Paros, arengas y piquetes. Por Guillermo “Quito” Mariani

Hay dos maneras (entre otras menos conocidas) de acabar con un gobierno que no se somete a las exigencias de los poderes internacionales del dinero, en el sistema capitalista. El argumento de las armas (levantamiento o invasión); y el de la desestabilización (paros, piquetes, usura en los préstamos, infiltración mediante la seducción coimera llamada “devolución de favores”, apoyo de los medios masivos de información sostenidos por empresas monopólicas con intereses financieros, bloqueos comerciales…etc) A este segundo estilo se lo denomina con el nombre de “golpes suaves” o “revoluciones de colores”-

Todos los recursos enumerados, cada uno aparentemente inofensivo y con propuesta de reivindicación justa, utilizados permanente y astutamente, provocan incesantes problemas, que roban del pueblo, hasta la seguridad con que los porcentajes de las elecciones democráticas habían afirmado las aspiraciones del bien común. Y logran, en oportunidades, generalizar el descontento hasta provocar estallidos destituyentes.

Los sudamericanos podemos exhibir un muestrario de estas tácticas,. exitosas algunas, como en Paraguay, fracasadas otras en Bolivia, Ecuador, y otras en marcha como en Venezuela. Con problemas reales como los de la deuda externa y sus secuelas en la interna, la voracidad de las multinacionales adueñadas de las fuentes de riquezas naturales (tierra, subsuelo, inteligencias)… los gobiernos se suceden con esfuerzos de toda índole, y llegan, en su impotencia para mantenerse en el poder, al abandono de los proyectos en pos de una sociedad mas justa e igualizante sin exclusiones ni diferencias irritantes. Ése es realmente, el objetivo perseguido por quienes en asociación de conveniencias están detrás de todo ese proceso. La intranquilidad, los enfrentamientos y las concesiones propuestas por los técnicos del establishment, no desembocan ya en dictaduras militares intranacionales. Sí, todavía, en invasiones de los poderosos en armas y dinero, con pretextos de controlar el terrorismo internacional. Pero con la nueva modalidad de revoluciones suaves o silenciosas (porque no son armadas), cuando en un nuevo intento democrático las mayorías logran triunfar por encima del fraude  e imponen sus candidatos, muy pronto la fuerza de las presiones, las lleva a deslizarse por las pendientes del fracaso. El cambio no ha necesitado ya derramamiento de sangre. Sólo se traducirá en aumento de los niveles de desigualdad, exclusión y pobreza, y en deseos de volver a la “plata dulce” o “los salariazos”, o las “relaciones carnales” con Estados Unidos que nos daban tanta seguridad!

Hoy, después de los estruendosos fracasos de los levantamientos armados, este estilo de golpes o revoluciones suaves contra gobiernos impuestos democráticamente por la conciencia popular, se identifica con la denominación aparentemente ofensiva de “ fondos buitres internacionales”. He dicho que ese modo de llamarlos es sólo aparentemente ofensivo, porque a pesar de parecer denigrante para jueces como Griesa, o empresarios como Paul Singer, los buitres se alimentan de carroña pero no la producen, y estos protagonistas se ocupan primero y astutamente de producirla o apresurarla para luego enriquecerse con los despojos.

La alternativa, conscientizada por muchos, pero empecinadamente ignorada por otros, es abandonar egoísmos mezquinos que llevan a exagerar las dificultades, y estacionarse en reclamos imposibles de solucionar sin dañar el nivel general. Mantener la firmeza de la resistencia con un “nosotros” superador de individualismos y corporativismos, es la única táctica de respuesta eficaz.

El empeño de conquistar el poder a cualquier precio, que en este caso es favorecer la táctica de los fondos usureros, es un boomerang que, ya experimentado pero no aprendido, volverá con más fuerza hacia quienes lo lanzan desprejuiciadamente, seducidos por una posible candidatura presidencial.

 

José Guillermo Mariani

 

 

 

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