Homilías Dominicales – Domingo 26 de octubre de 2014 – 30 durante el año litúrgico ciclo “A”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema ( Mateo 22, 34-40)

Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús en una conversación había dejado sin argumento a los saduceos, se reunieron y uno de ellos que era doctor de la Ley le preguntó para ponerlo a prueba. “maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley”? Jesús le respondió “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y primer mandamiento. El segundo es semejante al primero. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los profetas.

 

Síntesis de la homilía

El constante afán de los fariseos, empeñados es constatar contradicciones en las enseñanzas de Jesús para desacreditarlo, se manifiesta una vez más y también una vez más, Jesús aprovecha la oportunidad para fijar su juicio definitivo sobre la Ley de Moisés. Las expresiones con todo tu corazón, tu alma y tu espíritu son un modo de expresar la totalidad del ser humano. No están particularizados en lo que son los sentimientos o emociones. Es por otra parte muy cierto que es muy difícil hacer comparaciones entre los amores humanos que mueven nuestras fibras sensible y el amor a un ser inconmensurable, trascendente de todas nuestras realidades, con atributos que traducimos en palabras pero sólo entendemos por comparación o negación de lo que nuestros sentidos, nuestra inteligencia y el resto de nuestras facultades experimenta en la creación que nos rodea. Por eso, aunque se trate de la afirmación más importante de la ley de moisés, que tiene mucho que ver con la firmeza en rechazar a los dioses de las religiones circundantes, Jesús añade un segundo mandamiento que sí entra en el ámbito de nuestras capacidades humanas. Amar al prójimo como a uno mismo.

La visión de Jesús va a avanzar sobre esta propuesta que como contestación a la pregunta del doctor de la Ley es absolutamente perfecta, resumiendo los dos mandamientos del decálogo en uno sólo que al mismo tiempo de abarcarlos, influye en la posibilidad de cumplirlo o rechazarlo. “Ámense entre ustedes como yo los amé. El que ama a su prójimo ha cumplido con toda la ley. Quien dice que ama a Dios sin amar a su hermano es un mentiroso El que me ama cumple mi mandamiento”. ( no, MIS mandamientos que es traducción posterior)

Desde luego que, cuando hablamos de amor se pueden entender muchas cosas que, aunque sean “parcialidades” del amor humano, como el amor de amistad, el amor de obras, el amor familiar, el amor de pareja, ninguno agota todo el sentido del amor y todos implican el peligro del egoísmo ante el que es necesario permanecer vigilantes. (de ese vicio radical de nuestra naturaleza humana se puede decir lo que dice Pedro del “diablo” como león rugiente que anda buscando a quien devorar.)

Pienso que el comienzo del amor es estar verdaderamente interesado por el otro. Desde allí puede crecer la relación hasta una cantidad de experiencias de toda índole conducentes al crecimiento personal, la madurez y la felicidad compartida. No creo que haya una especie de medida o canon para establecer la autenticidad o la profundidad del amor. Pero sí es indispensable examinarse para descartar todas las astucias del egoísmo y estar dispuestos a convertir ese interés por el otro, en la norma de nuestra comunicación y convivencia.

 

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