No sólo al nacer y al morir. Por M. Mesa

El Credo cristiano tiene una enorme carencia. Eso, al menos, dicen los estudiosos. Hablando de Jesús, dice que nació de Santa María Virgen. Y no se dice nada más de él, hasta su pasión y muerte bajo el poder de Poncio Pilato.
Cualquier cristiano se preguntará qué ha sido de la existencia de Jesús, de sus grandes “pasiones”: el Reinado de Dios, los empobrecidos y marginados, sus amigos y amigas, su forma de entender la vida: sus bienaventuranzas…
 
Porque Jesús pretendía dar vida a los demás. De ahí sus curaciones físicas, sus sanaciones psicológicas, la liberación de las esclavitudes personales y sociales, porque su buen Padre y Madre es un Dios de vivos no de muertos.
Esperemos que algún día podamos actualizar el Credo a nuestro lenguaje, a nuestra realidad, a los nuevos descubrimientos de las ciencias en todos los órdenes, a nuestras creencias actuales, a los nuevos tiempos que corren… a la vida, que nos envuelve con nuevos retos y a la que no podemos dejar de lado por más tiempo.
Quizás esta carencia del Credo haya condicionado a ciertos grupos y a buena parte de la jerarquía eclesial, cuando hablan de la vida. Porque dicen que defienden la vida desde su concepción hasta su término, pero en la práctica solo hablan y defienden la vida “en” su concepción y “en” su finalización.
Y yo creo que hay que ayudar a la madre que ha concebido, y a los ancianos en los últimos momentos de su vida. Pero, sobre todo, debemos cuidar de los niños y las niñas, para que tengan una familia en la que crezcan felices, sanos, que adquieran una buena educación. Que los jóvenes reciban una enseñanza integral, que se les inviten a experimentar los valores que les harán más dichosos en la vida, que se les abran puertas para que desarrollen todas sus potencialidades humanas. A las personas adultas hay que favorecerles el que dispongan de una buena sanidad, un trabajo digno, una vivienda confortable. A los ancianos, que reciban cariño, atención, compañía, buen humor, para que sus últimos años sean felices.
Toda la vida transcurre y se desarrolla entre esos dos momentos: el nacimiento y la muerte. Como todos los seres vivos en este bello planeta azul. Y en ese lapso de tiempo es cuando las personas requieren nuestra atención y cuidados principales, porque surgen y sufren enfermedades, desgracias personales, sufrimientos, guerras, hambre, pobreza, injusticias, recortes inhumanos en sus derechos, como los que estamos sufriendo en nuestros días…
Los Evangelios no nos hablan de lo que Jesús pensaba sobre el momento de la concepción, ni del momento final. Pero sí se preocupó de que los niños y las niñas fueran aceptados, abrazados, queridos, que los ciegos recobraran la vista del cuerpo y el espíritu, que los cojos pudieran recorrer nuevos caminos, que los infectados por la lepra de la marginación fueran reintegrados a la sociedad, que la mujer no sufriera ningún tipo de discriminación por su sexo, que los empobrecidos por la injusticia y la opresión dejaran de serlo por la solidaridad, la justicia, ese otro mundo posible, el Reinado de Dios, que él anunciaba con sus propias acciones. Que conducían a la vida, a más vida, a una vida más humana, más digna.

Los “rolezinhos” nos acusan: somos una sociedad injusta y segregacionista. Por Leonardo Boff

El fenómeno de centenares de jóvenes que van juntos a dar una vuelta por los shoppings centers de Río y São Paulo ha suscitado las más disparatadas interpretaciones. Algunas, de los acólitos de la sociedad neoliberal de consumo, que identifican ciudadanía con capacidad de consumir, generalmente en los grandes periódicos de los medios comerciales, no merecen consideración. Son de una indigencia analítica que da vergüenza.

Pero hay otros análisis que han ido al centro de la cuestión, como el del periodista Mauro Santayana del JB on-line y los de tres especialistas, que han evaluado la irrupción de estos jóvenes en la visibilidad pública y el elemento explosivo que contienen. Me refiero a Valquíria Padilha, profesora de sociología en la USP de Ribeirão Preto: “Shopping Center: la catedral de las mercancías” (Boitempo 2006), al sociólogo de la Universidad Federal de Juiz de Fora, Jessé Souza, “Ralea brasilera: quién es y cómo vive” (UFMG 2009), y a Rosa Pinheiro Machado, científica social con un artículo “Etnografía del rolezinho” en Zero Hora de 18/1/2014. Los tres dieron entrevistas esclarecedoras.

Por mi parte interpreto de la siguiente forma tal irrupción:

En primer lugar, son jóvenes pobres, de las grandes periferias, sin espacios de ocio y de cultura, penalizados por servicios públicos ausentes o muy malos, como salud, educación, infraestructura sanitaria, transporte, ocio y seguridad. Ven televisión cuyas propagandas los seducen para un consumo que nunca van poder realizar. Saben manejar computadores y entrar en las redes sociales para articular encuentros. Sería ridículo pedirles que analicen teóricamente su insatisfacción. Pero sienten en la piel cuan malvada es nuestra sociedad porque excluye, desprecia y mantiene a los hijos e hijas de la pobreza en una invisibilidad forzada.

¿Qué se esconde detrás de su irrupción? El hecho de no ser incluidos en el contrato social. De poco vale que tengamos una constitución ciudadana, que en este aspecto es solamente retórica, pues ha implementado muy poco de lo que prometió con vistas a la inclusión social. Ellos están fuera, no cuentan, ni siquiera sirven de carbón para el consumo de nuestra fábrica social (Darcy Ribeiro). Estar incluido en el contrato social significa tener garantizados los servicios básicos: salud, educación, vivienda, transporte, cultura, ocio y seguridad. Casi nada de esto funciona en las periferias. Lo que están diciendo con su penetración en los bunkers del consumo es: “míranos de cerca”, “no estamos parados” “estamos aquí para incomodar”. Con su comportamiento están rompiendo las barreras del apartheid social. Es una denuncia de un país altamente injusto (éticamente), de los más desiguales del mundo (socialmente), organizado sobre un grave pecado social pues contradice el proyecto de Dios (teológicamente). Nuestra sociedad es conservadora y nuestras élites extremadamente insensibles a la pasión de sus semejantes y por eso cínicas. Continuamos siendo Brasilindia: una Bélgica rica dentro de una India pobre. Todo eso denuncian los rolezinhos, más con actos que con palabras.

En segundo lugar, ellos denuncian nuestra mayor llaga: la desigualdad social cuyo verdadero nombre es injusticia histórica y social. Es relevante constatar que con las políticas sociales del gobierno del PT la desigualdad disminuyó, pues según el IPEA el 10% más pobre tuvo entre 2001-2011 un crecimiento de renta acumulado de 91,2% mientras que la parte más rica creció un 16,6%. Pero esta diferencia no atacó la raíz del problema, pues lo que supera la desigualdad es una infraestructura social de salud, escuela, transporte, cultura y ocio que funcione accesible a todos. No es suficiente transferir renta; hay que crear oportunidades y ofrecer servicios, cosa que no ha sido el objetivo principal del Ministerio de Desarrollo Social. El “Atlas de la Exclusión Social” de Márcio Poschmann (Cortez 2004) nos muestra que hay cerca de 60 millones de familias, de las cuales cinco mil familias extensas detentan el 45% de la riqueza nacional. Democracia sin igualdad, que es su presupuesto, es farsa y retórica. Los rolezinhos denuncian esa contradicción. Ellos entran en el “paraíso de las mercancías” vistas virtualmente en la TV para verlas realmente y sentirlas en las manos. Este es el sacrilegio insoportable para los dueños de los shoppings. Estos no saben dialogar, llaman a la policía para que los reprima y cierran las puertas a esos bárbaros. Sí, bien lo vio T. Todorov en su libro “Los nuevos bárbaros”: los marginalizados del mundo entero están saliendo del margen y yendo hacia el centro para suscitar la mala conciencia de los “consumidores felices” y decirles: este orden es orden en el desorden. Los hace frustrados e infelices, llenos de miedo, miedo de sus semejantes que somos nosotros.

