Homilías Dominicales. Domingo 11 de Enero de 2015 Festividad del bautismo de Jesús. Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema ( Marcos 1, 7-11)

Juan predicaba diciendo: detrás de mí viene alguien que es más poderoso que yo y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatarle la correa de las sandalias. Yo los bautizo con agua pero él los bautizará con el espìritu santo. Desde Nazaret, llegó Jesús de Nazaret de Galilea y también fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua vio que el cielo se abría y el espíritu de Dios descendía sobre él como si fuera una paloma. Y escuchó una voz que le decía: tú eres mi hijo muy querido, mi predilecto.

 

Síntesis de la homilía

Jesús no llega de repente. Tiene una historia biológica (nacido de mujer, dice Pablo) y social (ligado a toda la línea de los profetas que po0demos identificar con lo que nosotros llamamos “los políticos” (nada que ver con los politiqueros) encargados de velar por el bien del pueblo con un análisis de la realidad basado en principios superiores a la cotidianeidad de las inquietudes humanas y de anunciar y juzgar los buenos y malos acontecimientos que han de sucederse a través del tiempo y como consecuencias del proceder del pueblo.

En Abraham y el pueblo originado en él hubo una vocación. La experiencia de un llamado interior muy fuerte y presionante con el descubrimiento de sus propias posibilidades para acceder a él y cumplirlo. A través del resultado de la obediencia a ese llamado, un pueblo que se consideró con la misión de sostener el monoteísmo con su testimonio y su conducta, llenó la vocación histórica, consciente de que estaba cumpliendo con la voluntad del Creador. Juan, el hijo de un sacerdote judío, experimenta también la fuerza de un llamado respondiendo a las inquietudes del pueblo oprimido y ansioso de ver el cumplimiento de antiguas promesas de sus dirigentes religiosos. Y esa fuerza lo lleva a desafiar al Templo y a las autoridades religiosas e imperiales, desde el desierto, haciendo de mediador de otro llamado: la vocación de Jesús de Nazaret para instaurar el reinado de Dios entre los hombres. El bautismo que Juan está realizando en las aguas del Jordán (un baño purificante muy popular para Israel) convoca a Jesús quien inmediatamente del gesto de identificación con el pueblo oprimido y esperanzado, vé , escucha y siente interiormente la seguridad de que el Ser supremo instala en él su fuerza y voluntad haciéndolo hijo predilecto con una vocación excepcional y hermosa.

Esta continuidad histórica de la vocación es decir de la preparación que advertimos, para que en la realidad se vayan cumpliendo diversos acontecimientos que la acercan al plan que el Ser supremo ha tenido al originarla , no es una cosa extraordinaria. Es resultado de una conciencia expresa o implícita, del sentido de los acontecimientos y circunstancias que nos toca vivir a cada uno. Cuando el Concilio Vaticano II usa una expresión originada en Juan XXIII “atender a los signos de los tiempos” se refiere a esto. Estar alertas para descubrir la propia vocación desde la realidad circundante y de las posibilidades a nuestra disposición, para remediar sus deficiencias o promover su mejoramiento. Si a veces se ha dado que algunos han experimentado ese llamado como una voz de Dios, a no ser que signifique una presunción para justificar su estado, entendemos la fuerza que para Juan y Jesús tuvo una clase particular de llamado que aceptaron como vocación y cumplieron como el pueblo judío, equivocándose en el sentido que le dio considerándose “elegido”, o como Juan, que supuso una irrupción violenta y destructiva de dios contra los enemigos del pueblo, o como el mismo Jesús y sus discípulos que tuvieron por seguro una vuelta inmediata y triunfante. Pero, en los tres casos, el llamado, la vocación, fue cumplida dando el fruto de acuerdo a la voluntad de Dios, sobrepasando las debilidades o fallas personales.

Homilías Dominicales. Domingo 28 de diciembre de 2014 – Festividad de la familia de Jesús Por Guillermo “Quito” Mariani

 Tema (lc.2,22 y 39-40)

Llegado el tiempo de la purificación legal de maría fueron con José y el bebé al templo. Un hombre justo que esperaba el consuelo de Israel, Simeón

los recibió y tomando al niño en sus brazos alabó a Dios diciendo:Ahora puedes dejar Señor que tu siervo muera en paz, porque mis ojos han visto la salvación de Israel…

Su padre y su madre estaban maravillados por oirle. Bendiciéndolos Simeón añadió “este niñpo será causa de caída y elevación para muchos en Israel y a ti mism una espada te traspasará el corazón.

