Homilías Dominicales. Domingo  26 de junio – 13 durante el año Ciclo “C”. Por Guillermo “Quito” Mariani

 Tema (Lc.9, 51-62)

Sucedió que como se iban cumpliendo los días finales,Jesús se afirmó en su decisión de ir a Jerusalén. Envió por eso mensajeros  delante suyo que entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle alojamiento .Pero no lo recibieron porque viajaba a Jerusalén. Al  ver esto los discípulos Santiago y Juan dijeron “ Señor, quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma? Pero Jesús volviéndose, los reprendió. Y siguieron la marcha hacia otro pueblo.

Mientras iba caminando, uno le dijo “te seguiré a dondequiera que vayas” Jesús le sijo: Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo, nidos, pero este hijo de hombre, no tiene donde reposar su cabeza,

A otro, le dijo “sígueme” Éste respondió: Déjame primero ir a enterrar a mi padre. Pero él le respondió “Deja que los muertos entierren a sus  muertos, pero tú ven a anunciar el reinado de Dios. Otro le dijo: Te seguiré Señor pero deja que vaya a despedirme de mis parientes. Pero Jesús le dijo: nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el reinado de Dios”

 

Síntesis de la homilía

Jesús adivinaba la eficacia de los manejos de sus perseguidores y sabía que no podía salvarse de su vigilancia y sus deseos de eliminarlo. Pero conserva su decisión de no andar escondiéndose,  sino aparecer directamente en Jerusalén, con una actitud entre valiente y desafiante. Muy pronto aparecen las dificultades,

Los samaritanos que odiaban a muerte a los judíos, se niegan a recibir a Jesús marchando hacia Jerusalén. Y Santiago y Juan, sus primos se indignan y recordando el pecado de Sodoma que no admitió a los peregrinos de Dios y el castigo que le sobrevino, pensaron ganarse una condecoración con la propuesta de  hacer bajar fuego del cielo para consumir  esa población. En muchas oportunidades nos encontramos vacilantes ante decisiones que son exigencia de una realidad que las pide como cumplimiento de principios de vida o valores Y vacilamos. Es absolutamente natural. El heroísmo de arriesgar la vida por defender un valor fundamental  debe enfrentar muchos obstáculos que contrarían las propias aspiraciones y derechos. Procurar superar esos obstáculos  es el ideal. Pero no podemos juzgar negativamente a quienes no pueden realizarlo plenamente.

La segunda parte del relato propone tres invitaciones a seguirlo en su viaje definitivo. El entusiasmo del primero  se atenúa con la austeridad de vida que le presenta Jesús. Las respuestas a los otros aparecen muy duras para nosotros que defendemos por encima de muchos valores, el de los afectos familiares como sostén de la vida y la sociedad.                 No hay por qué tomar a la letra (como lamentablemente se ha acostumbrado en la Iglesia) estas actitudes que podemos familiar como “antifamiliares”,

Interpretado en el contexto de su tiempo estas negativas a respetar los vínculos familiares no indispensables, están ligados a cuestiones de herencia más que a vínculos afectivos. Y ese apego hace difícil la generosidad exigida por la propagación del reinado de Dios. Y a esto se añade que la familia, en el pueblo judío era el baluarte de los valores nacionales y religiosos  frente a los cuales el  mensaje de Jesús constituía un peligro y ataque insoportable.

Nosotros en muchas oportunidades hemos tenido que tolerar en nombre de la familia y usándola como escudo,  posiciones conservadoras dañosas para toda la sociedad.

 

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