¿Santo Tomás de Aquino o San Buenaventura? Por Eduardo Marazzi

En vista de una respuesta a las exigencias de la postmodernidad

A modo de introducción general

Si la escuela tomista representa el primado de la racionalidad y de la verdad, la escuela franciscana representa el primado de la afectividad y de la bondad. Pero entiéndase bien: no se trata de la bondad sin o contra la verdad (sería romanticismo o sentimentalismo), sino la Bondad como el alma, el corazón de la Verdad.

1) Es un dato real por todos compartidos que la parábola del pensamiento y de la cultura occidental ha sido alimentada, promovida y sostenida gracias al primado de una Razón (primero filosófica y luego ideológica y científica) siempre más omniciente, más arrogante y soberbia que, privilegiando sus mezquinos intereses, no ha considerado o no ha escuchado otra voz que no haya sido la suya. Esta autoreferencialidad, siempre más arrogante, altanera, la ha hecho sorda para escuchar otras voces, voces que no siempre están en sintonía con las pretensiones de la lógica de la Razón que tiende a poseer y a dominar, a mercantilizar y a cuantificar. Es la lógica relacional que tiende a hacer de todo lo que encuentra – como ha hecho el protótipo de la cultura occidental, es decir Ulises, botín.

2) La Razón occidental, en función de acaparar y mercantilizar, ha desconocido el derecho de la diversidad a la existencia. Sobre todo aquello que no se deja matematizar o poseer, ejerce la violencia, enmascarada en mil modos sutiles y elegantes. Son las voces de las diferencias que no se dejan homologar o fagocitar por una lógica totalitaria y totalizante, por un pensamiento único que ignora, deja al márgen o condena como absurdo o sin sentido todo lo que no puedo disciplinar, manipular, achatar y colocar al interno de sus propios intereses – que son siempre autoreferenciales.

3) Pues bien, tal Razon – de la cual han provenido tantos beneficios – es también la que nos ha llevado a los holocaustos y los genocidios del siglo pasado y ha condenado al silencio y a la miseria extrema enteras poblaciones diversas, naciones “otras”, culturas “otras” que se negaban a dejarse encasillar o capturar por la racionalidad occidental, depredadora de toda diferencia.  El hombre actual, cansado de la homologación, sea tal homologación de derecha o de izquierda, defiende hoy el derecho a la diversidad, el derecho a una individualidad o “yoidad” que rechaza – aunque no siempre sepa defender tal derecho  con “razones razonables” – todo forma de uniformidad que no tenga en cuenta la unicidad que cada rostro humano, con titánica lucha costruye y representa.

4) En este espacio postmoderno, siempre más pluricultural, multiétnico, multireligioso y pluriético, espacio en el cual la convivencia con la “otreidad” del otro es un dato innegable aunque no siempre sea placentero ni tranquilo el encuentro, el paradigma franciscano de lectura de lo real, paradigma que privilegia la Bondad como alma de la Verdad, puede ser un punto de referencia relevante. Es una lógica que, sin tener la arrogante pretensión de iluminar el entero horizonte, puede ser un faro, una luz que ilumina el pensamiento y orienta o propone otras prácticas de encuentro con lo real. Se trata de otras lógicas relacionales más humanas, menos fagocitantes, mas respetuosas de la diferencia la cual, hoy, a nivel planetario, hemos descubierto como un valor irrepetible que ningún fundamentalismo, sea secular o religioso, tiene el derecho de cancelar o desdibujar.

5) La fecundidad teorética y práctica del paradigma franciscano – paradigma que de a poco iremos presentando – pero que ya decimos, es la lógica que da espacio a la oblatividad como razón de su leer y operar – nos induce a poner esta pregunta: ¿san Tomás o san Buenaventura (y la escuela franciscana) como la fuente inspiradora del pensar y el actuar? Lo que nos proponemos en esta serie de reflexiones, es llevar a sus extremas consecuencias o radicalizar la opción filosófica fundamental, de modo que podamos apreciar la capacidad interpretativa de instancias fundamentales y altamente problemáticas y conflictivas de la sociedad contemporánea, interrogándonos por la tarea o el trabajo que nos compete y nos espera. Me explico mejor: ¿la tarea que nos espera no es otra que permanecer en la lógica elaborada por el primado de la Racionalidad y la Verdad, lógica que en modo siempre más necróficlo ha alimentado la vida del Occidente, o intentar otros caminos, otras lógicas que sin rechazar totalmente la lógica precedente (sería absurdo hacerlo) abran senderos no simplemente marginales o de “segunda clase”. Entiéndase bien: no se trata de poner en cuestión a san Tomás de Aquino, sino de preguntarse por la fecundidad teorética de la lógica tomista, sea tanto en la individualización de la problemática de nuestro tiempo, siempre más pluralista en todos los aspectos, cuanto en la capacidad para responder a sus expectativas y esperanzas.

