Homilías Dominicales. Domingo 3 de Marzo de 2013. 3er Domingo de cuaresma (ciclo ”C”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Lc.13,1-9)

Le cuentan a Jesús que Pilatos había mezclado la sangre de las oferentes galileos a la de las víctimas que ofrecías. Jesús les contesta ¿uds. están pensando que esos galileos eran más pecadores que todos ustedes? Se equivocan. Y si no dejan su pecado todos terminarán así. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé ¿piensan que eran más culpables que el resto de los habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no. Y si no se enmiendan todos ustedes perecerán.
Y añadió esta parábola: Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar higos y no loe encontró. Entonces dijo a cuidador: Ya ves, tres años vengo buscando higos a este árbol y no los encuentro. Córtalo. “para qué vas a estar esquilmando el terreno a otros árboles?”
Pero el encargado contestó: Señor, déjalo todavía un año más. A lo mejor da fruto más adelante, Y si no, la cortamos.

Síntesis de la homilía
La higuera es símbolo bíblico del pueblo judío. La parábola indica cómo Dios ha cuidado a ese pueblo través de su historia. Pero no ha dado frutos. Esos que Jesús quiere recoger como aceptación del reino del Padre predicado por él. Por eso, cuando le cuentan de la crueldad de esa matanza ordenada por Pilatos para prohibir la inmolación de animales en el templo, Jesús, adivinando que la gente estaba pensando para explicarse ese acto tan impactante e injusto, que esos galileos tenían que haber cometido graves pecados para merecer ese castigo de Dios, Jesús los saca de su error. Mientras mantengan su ceguera para admitir el reino de Dios, todos van derecho a la perdición.
En cuanto al acontecimiento de los 18 muertos al desmoronarse la torre de Siloé, al intentarse, presumiblemente, construir o reparar un acueducto debajo de sus bases, les enseña que no hay por qué pensar en que se trate de acciones divinas para castigar, sino que las deficiencias humanas explican esos hechos que ocurren con cierta frecuencia.
Pero que lo verdaderamente importante es vivir la sinceridad de obrar con justicia delante de Dios y eso es lo que impide muchos de los males que padecemos y sobre todo, el mal del rechazo del mismo Dios.
Todos los cuidados tomados para favorecer la fecundidad de la higuera, que se experimentan en la situación privilegiada(de acuerdo a la concepción de elegido) de Israel en medio del los pueblos, no han dado resultado como preparación para la implantación definitiva de una realidad como le agra a Dios, su reinado. La decisión entonces, plenamente justificada, a pesar del cariño del cuidador con su árbol; es arrancarlo para tirarlo como basura.
Nos parece una actitud muy justa. Israel no dio los frutos esperados.
¿Y nosotros? ¿Cuántos años de cristianismo?¿Cuántos ejemplos de vidas consagradas a propagar el Reino, practicando la justicia y el amor a los demás? Y¿han cesado las tragedias provocadas por la agresión a la naturaleza, por el egoísmo de los más acaudalados, por la opresión de los poderosos? No son resultado muchas veces de la actuación de los que se llaman y hacen profesión pùblica de católicos?
Es cierto que cada uno de nosotros no tiene `por qué cargar con lo que determinadas instituciones sociales, monopolios ideológicos y de toda índole, sistemas basados sólo en los valores financieros, corporaciones empecinadas en defender sus propios intereses contra los de la comunidad, tienen como norma de sus acciones y decisiones.
Pero en nuestra actividad personal, familiar o pública ¿no nos complicamos con ese pecado de hablar de fe cristiana y de amor, cuando sólo alimentamos la soberbia de creernos superiores, y de mantener las formas de opresión disimuladas arteramente para beneficiarnos desde cualquier lugar que ocupemos en la sociedad?

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