“Para el poder, el secreto no pertenece al orden del abuso; es indispensable para su funcionamiento”
Michel Foucault, Historia de la Sexualidad, 1. La Voluntad del Saber, ed. Siglo veintiuno editores, 2005
El pronunciamiento del Grupo Angelelli a favor del Matrimonio Igualitario, entendiendo que la homosexualidad no es ni enfermedad, ni delito, ni pecado, quitó el velo al pretendido “pensamiento único” del magisterio vaticano en general y del episcopado argentino en particular.
Quitar este velo, haciendo pública nuestra posición, fue considerado un delito, por eso la “pena” aplicada se justifica afirmando: “Ha divulgado por escrito y de palabra por los medios de comunicación en contra del magisterio eclesiástico” (Proceso Penal Ordinario Prot. 22/2010).
Desnudar ante la opinión pública, que en el mundo católico existen diversas, plurales y a veces contrapuestas opiniones, reflexiones y sentires merece el juicio y la sanción. Los obispos argentinos saben absolutamente que existen estas posiciones disímiles en el seno del pensamiento cristiano y católico. Lo que desato el “proceso penal” es que estas posiciones fueran “divulgadas”. Si se mantenían ocultas, subterráneas, silenciadas, no se hubiera iniciado el juicio canónico. Para esta jerarquía eclesial, mantener en “secreto” estas voces distintas, “es indispensable para su funcionamiento” .
Es cierto, en la medida que quieren seguir siendo poder en el peor de los sentidos del término poder. Algo similar en aquella escena del domingo de ramos, cuando los jerarcas judíos le pidieron a Jesús que hiciera callar a sus seguidores, la respuesta fue contundente: “…si estos callan, gritaran las piedras”. Las piedras están gritando y no dejarán de hacerlo.