Había cerca una profetiza de nombre Ana, ya entrada en años: Se presentó en ese momento y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Israel.

José y María después de cumplir todo lo que mandaba la ley volvieron a su casa y el niño crecía en sabiduría y simpatía delante de todos (se trata de una síntesisn porque es un pasaje extremadamente largo)

 

Síntesis de la homilía

Sagrada familia llamaba la tradición a la familia de Jesús. Así la Iglesia alejó en la práctica lo que Pablo afirma con fuerza señalando a Jesús igual a nosotros en todo menos en el pecado. Sagrado significa separado, distinto, selecto. Ni Jesús ni su familia lo fueron.

La importancia de esta celebración, tan próxima a la Navidad, se coloca en la expectativa de que esa familia con sus virtudes se convierta en orientadora de la conducta familiar cristiana. Hay varios obstáculos para que esto se realice. Primero la diferencia absoluta de orden cultural y por tanto de concepción de la familia. Además la irregularidad de la relación de María y José, que la Iglesia definió con el dogma de la virginidad perpetua y se afirmó en pleno siglo XIII en ocasión de la disputa teológica entre Scotistas y Tomistas (franciscanos y dominicos) que quedó solucionada con la célebre frase de Cirilo de Alejandría “potuit, decuit, ergo fecit”. (pudo, estaba bien, lo hizo)atribuyendo a Dios este proceder lógico humanamente. Cuenta también el reducido papel de formadores que asigna la tradición a María y José suponiendo que Jesús-Dios, era absolutamente perfecto.

Que podamos admirar y agradecer la voluntad de María de sujetarse a lo que pensaba que era voluntad del Yahvé; que admiremos la prudencia y reserva de José ante lo imprevisto del embarazo; está bien. Pero todas estas cosas no pueden constituir un ejemplo a imitar, sino en su sentido más profundo de sujeción a la voluntad de Dios conocida por los signos de los tiempos, la conciencia personal y la disponibilidad para cualquier acto de generosidad exigido por su misión de padres de Jesús, un chico “superdotado”.

Ese es el sentido que damos a nuestra conmemoración. Recuperación del sentido de la familia como raíz y escuela del amor social y por tanto de la realización paulatina del reinado de Dios entre los hombres. Cultivo permanente y profundo de la relación marital con sus diversos componente se sentimientos, sexualidad, compañía en la acción, sostén en las dificultades, gozos compartidos y proyecto de vida. Sentido de generosidad para aprender de las dificultades y carencias en la historia de cada familia, el corazón se abra a la comprensión de los problemas de toda índole e intensidad que pueden producirse en otras familias.

 

Homilías Dominicales. Martes 24 de diciembre de 2014 – Festividad del nacimiento de Jesús (ciclo “B”) Por Guillermo “Quito” Mariani

 Tema: (Juan 1,1-18)

La palabra que existía desde el principio estaba con Dios y era Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la palabra. Sin ella nada se hizo.

Todo lo que existe tiene vida en ella y la vida es luz para los hombres. La luz brilla en las tinieblas aunque las tinieblas no la reciban. Apareció un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz y todos creyeran por medio de él. El no era la luz sino el testigo de la luz. La palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que llega a este mundo. Ella estaba en el mundo y el mundo fue hecho por ella y el mundo no la conoció. Vino a los suyos y los suyos no la recibieron. Pero a los que la recibieron, a los que creen en su nombre les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como hijo único lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él al declarar “Éste es aquel de quien yo dije: el que viene detrás de mí en realidad me ha precedido porque vivía antes que yo”- De su plenitud todos hemos recibido, regalo tras regalo. Porque la ley fue dada por Moisés, pero el amor y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios. El que lo ha revelado es el hijo único que está en el seno del Padre.

