Católica?

– El aborto no puede ser analizado en forma aislada, como un hecho abstracto y separado de las circunstancias que llevan al mismo.

No se puede ignorar que la sociedad globalizadora actual crece en exclusión y cada dí­a hay más pobres. Es verdad que el aborto es un problema. Como principio, yo estoy en contra de que se mate la vida pero también se está matando la vida con estos sistemas excluyentes. Por eso no se puede hablar del aborto en forma aislada, solo desde el punto de vista religioso o económico. Hay que ver el contexto, porque es una decisión muy personal.

La mujer no está obligada a abortar o no, pero debe tener derecho a decidir. La sociedad excluyente niega ese derecho a las mujeres pobres, desde el momento que les niega el derecho a una educación sexual. Entonces, si no hay condiciones de vida digna para la población, no se pueden criticar las actitudes como si fueran hechos aislados.

Si una niña de quince años dice que no puede tener a su hijo, la sociedad no tiene derecho a señalarla como culpable porque antes del embarazo la responsabilidad social no fue cumplida.

Por eso estoy a favor de la descriminalización del aborto pero acompañada por una educación sexual. Yo creo que los Estados deben descriminalizarlo y dar condiciones a las mujeres que necesitan abortar por su propia elección, para que puedan hacerlo en el menor tiempo posible.

Es muy fea la actitud de algunos movimientos que se autodenominan “Por la Vida” y toman el tema desde un principio abstracto, sin tener en cuenta el dolor concreto. Yo los principios los respeto, pero cuando el hecho ya está cometido, ¿qué hay que hacer? En mi opinión, hay que salvar la vida que ya está constituida, que es la de esta mujer en problemas. El dolor de los principios es abstracto pero el dolor de la mujer que no quiere y no puede dejar que se desarrolle su embarazo es un dolor concreto, es un dolor que se siente en la piel. Entonces, hay un proceso amplio de educación que hay que atender, pero también hay problemas inmediatos que deben ser contemplados con la justicia del corazón.

 

Fuente: Liberación de la Teología

 

¿Pero qué vida defienden? Por Antonio Fenoy, Rafael Villegas y Adriana Fernández

“Una sociedad que no puede garantizar el derecho al trabajo, a la alimentación, a la educación, es una sociedad abortiva. La Iglesia esto no lo denuncia, y las muertes por causa de la pobreza son infinitamente mayores que las producidas por abortar.”1

Como colectivo conformado por compañeros que militamos en espacios populares desde un cristianismo de base, acompañando la vida de los más pobres, queremos aportar nuestra mirada desde nuestra construcción y compromiso al debate sobre la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo. El histórico fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación pone una vez más en el tapete esta cuestión.

No se puede más ocultar que el aborto es una realidad con la cual convivimos diariamente. Negarlo es una manera encubridora de sostener una desigualdad estructural que, a la sombra de la ilegalidad, sigue arrebatando anónimamente la vida de miles de mujeres, fundamentalmente las más pobres, ante la impávida mirada de los sectores más dogmáticos y conservadores de la sociedad que utilizan el discurso de la “defensa de la vida” de manera hipócrita, sesgada, negándolo cuando se trata de los pibes y pibas de nuestros barrios, avalando el discurso de los pibes chorros o la baja de edad de imputabilidad. Es evidente que “la consigna de la ‘defensa de la vida amenazada’ o el estar ‘a favor de la vida’ pueden tener significaciones bien distintas según quién sea el enunciador. Si el enunciador es de aquellos que han ‘optado por los embriones’ el significado de ‘vida’ tendrá contornos precisos. Si, en cambio, el enunciador es de aquellos que se esfuerzan por evocar la ‘memoria peligrosa y subversiva’ del Vaticano II, de Jesús de Nazaret, ‘vida’ deberá interpretarse centralmente a la luz de la realización de la justicia, de la inclusión social, de la participación política, del disfrute de los derechos humanos. Será preciso leer la ‘vida a la luz de la realización histórica del reino de Dios”.2

Siguiendo esta “Memoria peligrosa y subversiva” de Jesús de Nazareth, que está en el corazón de lo que llamamos “Reino de Dios” (el socialismo) creemos que la cuestión del aborto posee aristas sociales y económicas que es necesario puntualizar:

1. Es un tema de salud pública: no se trata de proponer un método de planificación familiar sino una ley de despenalización que iguale las oportunidades –para todas las mujeres, cualquiera sea su condición social– de poder acceder a una intervención en las condiciones necesarias de seguridad y salubridad, ya que toda mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo sin influencias ni imposiciones de ningún tipo. Algunos sectores parecen ignorar o no querer ver las numerosas muertes que suceden día a día por prácticas de abortos clandestinos en condiciones totalmente precarias que conllevan trágicamente consecuencias físicas y psicológicas de por vida en aquellas que sobreviven.3

No ocurre lo mismo con los sectores sociales más altos que cuentan con los recursos económicos para pagar la intervención y la discreción del profesional que las atiende en una clínica privada, sin riesgos para su salud y protegidos de la presión social y psicológica que sí padecen quienes tienen que acudir de urgencia y al borde de la muerte a un hospital público.