Evitaré las tediosas notas al pié de la página y sin hacer de estas reflexiones un trabajo académico, citaré sólo en el texto los autores que creo serán importantes para dar credibilidad a estos pensamientos. Son “migajas” de reflexiones, migajas franciscanas que provienen de la lógica de la gratuidad que alimenta el corazón del franciscanismo porque es la lógica relacional del Amante, de Aquel que, como dice el profeta Isaías, “rescata sin precio” y en Jesús de Nazaret, ama sin medida y sin discriminaciones.

¡A buscar otro ring! Por Guillermo “Quito” Mariani

Había un actor entre bambalinas al que de cuando en cuando se lo veía analizando las reacciones del público y que a último momento, previendo que la obra no iba a resultar un éxito como el esperado, decidió ser también el apuntador y desde la casilla que protegía su anonimato, comenzó a dictar los textos que debían pronunciar los actores bajo su dirección. Finalmente decidió jugarse todo por el todo y comenzó él mismo a sobreactuar llamando a la lucha con todos los medios a disposición. Miró hacia el cielo y supuso que contaba con la aprobación y ayuda de Dios y  comenzó a reclutar soldados para la “guerra de Dios”, sin pensar que toda guerra supone un derrotado y eventualmente el resultado adverso podía ser “la derrota de Dios”.

La aprobación de la Ley de matrimonio entre los hasta hoy discriminados en muchos de sus derechos esenciales, y de modo particular en la necesidad de no reprimir sus tendencias naturales (que si Dios es autor de la naturaleza son absolutamente respetables), calificados como “raros”, homosexuales y lesbianas.

Y con una clara mayoría el senado de la nación aprobó la ley después de un largo debate en que todos pudieron exponer sus razones, apartándose en varios casos de las decisiones partidarias y  haciendo oídos sordos a los diversos apuntadores.

Así el Sr. Cardenal primado perdió una batalla y debe estar seguro de que también Dios la perdió. Pero sobre todo que su prestigio en el Vaticano, logrado a través de pronunciamientos en favor de la permanencia de la Vicaría castrense y su vicario Antonio Basseoto, y en contra de la educación sexual en las escuelas, y de la aprobación de la ley de medios, como al uso de preservativos para evitar la epidemia del SIDA y,  por supuesto del debate sobre un método más eficaz para disminuir los abortos y sus consecuencias fatales, hablando de “legalización” cuando se está pensando en “despenalización”, como  alternativa frente al fracaso de los métodos represivos. Y el conflicto, en muchos casos artificial con el Gobierno, a propósito de la retenciones, de la inseguridad ciudadana, del aumento de la pobreza, de la defensa de los opositores con cruz en el pecho o ligados ideológica y económicamente a la Curia, le conquistó cierto lugar y prestigio sintiéndose autorizado para dictarles, desde la casilla del apuntador, un proyecto para el gobierno futuro.

La oportunidad de la propuesta de igualización de los homo con los heterosexuales le brindó la oportunidad para afirmar su dominio sobre la sociedad argentina. Excelente carta de presentación frente al Vaticano que con Benedicto XVI  ha vuelto a las posiciones más conservadoras para mantener el poder eclesiástico.

Pero, se manchó  la carta. Toda la sumisión temerosa del personal y alumnos de los colegios católicos no alcanzó,  con las agresivas pancartas en la marchas, para hacerlo exitoso en esta empresa. Toda la presión  sobre los Obispos recomendando severidad para enfrentar todas las oposiciones al pensamiento jerárquico dentro de la iglesia, se estrellaron contra una cantidad de adhesiones a esos criterios diferentes de muchos sacerdotes y laicos.

¿Se convencerá el Sr.Cardenal de que ha sido derrotado por la ciudadanía, abierta a una mayor democracia y ansiosa por defender los derechos de todos? O seguirá maquinando argumentos y acciones para obstaculizar la mejor distribución de los bienes, o la actualización de la iglesia?  Es difícil. Ya, desde el nockout puede ir buscando otro ring para probar suerte.

José Guillermo Mariani  (pbro)

El mismo amor, los mismos derechos. Carta de Pedro Almodovar, cineasta

el mismo amor, los mismos derechos

Queridos amigos:el mismo amor, los mismos derechos

El matrimonio homosexual no le hace mal a nadie, no le roba nada a nadie, sin embargo hace feliz a mucha gente y les proporciona la posibilidad de vivir de un modo honesto, pleno y coherente junto a la persona que aman. Es un derecho esencial en toda sociedad civilizada, de lo contrario se está marginando a muchas personas en virtud de su sexualidad.

Hablar de igualdad en este sentido no es un capricho de degenerados, la Declaración Universal de los Derechos Humanos afirma que todos somos iguales, con independencia de nuestro sexo, religión, condición social, idioma, raza, etc.

No hay que permitir que ideas sectarias, retrógradas, inmovilistas, sexistas e injustas impidan a una sociedad libre progresar.

