Homilías Dominicales. Domingo 16 de noviembre de 2014 – 33 durante el año litúrgico (ciclo”A”). Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Mt.25,14-30)

Jesús propuso a sus discípulos esta parábola: El reino de los cielos es semejante a un hombre que al salir de viaje llama a sus servidores para confiarles sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad. Después partió. Enseguida el que había recibido las cinco monedas de plata, negoció con ellas y ganó otras cinco. De la misma manera el que había recibido dos ganó otras dos. Pero el que recibió sólo una hizo un hoyo en la tierra y enterró allí la moneda. Cuando el señor volvió llamó a los servidores para arreglar cuentas. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. Señor, le dijo, me dejaste cinco talentos y aquí están los otros cinco que he ganado” “Está bien le dijo el Señor, eres servido bueno y fiel. Ya que respondiste fielmente en lo poco te encargaré de mucho más. Entra a gozar del gozo de tu Señor. Lo mismo sucedió con el que había recibido dos talentos. Luego entró el que había recibido una sola moneda de plata y dijo “Señor, sé que eres hombre exigente, cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y enterré tu talento. “aquí tienes lo tuyo”. El Señor respondió: servido malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en préstamo así lo hubiera recuperado con intereses, Quítenle ese dinero y denlo al que tiene diez. Porque a quien rinde, se le dará y tendrá de más, pero a quien no produce, se le quitará hasta lo poco que tiene. Mándenlo fuera porque es servidor inútil. Aunque llore y rechine los dientes.

 

Síntesis de la homilía

El sentido general de la parábola está dado por la representación del clima que debe reinar `para la construcción del reinado de Dios entre los hombres. La primera conclusión a tener en cuenta es que ese reinado que significa un cambio progresivo de las reglas de convivencia humana, exige trabajo y dedicación. La segunda, que el responsable del resultado final es el mismo señor que distribuyó por la creación los dones de la naturaleza con toda su variedad y riqueza destinándolos a una construcción común. La tercera es que el esfuerzo y rendimiento personal se convierten en una colaboración que es también pertenencia al gozo común. La quinta es que quien no presta de ninguna manera su ayuda para la construcción del reino se hace indigno de participar de la alegría de su realización.

La parábola es como todas las semejanzas utilizadas por Jesús para trasmitir el mensaje del reino un retrato de la realidad humana y, tomado literalmente, sin noción previa de lo que importa la referencia al reinado de Dios entre los hombres, es un panorama teñido de capitalismo, con exclusión, discriminación, castigos y miedo.

Si no fuera que el sentido de la marcha, es la construcción de las relaciones humana en base a la única fuerza definitiva que es el amor y se tomara como aparece en una interpretación literal prescindente del contexto, una cantidad de detalles deberían ser rechazados como máximas de conducta. La soberbia del señor que se atribuye la exactitud del juicio sobre las capacidades de cada uno. Lo de irse de viaje en un alarde de abundancia y, sin embargo ser absolutamente estricto en exigir intereses por el dinero dejado en custodia. La calificación de servidor inútil y perezoso al que por miedo no quiso exponerse al riesgo de disminuir el capital confiado. La sanción de excluirlo absolutamente a la oscuridad y la desesperación.

Frente a nuestra realidad personal y social la consigna renovada de conocer el capital disponible y utilizarlo para el servicio, sin dejarnos frenar por miedos o ridiculizaciones, como muestra de aprecio profundo a la realidad que la propuesta de Jesús que entrega hasta lo último y total su propia vida por ella emerge y se fortaleza con la parábola de los “talentos”.

 

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