2. Es un tema de autonomía del Estado: el Estado debe legislar para todos y todas, sin ajustarse a principios teológicos o filosóficos que limiten su capacidad de acción. El hecho de la identificación del Estado argentino con la Iglesia Católica no debe ser una presión en éste, ni en ningún otro tema, cuestión que quedó demostrada durante el debate y la sanción de la ley del matrimonio igualitario. Aprobar la despenalización del aborto no implica estar de acuerdo con éste ni que todas las mujeres vayan a abortar, sino que es un ejercicio de igualdad de oportunidades y acceso a la salud pública para todas.

3. Es un tema de libertades individuales: es fundamental que el Estado garantice la libertad de elección de la mujer o de la pareja en este tema. Pareciera que sobre la cuestión del aborto, la mujer es un ser sin capacidad de decisión, en donde “otros” deben elegir por ella. También se debe garantizar el acompañamiento médico y psicológico antes, durante y después de la interrupción del embarazo, imprescindible en este tipo de decisiones.

Por tanto, se hace imperiosa no sólo la sanción de una legislación a favor de la despenalización del aborto, sino también la aplicación de políticas públicas sobre educación sexual para brindar a la población las herramientas necesarias en la prevención de enfermedades de transmisión sexual, mediante métodos anticonceptivos, de embarazos no deseados y, por ende, la reducción de prácticas abortivas. Muchos de los que levantan la voz en contra del aborto son los que también, desde criterios moralistas y seudo-religiosos, impiden la educación sexual en las escuelas y la vigencia de la Ley Nacional de Salud Reproductiva, en otra muestra patética de hipocresía y falsedad. En este sentido, Ivone Gebara (teóloga feminista) observa: “Me pregunto: ¿pero qué vida defienden? ¿Por qué no defienden la vida de los niños de la calle que son abortados por la sociedad? ¿Y por qué no defienden la vida de la gente que no tiene tierra, que no tiene comida, que no tiene viviendas, que no tiene futuro? ¿Por qué sólo de los embriones se habla en nombre de Dios y por qué no se habla de otras vidas en nombre de Dios?”.4

En síntesis, creemos que en tanto no se sancione una ley a favor de la despenalización, el aborto seguirá siendo una fuente ilícita de enriquecimiento para muchos médicos y clínicas privadas que se oponen a este tema, enriqueciéndose en el ejercicio de estas prácticas. Por eso, acompañando a nuestro pueblo en la construcción de la justicia y la dignidad, procurando una vida plena para todos y todas, creemos que esta ley representa un avance en los derechos humanos.

1. Vuola, Elina y Solá de Guerrero Janeth (2000). Teología feminista: teología de la liberación: (la praxis como método de la teología latinoamericana de la liberación y de la teología feminista), Iepala Editorial, p. 214

2. Silva, Ezequiel (2011). “De pobres y embriones”, revista Vida Pastoral.

3. Anualmente se producen en Argentina de 460 mil a 500 mil abortos.

4. Gebara, Ivone, reportaje realizado por Edwin Sánchez.

 

*  Los autores pertenecen al  Colectivo Teología de la Liberación Pichi Meisegeier.

 Fuente: Página 12

MÚSICA X LA IDENTIDAD. Por Abuelas de Plaza de Mayo Córdoba

Abuelas de Plaza de Mayo, tienen el agrado de invitarlos a participar del evento “MÚSICA X LA IDENTIDAD” con la participación de la artista cordobesa Paola Bernal.

La actividad se llevará a cabo el próximo jueves 22  de Marzo, a las 20 hs. en el Paseo del Buen Pastor. El espectáculo es libre y gratuito.

Como es de público conocimiento, la incansable tarea que la organización lleva a cabo en busca de nuestros nietos desaparecidos y nacidos en cautiverio sería imposible sin la difusión que nos permite llegar a esos casi 400 jóvenes que dudan sobre su identidad. En busca de nuevas herramientas comunicacionales es que nace “Música x la Identidad”.