Fuente: Leonardo Boff Blog

Cristianismo. Lo mínimo de lo mínimo. Por Leonardo Boff

No son pocos, cristianos o no, los que se preguntan: ¿qué quiere en definitiva el cristianismo? Cristo, de donde viene «cristianismo», ¿qué pretendió cuando pasó entre nosotros, hace ya más de dos mil años?

La respuesta debe, por un momento, olvidar todo el aparato doctrinario creado a lo largo de la historia e ir directamente a lo esencial. Y esto esencial debe poder expresarse de forma que el hombre de la calle pueda entenderlo.

Jesús no comenzó anunciándose a sí mismo o a la Iglesia. Anunció el Reino de Dios, que significa el sueño de una revolución absoluta que se propone transformar todas las relaciones que se encuentran deturpadas, en lo personal, en lo social, en lo cósmico y especialmente con referencia a Dios. Este Reino empieza cuando las personas se adhieren a este anuncio esperanzador y asumen la ética del Reino: el amor incondicional, la misericordia, la fraternidad sin fronteras, la aceptación humilde de Dios vivido como Padre de infinita bondad.

Además de proclamar el Reino de Dios, ¿cuál es la intención original de Jesús? Los apóstoles hicieron esta pregunta directamente a Jesús usando un rodeo lingüístico típico de aquel tiempo: «Señor, enséñanos a orar» (Lucas 11,1). Esto es lo mismo que pedir: «Danos un resumen de tu mensaje, ¿cuál es tu propuesta?». Jesús contesta con el Padrenuestro. Es la ipsissima vox Jesu: la palabra que salió indudablemente de la boca del Jesús histórico.

En esta oración está lo mínimo de lo mínimo del mensaje de Jesús: Dios-Abba y su Reino, el ser humano y sus necesidades. Más resumidamente: se trata del Padre nuestro y del pan nuestro en el arco del sueño del Reino de Dios. Aquí se encuentran los dos movimientos: uno hacia al cielo, y ahí encuentra a Dios comoAbba, Padre nuestro querido y su proyecto de rescate de toda la creación (el Reino); otro hacia la tierra, y ahí encuentra el pan nuestro sin el cual no podemos vivir. Obsérvese que no se dice «mi Padre» sino «Padre nuestro»; ni «mi pan» sino «nuestro pan de cada día».

Solamente podemos decir amén si unimos los dos polos: el Padre con el pan. El cristianismo se realiza en esta dialéctica: anunciar a un Dios bueno porque es Padre querido que tiene un proyecto de total liberación y, al mismo tiempo, y a la luz de esta experiencia, construir colectivamente el pan como medio de vida para todos.

Sabemos de la tragedia ocurrida con Jesús. El Reino fue rechazado y su anunciador ejecutado en la cruz. Pero Dios tomó partido por Jesús: lo resucitó. La resurrección no es la reanimación de un cadáver sino la emergencia del «nuevo Adán» (l Corintios 15,45). La resurrección es la realización del sueño del Reino en la persona de Jesús como anticipación de lo que va a ocurrir con todos y con el universo entero.

La ejecución de Jesús y su resurrección abrieron un espacio para que surgiesen el movimiento de Jesús, las primeras comunidades a nivel familiar y local y, por fin, la Iglesia como comunidad de fieles y comunidad de comunidades.

Cristianismo. Lo mínimo de lo mínimo (nuevo libro de Leonardo Boff) hace un recorrido de lo que significó el cristianismo en la historia, en sus momentos de sombras y de luces, hasta llegar al día de hoy con el desafío de encontrar su lugar en el proceso de mundialización de la humanidad. Esta se descubre viviendo en una única Casa Común, el planeta Tierra, ahora gravemente amenazado por una crisis ecológica generalizada que puede poner en riesgo el futuro de nuestra civilización, hasta la supervivencia de la especie humana.

El cristianismo puede aportar elementos salvadores porque Dios, según las Escrituras judeocristianas, es «el soberano amante de la vida» (Sabiduría 11,24) y no va a permitir que la vida y el mundo, asumidos por el Verbo, desaparezcan de la historia.

 

Fuente: Leonardo Boff

El Papa Francisco y la teología de la mujer: algunas inquietudes. Por Ivone Gebara

Ante la aclamación general y evaluación positiva de la primera visita del Papa Francisco a Brasil en ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), cualquier ensayo crítico puede no ser bienvenido. Pero, después de tantos años de lucha “¡Ay de mí si callar!”. Por eso, van a continuación unas pocas líneas y breves reflexiones, para compartir algunas percepciones reflexiones desde el lugar de las mujeres.Ivone-Gebara

No quiero comentar los discursos del Papa Francisco y ni la alegría que muchos de nosotros/as tuvimos al sentir la simpatía, cariño y la proximidad de Francisco. No quiero hablar sobre algunas posiciones coherentes anunciadas en relación con las estructuras de la Curia Romana. Sólo quiero tejer dos breves observaciones. La primera es sobre la entrevista del Papa en el avión de regreso a Roma, cuando se le preguntó sobre la ordenación de mujeres y dijo que el tema estaba cerrado, o sea dijo NO. Y agregó que una “teología de la mujer” debía hacerse y que la Virgen María era superior a los Apóstoles, por tanto nada de anhelar un lugar diferente para las mujeres.

La segunda observación se refiere a la identificación del nuevo catolicismo juvenil con cierta tendencia carismática muy en boga en la iglesia católica hoy. Esto debería llevarnos a cuestiones muy serias, más allá de nuestra sed de tener líderes inspirados que hablen a nuestro corazón y que renuncien a los discursos teológicos racionalistas y dogmáticos del pasado.

¿Cómo puede el Papa Francisco simplemente ignorar la fuerza del movimiento feminista y su expresión en la teología católica feminista hace más de tres o cuatro décadas dependiendo de los lugares?

Me espantó también el hecho de que haya afirmado que podríamos tener más espacios en pastoral, cuando, en realidad, en todas las parroquias católicas, son las mujeres mayoritariamente quienes llevan adelante los muchos proyectos misioneros. Soy consciente de que estas palabras en relación a las mujeres, pocos palabras sin duda, se limitan a un viaje de vuelta a casa, por tanto, no pueden y no deben crear sombras a una visita tan exitosa. Sin embargo, son los tropiezos que tenemos, nuestros actos defectuosos los que revelan la cara oculta, el lado sombrío que hay también en nosotros. Son estos pequeños actos los que abren las puertas de la reflexión para tratar de ir un poco adelante en relación con las primeras impresiones.

