Tema (Mt.5, 38—48)
Han oído que se dijo “ojo por ojo y diente por diente” pero yo les digo que no resistan al mal. Antes bien, al que te abofetee la mejilla derecha ofrécele también la otra. Al que quiera pelear contigo para quitarte la túnica, ofrécele también el manto. Y al que quiera obligarte para acompañarlo una milla véte con el dos. Da a quien te pida y a quien desea que le prestes algo, no le vuelvas la espalda.
Has oído que te decían “amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo ”Pero yo les digo ; amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen y calumnian para que sean hijo del Padre celestial que hace salir el sol sobre los buenos y los malos y hace llover sobre justos y pecadores. Porque si aman a los que los aman,¿qué recompensa van a merecer? No hacen lo mismo los publicanos? Y si sólo saludan a los hermanos que hacen de extraordinario? No hacen lo mismo los paganos? Ustedes, entonces traten de imitar la perfección del Padre de todos.
Síntesis de la homilía
Objetivamente, los conceptos que pone Mateo en labios de Jesús, señalan ideales tan elevados que parecen incumplibles y hasta inconvenientes para mantener el orden social. El clima fraternal de las primeras comunidades era como el que se nota con frecuencia en gente que acepta integrar grupos evangélicos que brindan una recepción atenta, cuidadosamente conquistadora y entusiasmante. La calidez del clima entre los integrantes de estos grupos pequeños y salidos del aislamiento o frialdad que distingue a ciertos grupos católicos, lleva a una práctica intensa de los consejos de Jesús en Mateo. Ese clima es el que permite al evangelista presentar normas de conducta tan elevadas espiritualmente que lleguen a aplicarse en realidad y en contadas ocasiones, en esas primeras comunidades. A nosotros hoy, nos parecen comportamientos excepcionales para algunas circunstancias pero no para aplicar en la vida diaria. A lo más nos parecerían más semejantes a un código de “buenos vecinos”
La “ley del talión “tal por cual”, fue una conquista importante para la convivencia social, regida hasta entonces por la ley del más fuerte que era la venganza siempre superior al mal sufrido y, en oportunidades absolutamente desmedida y sin embargo justificada. Es de notar que esa tendencia a justificar cualquier exceso desde la indignación que genera una ofensa real o imaginada, conserva primacía como reacción natural en nuestro tiempo. Si el mal de la venganza concluyera allí, es decir, ´en el exceso de un ataque privativo de valores superiores a los perdidos, ya sería grave. Pero toda venganza desencadena el círculo en espiral de la violencia, y la sociedad entera se perjudica con la instalación y justificación de un clima de venganza. Jesús pide a sus discípulos tener en cuenta las manifestaciones de la bondad de Dios que, a través de la naturaleza (el sol y la lluvia) enriquece nuestra vida para evitar las discriminaciones aún por parte de aquellos que consideramos enemigos.
Es cierto que estas reflexiones por parte de quien fue tan severo en la calificación de los que como enemigos se resistieron a su mensaje desde la hipocresía y el poder del imperio y del templo y, en ocasión de una bofetada en la impotencia del tribunal de Herodes no hizo el gesto de ofrecer la otra mejilla sino señaló la injusticia del gesto del servidor quien, como lo hacen hoy tantos, se gozaba en el servilismo de agradar a su señor. Lo cual tiene la explicación justificante de que los escritores de evangelios no perdían de vista la responsabilidad de evitar con sus consejos, los enfrentamientos y desunión en las comunidades destinatarias de sus escritos. Y tenían que extremar el limado de las situaciones que necesariamente aparecían en la marcha.