PAOLA BERNAL, Cantante de folclore nacida en Cosquín, provincia de Córdoba, Impulsó su camino desde las danzas criollas despertando al luego al canto. En 1997 formó parte del grupo Los Descendientes con quienes editaron el disco “Pisando el viento”. En el 2003 edita su primer disco solista: “Esperando tu llegada”. En el 2006 presenta “Pasionaria”. En el 2008 sale a la venta su último disco “Por el Camino” .

Compartió escenario con músicos como León Gieco, Mercedes Sosa, Rubén Rada, Peteco Carabajal, Minino Garay, entre otros.

Enero 2010 – Premiada – Mención destacada en su presentación en el escenario mayor del Festival Nacional de Folklore de Cosquín, Córdoba, en su edición 50° aniversario.

En esta oportunidad presentará su nuevo trabajo “ Pájaro Rojo” junto a artistas invitados: Jeny Náger, Ají Rivarola y Pablo González

 

Esperamos contar con su presencia, y agradecemos su difusión.

Abuelas de Plaza de Mayo Córdoba

Duarte Quirós 545, piso 3 Of. “C”

Tel 0351 4214408

Un cristianismo no religioso. Entrevista a José Ma Castillo

José María Castillo (Puebla de Don Fadrique, Granada, 1928) fue expulsado de la cátedra de Teología de la universidad de Granada por el entonces cardenal Ratzinger, “y todavía espero una explicación”. El teólogo abandonó la Compañía de Jesús tras medio siglo largo como jesuita. El próximo miércoles pronuncia una conferencia en el Club de este diario. Lo entrevista Matías Vallés en La Opinión de Mallorca.

-Para que se haga cargo del tipo de entrevista: “¿Dios grabará esta entrevista?”

-No. Dios no es una representación que hacemos a nuestra imagen y semejanza, es una realidad que no conocemos ni podemos conocer. Está fuera de nuestro alcance porque es trascendente.

-Se es jesuita o no se es jesuita, pero no se deja de ser jesuita.

-Es muy difícil dejar de serlo, porque marca a las personas. Yo no tengo palabras para agradecer lo que debo a los jesuitas, tanto lo que soy como lo que sé. Mi problema es con la realidad envolvente por encima de ellos.

-Un enemigo suyo dice que “José María Castillo no es católico, pero tiene razón”.

-Si por católico se entiende a una persona que se identifica incondicional y acríticamente con la Iglesia, no lo soy. Si se entiende a alguien que comulga con la fe fundamental, sí lo soy. No puedo aprobar una institución que habla de derechos humanos pero no los practica.

-El Vaticano cede su fascinación a la Casa Blanca.

-El Vaticano es la última monarquía absoluta de Europa, no entiendo que la Unión Europea lo permita. El Papa procura mantener excelentes relaciones con los poderes fácticos, también con la Casa Blanca. Reagan pactó con Juan Pablo II el pago de millones al sindicato polaco Solidaridad, a cambio de información a la CIA sobre los movimientos de base más activos en el Caribe.

-Lo suyo con Ratzinger era algo personal.

-No soy tan importante, pero me informaron de que el entonces cardenal ­y secretario del antiguo Santo Oficio, junto al cardenal Suquía, citaron al general de los jesuitas y me prohibieron la enseñanza. Tengo la profunda herida de la calumnia que me dirigió el cardenal Cañizares con la mejor voluntad del mundo, al decir que yo era “un peligro para la Iglesia”.

-Dios es una posibilidad, la Santísima Trinidad es un invento.

-Tal como se explica, la Santísima Trinidad es efectivamente un invento. No aparece en el Nuevo Testamento. En la tradición se habla de Dios Padre, de Jesús y del Espíritu. Más allá de eso, las “personas” son una invención.

-Las cifras de abortos sugieren que miles de católicas se someten a la interrupción del embarazo.

-Sí. Es más, en Granada podría dar el nombre de alguna persona que llevaba la pancarta en una manifestación contra el aborto, y a la que poco antes casi se le muere una hija que traía de abortar en Londres. Son cosas que uno no entiende.

-¿El hundimiento de la economía salvará a la religión?

-Puede influir, porque sigue siendo verdad el dicho, “En las trincheras no hay ateos”. Al verse amenazada, la gente tiene una tendencia espontánea a acudir a algo superior, la Virgen o los santos. Además, la austeridad impuesta por la crisis obliga a llevar una vida menos condicionada por el consumo, y enfocada hacia valores más importantes.