La Teología feminista tiene una larga historia en muchos países del mundo y una larga y marginada historia en las instituciones católicas, especialmente en América Latina. Publicaciones en estudios bíblicos, Teología, Liturgia, Ética, Historia de la Iglesia, han poblado las bibliotecas de muchas escuelas de de Teología en diferentes países. También han circulado en muchos entornos laicos interesados por la novedad tan llena de nuevos sentidos. Y estos textos no son estudiados en las principales facultades de teología, sobre todo, por el futuro clero en formación y en los institutos de vida consagrada. La oficialidad de la iglesia no les da derecho de ciudadanía porque la producción intelectual de las mujeres todavía se considera inadecuada a la racionalidad teológica masculina. Y, además, constituye una amenaza para el poder masculino vigente en las iglesias. La mayoría no conoce lo que existe como publicaciones y como formación alternativa organizada, así también desconoce los nuevos paradigmas propuestos por estas teologías contextuales y plurales.

Desconoce su fuerza inclusiva y el llamado a la responsabilidad histórica de nuestros actos. La mayoría de los hombres de la iglesia y los fieles siguen viviendo como si la teología fuese una ciencia eterna basada en verdades eternas enseñada principalmente por hombres y, secundariamente, por las mujeres según la ciencia masculina establecida. Niegan la historicidad de los textos, la contextualidad de posiciones y razones. Desconocen las nuevas filosofías que informan el pensamiento teológico feminista, las hermenéuticas bíblicas y las nuevas aproximaciones éticas.

Papa Francisco, por favor, infórmese en Google sobre algunos aspectos de la teología feminista, al menos del mundo católico. ¡Tal vez su posible interés pueda abrir otros caminos para percibir el pluralismo del género en la producción teológica!

Al decir, tal vez en forma de consuelo, que la Virgen María es mayor que los apóstoles es, una vez más, una expresión de consuelo abstracto de la teología masculina. Se ama a la Virgen lejana y enfocada en la intimidad personal, pero no se escuchan los clamores de las mujeres de carne y hueso. Es más fácil hacer poemas a la Virgen y arrodillarse ante su imagen, que estar atentos a lo que está pasando con las mujeres en muchos rincones de nuestro mundo. Mientras tanto, si los hombres quieren afirmar la excelencia de la Virgen María tendrán que luchar para que los derechos de las mujeres sean respetados a través de la extirpación de las muchas formas de violencia contra ellas. Tendrán, inclusive, que estar atentos a las instituciones religiosas y a los contenidos teológicos y morales trasmitidos que pueden no sólo reforzar, sino generar otras formas de violencia contra las mujeres.

Me temo que muchos fieles y pastoralistas necesitados del papa bueno, el padre espiritual, del Papa que ama todos, se rindan ante simpática y amorosa figura de Francisco y fortalezcan un nuevo clericalismo masculino y una nueva forma de adulación del papado. El papa Ratzinger nos llevó a una crítica del clericalismo y de la institución del papado a través de sus posturas rígidas. Pero, ahora con Francisco, parece que regresan nuestros fantasmas del pasado, ahora endulzados con la simple y fuerte figura de un papa capaz de renunciar al lujo de los palacios y los privilegios de su condición. Un papa que parece introducir un nuevo rostro público a esta institución que hizo historia y no siempre una bella historia en el pasado. El momento exige prudencia y una crítica alerta, no para desautorizar al Papa, sino para ayudarle a ser más nosotros, Iglesia, una iglesia plural y respetuosa de sus muchos rostros.

Mi segundo breve comentario es en relación con la necesidad de identificar a la mayoría de los grupos de jóvenes presentes en la Jornada aclamando cálidamente al papa. ¿En qué Evangelio y en que teología están siendo formados? ¿De dónde vienen ellos? ¿Qué están buscando? No tengo respuestas claras. Sólo sospechas e intuiciones en relación con la presencia predominante de una tendencia más carismática conservadora y más celebrativa en la línea Góspel. Expresiones de pasión por el Papa, de repentino e intenso amor que lleva a las lágrimas, a tocarlo, a vivir los milagros repentinos, a bailar y agitar el cuerpo han sido comunes en movimientos neo-pentecostales en sus manifestaciones.

Sin querer hacer sociología de la religión, creo que sabemos que estos movimientos buscan estabilidad social, por encima de las transformaciones políticas que procuran el derecho y la justicia para todos los ciudadanos y ciudadanas. Creo que corresponden, sin duda, al momento que estamos viviendo y responden a algunas de las necesidades inmediatas del pueblo. Sin embargo, hay otra cara del cristianismo que no pudo manifestarse en la Jornada. El cristianismo que aún inspira a la lucha de los movimientos sociales por vivienda, tierra, derechos LGBT, los derechos de las mujeres, los niños, los ancianos, etc.. Cristianismo de las comunidades de base (CEBs), de las iniciativas inspiradas en la teología de la liberación y la teología feminista de la liberación. Estas expresiones, aunque presentes, fueron casi sofocadas por la fuerza de aquello que la prensa quería fortalecer y, por lo tanto, era de su interés. Todo esto nos invita a pensar.

No hace una semana que el papa viajó y ahora los periódicos y las cadenas de televisión poco se ocupan de él. ¿Y lo que sucede en las comunidades católicas después de esta apoteosis? ¿Cómo vamos a continuar nuestras jornadas cotidianas?

Además de la visita del Papa y una posible nueva forma del papado de Francisco, estamos siendo convidadas/os a pensar en la vida, a pensar los rumbos actuales de nuestra historia y a rescatar a lo más fuertes y preciosos que está presente en la tradición ética libertaria de los Evangelios. No basta decir que Jesús nos ama. Tenemos que descubrir cómo nos amamos y que estamos haciendo para crecer en la construcción de relaciones más justas y solidarias.

Agosto de 2013.

 

Fuente: Adital

Doctrina social de la Iglesia: una ideología. Por Carlos Lombardi

Karl Popper sostenía que “los que no están dispuestos a exponer sus ideas a la aventura de la refutación no toman parte en el juego de la ciencia” (1).

La posibilidad de considerar a la Doctrina Social de la Iglesia como una ideología no es nueva.

La cuestión fue abordada por teólogos de la talla de M. D. Chenu en su obra “La doctrine sociale de l’Église comme idéologie”. En ella criticaba no sólo el método deductivo que utiliza dicha Doctrina, para nosotros, principal causa de su fracaso e inaplicabilidad. Sostuvo que “a menudo sirvió, y sirve todavía, de respaldo ideológico a quienes, detentando el poder económico y político, procuran mantener el statu quo”.

Es lo que ocurrió recientemente en Honduras cuando tras el golpe de Estado perpetrado por la derecha política con el respaldo dela Conferencia Episcopalde ese país, el presidente Porfirio Lobo manifestó quela Doctrina Social Cristiana sería el “fundamento en la acción del gobierno” (2); mientras el cardenal golpista Rodríguez Madariaga prometía una “regeneración moral” en ese país conforme los postulados católicos (3).

El catolicismo está fragmentado, y esa división también se refleja en las opiniones relativas a la cuestión. Están aquellas que consideran que la DSI no es una ideología, como la de los obispos latinoamericanos en el Documento de Puebla, donde manifestaron: “Ni el Evangelio nila Doctrina o Enseñanza Social que de él proviene son ideologías. Por el contrario, representan para éstas una poderosa fuente de cuestionamientos de sus límites y ambigüedades. La originalidad siempre nueva del mensaje evangélico debe ser permanentemente clarificada y defendida frente a los intentos de ideologización” (Nº 540).

