Ellos la tenían clara. Se vinieron en patota. Sabían que el enfrentamiento era severo, no por violento, por profundo. Era un día clave. Prepararon sus milicias. Estaban advertidos…”algo van a hacer”. Era cierto, no se equivocaron los informantes. Pero lo único que se quiso hacer fue decir la propia palabra. Pero ni eso toleran. Comenzaron con gritos, abucheos y de manera vergonzante, usaron el Padre Nuestro y el Ave María recitados marcialmente a voz en cuello, para intentar silenciar a los dueños de casa, a la comunidad de La Cripta que solo quería hacer oír su voz.
Fueron astutos como serpientes, como recomienda Jesús a sus discípulos. Fueron venenosos como serpientes y eso no lo recomienda Jesús. Nosotros fuimos mansos como palomas, como lo recomienda también Jesús. Pero bastante ingenuos y eso fue un error.
Ellos tienen todo el poder institucional y lo hicieron sentir. Hace varios meses que simplemente se quiere dialogar con Carlos Ñáñez el pastor de la Arquidiócesis sobre el perfil del sucesor de Víctor Acha, el párroco saliente. ¿Tan difícil es que la autoridad tenga en cuenta los criterios de una comunidad a la hora de elegir el sacerdote que será responsable de esa misma comunidad? No estamos hablando de “democratizar” los mecanismos de designación de los titulares de las parroquias, eso sería soñar demasiado, solo se quería ser parte en el proceso de designación. Esto, que la Cripta pedía, rogaba y al final exigía de su pastor y de sus colaboradores, debiera ser una práctica habitual, nada extraordinaria. No lo es. Todo lo contrario. El poder institucional no dialoga, dictamina.
Se quedaron con los ladrillos de La Cripta, como lo quiso señalar Quito Mariani y de manera burda, irrespetuosa, grosera, lo silenciaron con alaridos desencajados de arbitrariedad. Pero no se podrán quedar nunca con su aliento. Se quedaron con la mascarada institucional. No se podrán quedar jamás con su soplo. No negamos la importancia del lugar físico. Somos conscientes que ese aliento y ese soplo deben de alguna manera materializarse, para todos y todas que siguen viviendo esa iglesia “otra” y preguntarán ¿dónde están, cuándo se reúnen, dónde celebramos, dónde nos encontramos, cómo nos buscamos, cómo “seguimos andando”. Debe ser para nosotros un desafío indeclinable ofrecer respuestas.
“La Cripta no se negocia, la Cripta no se entrega” consignas absolutamente vigentes. La Cripta es un ícono de la iglesia de los empobrecidos. Es el “lugar” donde seguirá el Gran Espíritu invadiendo nuestros cuerpos y corazones. El capricho vaticano de arrasar con todos los vestigios de esta iglesia de base, popular, liberadora, fraterna no tiene futuro. Ese mismo día Benedicto XVI beatificaba a Juan Pablo II. Un intento más para disciplinar a los díscolos. Será inútil. Ya fueron advertidos en el Evangelio… “si ellos callan, gritarán las piedras”.
Fuimos ingenuos. Trataremos de no serlo más. Mansos si, también astutos.
2 Mayo 2011