-Stalin se inspira en la Compañía de Jesús.

-Stalin fue seminarista, y he oído que sentía una gran atracción por las Constituciones de la Compañía de Jesús. ¿En qué sentido me resulta comprensible? Los jesuitas no son dictadores, muestran una gran tolerancia y respeto hasta el punto de que en ningún partido político me hubieran aguantado lo que ellos. Sin embargo, también hacen hincapié en la obediencia y la fidelidad.

-¿Qué sabe Hawking de Dios?

-Sabe lo que puedo saber yo y cualquiera. O sea, nada. Los físicos que se meten a teólogos van tan errados como los teólogos que condenan a Galileo.

-Vayamos con el título de una de sus conferencias: “¿Es posible un cristianismo no religioso?”

-No solamente posible, sino necesario, en cuanto que las religiones son un conjunto de prácticas y observancias con el propósito de atrapar a la gente. Jesús fue un laico, no fue un religioso. Estuvo en conflicto con la religión, y por eso lo matan los sumos sacerdotes.

-¿Peca la jerarquía eclesiástica de adicción al sexo?

-Tienen una obsesión excesiva, ridícula y extraña con ese tema. Se entiende por su apetencia de conquistar el poder y de mantenerlo. Cuando controlas el sexo de una persona, la dominas. Los Evangelios no hablan jamás directamente de la sexualidad.

-Zapatero pagó todas las facturas de la Iglesia.

-Zapatero se equivocó con la Iglesia, que siempre saca todo lo que puede. No sé por qué el expresidente del Gobierno le concedió tantos privilegios, pensaba seguramente en una contrapartida.

-¿Puede sintetizar a Dios en tres líneas?

-A mí me recuerda a Jesús de Nazaret. No a Jesucristo, que ya incorpora al Cristo o Mesías. Un sencillo trabajador que no expresa la divinidad, sino el anhelo de ser profundamente humano.

 

Fuente Religión Digital.

Federalismo antinacional y antihumano. Por Guillermo “Quito” Mariani

Es costumbre archiconocida, que los opositores del gobierno nacional ante cada proyecto o incluso ley aprobada por la Legislatura y promulgada por el Ejecutivo, pongan la objeción de inconstitucionalidad. Claro está que esta objeción parece muy grave y seria.Cuentan normalmente con la ayuda de los medios que siempre disponen de algún “constitucionalista especializado” para dictaminar sobre la legitimidad de esa objeción. Para muchas decisiones que afectan al orden nacional y limitan abusos que se producen a nivel de las provincias, violando-se dice- su autonomía, se lanza por eso, la acusación de anticonstitucional. Vivimos, dicen “unicato” en lugar de “federalismo”.

¿Dónde están ahora los “constitucionalistas” que no levantan la voz ante esta actitud de federalismo antinacional, configurado por los gobiernos de tantas provincias, decididos a no cumplir con la ley nacional sobre minería a cielo abierto? Se van sucediendo las rebeldías contra la ley Filmus- Bonasso promulgada en Octubre del 2010, y se dan cuerda, para defender con la etiqueta de federalismo, la explotación minera a cielo abierto, con la excusa de obtener recursos económicos para la administración y el desarrollo provincial. El reclamo de federalismo, que se escucha tan enérgico y difundido, cuando se trata de subsidios o deudas del gobierno nacional, se convierte en una especie de displicencia legal y descarada actitud antiecológica (y por lo tanto antinacional y antihumana), ya que permite y fomenta la contaminación que afecta al presente y al futuro, y se vende a ofertas de puestos de trabajo y pagos de regalías que, o son ilusorios o absolutamente denigrantes, como limosna por lo que se llevan de lo que nos pertenece.