También los papas se expresaron en ese sentido: “La fe cristiana se sitúa por encima y a veces en oposición a las ideologías en la medida en que reconoce a Dios, trascendente y creador, que interpela a través de todos los niveles de lo creado el hombre como libertad responsable” (4). Juan Pablo II siguió el mismo criterio en la encíclica “Sollicitudo rei socialis” (Nº 41).

Aquellas posiciones contienen dos errores: 1) el evangelio (como lo presenta la iglesia católica), no viene en estado puro, aséptico, sino con un contenido político, social y cultural muy marcado ya que relata características de las sociedades antiguas: organización de los gobiernos, autoridad política, rol de la mujer, trabajo; 2) un intento autoritario y soberbio de situarse “por encima y a veces en oposición a las ideologías”, como advirtiendo que el pensamiento católico contiene elementos que lo harían “superior” a los demás.

Ahora bien, que papas y obispos afirmen quela DSI no es una ideología no significa garantía alguna de certeza.

Hay otras opiniones dentro del colectivo católico que sí consideran a la DSI como una ideología. Destacan el “sistema de ideas”: “Cuando se despoja al concepto de “ideología” de toda connotación peyorativa o ligada a intereses, el vocablo ideología toma el sentido de conjunto o sistema de ideas acerca de una o más cuestiones. Por ende, con esta acepción, no hay por qué negar que la Doctrina Social de la Iglesia contiene y expresa una ideología en lo que viene a ser la sumatoria de ideas en torno de principios y valores que se relacionan con las materias propuestas por el magisterio” (5).

En similar línea Mario P. Seijo. “Hay así una ideología liberal que explicita los principios y la doctrina liberal. Así como hay una ideología marxista que explicita los principios y la doctrina marxista. Como también hay, gracias a Dios, una ideología social cristiana que responde a los principios y a la Doctrina de la Iglesia” (6). Esta última definición distingue la Doctrina Social de la Iglesia de la Doctrina Social Cristiana.

Sin perjuicio de aquellas posiciones dicotómicas, paradójicamente fueron los propios obispos latinoamericanos quienes, con su definición de ideología plasmada en el mencionado Documento de Puebla, confirmaron el carácter ideológico dela DSI: “Llamamos aquí ideología a toda concepción que ofrezca una visión de los distintos aspectos de la vida, desde el ángulo de un grupo determinado de la sociedad” (Nº 535).

Conforme esa definición toda ideología contiene: a) una concepción, idea o pensamiento, b) una visión, perspectiva o punto de vista de los diversos aspectos de la vida de los hombres, c) la elaboración por un grupo determinado de la sociedad.

Y los tres aspectos pueden aplicarse ala DSI: a) un corpus doctrinal; b) un punto de vista de los diversos aspectos de la vida de los hombres (persona, matrimonio, familia, trabajo, economía, comunidad política, poder político, comunidad internacional); c) elaboración por un grupo determinado de la sociedad. En el caso que nos ocupa, la DSI es elaborada exclusivamente por los obispos católicos, no hay participación del laicado en su elaboración. Esos presupuestos pueden ser completados por otros que suministra la ciencia política, también presentes en la DSI, a saber: 1) una interpretación de la historia; 2) un sistema de expectativas o programa de realizaciones futuras, y 3) un método de acción.

Es decir, desde el pensamiento de los obispos y desde la ciencia política se establecen los presupuestos necesarios que permiten identificar a la DSI como una ideología más. Y hay otro factor que es fundamental: la sensibilidad a los cambios sociales.

Las ideologías se encuentran históricamente condicionadas por la estructura social y económica de las sociedades. De manera que cualquier cambio estructural, por minúsculo que sea, influye en la actualidad o vigencia de una posición ideológica, la convierte en actual o en inactual, hace de ella un instrumento reaccionario o revolucionario, la transforma en la imagen de un orden social deseable o aborrecido (Fayt). Eso es precisamente lo que ocurre con la visión que la DSI tiene, por ejemplo, de la familia, el matrimonio, el papel de la mujer en la sociedad. Es una visión inactual, reaccionaria, superada históricamente. Visión que vastos sectores del catolicismo tampoco aceptan.

Y si desde la perspectiva teórica la DSI es una ideología, la experiencia y práctica de los grupos religiosos no deja lugar a dudas. El integrismo (colectivo que gobierna actualmente la institución católica), ha instrumentalizadola DSI en cuestiones de naturaleza política, social y cultural. Se observó el año pasado cuando extremistas católicos se opusieron a una ley laica: la del matrimonio igualitario.

Pretenden imponer su visión a toda la sociedad, creyentes y no creyentes, católicos y no católicos. Es una visión totalitaria con pretensiones de convertir a la iglesia católica en una organización con poder de veto (una pequeña muestra fue el acto de censura de un cura en la localidad mendocina de Malargüe), y a los gobernantes y legisladores elegidos democráticamente en títeres de un monarca absoluto, el Papa, jefe de un Estado extranjero.

Los genes totalitarios y dominantes de la DSI, que el integrismo se encarga de resaltar sin ningún tipo de escrúpulos, fue advertido por el filósofo italiano Paolo Flores D’Arcais al abordar la posición ideológica de Juan Pablo II. También es sostenido por el progresismo católico que habla de la “teología de la dominación”, con pretensiones de imponer a las sociedades laicas y plurales un modelo de sociedad excluyente y teocrático. Pero este es un tema para otro artículo.

Resulta claro entonces que, desde la teoría como la experiencia y la praxis,la Doctrina Social de la Iglesia es una ideología más. La cuestión de la “trascendencia” no entra en el análisis por ser inverificable. Para Marcos Ghio las ideologías son en el fondo como las religiones aunque de carácter secular. Implican “una fe, que si bien carece de una aceptación de un Dios y de la trascendencia”, sin embargo mantienen “el fondo irracional y fanático” propio de todas las religiones. (7).

2. La “ideología democrática”

La otra cuestión abordada por el autor es lo que denomina “ideología democrática”. De ella destaca una serie de “graves problemas”, de los que sólo nos interesan los siguientes:

a) “2. Es formadora de una mentalidad relativista, escéptica, negadora del orden natural objetivo y trascendente y que entrega toda la regulación de la vida humana a la tiranía del número (aborto, eutanasia, homomonio, etc.)”.

Sin embargo, lo que el autor llama “mentalidad relativista” es nada más y nada menos que el pluralismo ético que debe existir en una sociedad laica, democrática y diversa donde la “verdad” (auténtica obsesión del integrismo católico), no es propiedad de nadie, sino una búsqueda y construcción de todos los ciudadanos. Lo contrario es caer en la tiranía de los ayatolás y papas que dicen poseer “verdades absolutas”. Es decir, es caer en un nuevo totalitarismo, en este caso, religioso.

El tan mentado “orden natural objetivo y trascendente” -mito de legitimación del discurso de las dictaduras militares de Argentina, Chile y Uruguay, según Miguel Rojas Mix-, es una elaboración teórica que sirve de instrumento de dominación y de anulación de la autonomía de mujeres y varones que deberían hacer la genuflexión a los “representantes” terrestres de aquel “orden natural”. Es uno de los fundamentos del totalitarismo católico.