Es mentira y ridículo clamar que el matrimonio homosexual supone un peligro para la familia. Al contrario, las familias homosexuales aseguran el futuro de la idea de familia y la enriquecen. No se puede imponer la familia biológica como único modelo familiar, o se está yendo contra la realidad. Si algo caracteriza a la familia contemporánea es su enorme variedad. He conocido familias con solo una madre, un solo padre, dos madres, dos padres, familias multiétnicas, familias en las que ningún progenitor es biológico. Familias cuyos miembros pertenecen a distintas lenguas y culturas, familias que en millones de casos no son católicas. Se quiera o no, esas familias existen y adoran a sus hijos, y los cuidan y los educan, tanto como cualquier familia biológica, porque están basadas en el amor y en la solidaridad humanas.

No estoy en condición de pedir nada a los señores del Senado argentino. Para aprobar la ley que permita los matrimonios homosexuales no apelo ni siquiera a su sentido de la justicia, sólo les pido que hagan caso de su sentido común. Es lo único que necesitan para votar afirmativamente.

Fuente Pagina 12.

Adhesión del Grupo Angelelli al padre Nicolás Alessio

Hace tiempo que caminamos juntos. El “Nico”, como lo llamamos es nuestro amigo con mayúsculas. Sabemos de su claridad de pensamiento, de su valentía para exponerlo, de su compromiso social y de su servicio incondicional a la comunidad y a los mas abandonados. Conocemos su búsqueda de una Iglesia más fiel al Evangelio, y dispuesta a asumir sus errores y pecados, como los escándalos últimamente conocidos y perpetrados por muchos de sus miembros elegidos.

Su delito es ahora pensar, junto con todos nosotros los integrantes del grupo Angelelli y muchos otros en el país y manifestar públicamente criterios que miran al bien común y sin discriminaciones. Decimos simplemente “pensar”, porque parece que para la jerarquía de la Iglesia en Argentina, sólo quien tiene el poder “jerárquico” puede pensar y al Pueblo de Dios, incluidos los sacerdotes, solo nos quedan el silencio, la sumisión y la “obediencia debida”.

Aprendimos que en cada Diócesis el Obispo debe ser el principio de esa comunión para el bien común. Y en cuestiones opinables es necesario integrar la diversidad y atender a un sano pluralismo. En este caso concreto, experimentamos que Ñáñez, Arzobispo de Córdoba, ha desperdiciado esta oportunidad y se ha alineado con la guerra santa proclamada por el cardenal Bergoglio y sus sorprendentes e insólitas propuestas: los que no piensan con la jerarquía son “enemigos” y hay que destruirlos y por eso la guerra. Pero la pretensión va más allá, como “legionarios” de Dios, quieren someter a sus juicios a toda la sociedad.

En la cuestión de una nueva ley de matrimonio, escuchamos las posiciones diversas y las respetamos. Hemos buscado y repasado todos los argumentos. Y hemos decidido un criterio común al margen de la política, del miedo y del dinero. Estamos con Nico y queremos acompañarlo frente a esta presión represiva de la amonestación y la condena cautelar, haciendo caso a su conciencia, al mensaje de Jesús y a su gente, su comunidad.

Comunicado de Grupo de Curas Casados con motivo de la censura al P. Nicolas Alessio

SOLO EN LA CARIDAD ES POSIBLE LA DIVERSIDAD

El arzobispo de Córdoba, Mons. Carlos José Ñáñez, inició juicio canónico al Pbro. José Nicolás Alessio, quien efectuó, y continúa efectuando declaraciones públicas en diversos medios de comunicación a favor del mal llamado “matrimonio” entre personas del mismo sexo. Como medida cautelar, el arzobispo le prohibió el ejercicio público del ministerio sacerdotal, lo que significa que no podrá celebrar públicamente la santa misa ni administrar los sacramentos de la Iglesia, y, por tanto, ejercer como párroco

No se puede traicionar la conciencias negando lo que con toda libertad y responsabilidad hemos afirmado a favor del matrimonio homosexual y más allá del tema puntual en cuestión, que se puede y debe seguir debatiendo, de ninguna manera se puede aceptar el intento de silenciar o censurar la libertad de expresión, la libertad de opinión, la libertad de pensar de acuerdo a las propias convicciones. No aceptamos un discurso único que debe ser acatado por todos. Nos parece una exageración la prohibición al Padre Nicolas Alessio de ejercer el ministerio sacerdotal por pensar diferente a la jerarquía eclesial. Ni siquiera al Padre Grassi, a Mons. Storni, condenados por abusos sexual ni al ex capellán policial Christian Von Wernich condenado por delitos de lesa humanidad se les ha prohibido celebrar los sacramentos. No podemos seguir censurando y expulsando a lo diverso y plural que emergen en nuestras Iglesias. La estructura canónica y eclesiológica,  monárquica y verticalita que sostiene la Iglesia anula toda posibilidad de comprensión y aceptación de la diversidad. Dios se revela sin agotarse en la diversidad de pensamientos, de culturas, de personas. El misterio y la riqueza de la diversidad será siempre un conflicto para todo intento hegemónico por uniformar, que no es mas que la unidad mal entendida. La Iglesia hoy más que nunca debe caminar hacia el diálogo, la colegialidad para asumir con respeto, seriamente los desafíos de las sociedades de hoy. Lo primero en la iglesia debe ser la caridad porque solo en este espíritu es posible la diversidad. La iglesia debe dejar el miedo a perder poder. La Autoridad está en la humildad para buscar la verdad con los hombres  y en el servicio, no en la imposición sin más de una Doctrina Moral estática, basada en una concepción antropológica inadecuada para nuestro tiempo.

