Abriendo puertas clausuradas. Por Guillermo “Quito” Mariani

Juan XXIII el viejito campesino más renovador entre los Papas de los siglos XX y XXI, tuvo la visión del Concilio convocado sorpresivamente por él y designado como Vaticano II, como un abrir puertas y ventanas de la vetusta estructura eclesial para que pudiera airearse con la brisa del mundo real y reformarse con la frescura de los nuevos tiempos y esperanzas de la humanidad.

Las puertas fueron volviendo a cerrarse paulatinamente empujadas por las ambiciones de dominio y prestigio institucional eclesiásticos. Hasta producirse el estallido de la podredumbre que encerraban, con la potencia del “cuarto poder” el periodismo, que logró paulatinamente violar por completo el hermetismo tradicional. La llegada del cardenal Bergoglio al sumo pontificado y su convocatoria a un sínodo extraordinario de obispos del mundo para revisar la historia de la Iglesia y reabrir sus puertas al mundo, dando razón a su existencia como levadura de servicio al progreso, la maduración y la felicidad de la humanidad, marca hoy un nuevo camino. Las primeras reuniones, al parecer con largas discusiones e interesantes propuestas, produjeron un documento inicial con sugerencias sobre la dirección de que iban tomando las ansias de reforma. El acento está puesto, desde la convocatoria de Francisco, en la familia, el núcleo social más sensible al conservadurismo y también a las inquietudes producidas por los cambios incesantes de la sociedad.

El predominio de la tendencia conservadora en el Sínodo, era previsible ya que los obispos designados durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, para nuevas diócesis o para remplazar a renunciantes o fallecidos, fueron elegidos con un criterio selectivo que excluía toda presencia progresista, en previsión de que continuara la presión por la convocatoria de un nuevo Concilio.

Las tímidas insinuaciones del documento final del Sínodo tienen que ver con los “divorciados” (acceso a la comunión eucarística o nuevo matrimonio) los homosexuales (recomendación de trato delicado y no discriminación a pesar de que ni pareja ni matrimonio responden al plan de Dios sobre la familia).

Han quedado en el tintero otros asuntos como relaciones sexuales prematrimoniales, bautismo de hijos de parejas irregulares civil o eclesiásticamente, abstinencia sexual obligatoria y perpetua (celibato sacerdotal), que es renuncia absoluta a la familia propia; despenalizaciones de aborto y drogas, violencia de género, fecundación asistida (con todas sus variantes); métodos de limitación de la natalidad…etc

La dirección enfocada de manera insistente por el Papa Francisco es la atención de los pobres a la que él personalmente ha estado muy ligado con presencia y amistad muy notable para los “curas villeros” de Buenos Aires. No se trata de poner en duda de ningún modo, que ésa es claramente una opción evangélica que tiene que identificar a la iglesia de Jesús de Nazaret y que esa centralidad se basa no sólo ni principalmente en la limosna caritativa y transitoria sino en la colaboración permanente y efectiva por erradicar la desigualdad y la injusticia que generan la pobreza. Pero tampoco es admisible que la sociedad total, afectada por otros problemas cuya persistencia atenta contra la felicidad y tranquilidad fecundas en las relaciones familiares y sociales, queden siempre con solución postergada.

Es notable por lo demás que, aunque la iglesia oficialmente se mantenga al margen de la movilidad de los criterios que, o fomentan el sistema capital-consumista, o se empeñan en disminuir sus efectos y en lograr su derrumbe completo, esas realidades influyen poderosamente en todas las expresiones y conductas, y por tanto no se puede prescindir de las mismas con silencios o postergaciones.

¡Cuántas ventajas aportarían a nuestras relaciones sociales : una visión de la sexualidad que por encima de la procreación pudiera enfocarse como culminación placentera de la comunicación cuando se transforma en comunión; Un reconocimiento de que el amor nunca puede convertirse en obligación o sujeción y que, cualquier causa que produzca esta alteración, debe ser atacada, o con el cambio o con el cese de la relación; Un derecho inalienable de intentar de nuevo, en cualquier aspecto, cuando se ha fracasado una o varias veces. Un opción voluntaria por la abstinencia sexual transitoria y sublimada por la búsqueda de un valor superior en vez de una represión de la naturaleza Una legitimación de la pareja para los sacerdotes que. a la vez que remediar la soledad, evitara, las dobles vidas que intranquilizan la conciencia, y los abusos y acosos producidos como desahogo de esa represión; Una despenalización que permitiera el control de las drogas como los de los medicamentos, y disminuyera los negociados en la clandestinidad que necesita complicar a mucho más personas de distintos niveles, y permitiera la disminución de los abortos que no se ha logrado con todo el rigor de las penas……!!

……Sería bueno probar ¿verdad?-

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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