Lo que el autor llama “tiranía del número”, no son otra cosa que los representantes que las mayorías eligen mediante métodos democráticos y que tienen la responsabilidad de gobernar para todos, creyentes y no creyentes, a fin de solucionar los problemas sociales no con el catecismo católico sino conla Constitución y políticas públicas laicas. Porque los problemas sociales (los ejemplos del autor fueron el aborto, la eutanasia, el “homomonio”), son problemas laicos que deben recibir una solución laica, coincidan o no con las religiones.

b) “3. Toda actividad intelectual es puesta al servicio de la producción de modelos propuestos por la imaginación a la voluntad de poder, que tratará de traducirlas en realidad”. Sin embargo, lo mismo pasa con la ideología católica cuyo modelo social – que pretende imponer a la sociedad laica, es calcado del actual modelo excluyente que impera en esa institución donde vastos sectores han sido expulsados o bien, libremente, se han retirado en un éxodo silencioso. Dicho modelo viola sistemáticamente derechos humanos elementales.

c) “5. La destrucción de los lazos que unen al hombre a lo real, a las entidades naturales, empezando por la familia, genera individuos desarraigados, en los que disminuye el sentido familiar, religioso, patriótico, que deben enseñar la familia -escuela de educación política- y las comunidades intermedias”.

La “ideología democrática” sería causa de la destrucción de los lazos familiares. Pero ¿A qué tipo de familia se habrá referido el autor? ¿Al modelo de familia acorde con la ideología católica, llamada “tradicional”? ¿O a los nuevos modelos de familia? Un nuevo ejemplo de la visión ideologizada de la DSI. El problema aquí es que son los propios bautizados los que no avalan ni viven conforme a ese modelo elaborado por los “expertos” en familia, es decir, a sujetos que renuncian a enamorarse y a tener hijos.

d) “6. El Estado termina siendo -en camino de destrucción o ya destruidos los cuerpos intermedios- policíaco, armado de un arsenal de leyes y reglamentos encargados de dar sentido a las conductas imprevisibles y aberrantes de los ciudadanos”.

Sin embargo, ¿No hace lo mismo la DSI y la oligarquía vaticana violando las conciencias de los católicos practicantes y de quienes no lo son? ¿No cumple la función de “policía” de las conciencias, cuando nadie le ha pedido su intervención? ¿Qué significó el ilegal acto de censura de un cura católico en el sur de Mendoza sino un acto “policíaco” de las conciencias y las libertades laicas?

Como sostiene Fernando Savater, “las autoridades religiosas no son autoridades morales ni legales: pueden establecer lo que es pecado para sus feligreses, no lo que ha de ser delito para todos los ciudadanos ni indecente para el común del público” (8).

e) “8. El poder económico –”la fortuna anónima y vagabunda”– dirige tras las tablas los hilos de los gobiernos considerados democráticos”.

Sin embargo, es el mismo poder económico anónimo lo que permite al catolicismo integrista existir. Es el poder económico de grupos como la secta franquista Opus Dei (con fuertes notas del nacional-catolicismo español), o el colectivo fundado por el pedófilo Marcial Maciel llamado “Legionarios de Cristo” (eufemísticamente “Millonarios de Cristo”), quienes entre otros mantienen las estructuras y organización de la última monarquía absoluta del planeta, digitando también el nombramiento de sus papas y obispos.

La interpretación de la historia que conlleva la Doctrina Socialdela Iglesia como ideología tiene un denominador común: los presagios de tiempos apocalípticos en tanto y en cuanto las sociedades y los Estados, las mujeres y los varones no se sometan con obediencia de cadáver a los dictámenes de las oligarquías teocráticas, depositarias de “verdades absolutas”.

El problema para ciertos sectores del catolicismo (que incluye los dos estamentos medievales, clérigos y laicos), es que no demuestran vivir ni creer en el “ethos” del laico y judío Jesucristo, conforme lo sostenido por el teólogo católico José María Castillo. Están aferrados a la religión (convertida en ideología); no a la fe de Cristo como opción de vida. Nada cristiano tienen para decirle a la sociedad.

Es por eso que un sacerdote católico (perseguido por la inquisición vaticana), dijo: “El que piensa como marxista, no piensa; el que piensa como budista, no piensa; el que piensa como musulmán, no piensa… y el que piensa como católico, tampoco piensa. Ellos son pensados por su ideología. Tú eres un esclavo en tanto y en cuanto no puedes pensar por encima de tu ideología. Vives dormido y pensado por una idea” (9).

NOTAS

(1) Citado por Agustín Gordillo, Introducción al Derecho, Fundación de Derecho Administrativo, Buenos Aires, 2000, p. II-2).

(2) www.religionenlibertad.com/index.asp?fecha=30/01/2010 –

(3) www.zenit.org/date2010-02-08?l=spanish –

(4) Papa Pablo VI, Carta Apostólica Octogesima Adveniens, Nº 27.

(5) BIDART CAMPOS, Germán. J., Doctrina Social de la Iglesia y Derecho Constitucional, 1ª ed., Buenos Aires, Ediar, 2003, p. 10.

(6) Doctrina Social de la Iglesia y Doctrina Social Cristiana, Buenos Aires, Ed. Ciencia Razón y Fe y Ed. Club de lectores, 1995, p. 17.

(7) Pinkler Leandro (compilador), La religión en la época de la muerte de Dios, Parte IV “Religión y Geopolítica”, 1ª ed. 2ª reimp. Bs. As., Marea, 2009, p. 222.

(8) Savater, Fernando, Diccionario del ciudadano sin miedo a saber, 1ª ed., Barcelona, Ariel, 2007, p. 40.

(9) Antonhy de Mello.

Papa Francisco ¿Gatopardismo o Continuismo? Por Carlos Lombardi

La corporación religiosa denominada iglesia católica es conducida desde el 13 de marzo pasado por un nuevo líder cuya designación ha sido toda una novedad, entre otras cosas, por ser latinoamericano.

La institución concluyó el 2012 inmersa en una crisis terminal producto de la corrupción interna de la oligarquía de gerontes que la gobierna, la plaga de abusos sexuales del clero, falta de transparencia financiera del llamado vulgarmente Banco Vaticano (IOR), y una ideología clerical – con pretensiones de verdad absoluta – marcadamente desactualizada debido a los cambios sociales, por nombrar algunos ejemplos.

En apariencia, la designación del papa argentino estaría mostrando un cambio en los factores y circunstancias que conforman la coyuntura institucional. Sin embargo, si nos atenemos a las declaraciones y actos del pontífice, directamente relacionados con los problemas que desataron la crisis, claramente surge un continuismo con la política de los dos papas integristas que le precedieron.

Detrás de la máscara, los gravísimos problemas mencionados siguen visibles, aunque el papa argentino aplique la teoría del tero, pájaro que pone los huevos en un lugar, pero grita en otro.

1. Demagogia y sensiblería

Desde la elección de Bergoglio la nueva coyuntura no es otra cosa que un maquillaje compuesto de innumerables gestos demagógicos y culto al líder, todo canalizado por un aceitado aparato propagandístico.

Los innumerables gestos del pontífice están destinados, como es lógico, a “ganarse” a la opinión pública, y en segundo lugar, a producir en los creyentes una respuesta emocional que es característica de la religiosidad de nuestra época donde predominan las “sensaciones” como experiencia religiosa.

Si como sostiene el diccionario RAE por demagogia se entiende una “práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular”, la retahíla de gestos del papa Bergoglio confirma lo que sostenemos.