Pascua Lama y Veladero en San Juan con el capricho de Gioja en pacto con Barrtick Gold; la Alumbrera en Catamarca con la protección de  la Yamana Gold en Belén y Andalgalá por parte del gobierno de Brizuela del Moral; los sureños, en que algunos como los de Río Negro, invaden territorio mapuche contagiados por el líder petróleo-minero Das Neves, que desde Chubut entusiasmó a los gobiernos vecinos de Neuquén, Río Negro y Santa Cruz con su conducta de “chequera libre” frente al gobierno nacional, gracias a los emprendimientos mineros a cielo abierto que se la llenan. Y ahora, el Famatina con el imperturbable Beder  Herrera que, frente a la enérgica protesta popular regional, ha accedido a postergar la firma definitiva del contrato con la empresa canadiense mientras los vecinos, que no le creen, siguen cercando los predios concedidos. Su pretensión frente al costo político que la medida puede acarrearle, es “conscientizar al pueblo riojano de las ventajas que acarreará la explotación minera del Famatina”. Como si se tratara de niños inconscientes. Las violaciones de la Ley nacional de Glaciares(26.639)aprobada en la Legislatura y promulgada automáticamente (debido a la tardanza del ejecutivo en hacerlo) el 28 de Octubre del 2010, se amparan en la tardanza del cumplimiento del requisito exigido por la misma, de un Inventario nacional previo de glaciares. Pero hay que denunciar, sin escrúpulos ni tapujos, esos jueguitos económicos de varios gobiernos provinciales, como antinacionales y antihumanos. Casi diríamos como una traición a la  ley, y a los argentinos. Nos roban oro y diamantes y nos contaminan el aire y el agua, dejándonos la limosna de la tecnología y el dinero.

Cosquín con su festival internacional tuvo este año, el orgullo de que desde su escenario, figuras como Raly Barrtionuevo, Leon Gieco, Teresa Parodi, Víctor Heredia y otros valientes, gritaran al mundo este abuso, tolerado casi oficialmente, de nuestros derechos fundamentales.

Eso es ser “folclorista”: no sólo cantarle a la tierra, sino amarla y defenderla.

Lo humano y lo divino. Por José Ma Castillo

Una de las equivocaciones más torpes, que ha cometido la teología cristiana, ha sido presentar la relación del ser humano con Dios de tal manera que, para que esa relación sea correcta, al ser humano no le basta ser plenamente humano, sino que, además de eso, necesita divinizarse. Es decir, al hombre no le basta la “condición humana”, sino que, además de eso, necesita también la “condición divina”. Por eso y para eso, el ser humano necesita eso que los entendidos en los asuntos de la religión cristiana llaman la “gracia santificante”. Se discute en qué consiste esta “gracia santificante”. En cualquier caso, y se entienda como se entienda, los teólogos insisten en que, mediante la gracia divina, es como se obtiene su propia divinización.

Es verdad que, para los teólogos antiguos y medievales, “divinizar” al hombre no es lo contrario de “humanizarlo”, sino hacer que alcance su plenitud y su destino definitivo. Pero también es cierto que, al explicar este complicado asunto, los teólogos daban a entender, que si el hombre no alcanza se propia “divinización”, por eso mismo queda frustrado en su ser.

El problema que, sin darse cuenta, plantearon los teólogos mediante esta teoría está en que, en la mentalidad de muchos cristianos, la gente se veía ante un dilema terrible: “o Dios o el hombre”. Lo que, en definitiva, equivalía a integrar en la propia vida dos ideas aterradoras. Primera idea: la “distinción” radical entre “lo divino” y “lo humano”. Segunda idea: la “contraposición” e incluso el “enfrentamiento” entre “lo divino” y “lo humano”.

Ahora bien, desde el momento en que se vieron así las relaciones entre el hombre y Dios, desde ese mismo momento los hombres y las mujeres, que hemos pretendido ser religiosos, creyentes y practicantes…, nos hemos visto expuestos a situaciones extremadamente desagradables y erizadas de dificultades, que han llevado a mucha gente a tomar distancias en relación a Dios, a la religión y a todo cuanto se refiere a lo divino y lo sagrado. Por la sencilla razón de que, en todo eso, somos muchos los que hemos visto un peligro o una amenaza para su propia humanidad.

¿Por qué? La cosa se comprende enseguida. Los teólogos, los moralistas, los obispos, basándose en estas teorías, al contraponer y al enfrentar “lo divino” a “lo humano”, se han sentido con el derecho y en el deber de presentar y exigir que todo “lo humano” se someta y se acople a todo cuanto se le ha presentado como decisión o imposición de “lo divino”. De ahí que, con frecuencia, las religiones imponen obligaciones, renuncias y sacrificios, que, en nombre de Dios y como voluntad de Dios, exigen a los humanos aceptar dogmas y presuntas verdades que no se entienden, privarse de cosas que todos naturalmente apetecemos o imponerse renuncias, privaciones y sacrificios que resultan sumamente costosos.