 

Síntesis de la homilía

Un discurso tan arrevesado, porque mezcla lo poético, con lo filosófico con la realidad que describe, no parece adecuado para la celebración tradicional de la Navidad alrededor de la evocación del nacimiento de Jesús de Nazaret, vivida simplemente como fiesta de ternura y de mutuos regalos en la noche iluminada por su luz-

Sin embargo, cuando tenemos el coraje de enfrentarnos directamente con el texto de esta introducción de la “buena noticia” trasmitida por el evangelista San Juan podemos descifrar la profundidad del mensaje, que descubre la gran fuente de felicidad que es para la humanidad el acontecimiento a que se refiere.

Lo primero es que el discurso se centra en la palabra y en la palabra identificada desde el comienzo con Dios. Porque, ante la absoluta trascendencia del Ser supremo, a que Juan se refiere asegurando que “a Dios nadie lo vio jamás” lo único a que nosotros tenemos acceso, es a su palabra creadora, su expresión hacia fuera, su comunicación. Que se nos entrega a través de todo lo que hay a nuestro alrededor, el mundo, el cosmos, y culmina con la presencia del gran enviado que es JESÚS DE NAZARET.

Sin anclarnos en la grandeza de la figura de ese Jesús que en esta celebración aparece con todas sus debilidades humanas porque no dispone de lugar y estilo digno de nacimiento, ni de padres poderosos y distinguidos, ni de toda esa magnificencia con que los que nos relataron su nacimiento creyeron que debían adornarlo, recurriendo a los misteriosos seres celestiales que son los ángeles y a los fenómenos meteorológicos que ligaron a su presencia entre nosotros, podemos tratar de seguir paso a paso las afirmaciones de Juan que directamente se enfocan a la palabra. A la de Dios y a la del hombre. Porque si bien Jesús es palabra de Dios que podemos aceptar, si decidimos hacerlo, cada uno de nosotros es también palabra que debe hacerse aceptable para los demás siguiendo la línea de esa misteriosa encarnación (humanación) que Juan nos presenta.

Al margen de los tiempos concretos que vivimos y que, de un modo u otro. siempre están invadidos por las ambiciones de poder, aún en democracia, y por eso nos insertan constantemente en espacios electorales, que recomienzan sin pausa ni intervalos naturales de transición, entre los esperados resultados de las elecciones mayoritarias, la experiencia cotidiana nos convence del escaso valor de la palabra. La palabra el medio privilegiado de la comunicación humana, generadora del amor y la felicidad, revelación de lo humano y también revelación de lo divino, se convierte en instrumento de confrontaciones que no respetan ni la dignidad de las personas, ni la verdad de los hechos y acontecimientos desfigurados sin ningún escrúpulo para lograr el triunfo de los propios intereses generalmente ligados profundamente al dinero y a las finanzas identificados como el escalón más eficiente hacia el poder .

No es mucho lo que podemos hacer y lograr, desde una perspectiva cristiana que honre la palabra humana y así se acerque aun sin nombrarlo, a la propuesta de Jesús de Nazaret. Pero si somos constantes en cultivar y contagiar el respeto a la palabra que nace en nosotros y nos entrega a los demás mejoraremos en gran medida la riqueza de las relaciones humanas para construir un mundo mejor para todos.

Homilías Dominicales. Domingo 21 de diciembre de 2014 – 4to. de adviento (ciclo “B”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema : (Lc. 1,26-38)

Un mensajero Gabriel, es enviado a una ciudad de galilea llamada Nazaret a una joven que estaba compr0ometida con un hombre perteneciente a la familia de Davis, llamado José. El nombre de la joven era MARÍA. En mensajero entró en su casa y la saludó: Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo! Al oir estas palabras la joven se sorprendió y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el mensajero le dijo: No temas María porque agradas a Dios. Vas a concebir y dar a luz un hijo al que pondrás por nombre Jesús. Será grande y lo llamarán hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David su padre y reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino0no tendrá igual. María respondió: ¿Cómo puede ser esto si yo no conozco a ningún varón? El mensajero respondió: El Espíritu de dios descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será santo y lo llamarán hijo de Dios   También tu parienta Isabel ha concebido un hijo a pesar de su vejez y la que era considerada estéril ya se encuentra en su sexto mes porque nada es imposible para Dios.María dijo entonces: Yo soy servidora del Señor. Que se cumpla en mí lo que has dicho.Y el mensajero se fue.