Besar niños, sentarse en el último asiento en una capilla durante una misa, solicitar que un famoso cardenal encubridor de pederastas no “pisara” más una iglesia, acercarle una silla y un sándwich a un guardia suizo, pagar de su bolsillo la cuenta del hotel, solicitar al pueblo que lo bendiga, antes de bendecir él, recibir la camiseta del club San Lorenzo, burlarse de un hincha del club Boca Juniors por los tres goles que le propinó aquél, son gestos que sirven para mostrar a la opinión pública el costado “humano” del pontífice, y que se multiplicarán con el tiempo por la profunda crisis de credibilidad que debe revertir la institución.

Aquellos gestos son un disparador perfecto para el sentimentalismo y la respuesta emocional, corazón de la experiencia religiosa en estos tiempos.

Fue José María Mardones quien analizó la “espiritualidad de la degustación”, que también se observa en el catolicismo romano. Se caracteriza por el predominio de las sensaciones, “centradas en la experiencia emocional, interior”, donde “todo está al servicio de la tranquilidad del creyente y de sus desbloqueos”, una fe a “medio camino entre el sentirse bien y los buenos sentimientos”. Mucho llanto, alta carga emocional, mucho abrazo, verdades de Perogrullo en el discurso papal, y en el caso de los argentinos, mucho sentimiento “patriótico” y chauvinismo. Para el sociólogo “una religiosidad ajustada al mercado”, que no extraña que se comercialice.

Una fe que, paradójicamente, necesita certezas frente a la pluralidad de culturas. Por ello, el autor destaca que nuestras épocas de pluralismo y relativismo numerosos creyentes “buscan refugios, protecciones, líderes, doctrinas seguras, grupos y grupúsculos donde se les asegure la ración de verdad y de certeza que necesita el espíritu humano para su equilibrio”. “Nuestro tiempo plural y relativista es, por eso mismo, tiempo de fundamentalismos… aunque sea al precio de la libertad y de la reflexión crítica” (1)

No extraña, entonces, que aquellas manifestaciones sean manipuladas por una cadena de gestos papales dirigidos a ganarse el favor popular; halagos clericales hacia un rebaño incapaz de criticar al ahora admirado papa argentino.

2. Culto al líder, marketing, y propaganda

Y acá entra a tallar el marketing que poco a poco va transformando lo que hace seis meses atrás era una crisis terminal, en una “esperanzadora” política de reformas asentada en el nuevo líder al cual se lo idolatra como a cualquier dirigente.

El culto al líder se observa, en nuestro país, en una invasión de “bautismos” de calles, paseos, plazas, monumentos, avenidas, y homenajes varios. También en las “visitas” al Vaticano que dirigentes y referentes políticos llevan a cabo, preocupados por aparecer junto al papa argentino en un año electoral.

La operación “marketinera” es clara y lleva su lógica, si se tiene en cuenta que, hasta diciembre de 2012, la corporación religiosa tenía ínfimos niveles de transparencia internacional y de credibilidad.

Viene a cuento un relato que Isaac Rosa hizo en su blog referido a la crisis de los abusos sexuales del clero católico, donde un bróker le daba consejos a un cardenal para salir del atolladero: “¿Crisis?”, responde el ejecutivo, sonriendo. “De eso yo sé mucho. ¡Crisis! Hace un año estaba yo como usted, hundido y pensando que era el final. Y míreme ahora. Tan tranquilo. Si quiere, puedo darle algunos consejillos”. El cardenal se gira y lo toma por los hombros: “Por favor, hijo, cuéntame cómo lo hicisteis.”

El bróker le da un primer consejo relativo a los abusos, y agrega un segundo: “… propósito de enmienda. Ya me entiende. Prometan algo grande, generen expectativas: digan que van a refundar la Iglesia, que han aprendido la lección, que no volverá a pasar.” (2)

El consejo de prometer “algo grande” y “generar expectativas” para revertir la crisis es el clima instalado por la propaganda vaticana, acompañada por una gran dosis de ingenuidad de no pocos sectores y comunicadores sociales.

Si bien es muy pronto para precisar que Bergoglio ha caído en el gatopardismo, los cambios son exiguos: sólo nombró una comisión de ocho cardenales para que lo asesoren en la reforma de la Curia cuya primera reunión será recién en octubre.

Y en el caso del Banco Vaticano (IOR), que administra fondos por 7.000 millones de euros, el “cambio” pasa por haber contratado una consultora que determinará “las transacciones y clientes sospechosos”, con promesa de publicar un informe para el 1° de octubre.

3. Continuismo a la criolla

Lo que sí puede observarse son notas continuistas a través de indicadores “sensibles”. Pueden mencionarse los siguientes:

a) No publicidad del informe secreto de 300 fojas que el papa renunciante le habría entregado en mano a Bergoglio. Tiene su lógica, por cuanto en la iglesia no hay plena vigencia del principio de publicidad; tampoco existen poderes separados que se controlen mutuamente. Mucho menos, los laicos tienen facultad de contralor. Como sostuvo alguien, en la última monarquía absoluta del planeta todo lo que no es sagrado, es secreto.

b) La cuestión de los abusos sexuales del clero. La orden es continuar con la política de “tolerancia cero” de Benedicto XVI. Cabe recordar que dicho papa, cuando fue cardenal y responsable de la moderna inquisición vaticana conocida como Congregación para la Doctrina de la Fe, fue uno de los responsables de los miles de encubrimientos de abusos sexuales contra niños/as, que de no haber sido por la acción de los medios de comunicación social y la valentía de las víctimas, la situación seguiría exactamente igual: encubierta y oculta.

La “tolerancia cero” no es otra cosa que la reacción a un problema descomunal que le “explotó” a Ratzinger. También es una respuesta falsa desde el momento en que siguen existiendo procesos judiciales y administrativos canónicos donde la garantía de defensa en juicio para las víctimas no rige en plenitud, donde se mantiene el secreto pontificio, y no existe orden de apertura de los archivos secretos que asegure transparencia y credibilidad. La “tolerancia cero” no pasa de ser el blanqueo de un sepulcro bastante podrido, no destapado en su totalidad.

Las nuevas normas dictadas por Benedicto XVI, el Congreso que se convocó al efecto, el encuentro con las víctimas “cuidadosamente seleccionadas”, y los pedidos de perdón, son otro maquillaje que ya fue advertido por las organizaciones que defienden a las víctimas del clero delincuente, que también alzaron su voz por la presencia de una decena de cardenales encubridores en el cónclave que designó a Bergoglio.

c) Censura y persecución contra la liga de religiosas estadounidenses. A poco de asumir, Francisco ratificó la “evaluación doctrinal” que la inquisición vaticana llevara a cabo contra la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas (Leadership Conference of Women Religious, LCWR), la principal organización de religiosas de Estados Unidos que representan a más de 57.000 monjas.

La gerontocracia vaticana decidió una reforma integral de aquella agrupación, acusándola de “graves desviaciones doctrinales” violando, una vez más, la libertad de pensamiento y conciencia de los miembros de la institución, y reforzando la perspectiva patriarcal.

Como era de esperar el comunicado emitido por el Vaticano fue en un “tono amable”, “poniendo luz” al trabajo positivo de las monjas.

d) Falacia voluntad de Dios/visión clerical: en el mensaje que les dio a las integrantes de Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), se refirió a la obediencia, la pobreza y la castidad, los tres votos de las religiosas, y afirmó que la obediencia es escuchar la voluntad de Dios, léase, lo que dice el clero.