Yo entiendo, por supuesto, que una persona (por motivaciones religiosas o simplemente sociales) se prive de algo que le apetece, si, de esa privación, se sigue un bien para alguien, para otro ser humano, sea quien sea. Pero lo que no me cabe en la cabeza es que se pueda creer en un Dios al que le agrada (y se siente más satisfecho cuando ve) que sus fieles se privan de lo que les gusta, de lo que les proporciona bienestar y felicidad. De forma que se trata de un Dios que, en la medida en que ve a la gente sufrir, Él se pone más contento. ¿No es eso un “dios peligroso”, un “dios sádico”, un “dios indeseable”, que no merece sino nuestro desprecio?

Esta teoría según la cual “lo profano” tiene que someterse a “lo sagrado”, “lo laico” a “lo religioso”, “lo humano” a “lo divino”, está en la base de los incesantes conflictos (grandes y pequeños) que surgen en la sociedad entre las autoridades religiosas y los poderes civiles. Es la teoría que, en el fondo, explica la extraña contradicción en la que incurren los dirigentes religiosos cuando hablan elogiosamente de los derechos humanos, pero, al mismo tiempo, no los aplican en sus normas y prácticas de gobierno religioso. Y hacen esto basándose en la teoría según la cual la verdad divina no es armonizable con los derechos humanos. En virtud de este argumento, sin ir más lejos, en la Iglesia, las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres. ¿Estamos seguros de que Dios quiere que eso sea así? No podemos estarlo. En cualquier caso, de lo que sí podemos estar seguros es que, si no queremos presentar a Dios como un esperpento, no podemos ir por la vida diciendo que Dios no quiere que se pongan en práctica los derechos humanos. Y, sin embargo, por más esperpéntico que resulte, esto es lo que la teología católica va diciendo por el mundo entero cuando se empeña en defender que hay colectivos enteros, como es el caso de las mujeres o el de las personas homosexuales que no tienen los mismos derechos que el resto de los mortales.

Y que nadie me venga enarbolando un crucifijo y recordando los textos de san Pablo en los que se habla de la muerte de Cristo como un “sacrificio expiatorio” por nuestros pecados (Rom 3, 25; 8, 3; Gal 3, 13; 2 Cor 5, 21….). Está bien demostrado que esos textos son inseparables de la idea de “resurrección”. Es decir, esos textos, por sí solos, pierden su verdadero sentido. San Pablo se vio en la terrible situación de tener que presentar el cristianismo como la religión que predicaba un “Dios Crucificado”, una idea tan espantosamente inaceptable para cualquier ciudadano del Imperio, que no tuvo más remedio que echar mano de la teología del “sacrificio” y de la “expiación” del Antiguo Testamento, para presentar una “interpretación” aceptable en su tiempo. Pero, sobre todo, lo decisivo en este asunto es saber que el Nuevo testamento modificó de raíz la idea y la experiencia del “sacrificio”. Tal como se nos dice al final de la carta a los Hebreos, la cosa está clara: “No os olvidéis de la solidaridad y de hacer el bien, que esos sacrificios son los que agradan a Dios” (Heb 13, 16). El sacrificio religioso, que hoy más le agrada a Dios, es que aliviemos penas y sufrimientos, que ayudemos a las familias que no tienen trabajo, a los que se ven desamparados y sin esperanza. No puedo creer en un cristianismo que no ve así las cosas.

 

Fuente: Blog de Jose María.

Cristianos no religiosos. Por Guillermo “Quito” Mariani

Un artículo de Osvaldo Bayer publicado recientemente por Página 12 construye respetuosamente una alternativa para una frase del conocido rabino Daniel Goldman, contrariando una afirmación del escritor israelí Yoram Kaniuk. Éste había escrito: Se puede ser demócrata o religioso. Goldman corrige: se puede ser demócrata y religioso. El escritor y periodista argentino, desde Bonn expresa su respeto por los razonamientos con que el rabino defiende su postura. Pero con un estilo que le es propio, estrenado en “La Patagonia rebelde”, el de los testimonios orales en paralelo con los documentos de la historia oficial, muestra las objeciones con que se enfrenta esa afirmación de que es posible ser demócrata y religioso, a la vez.

El caso de la bruja reina de Bruchhausen aparece  en estos días casualmente evocado y descrito por un diario de Bonn. El atrevimiento de aquella mujer noble, de casarse con un peón de campo, produjo su degradación por parte de Roma, el sometimiento a cruelísimas torturas y finalmente la condena a la hoguera, hace 370 años. Bayer lo utiliza como argumento síntesis y signo de un pasado difícilmente ocultable, que tiene hoy manifestaciones menos cruentas pero que traducen la misma tendencia.