 

Síntesis de la homilía

La liturgia evoca hoy en el camino hacia el nacimiento de Jesús a María de Nazaret que se ve sorprendida por la visita y anuncio de un mensajero que abre sin aviso su puerta y le comunica que su situación de embarazada resulta agradable a Dios, porque se ha cumplido el tiempo (una frase que aparece en el verso 33 del mismo capítulo). Se refiere al tiempo señalado por el profeta Daniel anunciando la llegada del mesías liberador de Israel, 70 semanas. Honramos a María la madre, como el mensajero Gabriel al que Lucas presenta como enviado por Dios. En la tradición cristiana y de un modo especial la católica este honor se trasladó a la “virgen”. Tanto que para nosotros es la advocación más acostumbrada. Y de esa misma visión se dedujo la superioridad de la virginidad sobre el matrimonio que, disminuyendo en su dignidad la sexualidad matrimonial contribuyó a desfigurar y achicar la generosidad de la maternidad. Hay entre los teólogos muchas interpretaciones sobre la virginidad de María basadas en la exégesis bíblica más científica y objetiva, y se tiene especial cuidado para no. contrariar la formulación dogmática que en muchas oportunidades ha significado una exclusión del ámbito eclesial. De todos modos la evocación del episodio llamado de la Anunciación, en proximidad de la Navidad, el parto, legitima el asentar la afirmación en la maternidad, como lo más importante y digno de agradecimiento como contribución a la misión liberadora de Jesús con la que todos hemos sido beneficiados. Aceptar la maternidad es normalmente una decisión que, aunque gustosa y alegre, importa un acto fuerte y positivo de voluntad. Y, a través del relato de Lucas (único evangelista que crea esta circunstancia como suceso histórico) esa decisión es muy firme en la jovencita que viviendo su compromiso con José (también joven por supuesto aunque desde el principio lo pinten como viejo) conoce y da curso a su embarazo considerándose recinto y defensora de la vida. Hoy, cuando la ternura parece haber desaparecido de las relaciones humana habituales e incluso cuando se repiten los hechos crueles de la llamada violencia de género antifeminista, es tiempo creo para fijar la atención en la generosidad materna que en la aceptación de hijo se siente colaboradora sostén y originadora de ternura en la vida personal y comunitaria. Una misión que no es exclusiva de María sino de todas la madres que en su aceptación viven encendiendo luces que iluminan el valor de la vida y la ternura humanas.

Dos Celebraciones Finales 2014. Por Guillermo “Quito” Mariani

DOS CELEBRACIONES FINALES DE 2014
Domingo 21 a las 10.30 en el salón del Club de tenis del Banco de Córdoba
Viacocha 7.200
MARIA, LA MADRE QUE ESPERA
Miércoles 24 – en el salón de ATALAYA a las 19.30
                                                                                         Padre Francisco Palau 6450
LA PALABRA SE HACE CUERPO  DE UN SER HUMANO COMO NOSOTROS
Nuestra celebración tendrá como característica especial, la expresión corporal de nuestro gozo agradecido, 
 en las canciones del Gloria.- María.- Vals de la ofrenda.- y Padre nuestro.-
                                                         
NI FALTES, NI DEJES DE INVITAR

Homilías Dominicales – Domingo 14 de diciembre de 2014 – 3ro de Adviento en el ciclo “B” del año litúrgico Por Guillermo “Quito” Mariani

 Tema (Juan 1,6-8 y 19-28)

Apareció un enviado de Dios que se llamaba Juan. Vino como testigo de la luz para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz sino el testigo de la luz. Este es el testimonio que dio Juan cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén para preguntarle: ¿quién eres tu? El confesó sin ocultar nada sino que dijo abiertamente: Yo no soy el mesías: ¿quién eres entonces? ¿Eres Elías? No. ¿Eres el profeta? Tampoco, les dijo.- Entonces ¿Quién eres? dínoslo para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado. ¿qué dices de ti mismo? Y él dijo “Yo soy una voz que grita en el desierto: preparen el camino del Señor, como dijo Isaías. Algunos de los enviados eran fariseos y volvieron a preguntarle.¿Por qué bautizas entonces si no eres ni el mesías, ni Elías, ni el Profeta? Juan respondió: Yo bautizo con agua pero en medio de ustedes hay alguien a quien no conocen. El viene después de mí y yo soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Todo esto sucedió a orillas del Jordán en Betania donde Juan bautizaba.