Dejemos que hable Nietzsche para rebatir la idea del papa argentino: “… el grado de obediencia a la voluntad de Dios determina el valor de los individuos y los pueblos; que en los destinos de los individuos y los pueblos manda la voluntad de Dios, castigando y premiando, según el grado de obediencia”… “… al estado de cosas donde él, el sacerdote, fija el valor de las cosas le llama “el reino de Dios”, y a los medios por los cuales se logra y mantiene tal estado de cosas, “la voluntad de Dios”; con frío cinismo juzga a los pueblos, tiempos e individuos por la utilidad que reportaron al imperio de los sacerdotes o la resistencia que le opusieron” (3)

e) Visión sexista de Francisco: al mismo grupo de monjas les sugirió ser “madres espirituales, y no solteronas” ratificando, nuevamente, la visión machista y maniquea que cierto tipo de clero (y no pocos sectores de laicos), tienen de las mujeres. Utilizó la palabra “solterona” con toda la connotación disfórica que el término tiene. La perimida visión de la mujer, elaborada por varones célibes, sigue vigente.

f) Ideología integrista: las uñas integristas las mostró al recibir a los grupos autodenominados – eufemísticamente – “pro vida”. Segmento católico que lucha para que las leyes laicas se funden en sus principios confesionales. Tiene su lógica y es coherente: Bergoglio proviene de ese sector del catolicismo, aunque sea jesuita.

g) Comisión “reformadora” con miembros cuestionados: la comisión de ocho prelados encargados de asesorar la reforma de la Curia tiene un “vicio” respecto a dos de sus miembros. Hablamos del cardenal golpista Rodríguez Madariaga, principal garante espiritual del golpe de estado en Honduras en 2012; y el encubridor de curas abusadores, el australiano George Pell. Ambos prelados no son precisamente una garantía de progresismo.

Los breves indicadores mencionados, sólo a título indicativo, dejan ver por ahora que el continuismo con la política interna de los dos papas que lo precedieron prevalecería sobre el gatopardismo, aunque  se publiciten “cambios” relativos al estilo o forma de ejercer el rol de papa.

Al continuismo, se le agregan problemas anexos, aunque no menores, para solucionar: ¿qué modelo de institución impondrá? ¿Seguirá con el modelo clerical/jerárquico, marcadamente obsoleto, y principal causa de la debacle institucional? ¿U optará por un modelo profético/apocalíptico, siguiendo el pensamiento de Rubén Dri? ¿Militará por una iglesia separada del Estado, o continuará con una política parasitaria que necesita de aquel para satisfacer sus intereses políticos y económicos? ¿Podrán los sectores laicos generar pensamiento autónomo, o seguirá siendo el rebaño que obedece al clero? ¿Propondrá la “obediencia del cadáver” sostenida por San Francisco de Asís, o permitirá la creciente “protestantización” de los sectores católicos? ¿Se abrirá a la plena vigencia de los derechos humanos en el seno de la institución, o mantendrá ese esperpento jurídico llamado “Código de Derecho Canónico”, claramente violatorio de derechos humanos básicos? ¿Qué imagen de Cristo propondrá? ¿La del laico, no sacerdote, no católico, y que defendía la autonomía de varones y mujeres? ¿O la del autoritario que impone el infierno a quien “no cree” en él?

Las expectativas que el papa argentino ha despertado en numerosos sectores se transformaron rápidamente en reclamos concretos: fin del celibato sacerdotal, sacerdocio femenino, plena igualdad de varones y mujeres en su capacidad jurídica intraeclesial, colegiación y cogobierno con los obispos, mayor participación de sectores laicos en la dirección de organismos internos, por citar algunos.

La clave para determinar si el clero – y el propio Francisco – estarán dispuestos a reformar la institución pasará por compatibilizar creencias, doctrinas y dogmas con los derechos de los creyentes, eliminando sus permanentes conflictos. Lo contrario serán “migajas” clericales a favor del laicado.

Un ejemplo: ¿Alguien piensa que los obispos permitirán que laicos elaboren políticas familiares por fuera de la ideología clerical? ¿No fue Francisco quien “tiró las orejas” a las parejas católicas que deciden tener sólo un hijo, invadiendo su intimidad y conciencia?

4. Efectos en la sociedad laica

Plantear si el papa Francisco, a tres meses de gobernar, promete cambios para no cambiar nada, o si es una continuación del integrismo de Juan Pablo II y Benedito XVI, tiene que ver con problemas internos de la institución, de su organización, funcionamiento, normas, y prácticas.

El problema se presentará nuevamente si aquel continuismo integrista pretende expandirse a la sociedad laica para “recristianizarla”, utilizando al Estado como es su costumbre.

Ha sido Coral Bravo, refiriéndose a la realidad española, quien sostuvo que “A día de hoy en España la Iglesia católica sigue infiltrada en los asuntos de Estado. Interviene en las decisiones políticas, mediatiza la conciencia ciudadana con tendencias de pensamiento que frenan la evolución ética y el progreso de la sociedad, y mantiene buena parte de los anacrónicos y abusivos privilegios que están vigentes desde el Concordato que firmó Franco con el Vaticano, en 1953, y que se renovaron en los mismos términos en 1979. La religión, en España, no está en las iglesias, sino que está muy presente en todos los ámbitos de la vida ciudadana; en la política, en la educación, en la sanidad, en la asistencia social; manteniendo una presencia caduca y obsoleta que no le corresponde a ninguna confesión en ningún sistema democrático” (4)

En este escenario será importante evaluar la política de Francisco. Si continúa con la abusiva intromisión de sus predecesores en las políticas de los Estados, exigiendo y presionando para que se gobierne y legisle conforme la ley natural católica, sólo obligatoria para esa religión, o si respeta las libertades laicas.

¿Gatopardismo, o continuismo? Si prevalece el primero, será un problema interno de la institución, y una profundización de su crisis. Si es lo segundo lo que se ratifica, la sombra integrista y totalitaria del pensamiento de Wojty?a y Ratzinger se proyectará nuevamente hacia todos.

En definitiva, el mundo que lucha por buscar libremente el sentido de la vida, sin coacciones ni férulas religiosas, deberá tener en claro que – en línea con el pensamiento de Vattimo -, los integrismos religiosos siguen siendo un obstáculo para la civilización y la autonomía de los pueblos.

 

 

Notas

(1) Mardones, José María, Neoliberalismo y religión, 1998, Navarra, Editorial Verbo Divino, p. 73.

(2) Rosa, Isaac, Qué le dice un ‘bróker’ a un cardenal, en blogs.publico.es/trabajarcansa/…/que-le-dice-un-broker-a-un-cardenal/

(3) Nietzsche, Friedrich, El Anticristo, 2005, Edaf, Madrid, p. 49.

(4) BRAVO, Coral, Dimisión Papal y Laicismo, en www.redescristianas.net/…/dimision-papal-y-laicismocoral-bravo-doc...

¿Es el ministerio sacerdotal femenino u don o un derecho?. Por Olga Lucia Álvarez Benjumea, ARCWP

Como siento y vivo mi ministerio sacerdotal.

Alguna vez escuché que era un derecho lo que se estaba reclamando, revindicando. La verdad sea dicha, el planteamiento como tal, no fue de mi agrado, me sentía como si fuera la lucha de un sindicato.
Si fuera un “derecho” estaríamos borrando para siempre y negando lo que ha sido un llamado.

Si fuera un “derecho” es como si estuviéramos en competencia. Y no creo que el llamado de la Ruah, nos haya llamado para entrar en competencia con nuestros hermanos en la Iglesia.