Grupo de curas casados

Guerra!! Por Guillermo “Quito” Mariani

La palabra suena agresiva. Tanto, que si uno la pronuncia en estado normal de tranquilidad psíquica, causa asombro a quienes la escuchan. No así cuando es producto de un arranque emocional imposible de dominar. Pero el sr. Cardenal lo ha dejado escrito, no sólo lo ha mencionado. “Esta es la guerra de Dios”.
¿Qué es esto? ¿Dios lo ha delegado en una revelación íntima para convocar a una guerra? ó ¿Bergoglio es Dios y por eso ha comenzado a alistar soldados o “soldaditos”(los alumnos y profesores de los colegios católicos) para una guerra santa?
No! Bergoglio no es delegado de Dios, ni mucho menos Dios mismo. Al parecer lo que pasa es que se cree Dios, que no es lo mismo que serlo. Simplemente, ha desplazado al Dios de Jesús que es el del amor para entronizar al Dios de la guerra.
Con alguna frecuencia nos tropezamos con alguien que nos dice “soy el mesías” o “yo soy Cristo” o “soy Dios y vengo a salvar a este mundo” Algunos hasta muestran señales tan convincentes como las marcas de las llagas de Jesús en sus miembros. Mucha gente los sigue y los publicita. Pero son “enfermos”, “fabuladores” “piantados”, como decimos nosotros, porque están al margen de la realidad. A veces son inofensivos. Con una especie de alienación mística suscitan devociones y prácticas piadosas junto con algunas curaciones o hechos raros como desmayos y visiones frutos de la sugestión personal o colectiva. Pero otras veces son peligrosos. Porque quien los escucha piensa que algo de Dios deberán tener y, ante la alternativa de no escuchar a Dios, optan por la alternativa de convertirse en seguidores de cualquier convocatoria. Hay que notar que, cuando uno es testigo de uno de estos hechos raros que algunos denominan “milagros”, además de haberlos visto se reviste de una especie de superioridad orgullosa sobre los demás y entonces aparece el camino del fanatismo que, cuando es “religioso” es el peor.
Es comprensible y hasta necesario que desde el campo católico tan invadido por un conservadurismo que se resiste a todo cambio, porque resultaría una pérdida de seguridad y de ventajas obtenidas, haya opiniones encontradas y diversas. Que, en este asunto del casamiento (que significa llevar a la casa) y el matrimonio (que indica las tareas maternales de producir y educar hijos) entre personas del mismo sexo, excelentes en sus valores personales, haya oposiciones graves y marcadas, porque se aparta de normas culturales o circunstancias históricas que se consideran inviolables. Las argumentaciones válidas han de basarse en el razonamiento y la experiencia. Pero que, quien no hace mucho se quejaba de los enfrentamientos entre argentinos que tenían a la gente en estado de crispación constante, convoque a una guerra de Dios, es además de un doble discurso inadmisible en una persona pública, una especie de traición al mensaje igualitario del cristianismo (o para prescindir de los ismos) de Jesús de Nazaret, incorporando a los derechos humanos a todos los desplazados en la sociedad de su tiempo.
Bien sabe el sr. Cardenal que sus órdenes a los colegios católicos serán obedecidas puntualmente no por convencimiento sino por temor. Y que lo multitudinaria y bulliciosa que pueda resultar la marcha del Martes 13, tratando de influir en las decisiones del Senado, no impedirá que tarde o temprano la iglesia que él representa, deberá dejar de violar la naturaleza en base a lo que llaman con tanto desparpajo “la ley natural”.-
José G. Mariani (pbro)