 

Síntesis de la homilía

La redacción del evangelio de Juan que data de fines del siglo primero, con el desarrollo de varias comunidades cristianas, dirime en el comienzo, una cuestión disputada todavía en la que los discípulos de Juan el bautista, organizados también en comunidades, afirmaban que Juan era el enviado de Dios, rivalizando con los seguidores de Jesús en atribuir a uno u otro la dignidad de mesías. Por eso las preguntas inquisidoras de los enviados de los sacerdotes y levitas ante quienes el mismo Juan deja claro que no es ni el mesías, ni Elías señalado por Malaquías como anunciador y anticipo del día del Señor con venida del mesías liberador, ni otro profeta aludido por varias profecías y salmos

Las preguntas se refieren directamente al asunto de la autoridad para el baño de purificación, al que se daba mucha importancia como incitador a una purificación más profunda, prescritos en diversas circunstancias como introducción a las comidas y se observaba rigurosamente por la ortodoxia judía.

La actitud de Juan, a quien la popularidad de su figura y predicación podía haber halagado hasta hacerlo creer que realmente era el mesías, es realmente señera en la historia tantas veces repetida en las diversas religiones y también en la sociedad de personajes o grupos que admitidos y aclamados popularmente se agrandan hasta considerarse superiores como representantes de Dios cuando no a desplazarlo en la comunicación con los hombres endiosándose a sí mismos.

También podemos añadir a esta consideración, la actitud del apóstol Pablo que advierte sobre el peso que llegan a tener en la iglesia los “falsos profetas” con artimañas engañosas para presentarse como mensajeros de Jesús o del mismo Dios. Absolutante ungidos de su misma autoridad. La humildad de Juan que se confiesa indigno hasta de postrarse ante el que ha de venir, para desatar las correas de sus sandalias resulta ciertamente ejemplar.

El bautismo de agua, con la riqueza de significado de este maravilloso elemento de la naturaleza, engendrador de la vida, la frescura, la limpieza, la alegría y la transparencia no llega sin embargo a igualarse a la importancia que tiene para el ser humano, la limpieza de corazón. El espìritu del Dios Padre de todos, que a nadie se niega según la

afirmación de Lucas (11,13) y que es el verdadero y secreto promotor de la obra del reinado de Dios entre los hombres. Una realidad que debiera movernos a relativizar todos los ritos y costumbres piadosas que conservan para muchos la primacía en lo religioso, para adentrarnos en la valoración de las cualidades humanas de relación con los demás, que construyen realmente la comunidad fraternal necesaria y ansiada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Homilías Dominicales. Domingo 30 de Noviembre de 2014 (ciclo “B”) 1ro. de Adviento. Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema: Mc.(13,33-37)

Palabras de Jesús a sus discípulos. “tengan cuidado y estén prevenidos porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se fue de viaje y deja su casa al cuidado de sus servidores asignando a cada uno su tarea y recomendando al portero que permanezca en vela. Estén revenido entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa. Si al atardecer, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos. Y esto que les digo a ustedes se lo digo a todos ¡Estén prevenidos!”

 

Síntesis de la homilía

El aviso de “estar prevenidos” ha quedado sonando en la atemorizada conciencia de quienes pensando en lo imprevisto de la muerte, recuerdan aquella sentencia tremenda inventada por el autoritarismo religioso de que “se merece el infierno por un sólo pecado mortal no confesado”. El contexto es “escatológico”. Con la mirada bíblica de Jesús trasmitida a los discípulos, de un final apocalíptico del mundo y de la historia y como un aviso para quienes tuvieran la dicha o la tragedia de vivir en esos últimos tiempos.

Desde ya podemos pensar que de ser así no se trata de un aviso al que tengamos que dar mucha importancia. Aunque se han repetido ya varias oportunidades en que diversos grupos, con distintos intereses, han anunciado ese final terrorífico de la creación y la historia de la humanidad. Siempre hay una especie de satisfacción al profetizar calamidades como eficaz medio para proponer salvaciones, originadas en quienes con diversas ambiciones quieren ponerse en el centro de la escena.