Estoy segura, que la Divinidad, nos ama por igual tanto a mujeres como hombres. Ella, en su Infinito Amor y Sabiduría, no puede equivocarse y hacer diferencia entre sus hijas e hijos. Lo que menos quiere la Esencia Divina, es vernos disgustando y atacándonos por un “DON” como es el ministerio sacerdotal.

Es un“DON” ministerial sacerdotal al servicio de los desposeídos, los pobres, marginados, desechados, excluidos. Don que hemos recibido al igual que los varones, a través del Bautimo. Es absurdo que en nuestra Iglesia, se vean, se sientan y realicen esta clase de “fronteras”. Es absurdo pretender a través del Cano 1024 negarnos a la mujeres este “DON”.

El Obispo de Roma, Francisco, dialogando con la Junta de la Conferencia Latinoamericana de Religiosos y Religiosas (CLAR) el paso 6 de Junio/13, palabras más, palabras menos les dijo:

“Abran puertas… ¡abran puertas!

Se van a equivocar, van a meter la pata, ¡eso pasa! Quizá hasta les va a llegar una carta de la Congregación para la Doctrina (de la Fe) diciendo que dijeron tal o cual cosa… Pero no se preocupen. Expliquen lo que tengan que explicar, pero sigan adelante… Abran puertas, hagan algo ahí donde la vida clama. Prefiero una Iglesia que se equivoca por hacer algo que una que se enferma por quedarse encerrada…”

Qué buena sugerencia!

Como mujer presbitera, sintiéndome llamada, he respondido al llamado de la Ruah, sin temor alguno, confío en Quien me ha llamado, así como Jesús llamó y se dejó acompañar por mujeres (Lucas 8:3) y sigue llamando a muchas más mujeres para que al igual que nuestra Santa Patrona María de Magdala, vayamos anunciando su Evangelio (Juan 20:18), que es libertar a los oprimidos!

Aquí lo importante, pase lo que pase, venga lo que venga es el seguimiento a Cristo en el anuncio de su Palabra. Cristo no es mudo, es Palabra! Es el momento de apropiarnos de su Cuerpo y de su Sangre, hacerlo nuestro sin diferencias sexistas, asumiéndolo en todo nuestro ser, y decir con toda el alma, como dice el Apóstol Pablo:

“No soy yo quien vive, es Cristo quien viven en mí”

Galatas 2:20

El desafío, al servicio en el ministerio sacerdotal, no es solo para mujeres, también es para los varones, en la Iglesia de Cristo, desde la Iglesia, con la Iglesia y con mucho amor y ternura.

 

Olga Lucia Álvarez Benjumea es sacerdote de la Association of Roman Catholic Women Priests – ARCWP. http://arcwp.org

Fuente: redes cristianas

El ser humano como nudo de relaciones totales. Por Leonardo Boff

En 1845, Karl Marx escribió sus famosas 11 tesis sobre Feuerbach, publicadas solamente en 1888 por Engels. En la sexta tesis Marx dice algo cierto, pero reduccionista: «La esencia humana es el conjunto de las relaciones sociales». Efectivamente no se puede pensar la esencia humana fuera de las relaciones sociales, pero es mucho más que eso, pues resulta del conjunto de sus relaciones totales.

Descriptivamente, sin querer definir la esencia humana, ésta surge como un nudo de relaciones vueltas hacia todas las direcciones: hacia arriba, hacia abajo, hacia dentro y hacia fuera. Es como un rizoma, un bulbo con raíces en todas las direcciones. El ser humano se define en la medida en que activa este conjunto de relaciones, no solo las sociales.

En otras palabras, el ser humano se caracteriza por surgir como una apertura ilimitada: hacia si, hacia el mundo, hacia el otro y hacia la totalidad. Siente dentro de si una pulsión infinita, pero solo encuentra objetos finitos. De ahí su permanente incomplección e insatisfacción. Esto no es un problema psicológico que un psicoanalista o un psiquiatra puedan curar. Es su marca distintiva, ontológica, y no un defecto.

Pero, aceptando la afirmación de Marx, buena parte de la construcción de lo humano se realiza efectivamente en la sociedad. De ahí la importancia de considerar cuál sea la formación social que crea las mejores condiciones para que él se abra plenamente en las más variadas relaciones.

Sin ofrecer las debidas mediaciones, dicen que la mejor formación social es la socialdemocracia: comunitaria, social, representativa, participativa, de abajo hacia arriba y que incluya a todos sin excepción. En palabras de Boaventura de Souza Santos, la democracia debe ser sin fin. Tenemos que ver con un proyecto abierto, siempre en construcción, que comienza en las relaciones dentro de la familia, de la escuela, de la comunidad, las asociaciones, los movimientos, las iglesias y culmina en la organización del Estado.

Como en una mesa, veo que una democracia mínima y verdadera se sostiene sobre cuatro patas, como subrayaba tanto durante su vida Herbert de Souza (Betinho) , idea que, juntos en conferencias y debates, tratábamos de difundir entre los alcaldes y dirigentes populares.

La primera pata consiste en la participación: el ser humano, inteligente y libre, no quiere ser solo el beneficiario de un proceso, sino actor y participante. Sólo entonces se hace sujeto y ciudadano. Esta participación debe venir desde abajo para no excluir a nadie.

La segunda pata consiste en la igualdad. Vivimos en un mundo de desigualdades de todo tipo. Cada uno es único y diferente. Pero la participación creciente en todo impide que la diferencia se vuelva desigualdad y permite que crezca la igualdad. La igualdad en el reconocimiento de la dignidad de cada persona y el respeto de sus derechos sostiene la justicia social. Junto con la igualdad viene la equidad: la proporción adecuada que cada cual recibe por su colaboración en la construcción del todo social.

La tercera pata es la diferencia. Viene dada por la naturaleza. Cada ser, sobre todo el ser humano, hombre y mujer, es diferente. Esto debe ser aceptado y respetado como una manifestación de las potencialidades propias de las personas, los grupos y las culturas. Las diferencias nos revelan que los humanos podemos ser de muchas formas, todos ellas humanas, y por ello merecedoras de respeto y de acogida.

La cuarta pata se realiza en la comunión: el ser humano posee subjetividad, capacidad de comunicación con su interioridad y con la subjetividad de los otros; es portador de valores como solidaridad, compasión, protección de los más vulnerables y diálogo con la naturaleza y con la divinidad. Aquí aparece la espiritualidad como una dimensión de la conciencia que nos hace sentirnos parte de un Todo, y como ese conjunto de valores intangibles que dan sentido a nuestra vida personal y social, y también a todo el universo.

Estas cuatro patas siempre van juntan y equilibran la mesa, es decir, sostienen una democracia real. Ella nos enseña a ser coautores en la construcción del bien común y en su nombre aprendemos a limitar nuestros deseos por amor a la satisfacción de los deseos colectivos.

Esta mesa de cuatro patas no existiría si no se apoyara en el suelo y en la tierra. Así, la democracia no estaría completa si no incluyera a la naturaleza que hace posible todo. Proporciona la base físico-química-ecológica que sostiene la vida y a cada uno de nosotros. Debido a que tienen valor por sí mismos, independientemente del uso que hagamos de ellos, todos los seres son portadores de derechos. Merecen seguir existiendo y debemos respetarlos y entenderlos como ciudadanos. Estarán incluidos en una democracia sin fin socio-cósmica. Desplegado en todas estas dimensiones se realiza el ser humano en la historia, en un proceso sin límites y sin fin.

 

Fuente: Servicios Koinonia