Creo que resulta clave, para terciar en la discusión, una especificación de lo que se entiende por “religioso”. Habitualmente hablar de religión es referirse a una relación con Dios que, primero, afirma su existencia, y segundo, mantiene una comunicación con El que revela lo que es de su agrado. La absolutización de estas dos afirmaciones llevan a cada grupo”religioso” a considerar la pertenencia por la aceptación, como única opción, de lo que se propone como revelación de Dios y camino para estar “con” El. Así se convierte en grupo proselitista y, a la vez, excluyente. A la seguridad del grupo (nadie tiene contacto directo con Dios) contribuye el que sean muchos los que se adhieren, y los que no lo hacen, queden excluidos. Esta adhesión se gratifica con premios y la exclusión por castigos (de origen divino). Con procederes diversos, que usan el miedo a castigos temporales o eternos, o la exigencia de sumisión absoluta con la alternativa de expulsión o venganza, la historia ha sido y es testigo de tremendas violaciones de derechos humanos fundamentales y de situaciones de violencias y guerras entre “fanatismos” rivales. Por eso, cada una de las grandes religiones es, en  realidad una monarquía. Desde la absolutización del poder como venido de Dios (Vaticano) o la de los libros sagrados interpretados literalmente como Palabra de Dios (Biblia, Corán, Upanishads.).

Eso establece la distinción entre religioso y creyente. La actitud de este último admite racionalmente un principio originario y misteriosamente ordenador del cosmos que se expresa en la grandiosidad de una obra superadora de todo producto  humano y va descubriendo a través de éxitos o fracasos cuál es el camino mejor para el logro de la realización personal y comunitaria o social. El participar con todos de esta actitud de búsqueda, es fundamento de la democracia. Hay ciertamente otros conjuntos que absolutizan intereses materiales o posiciones ideológicas y se fanatizan hasta obstruir las democracias. Pero el “fanatismo” religioso es el más peligroso `porque es sagrado, intocable. Creo absolutamente necesario hacer notar que el cristianismo no es una religión (sí lo es el catolicismo) sino una cosmovisión desde y hacia la valoración del ser humano, por lo cual, si no se desfigura, es compatible con la democracia en sentido pleno. Una cosa es valorar la democracia, otra resistirla con todo, y otra aguantarla. Sólo es auténtica la primera postura pero la historia avala en las religiones sólo lo que impulsa a llegar hasta la última. Y el sólo aguante, no es democracia. 

El efecto matrioshka. Por Fernanda Sandez

Una muñeca que lleva en su interior a otra y ésta a otra, y otra más. 

Les dicen matrioshkas y el resultado puede ser encantador o pavoroso. La maternidad forzada opera igual; convierte a mujeres y niñas en juguetes huecos y hace de todas (sin importar su edad ni su deseo, ni nada que no sea su capacidad reproductora) matrioshkas de carne y hueso.

Uteros ambulantes, contenedores humanos recargables. Descartables, llegado el caso. ¿Que el efecto matrioshka afecta desigualmente a ricas y pobres? Sin dudas. “Las madres adolescentes se reclutan desproporcionadamente entre las más pobres y menos educadas”, se lee en La fecundidad adolescente en la Argentina al comienzo del siglo XXI , un trabajo de las sociólogas Alejandra Pantelides y Georgina Binstock que pone cifras al fenómeno. Anotan también las autoras que “una preocupación especial merecen las adolescentes que son madres antes de los 15 años, ya que existe mayor probabilidad de complicaciones físicas debido al tamaño pelviano y porque [?] es alta la posibilidad de que los embarazos provengan de relaciones sexuales no consentidas”. Así, año tras año, provincia a provincia, el efecto matrioshka reaparece. Y la trama y sus protagonistas, también: una nena, un abuso, un embarazo y un desesperante juego de El Gran Bonete para desconocer las excepciones que prevé el artículo 86 del Código Penal. Porque a los once años toda relación sexual es forzada. Pero, y más allá de eso, porque hay un cuerpo que falta. Un cuerpo ausente de sí mismo, un cuerpo niño. Sin curvas ni placer ni pelo ni la más mínima idea de lo que le sucede. Hay embarazo, sí, pero ¿quién se atrevería a hablar aquí de “madre” cuando hasta sus propios huesos dicen otra cosa? A la nena entrerriana por quien hoy todos se desvelan nadie la protegió. Nadie. Y si hoy estamos hablando de ella no es exactamente por lo que le pasó sino porque su familia se vio obligada a recurrir a un hospital público. Desde entonces, arden las voces en torno de la Niña Utero y se oyen cantos a la biología como destino.”La naturaleza es sabia”, sentenció el cirujano Hugo Cettour, ministro de Salud de Entre Ríos. “Una vez que tuvo su primera menstruación, su cuerpo está preparado. Quizá habrá que tener cuidado al momento del parto”, agregó. Pero un cuerpo “preparado” para llevar otro dentro habla de una matrioshka, no de otra cosa. Y nada dice de una mente preparada (o no) para el prodigioso esfuerzo que implica la maternidad. Especialmente, cuando la protagonista (cuerpo de nena, sueños de nena, miedos de nena) sólo dice que quiere “volver a ser como antes”. No muy atrás, no; apenas a cuando todavía no era un envase sino algo más. Una niña. Obviamente, nada podrá librarla de lo que ya sufrió por el triple crimen de ser mujer, ser menor y ser pobre. Pero tal vez sea ésta la hora de decirle que lo que rodea a su matriz también cuenta. Que ella es (además de naturaleza y ovarios), cultura, derechos y futuro. Que hay una ley. Que puede seguir jugando, como antes. Que nos perdone a todos.