Sin incurrir en ese clima terrorífico pero que adivinamos muy lejano, la propuesta tradicional se ha concentrado, posteriormente, en la afirmación de que hay que estar prevenidos para cuando nos llegue la hora definitiva y final de la vida.

El sentido común y la interpretación crítica de este pasaje ha de fijarse, en cambio, en la necesidad de vivir alertas, despiertos, prevenidos para no dejar pasar las oportunidades que se nos brindan para poner en marcha nuestro propósito de ser constructores del reinado de Dios, proclamado e instaurado en el camino de la humanidad por Jesús de Nazaret.

No hay momentos predeterminados para que en el transcurso de la vida se presenten ocasiones en que, conscientes de nuestras posibilidades, podamos complicarnos con emprendimientos, proyectos o realizaciones que fomente el mejoramiento de las relaciones interpersonales y sociales. La costumbre de esperar o exigir que de otros niveles se soluciones los problemas acuciantes, produce al mismo tiempo un clima de pesimismo general y una evasión de lo que podía ser nuestra colaboración para mejorar la relaciones humanas no solamente con nuestra acciones concretas personales o grupales sino con la adhesión en opinión y participación para con las iniciativas propiciadas por otros grupos o personas con influencia más amplia y profunda en el clima y la realidad social.

Para eso es indispensable tener bien afirmada nuestra escala de valores. Y en primer lugar, en situación defensiva y muy alerta para lo que significa, en un sistema impuesto sin contemplaciones y absolutamente visible para todos que es el capitalismo liberal, que coloca en la cima de los valores el dinero y su acumulación, como fuente primaria de sentido y felicidad para la vida de los seres humanos. No se trata entonces de un consejo inútil para quienes no lleguen a los últimos tiempos, que no es seguro que lleguen realmente, al menos como se prevén. Ni de un aviso de prepararse para la muerte. Sino de una advertencia para estar despiertos para darle a la vida sentido de solidaridad y felicidad.

Homilías Dominicales. Domingo 23 de noviembre de 2014 – Festividad de Cristo Rey (ciclo “A”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (mateo 25,31-46)

Decía Jesús a sus discípulos: Cuando el Hijo del hombre llegue a su gloria, rodeado de todos los ángeles, se sentará en un trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia. El separará a unos de otros como el pastor separa las ovejas de los cabritos y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el rey dirá a los que tenga a su derecha “vengan benditos de mi Padre y reciban la herencia del reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo. Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, estaba de paso y me alojaron, desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron preso y me vinieron a ver”. Los buenos responderán entonces “Señor ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, cuándo sediento y te dimos de beber, cuándo de paso y te alojamos, desnudo y te vestimos, enfermo o preso y te visitamos? Y el rey responderá: “Les aseguro que en la medida en que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”. Luego dirá a los de su izquierda “Aléjense de mí malditos y vayan al fuego eterno preparado para el demonio y sus ángeles porque tuve hambre y no me dieron alimento, sed y no me dieron de beber, fui peregrino y no me alojaron, desnudo y no me vistieron, enfermo y preso y no me socorrieron”. Estos a su vez preguntarán “¿cuándo todo esto que no hicimos?” Y él responderá:” En la medida que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos me lo negaron a mí” Estos irán a fuego eterno y los buenos, a la Vida eterna.

 

