Reflexiones de camino al Pesebre. Por Rafael Velasco

Jesús nace inmigrante…

Los textos del Nacimiento que se leen en la semana de Navidad muestran una primera sorpresa: la Sagrada Familia aparece en el Nacimiento como una familia de inmigrantes. Inmigrantes dentro del mismo país (Jesús nace en Belén, tierra de Judá porque sus padres debieron trasladarse allí –desde el Norte del país- por el censo). Jesús nace sin tener vivienda propia, en un establo.

Además a los pocos días, según el Evangelio de San Mateo, deben emigrar hacia Egipto; donde viven como inmigrantes durante cuatro años, para después volver a Nazareth. Deben emigrar por que la violencia -que viene de arriba- los obliga. El rey Herodes manda a matar a los niños nacidos en Belén. Eso obliga a José y María a emigrar a Egipto. Con lo que a los pocos días, vemos al Niño Dios como migrante en un país vecino, sin casa y sin trabajo su familia.

Estas consideraciones bíblicas hoy –creo- iluminan de una forma particular esta fiesta y la propia realidad, en un momento en el que la violencia social es preocupante: ocupaciones de terrenos por gente desesperada, sin vivienda, muchos de ellos inmigrantes que han venido escapando de la pobreza de sus lugares de orígenes; represión, muertes, manifestaciones de marcado carácter xenófobo; organizaciones que lucran con la violencia y la ilegalidad; el estado ausente y permisivo; las políticas públicas vacías y los discursos excluyentes. Todo eso es parte del contexto en el que se aproxima esta Navidad.

Herodes entre nosotros

Comprobamos que también hoy proliferan los Herodes que sin compasión destierran, matan o mandan a matar, por conveniencias políticas, sin importarle los problemas reales de los más pobres. Herodes que manipulan a los pobres y los usan de carne de cañón. Herodes que siembran la violencia discursiva, que encienden la llama del rencor de unos contra otros. Y Jesús sigue sin hogar. Trajinando para encontrar un techo en el que poder vivir sin sobresaltos.

Hoy también vemos que se cierran puertas en la cara a los inmigrantes, más aún, se los agrede y descalifica con unas manifestaciones de rabia que han venido incubándose desde hace tiempo.

Miles de familias sobreviven sin poder acceder a una vivienda digna. Miles de familias que –como la de Nazareth- golpean las puertas de las reparticiones públicas, de quienes deben proveer soluciones, y las encuentran cerradas.

Como cristianos, seguidores de Jesús Inmigrante, ¿qué nos dice esta realidad a las puertas de la Navidad?

Como cristianos debemos preguntarnos, también nosotros, ¿qué tenemos que ver en todo esto? ¿Cómo podemos ayudar a abrir puertas, a tender puentes, a controlar a los Herodes?

(…) Como cristianos, en la cercanía de la Navidad, y ante la proximidad de esta realidad social tan seria, debemos seguir preguntándonos y ensayando respuestas que puedan ser útiles para ayudar a construir opciones de vida mejor para los más desfavorecidos.

Como seres humanos, ciudadanos, no podemos mirar para otro lado. Cada uno desde su lugar podrá preguntarse, en esta Navidad: ¿qué espacio le podemos hacer a Jesús que viene en el pobre, en el inmigrante, en el excluido?

Que al brindar esta Nochebuena, pidamos por los deseos y esperanzas de nuestras familias y agreguemos también los deseos, angustias y necesidades de aquellos que están sin techo. Que el corazón de nuestras familias se amplíe en deseos para todos, para una Argentina más justa y solidaria.

Que Dios los bendiga con una muy feliz Navidad y un buen comienzo de año.

Afectuosamente.

P. Lic. Rafael Velasco, sj  -Rector UCC

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