Homilías Dominicales – Domingo 30 de junio de 2013 – 13 durante el año litúrgico (ciclo “C”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Lc.9,51-62)

Al acercarse el tiempo de su partida, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante suyo. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando Santiago y Juan se enteraron de esto le dijeron “Señor quieres que hagamos descender fuego del cielo para consumirlos? Pero Jesús dándose vuelta los reprendió. Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban caminando se acercó uno y le dijo: te seguiré donde quiera que vayas. Jesús le respondió: Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza. “ A otro le dijo “Sígueme” y éste le respondió “permíteme que vaya a enterrar a mi padre” pero Jesús le respondió “Deja que los muertos entierren a sus muertos y ve a anunciar el reinado de Dios”   otro le dijo: “Te seguiré Señor pero déjame antes despedirme de los míos” Pero Jesús le dijo: “El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás no sirve para el reinado de Dios”

 

Síntesis de la homilía

Tiene mucha importancia la palabra “decididamente” con que Lucas se refiere al viaje a Jerusalén, desde galilea en donde Jesús está. Este viaje tiene para Lucas gran importancia y por eso le dedica dos terceras partes de su relato. En su transcurso el maestro se ocupa de preparar cuidadosamente a sus discípulos con lecciones de palabra y de vida.

El primer paso es enviarlos `para prepararle alojamiento. Diríamos para “ofertarlo” a los samaritanos. La misión fracasa. El motivo es muy claro: Se dirige a Jerusalén y los samaritanos rechazan enérgicamente las relaciones con toda la estructura del templo y sus funcionarios.

Quizás si los discípulos hubieran explicado que >Jesús no iba a Jerusalén para someterse a su régimen sino para oponerse, los samaritanos hubieran aceptado hospedarle. Una predisposición de superioridad dañó el éxito de la misión encomendada. Y se muestra cuando los dos más confianzudos con Jesús le preguntan si pueden destruir a los que le habían negado hospedaje. El pone las cosas en su lugar reprendiéndolos. La cuestión no es crucial, la solución simple es ir a otro pueblo.

En la continuidad del viaje Jesús va repitiendo la invitación a los primeros discípulos

Sin ningún afán proselitista. Sin ninguna promesa. Presentando claramente los obstáculos que ofrece comprometerse en su seguimiento.

Es imposible evitar la mala impresión que causan algunas de estas exigencias para el seguimiento que parecen ignorar vínculos muy estrechos como los familiares y la atención debida a la ruptura de esos vínculos por las despedidas o la muerte.

Esta incomodidad ante la aparente falta de sensibilidad humana de Jesús ha crecido ante las interpretaciones exageradas utilizadas para señalar el heroísmo de los seguidores de Jesús y lograr así imponer su prestigio como una fuente de dominio eclesiástico. La espiritualidad del sufrimiento ha invadido ilegítimamente la realidad del de Jesús, que se dio en aras de una causa rechazada por sus enemigos y por eso causante de persecución y muerte. Pero el Jesús sonriente, amigo de los niños, los pobres y los pecadores y publicanos, es el que revela el aspecto definitivo del reinado del Padre Dios.

El contexto social de la familia judía en un clima patriarcal era muy distinto del nuestro.

Lo económico fijado por los derechos de herencia valía mucho más que los vínculos afectivos. La configuración de la familia como mantenedora firme de las tradiciones nacionales con exigencias muy estrictas se contraponían fuertemente al mensaje de Jesús. Ponía en peligro a los más decididos trabajadores del reino, de haber puesto la mano en el arado y mirar hacia atrás. Lo que hemos vivido en nuestra Iglesia después del concilio Vaticano II Una fuerte tendencia restauracionista para oponerse a los cambios necesario para el servicio de la sociedad humana.

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