Reflexión – Domingo 25 de setiembre de 2011 – 26 durante el año litúrgico (ciclo”A”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Mt.21,28-32) 

Pregunta Jesús a los sumos sacerdotes y ancianos qué les parece “Un hombre tenía dos hijos. Le dijo al primero “quiero que vayas a trabajar en mi viña” El dijo No! Pero después se arrepintió y fue. Se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Éste respondió “Voy señor”, pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad del padre? El primero le contestaron: Jesús les dijo: Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegarán antes que ustedes al reino de los cielos. En efecto, vino Juan por el camino de la justicia y ustedes no le creyeron. En cambio sí lo hicieron los publicanos y prostitutas. Pero ustedes ni siquiera se han arrepentido para cambiar- 

Síntesis de la homilía

“Por la boca muere el pez”. Jesús usa esta táctica para convencer a los  “manda más” del pueblo judío, sacerdotes y ancianos. Es la mejor táctica de refutación de objeciones, lograr que los mismos objetantes impensadamente reconozcan su error.

Una vez más se denuncia la hipocresía eso que tantas veces encontramos a  nuestro alrededor y en lo que también a veces, nos refugiamos. Porque el sí del hijo que no va a realizar el trabajo, es un modo hipócrita  de excusarse a sí mismo y delante de su padre, con la tranquilidad de sostener con una mentira esa excusa.

Pero más impactante todavía lo que Jesús añade refiriéndose a quiénes son los representados por el hijo que dice No! pero va a trabajar. Publicanos y prostitutas, los que hacen negocio con su cuerpo y con el dinero imperial entran más fácilmente en el reino, que los que hacen negocio y poder desde lo religioso.

Tengamos siempre presente que cuando Jesús habla del reino de los cielos como dice Mateo o del reino de Dios como los otros evangelistas, no se refiere al más allá, sino a este reinado que Dios quiere establecer entre los hombres y comienza a ser realidad en ese hijo suyo que cumpliendo con su voluntad, adivinando lo que El quiere, llega a defender la fraternidad hasta hacerse intolerable para los poderosos que determinan y producen su muerte.

Nosotros tenemos calificados los pecados en un orden  distinto. Lo peor el sexo, lo segundo la corrupción económica  y lo tercero, es decir lo último y más excusable, la presión de la iglesia apoyando a los poderosos que muestran coincidencias con sus postulados rigoristas en la verdad y en la moral.

La calificación de gravedad por parte de Jesús, no es solamente significativa de la preferencia de jesús por los despreciados oficialmente, sino porque la hipocresía es el menos remediable de los pecados y la sacralización del poder que tantas veces ha contado a lo religioso como su cómplice conduce a vivir en el engaño a mucha gente en nuestra sociedad.

En lo personal es bueno que nos revisemos no sólo en nuestra actitud de nuestra fidelidad real y no aparente al querer del Padre, sino también en no fomentar discriminaciones excluyentes de todo derecho basándonos en nuestras propias reglas que a veces observamos porque no nos queda otro remedio.

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