Síntesis de la homilía

Los judíos creían firmemente en un juicio final que estaba de acuerdo con su concepción de la ley de compensaciones por la que Dios debía remediar en otra vida los sufrimientos de los que padecieron en ésta y castigar con sufrimientos a quienes gozaron egoístamente de los bienes de la tierra. La parábola del rico y el pobre Lázaro lo expone claramente. Pero además el pueblo elegido en un juicio con presencia de todas las naciones debía recuperar su grandeza sobre todos los demás en ese acontecimiento final. Tan firme era la creencia de lo que afirmaban los profetas (especialmente Joel 3,3 y Daniel 12,5) que hasta tenían designado el lugar en que esa reunión de todas las naciones se produciría. El valle de Josafat (que significa Dios juzga) parte del Valle Cedrón, situado al sur del templo sobre el monte Sión desde donde se domina su amplitud, era el espacio en que este juicio de las naciones se produciría.       Mateo escribe para comunidades en su mayoría integradas por judíos convertidos. Esta circunstancia hace que aproveche las creencias judías para esta gran puesta en escena, del juicio definitivo sobre la humanidad en el que coloca al Cristo glorioso como rey y juez universal. Todo esto constituye un manojo de datos muy curiosos, pero el objetivo de Mateo no es afirmar ni negar que pueda, como fin de la historia, provocarse un juicio final, sino convencer de que a juicio del enviado de Dios hay un solo artículo de cuya observancia depende la sentencia condenatoria o salvadora: el amor a los pequeños. Es el juicio del Señor de la historia y del proclamador y realizador del reinado de Dios dejando sus huellas para nuestra participación.   El Rey que se identifica con los más pequeños, necesitando de la atención y generosidad de los que los rodean , no tiene nada que ver con las vestiduras o pompas reales que como signos de autoridad y superioridad, además de la pretensión de ser llamados con apelativos propios exclusivamente del Ser supremo no tienen nada que ver con ese reinado. Ni tampoco con esas imitaciones burdas pero muchas veces influyentes, de Soldados de Cristo Rey o Legionarios de Cristo.     Aunque ni el fuego eterno de que habla Mateo, ni la vida eterna que es su alternativa, forman parte de lo que podemos conocer y menos, comprender. Lo que hace eterna la vida es lo le da sentido plenificándola, y por eso la que se deja conducir por el amor, la participación más intensa de la realidad divina, si atendemos al Dios revelado por Jesús de Nazaret.

 

Homilías Dominicales. Domingo 16 de noviembre de 2014 – 33 durante el año litúrgico (ciclo”A”). Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Mt.25,14-30)

Jesús propuso a sus discípulos esta parábola: El reino de los cielos es semejante a un hombre que al salir de viaje llama a sus servidores para confiarles sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad. Después partió. Enseguida el que había recibido las cinco monedas de plata, negoció con ellas y ganó otras cinco. De la misma manera el que había recibido dos ganó otras dos. Pero el que recibió sólo una hizo un hoyo en la tierra y enterró allí la moneda. Cuando el señor volvió llamó a los servidores para arreglar cuentas. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. Señor, le dijo, me dejaste cinco talentos y aquí están los otros cinco que he ganado” “Está bien le dijo el Señor, eres servido bueno y fiel. Ya que respondiste fielmente en lo poco te encargaré de mucho más. Entra a gozar del gozo de tu Señor. Lo mismo sucedió con el que había recibido dos talentos. Luego entró el que había recibido una sola moneda de plata y dijo “Señor, sé que eres hombre exigente, cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y enterré tu talento. “aquí tienes lo tuyo”. El Señor respondió: servido malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en préstamo así lo hubiera recuperado con intereses, Quítenle ese dinero y denlo al que tiene diez. Porque a quien rinde, se le dará y tendrá de más, pero a quien no produce, se le quitará hasta lo poco que tiene. Mándenlo fuera porque es servidor inútil. Aunque llore y rechine los dientes.

 

Síntesis de la homilía

El sentido general de la parábola está dado por la representación del clima que debe reinar `para la construcción del reinado de Dios entre los hombres. La primera conclusión a tener en cuenta es que ese reinado que significa un cambio progresivo de las reglas de convivencia humana, exige trabajo y dedicación. La segunda, que el responsable del resultado final es el mismo señor que distribuyó por la creación los dones de la naturaleza con toda su variedad y riqueza destinándolos a una construcción común. La tercera es que el esfuerzo y rendimiento personal se convierten en una colaboración que es también pertenencia al gozo común. La quinta es que quien no presta de ninguna manera su ayuda para la construcción del reino se hace indigno de participar de la alegría de su realización.

La parábola es como todas las semejanzas utilizadas por Jesús para trasmitir el mensaje del reino un retrato de la realidad humana y, tomado literalmente, sin noción previa de lo que importa la referencia al reinado de Dios entre los hombres, es un panorama teñido de capitalismo, con exclusión, discriminación, castigos y miedo.