Tradición, Familia y Propiedad. Por Guillermo “Quito” Mariani

Hay una convocatoria insistente y hasta angustiosa, a la realización de marchas y actos en defensa de la familia. ¿Defensa de qué? ¿Del desempleo, del consumismo, de los programas de Tinelli, de la imposibilidad económica de mandar los chicos a la escuela, de la estructura laboral capitalista que obliga a estar ausente de la casa durante todo el día y muchas veces establece separaciones geográficas insuperables y sobre todo, desplaza y margina?
Es indudable que la familia sufre hoy todos esos ataques y necesita ser defendida porque constituye el núcleo de afectividad, educación y socialización de los niños y jóvenes que no sólo son la esperanza del futuro sino también la responsabilidad del presente.
Nunca hay que perder de vista la evolución seguida por la institución familiar. Sin hacer una larga historia de las diversidades culturales, notemos solamente que recién como un progreso notable del siglo pasado se da el hecho de que la pareja tenga como base el amor. Muchas otras motivaciones han influido culturalmente desde la aparición de la familia nuclear, para que esto no fuera así. La necesidad de un número suficiente de guerreros para defender, o de obreros para mantener las comunidades; los pactos políticos; el autoritarismo patriarcal; el mantenimiento de las tradiciones para dar seguridad al poder. Y creo que aún hoy las motivaciones para contraer matrimonio no se unifican con el amor. Tienen cabida intereses materiales, deseos y pulsiones sexuales temporarias e individuales, temor a la discriminación de “quedarse para vestir santos”, presiones sociales que por lo general son también económicas…etc
En definitiva, defender la familia es defender el amor como vínculo constitutivo de la misma. El amor que tiene su expresión corporal e intensa en el sexo, pero que no es, de ninguna manera solamente sexo por más que muchos le llamen a esa actividad, con absoluta liviandad, “hacer el amor”. Por eso muchísimas veces hay sexo sin amor y puede también existir un amor prologado y comprometido aunque no haya práctica sexual genital.
Si logramos dejar de lado el horror a la relación sexual genital antes del matrimonio o la practicada por los divorciados, o la que por el uso de preservativo busca sólo el placer de esa intensa comunicación, no nos asustaría tanto la homosexualidad que es, fundamentalmente una relación de amor humano, en muchas ocasiones tan comprometido como el auténtico amor de pareja heterosexual.
Y no seguiríamos cultivando esa odiosa y cruel discriminación de negarles derechos humanos elementales, como el de formar familia y adoptar hijos responsabilizándose de su educación sin prejuicios ni presiones indebidas.
¿Por qué entonces esta convocatoria a defender la familia como si estuviera en grave peligro porque además de los chicos sin familia y los hijos de separados o divorciados, se piensa en la familia homosexual? ¿Por qué esta guerra santa provocada por la jerarquía eclesiástica?
Hay una explicación de estos movimientos, fundamentalistas porque se oponen a todo cambio. Si nos fijamos bien, la “familia” no está sola en este reclamo. El movimiento brasilero nacido en el sesenta para defender la familia contra el comunismo que adoptó como consigna de lucha, la tríada “Tradición, Familia y Propiedad”, nos da una pista de lo que está pasando entre nosotros. No se defiende a la familia, atacada en muchos otros aspectos por los mismos que hacen y responden a estas convocatorias. Se trata de mantener unas tradiciones como inconmovibles porque favorecen sus intereses económicos o clasistas De mantener la familia cerrada a las preocupaciones sociales y, en último término de defender la propiedad privada que hasta hoy resulta barrera insuperable para la igualdad de derechos en el progreso social hacia una sociedad mejor.
José Guillermo Mariani (pbro)

Preguntas que nos surgen en la situación actual

Ante el surgimiento de temas conflictivos en la sociedad, en medio de los debates, vemos que con mucha frecuencia las voces que se atribuyen a “la Iglesia” aparecen del lado de los que se niegan a “lo nuevo”, los que tienen miedo a la libertad, los que quieren que nada cambie. Es cierto que con mucha frecuencia hay quienes quieren mostrar la “peor cara” de la Iglesia, es cierto que no siempre “lo nuevo” es “lo mejor”, y que caminar caminos de libertad supone andar rumbos que a su vez nos hagan libres. Por eso, como miembros activos y plenos de la Iglesia, un grupo de curas de la diócesis de Quilmes quisiéramos formularnos algunas preguntas. No pretendemos tener todas las respuestas, pero sí creemos que interrogarnos nos ayuda a pensar con libertad y con paz.

1. Ante el clima de intolerancia, y en muchos casos de actitudes verdaderamente dignas de las peores Cruzadas, movidas por preocupantes fundamentalismos bíblicos, filosóficos y antropológicos, nos preguntamos: ¿Se puede seguir afirmando que la homosexualidad es una “enfermedad”, y desde una comprensión prejuiciosa de la misma, condenar tal identidad y sus eventuales derechos civiles? ¿Cuáles serían los argumentos serios, razonables y académicos para sostener semejante afirmación?

2. Ante el planteamiento de que un eventual matrimonio entre parejas del mismo sexo atenta contra la “ley natural”, nos preguntamos: ¿A qué se llama “natural” en estas discusiones? ¿No estará aquí una de las dificultades para poder clarificar este debate? “Ley natural”, “naturaleza”, “orden natural”, ¿no son expresiones a ser revisadas y actualizadas? ¿Pueden entenderse estas expresiones de manera absoluta, fijista y sin la dinámica propia de nuestra condición humana? Si en la historia de la Iglesia se consideraba “natural” el cauce de un río y se impedía canalizarlo, o se consideraba “natural” la esclavitud, ¿no estaremos ante una concepción claramente cultural? La concepción de “ley natural”, ¿no es más propia del helenismo que de la Biblia? Cuando san Pablo afirma que “es natural en el varón el pelo corto” (1 Cor 11) ¿no es esta una concepción evidentemente cultural?

