Homilías Dominicales. 23 de diciembre de 2012 – 4to. de adviento del ciclo”C”. Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Luc.1,39-45)

Partió María apresuradamente a un pueblo de la montaña de Judá y entrando en casa de Zacarías saludó a Isabel. Apenas oyó ésta el saludo de María, el niño se estremeció en su seno y llena del espíritu Santo, exclamó: Tú eres bendita entre las mujeres y es bendito el fruto de tu vientre. ¿quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo el niño se estremeció de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído lo que te fue anunciado de parte del Señor.

 

Síntesis de la homilía

El ordenamiento que hace Lucas de los hechos “relatados por muchos” (Marcos y el Q son sus fuentes) supone también un llenado de lagunas presentadas por la continuidad de esos hechos, cuando se pretende unirlos para descubrir y mostrar en su totalidad el mensaje de Jesús, a un auditorio heterogéneo como es el de las comunidades lucanas.

Esta relación entre las dos mujeres Isabel y María, es una base teológica indispensable para hacer creíbles los hechos que irán presentando a Jesús como el mesías esperado, gracias a  realizaciones que implicarán una participación directa de Dios, por su carácter maravilloso o milagroso. María lleva el misterio de un embarazo fuera de lo normal. Isabel experimenta en su vientre la conmoción conciente del feto inconsciente que lo habita. Ambas están habitadas por el espìritu de Dios. Y ambas son un testimonio del mérito de la fe.

Lucas, sería para algunos investigadores bíblicos, el amigo médico que acompañaba a Pablo en algunos de sus viajes. Para él entonces, el hecho de la concepción virginal de María no podía ser más que una teologización, para convertir en mensaje un hecho cotidiano.  Nos interesa más, por eso, encontrar y aprovechar ese mensaje, que adentrarnos en las afirmaciones seudohistóricas con que hemos alimentado nuestra lectura de la biblia,  conviritiéndola en una constante intervención milagrosa de Dios corrector de las leyes de la  naturaleza creada por él.

Adentrémonos entonces en el mensaje que Lucas está intentando dar a su comunidad. Y en primer lugar, el gesto de María poniéndose inmediatamente en camino. Es significativo que ése sea el comienzo de la madre de Jesús: ponerse inmediatamente en camino. Su hijo estará siempre en camino hacia una meta muchas veces oscurecida y dolorosa que es adivinada por las características de la misión que él considera encomendada por el Padre. Y nosotros estamos también, siempre en camino. Aunque muchas veces, con la Iglesia detenida en el tiempo, nos pareciera que ya todo está establecido y cumplido y no hay por qué buscar variantes para adaptarse a las novedades surgidas de la marcha de la historia.

Y el camino es festejando la vida. La vida que es en sí misma perspectiva de futuro. No es simplemente la vida no nacida, es la vida que traerá un sentido nuevo a la relación entre los hombres y a la relación con Dios. El hecho de la visita es por otra parte, profundamente humano. Y nos reconcilia con una serie de acontecimientos diarios que pueden influir directa o indirectamente en la felicidad de los otros y en el remedio de situaciones molestas o problemáticas. “Creer lo que te fue anunciado” es la gran semilla de felicidad descubierta por Isabel en María. Esa que a veces esterilizamos completamente cuando otorgando mayor importancia al dinero, las posesiones, los lugares de privilegio, el poder, las manifestaciones de astucia y agresividad para con los más débiles, abandonamos los principios evangélicos de la defensa de la verdad, de la justicia o del respeto a la dignidad y los derechos que llamamos humanos, inalienables.

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