 

Fuente: SerMujerHoy.com

Desprolijos, pero no vencidos. Por Nicolas Alessio

 “Huesos secos, escuchen las palabras de Yahvé, entrara mi espíritu en ustedes y vivirán” Ezequiel

 

Y entro el espíritu en nuestros huesos secos. Y nos llenamos de nervios y carne. Y desde los cuatro vientos surgimos. Y nos pusimos de pie. Y estallo la pasión por vivir. Y como todo lo que estalla no es prolijo. No puede serlo. Es pasional, alocado, intuitivo. Prolijo fue el saqueo de los que gobiernan. Los que gobiernan con decretos y leyes de ajuste, canje y bancarizaciones forzadas. Ellos saquean prolijos. El pueblo saquea como puede. Y es cierto que hubo desbordes. Pero ¿puede ser de otra manera? Cuando te ahoga el dolor de la vísceras, cuando te aprietan la garganta, cuando te desangran esperanzas, cuando se ríen de tus lagrimas, cuando te torturan despacito…¿como no desbordarse? Ya estábamos desbordados de impotencia y angustia. Pero claro, hay diferencias, el saqueo popular debe ser reprimido. El saqueo prolijo no tiene castigos, al menos por ahora. Así, no obstante las “vallas de contención social” que tanto predican organismos “humanitarios” cómplices de políticas de saqueo, las plazas estallaron. Con pocas armas. Cuerpos sudados, gritos y cacerolas. Una autentica revolución en paz. Y los nuevos pobres se sumaron a los pobres de siempre. Una autentica alianza de sectores populares que dijeron al unísono “basta”. Y los pueblos se mueven. Según sus propia musica. Y son los frutos de muchos años de siembra en la conciencia y el corazón de los pobres, los de antes y los nuevos. Y los pueblos aguantan, pero tienen un limite. No se puede tensar tanto la cuerda y pretender que no se rompa. Solo los soberbios y los necios se animan a tanto desatino. Desatinos prolongados y hondos. Una pregunta empezó a correr en el inconsciente y el consciente popular: “¿hasta cuando vamos a aguantar?”. Y se aguanto hasta el miércoles 19 de Diciembre. O antes, o un poco despues. A días de la natividad. Como para que no terminaran de quebrarnos en navidad. Como para que no terminaran de bancarizar la navidad. Como para que no terminaran de profanar la navidad, saqueando afectos, abrazos y gozos. Y algunos politiqueros y comunicadores sociales volvieron al disfraz del lenguaje, y hablaron de “los gestos violentos”, de hechos “vandálicos”. ¿Y la violación-violencia constante, honda, tozuda, cínica, burlona, pertinaz, impune, sádica que venimos padeciendo nosotros? ¿Y las “bandas” financieras que saquean la sangre de nuestros trabajadores? Claro, de “esa” violencia no se habla. Son “operaciones financieras”. ¿Y la agresión-represión de las “fuerzas del orden”? ¿Cuantas muertes lleva en su haber este sistema? Y en las plazas dijimos “basta”. Ahora tenemos que decir “nunca mas”. Grave advertencia para ciertas hienas risueñas que ya conocemos y ahora ocupan lugares de poder. Artífices y también responsables ineludibles de tanta tragedia. Que se cuiden, ese “aliento” que vivifica huesos secos no deja de rondar nuestras plazas.

 

Pbro. Nicolas Alessio