Reflexión – Domingo 24 de Julio de 2011 – 17 durante el año litúrgico (ciclo”A”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Mt. 13,44-46)

Enseña Jesús : “el reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo que un hombre encuentra y lo vuelve a esconder y  vende todo lo que tiene y compra el campo.

También se parece a un negociante que se dedica a perlas finas y encontrando una de gran valor, vende todo lo que tiene y la compra.

Síntesis de la homilía

Exégesis

Lo primero a notar es que al hablar del reino de los cielos Jesús no habla del cielo sino de la tierra. Y el que tropieza con él y lo encuentra, está trabajando la tierra, no en otras prácticas devotas que lo alejan de ese trabajo. En la misma línea la comparación con el comerciante de piedras preciosas, el darse con una de gran valor no es resultado puramente casual sino de su búsqueda incesante. Ambas parábolas concluyen con un desprendimiento de todo lo poseído, no por el gusto de abandonarlo sino porque gozándolo, han llegado a encontrar algo mejor: el tesoro y la perla.  Finalmente, el detalle aportado por Mateo es la alegría de los protagonistas de estos hallazgos.

Aplicación

No  hay dudas de que la vida cristiana, (de seguidores de Jesús de Nazaret) implica austeridad. Exige a veces renuncias indispensables en un entorno que con mucha frecuencia resulta desfavorable y agresivo. ¿Quién va a negar que es muy difícil ser honesto, veraz, leal a la palabra empeñada en el mundo actual? Pero eso no es lo mismo que transformar el sentido de la vida en un valle de lágrimas, en un exilio de sufrimiento, en un destino de opresión. Con esa visión iluminada aparentemente por la esperanza de otra vida feliz muchos han hecho del cristianismo una propuesta amargada y amargante, disconforme con todo, cerrada a las alegrías y satisfacciones naturales, desparramador de la noción de pecado y temor al castigo eterno sobre todas las actividades placenteras.

El reino presentado por Jesús, no es el que rechaza las alegrías, la fiesta y los regalos de la naturaleza y la vida sino el que a través de ellas nos lleva por el camino de esfuerzos e intenciones de procurar para nosotros y los demás una vida mejor, precisamente porque tenemos conciencia de que el mejor rendimiento del que trabaja por los valores del reino, se da cuando trabajamos con alegría. Aunque haya que roturar la tierra. Aunque haya que esperar mucho tiempo en la actitud de búsqueda.

No hay que infravalorar lo valioso de lo que proporciona momentos y situaciones de felicidad. Desde allí brotan los impulsos para afrontar dificultades, para mantener las esperanzas y el optimismo.

Preguntas para el trabajo participativo ¿qué es más agradable al Dios de Jesús, cumplir con la misa del Domingo o quedarse a servir a un enfermo de la casa o de fuera, que reclama ese tiempo para su atención? ¿Por qué?

¿qué es más conforme con el querer de ese Dios fomentar la represión sexual o vivir naturalmente el gozo y la responsabilidad del amor sexuado?

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