3. En nuestros barrios hay muchos pibes y pibas que nacen y crecen con madres solteras, a cargo de tías y abuelas, de gente sincera que realizando la “función materna y paterna” les garantiza el afecto y el cuidado necesario para la vida. Comedores, hogares o simplemente vecinos y vecinas que hacen gratuitamente más amplia su mesa y su casa, logran que muchos chicos encuentren “familia” (la más de las veces sin su papá biológico y, a veces, hasta sin su mamá biológica). ¿No será necesario revisar el concepto burgués de “familia”, defendido detrás de slogans discriminatorios a la condición homosexual? ¿No han generado los pretendidos “sanos” matrimonios heterosexuales (“sanos” por el mero hecho de ser “hetero”) situaciones disfuncionales, abandono de hijos, abusos y violaciones a la vida?

4. Se ha afirmado que se quiere cambiar “la familia”. ¿No es evidente que “la familia” ha cambiado y sigue cambiando a lo largo de la historia? El modelo que actualmente se defiende, ¿no es propio del s. XVIII y muy diferente de las familias de las comunidades indígenas de América o de África? ¿La familia polígama de “Abraham nuestro padre en la fe” es igual a la familia ampliada en la que convivían no sólo padres, hijos, nietos, sino también esclavos y clientes, como era habitual en el imperio romano? ¿La familia patriarcal en el que la mujer era tenida por “propiedad de” un varón (¿no viene de allí el término “matri monium”?) es igual a la familia en la que una jovencita debe cuidar a sus hermanitos mientras su mamá trabaja porque su papá los abandonó? ¿cuál de todos estos y los muchos otros existentes en la historia sería el término adecuado para hablar de “familia”?

5. Si miramos el Evangelio de Jesús, es evidente que, Reino de Dios y familia son “fidelidades en conflicto” (S. Guijarro). Jesús dedica todas sus energías y entusiasmo a predicar “el reino de Dios”, y relativiza de un modo claro y evidente la familia; ¿no es sorprendente que muchas veces escuchemos y leamos sobre “la familia” como una expresión unívoca y sin relación a la búsqueda de la justicia y la opción por los pobres, propia del Reino? ¿Por qué tantos y tantas “cruzados/as” católicos/as que levantan sus voces y se movilizan no lo hacen para combatir la pobreza, la injusticia, la desocupación, la falta de salud, de vivienda digna, cosas que ciertamente “atentan contra la familia”? Si para Jesús, “el reino es lo único absoluto y todo lo demás es relativo” (Pablo VI), ¿por qué no es “el reino” el grito unánime de los “cristianos” (católicos o no) de hoy?

6. Si la Iglesia en su historia, en su predicación y en sus enseñanzas (Magisterio) enseña que se debe obedecer ciegamente la “conciencia”, y que el ser humano “percibe y reconoce por medio de su conciencia los dictámenes de la ley divina, conciencia que tiene obligación de seguir fielmente en toda su actividad para llegar a Dios, que es su fin” (“Dignitatis humanae”, nº 3) ¿Es posible, a esta altura de la historia, pretender condicionar la acción de nuestros legisladores en su labor parlamentaria con concepciones propias de la cristiandad medieval obviando su legítima libertad de conciencia en temas tan controvertidos? Es absolutamente justo y razonable poder decir una palabra y opinar, pero pretender legislar o que los legisladores “deban” seguir dictámenes eclesiásticos, ¿no es más propio de concepciones de “cristiandad” antes que de respeto y tolerancia democráticas?

7. Algunas voces eclesiásticas han reclamado un “plebiscito”. Siguiendo los propios criterios y argumentos que han enarbolado, ¿se podría plebiscitar la “ley natural”? La apariencia es que consideran que en ese supuesto plebiscito saldría ganadora su posición, ¿lo propondrían de no creerlo? ¿aceptarían un triunfo de la posición opuesta? Si se trata de reconocimiento de “derechos de las minorías”, ¿es sensato o justo proponer semejante plebiscito? ¿Se puede plebiscitar lo que es justo?

8. Si para Jesús el Reino de misericordia, justicia, e inclusión de los desplazados de su pueblo estaba por encima de toda otra concepción y valores culturales de su tiempo (la familia incluida); a la luz del evangelio del Buen Samaritano (cf. Lc 10,25-37) nos preguntamos, ¿cómo podríamos considerarnos discípulos de Jesús sin conmovernos con entrañas de misericordia ante los hermanos y hermanas excluidos del camino de la vida y la igualdad ante la ley? ¿podemos seguir “de largo” sin detenernos a escuchar lo que Dios nos está queriendo decir a través de tantos y tantas que se sienten “explotados y deprimidos” bajo un sistema discriminatorio?

En conciencia, queremos ser pastores según los sentimientos de Jesús, y estas preguntas son las que nos surgen en estos días.

Queremos ser Iglesia servidora del Reino, siempre del lado de los más pobres y sufrientes.

