¡Paren la mano! Por Guillermo “Quito” Mariani

¿Por qué tanta furia? ¿por qué tantos espacios informativos, repitiendo, convirtiendo detalles ínfimos en relatos truculentos?¿por qué afirmaciones apodícticas sin fundamentos’? ¿Por qué toda sospecha brotada de algún chisme de La Nación o Clarín y otros más pequeños de la misma órbita, se convierte en dogma de fe?

Sólo falta que sobre Madres de Plaza de Mayo caiga la acusación de “parricidas” que pesa sobre los Schoklender, y desaprensivamente lanzan los periodistas más destacados del sistema.

Es  ciertamente grave la amenaza de la crisis económica mundial. Sus responsables visten todavía al gran estilo y con plena sonrisa publicitaria, mientras sólo se confiesan a sí mismos, la casi imposibilidad de remediar los tremendos errores y hasta delitos cometidos.

Ante la amenaza de perderlo todo, no es extraño que se procure hundir a otros con el propio derrumbe. Y esos “ otros “ tienen que ser, en primer lugar, los llamados defensores de los derechos humanos que, habiéndoles quitado trabajosamente las delicadas caretas con que se cubrían,  han disminuido, aunque todavía en muy pequeña escala, sus posibilidades de acaparamiento y concentración de riquezas.

Que sean o no culpables los hermanos Schoklender, de lavado de dinero, malversación de fondos, aprovechamiento de la bondad ingenua (la bondad siempre lo es de alguna manera) de la Sra. Bonafini,  de la falta del control estricto que debía ejercerse sobre las grandes cantidades suministradas por el Estado, es un asunto que la justicia debe definir. Aunque se difunden afirmaciones de sospechas hasta para la Computadora desde la cual se sortean los jueces a que deben adjudicarse los juicios importantes, lo cierto es que las afirmaciones de los fiscales sobre una cantidad de indicios que han dado pie a la investigación. no cuenta de acuerdo a la información judicial suministrada oficialmente, de evidencias probatorias.

Pero ya, el lavado de dinero, la apropiación de fondos públicos destinados a la fabricación de viviendas, las mesas de dinero, la propiedad de edificios principescos evaluados en millones de dólares, los aviones, yates y Ferraris, los sobreprecios de las viviendas construidas, la extracción injustificada de grandes sumas de dinero. Todo ha sido meticulosamente y sin ninguna vacilación, afirmado por la prensa, capitaneada por las empresas monopólicas. Y puede que sea realidad. Pero aun no hay evidencias.

Y es clarísimo que, con respecto a las Madres, esto resulta un “bocato di cardinale” para desacreditarlas. Tanto que ni la Nación ni Clarín han tenido ningún escrúpulo en desfigurar las declaraciones de Carlotto con respecto a Hebe, con la intención aviesa de lograr una división más. Astucia táctica para  debilitarlas en el fuerte papel que están desempeñando en pro de la memoria, la justicia y el equilibrio social.

Los que no están ni de un  lado ni del otro, (ni en el de la verdad ni el del engaño) juegan con el descrédito de Bonafini y hacen profesión de fé en el resto de la agrupación. Morandini por ejemplo, con su interés político  de candidata, primando sobre cualquier otro objetivo. Parecen no tener  conciencia de que están favoreciendo la táctica  enemiga.

No descartamos que pueda haber culpabilidad en las personas y hasta en las computadoras y hasta en los jueces que son acusados de permisivos con los delitos con gusto a oficialismo. Porque es evidente que el sentido completo de esta embestida, no se descubre sino  teniendo en cuenta que estamos en tiempos eleccionarios, con proclamación de candidatos y programas de gobierno. Decirles ¡paren la mano! pretendiendo que la información sea más objetiva y menos maliciosa,  es tarea inútil, ¡pero se lo decimos!

 

 

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