Tema (Mt.18,15-20)
Si tu hermano peca corrígelo en privado. Si no te escucha busca a una y dos personas más como testigos. Si rehúsa hacerlo dilo a la comunidad. Y si no escucha ya puedes considerarlo como pagano y publicano
Les digo que lo que ustedes aten quedará atado definitivamente y así también lo que desaten. Si dos de uds. se unen en la tierra para pedir algo mi Padre del cielo lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy en el medio.
Síntesis de la homilía
El pasaje completo con la alusión a la oveja perdida, tiene como objetivo la construcción de una comunidad igualitaria. Por eso la preocupación por buscar a la que se fue, es fundamentalmente un cuestionamiento a la comunidad que puede por infinidad de motivos resultar excluyente. En el pasaje que nos ocupa, Mateo mira hacia el comienzo de este ideal: la conciliación entre las personas, la valoración de todos y cada uno (dos o más), el cultivo de la unión en las diferencias para que se pueda afirmar que están impulsados por el espíritu de Jesús. No hay una gradación judicial de los intentos de acabar con la transgresión de un hermano para terminar excluyéndolo. Es simplemente la constatación de que no se rige por el espíritu de Jesús, como indiferente o como traidor (publicano) a los principios del reino.
Reflexión
Es muy fácil considerar a quien piensa diferente, como adversario o enemigo. No se puede por otra parte negar que, cuando en las diferencias intervienen intereses particulares de origen terrenal, se producen enfrentamientos. El primer paso para evitarlos ya que siempre son semillas de distintos niveles de violencia, es tratar de penetrar en el valor individual de cada uno. Entonces, con la diligencia investigadora y comprensiva se puede salvar la relación normal y hasta amistosa, conservando las diferencias. Hay oportunidades en que se hace necesario recurrir al juicio de los amigos de la persona en cuestión, para hacer posible el acceso a ese descubrimiento de sus valores. Pero la instancia definitiva que excluye la venganza pero justifica una distanciamiento respetuoso, es la comunidad. El juicio de la comunidad, que no necesita de una Asamblea `para alzar la mano a favor o en contra, sino, en el caso de las comunidades seguidoras de de Jesús de Nazaret, ya dispone de los criterios del reino mantenidos por el mensaje evangélico y el testimonio de la vida y acción de Jesús y, en la Iglesia por las reuniones multitudinarias y representativas que han sido los Concilios ecuménicos a cuya práctica recurrió también la Iglesia primitiva para solucionar las diferencias fundamentales de criterios entre Pedro y Pablo. Así la más estricta aunque muchas veces defectuosa conducta de la Iglesia, ha recurrido de los Concilios para determinar quienes continuaban o quedaban excluidos del espíritu del reino predicado por Jesús. El recurso a la Comunidad sostenedora de los valores del reino en el mundo actual consiste, en conreto, para nosotros en el recurso al concilio ecuménico Vaticano II, que no fue simplemente la reflexión de un grupo, de un sector, de una tendencia, sino la comunidad eclesial en el más profundo sentido de la palabra.
Para no sacarla de contexto, la sentencia de Jesús acerca del atar y desatar, es una advertencia para quienes no dan importancia a la vinculación efectiva y afectiva en el seno de la comunidad del reino. Todo lo cual excluye el poder absoluto de las jerarquías justificadas evangélicamente por el servicio y no por el poder.