Florencio Varela, 6 de julio de 2010

Presbítero Ignacio Blanco, Marcelo Ciaramella, Eduardo de la Serna

Fuente Pagina 12

Declaración del Grupo Evangélico de Teología y Género sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo

Como evangélicas y evangélicos manifestamos nuestro decidido apoyo al proyecto de ley aprobado por la Cámara de Diputados de la Nación para reformar el Código Civil habilitando a todas las parejas a acceder al derecho al matrimonio, independientemente del sexo de los contrayentes.

Nuestra fe en Jesucristo nos llama a promover comunidades inclusivas, que celebren la diversidad, y a apoyar aquellos cambios normativos que apunten a proteger a las personas, parejas y familias que sufren discriminación social y desigualdad jurídica. Gays, lesbianas y trans ya conforman parejas y familias, que continuarán existiendo, pero desprotegidas de no ser reconocidas legalmente. Esto supone una situación de vulnerabilidad e incertidumbre para hijos e hijas, agravadas en caso de separación, enfermedad y/o muerte de uno de los cónyuges. Nadie puede invocar hablar en nombre de los niños y niñas y, simultáneamente, condenar a una ciudadanía de segunda a los hijos e hijas de estas familias.

Celebramos que cada vez más instituciones religiosas apoyen esta iniciativa,  pidiendo perdón por lo que han contribuido a provocar dolor en personas  homosexuales y reivindicando un Dios amoroso que ve con buenos ojos los  vínculos construidos desde el amor y el respeto mutuo. Asimismo, creemos que  las leyes de un Estado democrático deben equiparar los derechos para todas y  todos los habitantes del país, independientemente de las creencias religiosas  individuales y del peso corporativo de ciertas instituciones religiosas no  democráticas en su constitución. En este sentido, rechazamos como creyentes  cristianos toda campaña secular o religiosa que refuerce actitudes discriminatorias, y más aún, aquellas que manipulan a niños y jóvenes haciéndolos participar en actividades políticas cuyos alcances no pueden discernir.

Porque la base de nuestra fe es un Dios que envió a su hijo para darnos vida plena a todas y todos, y el reconocimiento legal, con plenos derechos de estas parejas y familias, es condición fundamental para esa plenitud.

Creemos que Jesús nos pide amar al prójimo. Él mismo nos mostró con su vida que el amor no hace distinción de persona. Por lo tanto, creemos que toda acción y toda ley que promueva la posibilidad de amor sincero serán una búsqueda de cada cristiano y cada cristiana.

Grupo Evangélico de Teología y Género de la Parroquia Evangélica Emanuel

Juan A. García 2048, Villa Mitre, Ciudad Autónoma de Buenos Aires

7 de Julio de 2010

Fuente: RIMA

El que calla, otorga. Carta abierta a lxs ministrxs religiosxs que defienden la diversidad y el Estado laico

Córdoba, martes 6 de julio de 2010

Carta abierta a lxs ministrxs religiosxs que defienden la diversidad y el Estado laico

El que calla, otorga.

Se viven en nuestro país momentos muy tensos en torno al debate por la modificación del (decimonónico) Código Civil para ampliar la figura del matrimonio a parejas formadas por dos personas del mismo sexo. Esta reivindicación, que forma parte de un conjunto más amplio de banderas por las que miles de personas vienen luchando con valentía desde hace décadas, alcanzó estado público en los últimos meses a raíz de su tratamiento y posterior aprobación en la Cámara de Diputados de la Nación.

Desde entonces se han multiplicado los debates, las manifestaciones a favor y en contra y las apariciones del tema en los medios masivos de comunicación, abriendo la puerta a la visibilidad –tan inesperada como repentina- de quienes formamos parte del colectivo de la diversidad sexual. Esto ha dado lugar, en no pocas ocasiones, a situaciones de dolor, ultraje y agravios múltiples hacia gays, lesbianas, bisexuales y personas trans, de parte de gente que se ha sentido autorizada a opinar sobre nuestras vidas, nuestra decencia y nuestra calidad humana.

Resalta, en los últimos ocho meses, la acérrima oposición a la igualdad de derechos por parte de la jerarquía católica y grupos evangelistas y pentecostales nucleados en la Asociación Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA) y la Federación Confraternidad Evangélica Pentecostal (FECEP), estas últimas trabajando codo a codo con la mediática “diputada evangélica” Cynthia Hotton. Estas tres fuerzas han promovido recursos inconstitucionales de nulidad contra los matrimonios autorizados por juezas y jueces en respuesta a recursos de amparo, han organizado marchas y recolección de firmas contra la ley en nombre de una idea monolítica, esencialista y excluyente de “La Familia”, han operado a través de la senadora Liliana Negre de Alonso –perteneciente al Opus Dei- para filtrar y censurar las listas de oradorxs en las audiencias “públicas” del Senado en distintas provincias y fundamentalmente, han sostenido un discurso condenatorio y una serie de prácticas discriminatorias en nombre de Dios.

