Ya está definido el panorama. La situación de los medios, especialmente televisivos, sobrecargados de repeticiones de slogans políticos, todos con seguridades de triunfo o de lograr papel muy importante en el gobierno elegido por las urnas del 23, nos trae a todos un suspiro de alivio. La disposición legal que obliga a ceder espacios a todos los partidos políticos se vuelve psicológicamente hartante cuando pasas de un canal a otro y es imposible liberarte del discurso que ya escuchaste diez veces y repite las mismas cosas que, a fuerza de reiterar sin límites ni variantes, se espera que penetren en la inteligencia y la decisión de todos, como si se tratara de verdades.
El silencio relativo de la “veda” fue ya un alivio. Pero la veda debería abarcar toda una semana al menos, para otorgar serenidad de pensamiento personal o grupal en orden a definir el voto responsable sin ser agredido por mensajes de lo más desabridos. Hay que notar que en varios países eso que nosotros llamamos campaña electoral no puede durar más de dos o tres meses y algunos sólo 15 días. En algunos lugares en lugar de veda electoral, se habla de “jornada de reflexión”.
Así se evita este verdadero atosigamiento que causa esa publicidad que acaba por ser manejada sin ninguna creatividad, de modo que, como toda repetición monocorde, aburre en lugar de divertir y desinforma en lugar de informar.
Ahora ya está definido el panorama. Corresponde a cada uno ubicarse en el lugar que asignado, para cumplir con el mandato de la mayoría que se ha pronunciado claramente. Eso demanda tiempo. Tiempo para curar heridas, para reconocer errores, para elaborar un oposición racional y honesta, para curar ambiciones personales, para tomar en serio, en una palabra, la responsabilidad social que las urnas han señalado a cada uno.
Pero ya ha comenzado la campaña hecha de seguridades de futuros triunfos, advertencia de peligros para la democracia, promesas renovadoras y de honestidad absoluta, para el 2015.
Lo racional, una vez cumplido el acto central de la democracia representativa, sería recuperar la tranquilidad. Mostrar que en consonancia o en disonancia con los elegidos cada uno y cada sector está dispuesto a trabajar por el bien común.
Convencerse de que el modo legítimo y democrático de reunir votos es el trabajo que cada partido hace en bien de la comunidad en todo el plazo mediante entre una y otra elección. Cuatro años son mucho tiempo y hay mucho para planear, además de corregir, criticar negativamente o mejorar las realizaciones y proyectos del gobierno, tanto en los ámbitos provinciales como en el nacional.
El gobierno nacional no reconoce haber propuesto de ninguna manera una reforma constitucional tendiente a posibilitar una rerelección de Cristina. Y sin embargo una de las críticas más mordaces de algunos opositores se basa en esa afirmación inventada para rechazarla. Lo que sí constituye una responsabilidad del kirchnerismo en general, es la visualización de personas con las cualidades y la claridad del proyecto oficial para reemplazar al actual equipo en el 2015.
Lo demás, si se continúa el estilo que caracterizó las actuales campañas, deberá reducirse a juntar mucho dinero para volcarlo en la publicidad abundante y conflictiva, que, indudablemente, recoge algunos frutos. Pero eso no es democracia.