Homilías Dominicales – Domingo 18 de Marzo de 2012 – 4to.de Cuaresma (ciclo”B”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Ju. 3,14-21)

Dijo Jesús a Nicodemo: del mismo modo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, también es necesario que el hijo del hombre sea elevado para que todos los que creen en él tengan vida eterna.

Dios amó tanto al mundo que envió a su hijo único para que quien crea en él no muera sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su hijo para condenar al mundo sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será condenado y el que no cree ya está condenado porque no ha creído en el nombre del hijo único de Dios.

En esto consiste el juicio: la luz vino a este mundo y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal  odia la luz por temor a que sus obras sean descubiertas. En cambio el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz y de este modo  manifiesta que sus obras han sido hechas en Dios.

 

Síntesis de la homilía

Para penetrar el sentido de este trozo de Juan es indispensable sacarnos una cantidad de prejuicios inducidos por una interpretación literaria y prefijada autoritariamente, de la palabra de la Escritura  La comparación con la serpiente, salvadora de quienes la miraban, no se refiere al Jesús muerto en la cruz sino a  que esa muerte es su resurrección y la nuestra. Este es un concepto muy joánico,  para el que la exaltación suprema es el acto de entregar la vida por la causa de la humanidad. No se pone al centro el sufrimiento como salvador, sino   a la causa de ese sufrimiento que es la defensa de la dignidad y el sentido más profundo de la vida del ser humano.

El motivo por el que Dios envía a Jesús es para señalar al ser humano el camino de su realización. Nosotros estamos acostumbrados a imaginarnos el infierno, cuando hablamos de condenación. Si prescindimos deeste condicionamiento, exterior a nosotros, la condenación es perderse en el sentido y realización de la vida, que únicamente se alcanzan con el esfuerzo de mantener la lucha y el gozo  de la felicidad compartida.

La luz está presente para el que quiera beneficiarse con ella y el modo de aprovecharla es practicar la aceptación (que aquí se denomina creencia) del nombre del  hijo, del enviado, con todo lo que el “nombre”significa en la tradición bíblica.

El juicio sobre la bondad o maldad de las obras aparece aquí como anterior a la presencia de la luz. Y eso nos lleva a  pensar en una calificación lograda no a través de una sugerencia o legislación exterior sino en base a nuestra búsqueda de lo mejor.

Por eso podemos afirmar que la despreocupación por el hermano es condenación, y lo es también la falta de aprobación y apoyo a los que otros hacen a favor de la igualdad y dignidad de todos.

Salvación personal y comunitaria es la actitud de justicia de no explotar a los trabajadores, de no desestimar a los con menores posibilidades naturales o adquiridas, de no excluir de los beneficios y derechos elementales a los más débiles, de no  someter a modos de vida infrahumanos a los que sirven para el crecimiento y progreso social, como se está descubriendo tantas veces en diversas grandes empresas inspeccionadas.

En pocas palabras, los términos de condenación o salvación no deben ser entendidos como referencia a un “después”, sino a este “ahora” que vivimos como única oportunidad de ser activos constructores del reinado de Dios entre los hombres.

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