Esta ofensiva fundamentalista se ha profundizado en los últimos días, por sólo citar dos ejemplos, con la obscena utilización de niñas y niños que asisten a colegios católicos para forzar a sus padres y madres a firmar contra la ley, y con la distribución en la vía pública de material escrito que, tomando pasajes bíblicos de manera descontextualizada, condena toda expresión no heterosexual como “aberrante”.

Algunos ejemplos de pronunciamientos estigmatizantes y agresivos desde el ámbito religioso han sido los siguientes:

  • “El matrimonio homosexual destruye a la familia argentina” Guillermo Cartasso, asesor legislativo de la Conferencia Episcopal Argentina.
  • “[la legalización de las uniones entre personas del mismo sexo] atenta contra el fundamento biológico de la diferencia entre los sexos” Joseph Ratzinger.
  • “Existe una relación entre la homosexualidad y la pedofilia” Tarcisio Bertone, Secretario de Estado del Vaticano.
  • “El matrimonio gay busca destruir a la familia” Héctor Aguer, arzobispo de La Plata.
  • “En el judaísmo está muy claro (…) que no hay lugar para el matrimonio homosexual y que de acuerdo al judaísmo es una situación que puede ser superada trabajándola profesionalmente” Tzvi Grunblatt, rabino director de Jabad Lubavitch Argentina.
  • “Es una ley que quiere destruir la familia. Argentina es un país sano. A un enfermo no hay que darle derechos (…) es una enfermedad, no es normal, hay que curarla (…) Para eso se creó un hombre y una mujer, para multiplicarse. Por cosas como estas hoy existen los terremotos en el mundo” Rabino ortodoxo Samuel Levin.
  • “[las uniones entre personas del mismo sexo son] treinta veces más violentas que el matrimonio entre personas heterosexuales (…) padecen de más ansiedad, tienen más tendencia al suicidio, y consumen con más frecuencia estupefacientes”. Antonio Marino, obispo auxiliar de La Plata
  • “la homosexualidad es una desviación sexual. Comprobado está que el mayor porcentaje de quienes adoptan este estilo de vida tiene que ver con traumas infantiles y de la adolescencia. Estos traumas están ligados a violaciones, abusos, manoseos o malas experiencias sexuales (…) la adopción de niños y otras demandas efectuadas por personas gay, van en detrimento de la fe cristiana”, Miguel Gómez, pastor evangélico iglesia La Misión, Villa Allende, Córdoba.

En un contexto en que la intolerancia y el odio hacia nuestro colectivo siguen siendo fuertes, las expresiones condenatorias de este tipo deben ser repudiadas con la mayor firmeza por las y los creyentes de buena fe. A cuatro meses del asesinato de Natalia Gaitán, fusilada por el padrastro de su novia por ser lesbiana, está de más probado que el prejuicio social lleva a la violencia y la muerte, por más que no sea un hombre de sotana quien aprieta el gatillo.

Del otro lado de la vereda, destacan las declaraciones y el compromiso del cura Nicolás Alessio (grupo de sacerdotes Angelelli, Córdoba), el pastor Alan Elrid (Iglesia Evangélica Luterana Unida–IELU), el pastor Federico Schäfer (Iglesia Evangélica del Río de la Plata–IERP), el obispo Frank de Nully Brown (Iglesia Evangélica Metodista Argentina–IEMA), el pastor Andrés Albertsen (Iglesia Evangélica Luterana de Dinamarca), entre otras personas. Sin embargo, no sólo estas expresiones han sido silenciadas y censuradas por intereses corporativos oscuros, sino que muchas personas de bien del ámbito religioso se han abstenido de dar testimonio.

Como personas de fe, nos duele profundamente el silencio que muchas y muchos pastorxs, rabinxs, ministrxs en general y autoridades de las comunidades de fe presentes en Argentina han mantenido sobre los derechos de las personas LGBT y las embestidas fundamentalistas en su contra.

Este tiempo constituye una oportunidad histórica para dar testimonio de lo que es justo. Por eso, a una semana de debatirse en el Senado la alternativa entre la igualdad ante la ley y la ratificación del segregacionismo (al mejor estilo de la Sudáfrica racista), en un contexto de debate enrarecido por las apelaciones torcidas y odiosas a lo religioso de las que hemos dado cuenta en párrafos previos, convocamos a todas las personas de fe, y en especial a las y lxs ministrxs religiosxs, a condenar explícitamente las expresiones de odio que nos estigmatizan y matan cada día, y a manifestarse públicamente a favor de la modificación igualitaria de ley de matrimonio civil. Porque, tal como lo dijo antes Desmond Tutu precisamente en referencia al apartheid, “si permaneces neutral en situaciones de injusticia has elegido el lado del opresor”.

Quedamos a la entera disposición de todas las personas que de buena fe quieran trabajar en sus comunidades los temas vinculados a fe y diversidad, con la convicción plena de que el amor de Dios es primero y para todxs.

Un abrazo fraterno,

Jonathan Hauber

Coordinación de Diversidad Religiosa

Devenir Diverse Córdoba

devenir.diverse@gmail.com