Si no fuera que el sentido de la marcha, es la construcción de las relaciones humana en base a la única fuerza definitiva que es el amor y se tomara como aparece en una interpretación literal prescindente del contexto, una cantidad de detalles deberían ser rechazados como máximas de conducta. La soberbia del señor que se atribuye la exactitud del juicio sobre las capacidades de cada uno. Lo de irse de viaje en un alarde de abundancia y, sin embargo ser absolutamente estricto en exigir intereses por el dinero dejado en custodia. La calificación de servidor inútil y perezoso al que por miedo no quiso exponerse al riesgo de disminuir el capital confiado. La sanción de excluirlo absolutamente a la oscuridad y la desesperación.

Frente a nuestra realidad personal y social la consigna renovada de conocer el capital disponible y utilizarlo para el servicio, sin dejarnos frenar por miedos o ridiculizaciones, como muestra de aprecio profundo a la realidad que la propuesta de Jesús que entrega hasta lo último y total su propia vida por ella emerge y se fortaleza con la parábola de los “talentos”.

 

Homilías Dominicales. Domigo 9 de noviembre 32 durante el año – Conmemoración consagración basílica de Letrán. Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Juan 2, 13-22)

Cuando ya se acercaba la gran fiesta de los judíos Jesús fue a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas junto a los que estaban en los puestos de los cambistas de dinero. Viendo esto, Jesús tomó unas cuerdas, hizo un látigo y los echó a todos del templo, junto con sus ovejas y bueyes. A los cambistas les arrojó las monedas al suelo volcando sus mesas. Y a los vendedores de palomas les dijo “saquen esto de aquí. No hagan un mercado de la casa de mi Padre”

Sus discípulos se acordaron entonces de la escritura que dice “el celo por tu casa me consume” Los judíos le preguntaron: ¿qué prueba nos das de tu autoridad para hacer esto? Jesús contestó: destruyan este templo y lo reconstruiré en tres días. Le dijeron ellos: cuarenta y seis años se han empleado para la construcción del templo y ¿en tres días los vas a reconstruir? Pero el templo al que Jesús se refería era su propio cuerpo.

Por eso, cuando resucitó sus discípulos se acordaron de esto que él había dicho y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús

 

Síntesis de la homilía

La actitud de Jesús es ciertamente arriesgada y polémica. La violencia del látigo aunque sólo fuera para los animales y el desparramo del dinero de los que atendían el cambio para que los extranjeros pudieran hacer su ofrenda en el templo, no parecerá a muchos el medio adecuado para solucionar el celo por la casa del Padre, (salmo 69,9) que los discípulos recuerdan.

Es indudable sin embargo, que la indignación está plenamente justificada. No, mirando a los vendedores alojados en dependencias no sagradas del templo, sino en el patio o atrio de los paganos dedicado habitualmente a actividades secundarias para preparar las solemnidades cultuales, sino a quienes lucraban con esa concesión a los vendedores, aumentando sus propios ingresos y explotando la disponibilidad expiatoria de la gente del pueblo. La respuesta a la pregunta de quienes se sienten ofendidos en lugar de agradecidos por esta sacralización del templo, sobre la autoridad de que se considera investido para realizar tal procedimiento (con características de un allanamiento judicial) es muy simple. Se trata de la casa del Padre que de ningún modo debe convertirse en mercado donde rigen las leyes y costumbres del comercio y el aprovechamiento de la devoción religiosa de los “clientes”.La conducta de Jesús apunta igualmente a la complicidad de los funcionarios del templo con los agentes del Imperio que hacían la vista gorda para esas aglomeraciones con propaganda de la mercadería y discusiones sobre precios.

Se puede trasladar desde este episodio a la realidad de nuestros días la indignación mostrada por Jesús? En alguna oportunidad se ha recurrido a ello para justificar el uso de la violencia para remediar diversas formas violentas de proceder contra la justicia y la dignidad humanas, considerando superados los intentos de diálogos, solicitudes y reclamos. Pienso que si no ha de tomarse la letra lo de ofrecer la otra mejilla, tampoco es correcto interpretar como legítimo el uso de la violencia. Que a veces es provechoso dar un chirlo en la cola a los hijos para corregir conductas inadecuadas también puede aplicarse a las relaciones sociales siempre que los daños no sean mayores que los beneficios. Y en nuestra experiencia, normalmente, dadas las posibilidades de instrumentación de la violencia y la contra-violencia los resultados han sido normalmente perjudiciales para todos